domingo, 5 de febrero de 2023

¡Que no quiero verla!

¡Que no quiero verla
Que no quiero oírla
Que no quiero saber de sus cuitas
Ni de sus inquinas
Ni de su mala leche destilada
Ni de su rencor
Ni de su odios
Ni de su soflamas horteras!

Apartad de mí ese cáliz, por favor
Ya no quiero enfadarme más
Ya no quiero entristecerme más
Puedo imaginarme toda su capacidad de hacer el mal
De ella y de sus adláteres
Puedo adivinar sus felonías
Porque, como todas las personalidades tóxicas,
sus diatribas como presidenta madrileña son absolutamente previsibles
Y sus proclamas
Y hasta sus vómitos.

¡Que no quiero verla
Que no quiero saber de ella
Porque ya lo sé todo
Solo quiero conocer el día en que vuelva a su eterna esencia:
la nada envuelta en celofán.
Es poca cosa, poquísima cosa
Y el tiempo del que dispongo para perder
Es más escaso cada día que pasa.

Que no quiero conocer esos cebos infantiles que coloca a diario
en los que la izquierda se empeña en caer
Replicando lo irreplicable
Haciéndole el juego a sus estruendos
Y a sus intolerancias
Olvidando que lo único que se puede hacer con los intolerantes
es ser intolerantes
No pasarles ni una.

Que no, que no quiero verla, como Federico no quería ver
la sangre de Ignacio sobre la arena.
Que no quiero verla
Dejad de metérmela por lo ojos mañana, tarde y noche, por favor.
Este país no puede bailar al son que toca una persona como ella
Ni de lo que significa
Ni de lo que representa
Ni de lo que propone
Ni de la insidia que destila
Ni de los desastres que perpetra.

Si no podéis libraros de ella,
Al menos hacedme la merced de no citármela.
¿Acaso alguien sabe de alguna aplicación que sirva para impedir que me lleguen los tuits o cualquier otra entrada en redes donde se la mencione?
Ni siquiera me interesa cuando la ponéis a parir, me da igual, que no, que no quiero saber nada de ella!

¡Que no quiero verla!

J.T.

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