Cuando en los bares y en los patios de vecinos se empieza a hablar más de Marhuenda que de Belén Esteban, cuando oyes más comentarios sobre Wyoming que sobre Jorge Javier, y las frikadas de Cantó son más trending topic que las de CR7... cuando compruebas que esto es así tú, por muy fundamentalista antitele que seas, no tienes más remedio que envainártela y volver a recuperar la antigua relación sofá-televisor.
Hace años ya que el ordenador le quitó a la tele el protagonismo en mis rutinas diarias. Ni siquiera el fútbol lo veo en casa porque, aunque sea en abierto, el cubata que te tomas viendo una final de copa del rey, o de champions, en el bar de la esquina sienta mucho mejor que el que te preparas en casa.
Cuando María Antonia Iglesias, Enric Sopena y Urdaci, tres ex directores de informativos de tve, comenzaron a participar en shows televisivos de prime time en las teles privadas, yo me rasgué directamente las vestiduras, lo reconozco. Cuando Bono accedió un día a ser entrevistado en uno de estos programas de sábado noche, yo estaba que no daba crédito. Escandalizado.
Me dediqué a estigmatizar a quienes acudían a esos programas sin caer en la cuenta que quien propiciaba esto tiene una calculadora de audiencias en la mente y había intuido un nuevo filón con suculento futuro. El tiempo les ha dado la razón a los programadores de la política-show porque han conseguido poner realmente de los nervios a los partidos políticos, que han entendido que sus vergüenzas, aireadas en prime time, son perjudiciales para sus intereses. Sobre todo si no salen al paso y optan por esconderse.
La verdad es que yo creo que no fue una genialidad de los Vasiles varios, sino que estos vieron cómo las digitales fachas les estaban pegando un buen bocado con tanto politiqueo y decidieron ponerse ellos también a la faena a su manera. Hasta el extremo que hoy por hoy, según un reportaje deYolanda Veiga publicado estos días por los periódicos de Vocento, el pp está de los nervios con los programas de Tele5 y la Sexta donde se habla de política. Y hay órdenes de no acudir a plató… de momento.
Dos o tres años después de manifestar públicamente mis reticencias hacia este tipo de programas, en los que la participación de políticos y periodistas me parecía bochornosa, me la envaino, como decía.
La información política interesa a las "audiencias" por su carácter morboso por un lado y por otro por los enormes deseos del personal de intentar entender qué puñetas va a pasar con sus vidas, con su futuro… con nuestros desangelados y depauperados bolsillos. Estamos acojonaos, necesitados de luz, de consejos y ánimo de alguien que nos haga creer que esto tiene solución. Cuando cunden estos estados de depresión y ansiedad colectiva es cuando las sectas religiosas suelen ponerse las botas pescando adeptos. Y parece que también es un buen “caladero” para que las teles pesquen nuevos espectadores.
No quedan ya televisiones generalistas ni franjas horarias huérfanas de programas o tertulias políticas. Sea cual sea el momento en que enciendas la tele, algo encuentras. Y los sábados y los domingos… ya es la caña. El prime time, “asaltado” por la política y en lo que concierne a “Salvados”, en la Sexta, batiendo records de audiencia. La manera de trabajar de Évole y su equipo ha conseguido abrirse paso a codazos y evidenciar que cuando las cosas están bien contadas funcionan. Bofetón en toda la boca a los defensores de lo superficial y la horterez.
Que yo me haya caído ahora del caballo significa que me siento obligado a seguir estos programas y darle vidilla de nuevo al sofá del salón, que me echaba mucho de menos, el pobre. Me libré de Belén Esteban pero de Marhuenda no sé si voy a poder.
J.T.
P.D. Cuánto echo de menos mi querida CNN+, y no te digo ya mi “Informe Semanal” de toda la vida. Cuarenta años de prestigio que el equipo de dirección actual ha conseguido triturar en cuatro días.
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