domingo, 20 de marzo de 2022

Feijóo y sus titubeos


Los titubeos de Alberto Núñez Feijóo no se alejan mucho de los de Pablo Casado. Las cosas que viene diciendo últimamente desconciertan tanto o más de lo que lo hacían las del aún presidente del PP ¿Tanta alforja para tan poco viaje? Algo chirría en el extraño advenimiento del presidente gallego a los predios de Génova, 13. Quienes lo conocen bien afirman que nada es nuevo, que así es Feijóo, pero que en el resto de España no se le conocía. De resultar esto cierto, la cara B del llamado a comandar el nuevo Partido Popular no ha podido salir a flote de manera más inquietante: 

Por un lado asegura que el gobierno se forra con los impuestos a la luz, el gas y el petróleo. Horrible el empleo del verbo “forrar”, máxime cuando, como él sabe mejor que nadie, esos impuestos recalan en su mayor porcentaje en las comunidades autónomas. Por otro grita su amor a Madrid por las esquinas: “Madrid ama la libertad, y por eso quiero volver a vivir a Madrid”, proclamó hace unos días, cargándose así de un plumazo cuatro legislaturas de identificación con los electores de su tierra solo para hacerle la pelota a una Isabel Díaz Ayuso que no se cortó ni un pelo a la hora de soltarle la primera insolencia en público apenas tuvo la más mínima oportunidad. Madrid tiene "poca paciencia para las tonterías" y "poco aguante para las imposiciones", le dijo a la cara al tiempo que Enrique Osorio, portavoz de su gobierno, aseguraba en otro acto público no saber dónde demonios están en la Comunidad de Madrid el millón y medio de pobres que le atribuye Cáritas.  

Calla Feijóo ante Ayuso y su entorno como hasta antes de ayer callaba Pablo Casado, y eso no augura nada bueno. Salvo que sea una táctica estudiada cuyo maquiavelismo en este momento a mí al menos se me escapa, lo que se percibe es que, quien en apenas dos semanas será investido como nuevo líder del Partido Popular, es propietario de los mismos miedos e inseguridades que Pablo Casado: miedo a que Ayuso le quite el protagonismo y miedo a que Vox consiga el sorpasso

Lo de Castilla y León no tiene nombre, ni el primer pacto anunciado ni sus consecuencias, y eso que todavía Alfonso Fernández Mañueco no ha sido investido presidente. Aun así, ya han anunciado que van a tumbar, merced a ese primer acuerdo con los ultras de Vox, el buen trabajo desarrollado por sus predecesores para luchar contra la violencia machista. Hace casi doce años, el gobierno de Juan Vicente Herrera (PP) promulgó una ley aún en vigor en cuyo preámbulo se reconoce que "la violencia de género constituye, sin duda, la manifestación más grave de la desigualdad, del dominio y abuso de poder de los hombres sobre las mujeres”. 

Pues bien, todo esto se irá directamente al baúl de los recuerdos, dado que el acuerdo entre PP y Vox para formar gobierno e investir presidente a Mañueco pasa por derogar esa ley y aprobar otra que la niega. Las mujeres castellano leonesas víctimas de violencia de género continuarán manteniendo los derechos reconocidos en la legislación española, pero todo se complica y se hace más enrevesado y detestable.  

Sobre todo porque los titubeos de Feijóo sobre este asunto empiezan a ser más que preocupantes. Esta semana llegó a asumir públicamente el postulado de Vox respecto al maltrato machista y lo hizo recurriendo a un caso ocurrido en Galicia que no especificó: “Hace un tiempo, dijo, hubo en Galicia un asesinato producido por un padre que, por un problema con su pareja, asesinó a sus dos hijas”. “Eso no es violencia machista, añadió, eso es violencia intrafamiliar”. Cuando vio que todo el mundo se le echaba encima, el presunto líder pepero se vio en la obligación de recular y recurrió a twitter para matizar su posición. 

Hay otro cargo del PP que también esta misma semana la soltó aún más gorda: “El concepto violencia familiar, declaró Jesús Aguirre, consejero andaluz de Salud, es preferible al de violencia de género: es más representativo”. Las cercanas elecciones autonómicas tienen al gobierno andaluz en un sinvivir. Aún así, la consejera andaluza de Igualdad, Rocío Ruiz, no tardó en salir al paso y declarar que su compañero del Consejo de Gobierno “no se había explicado bien”. Aunque Juanma Moreno no ha salido al quite en esta ocasión, quizás convenga recordar que el presidente de la Junta andaluza siempre ha sostenido, al menos hasta ahora, que sus diferencias con Vox en la manera de abordar la violencia de género es uno de los puntos que más dificultan el entendimiento.  

Las palabras de Aguirre, todo un personaje por cierto, tienen la pinta de ser un perverso globo sonda para ir preparando el terreno si en su momento se ven obligados a pactar con los fascistas como ha ocurrido en Castilla y León. A todo esto Feijóo, como en la vieja canción, titubeando, titubeando, titubeando... 

J.T.

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