miércoles, 8 de febrero de 2023

Tendrán el poder, pero no la razón


Una de las constantes en el comportamiento de los poderosos cuando se ven cuestionados es intimidar al objetor conminándole a especificar dónde, cómo y cuándo ocurrió la irregularidad que se le atribuye. 

Es una manera de poner a prueba tu seguridad y si dudas o titubeas ya empiezas a perder el pulso. Porque ellos lo plantean como un pulso, jamás como un debate entre iguales o como un intercambio de opiniones. Desde su punto de vista tú no estás planteando jamás una objeción constructiva, estás osando cuestionarlo y tamaño atrevimiento tienes que pagarlo caro para que te lo pienses dos veces a próxima vez que quieras intentarlo y para que tomen nota quienes estén pensando en hacer lo mismo que tú. 

A ver, ¿dónde dije eso? ¿dónde están los datos? ¿qué día fue aquello? ¿me lo puedes demostrar? ¿tienes pruebas? ¿hay documentación que lo avale? ¿hay testigos?  

Como, en la mayoría de los casos, para acumular pruebas tendrías que dedicar todo tu tiempo a reunirlas y tú tienes una vida y muchas obligaciones, el intimidador, que por lo general cuenta con una cohorte de abogados, juega con todos los triunfos en la mano. Por lo general no suele tener la razón, pero tiene el poder. 

J.T.

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