miércoles, 7 de mayo de 2014

Deportistas y cantantes en deuda con Hacienda

Cantan pop, ópera o bajo la ducha tras los partidos de fútbol, pero ahora es a ellos a quienes les están cantando las cuarenta. Ana Torroja, Montserrat Caballé, Íker Casillas o Lionel Messi son solo algunos de los rostros de un triste desfile de famosos que recientemente han sido señalados por la Agencia Tributaria como titulares de cuentas pendientes con la Hacienda Pública. Iconos amables que van cayendo uno tras otro, y de quienes cuesta asimilar que puedan ser de verdad unos chorizos. Casi que nos resistimos a creerlo.
Quizás por eso la inmensa Lola Flores, cuando tiempo ha fue pillada in fraganti, no dudó en proponer que si cada español contribuía con unas cuantas monedas para ayudarle, se acababan sus problemas con Hacienda. Confundió adoración con impunidad y estuvo un tiempo pellizcándose hasta cerciorarse de la veracidad de su pesadilla. En parte llevaba razón la más emblemática de nuestras folclóricas. Todo el mundo necesita un ídolo al que endiosar, un fenómeno a quien adorar, gentes a las que poner como ejemplo a nuestros hijos... famosos entrañables a quienes emular como Ana Torroja, que admitió haber cometido delitos fiscales en 2003, 2006 y 2007 por más de un millón de euros o Montserrat Caballé, imputada por defraudar -presuntamente- medio millón en 2010... Para los admiradores de ambas, un chasco en toda regla que cuesta trabajo digerir.

Cuesta digerir también que Messi tenga un padre que haya intentado meterle un pufo a Hacienda, con el dinero que gana su hijo, de ¡35 millones de euros! nada menos. Cuesta asimilar que Casillas necesite pagar a Hacienda dos millones para evitar que lo empuren. David Villa, que tantas alegrías nos diera con la camiseta de la selección, o el impoluto y políticamente correcto Xabi Alonso se encuentran entre un mínimo de siete deportistas que, según contaba "La Vanguardia" este martes, estarían siendo investigados... No, no puede ser que muchos de nuestros ídolos acaben siendo de barro. Necesitamos alguien a quien admirar, por favor.

Mientras algunos de ellos se lo van llevando crudo, yo me llevo un disgusto de órdago cada vez que aparece una noticia de este tipo. Entre otras razones porque siempre he necesitado ejemplos con los que reforzar mis argumentos cuando le digo a mis hijas que merece la pena ser decente. Pero a este paso me voy a acabar quedando sin referentes. Los políticos y los clubes de fútbol ya estaban descontados, los banqueros y promotores inmobiliarios no te digo... ni siquiera tanto -presunto- ladrón de cuello blanco abriendo telediarios con gürteles y nóos varios me impedía buscar ejemplos en el mundo del espectáculo o del deporte a los que recurrir. ¡Ingenuo de mí!

Y si me avergüenza tanto sinvergüenza, aún me produce mayor bochorno lo dispuestos que parecemos estar, el común de los mortales, a ser benévolos con ellos, a buscar excusas a comportamientos inexcusables, a minimizar la envergadura de actitudes claramente delictivas. A pasar por alto que cada millón de euros que defrauda un famoso, y defraudan muchos millones, equivale a decenas de intervenciones quirúrgicas, a centenares de becas, a miles de horas de clase en un colegio público, a proyectos de investigación que se quedan sin realizar... 

Si Wert, Mato, Báñez o Montoro proclaman que no hay dinero para según qué cosas, que no sea porque dejamos de pagar lo que debemos. Esa coartada hay que quitársela al gobierno pp y para eso hace falta que todo el mundo, cantantes y futbolistas incluídos, pague hasta el último euro de sus obligaciones fiscales.

Si los famosos no lo hacen, además de responsabilidades judiciales, las tienen también sociales. Hay que ser honrados... y parecerlo. Estamos hablando de personas admiradas y emuladas en muchas partes del mundo, de cracks a quienes los niños adoran y a quienes muchos de ellos quieren llegar a parecerse. Y lo primero a lo que tienen que acostumbrarse esos niños es a saber que las obligaciones fiscales están para cumplirlas y los impuestos, para pagarlos. No a ver a sus ídolos cabizbajos y avergonzados entrando y saliendo de los juzgados porque han intentado quedarse con un dinero que no es suyo.

J.T.

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