sábado, 5 de febrero de 2022

Pero no olvidemos lo de Lorca


Suceden tantas cosas y va todo tan rápido, que lo de Lorca parece como si fuera ya historia. El vergonzoso espectáculo del jueves en el Congreso de los Diputados, por la manera tan chusca como acabó convalidándose la Reforma Laboral, ha solapado el escándalo del lunes en Lorca. 

Me pregunto cuántas Lorcas habrá ahora mismo en España. Me pregunto cuánta gente de buena voluntad está cayendo en la trampa de la propaganda fascista de Vox en los últimos meses. Me pregunto cuánta gente de bien tiende a confiar en las mentiras del PP cuando sus voceros las revisten de argumentos creíbles a primera vista.

La España rural, la España agrícola y ganadera, está siendo utilizada por las derechas para inocular el odio en vena. Vivo entre agricultores de a pie y lo sé bien: los verdaderos trabajadores de la agricultura y la ganadería, no quienes usan su nombre en vano, no tienen nada que ver con los energúmenos que reproducen las consignas y las actitudes violentas de la ultraderecha. Los verdaderos trabajadores de la agricultura y la ganadería no acuden a manifestaciones en Madrid manipuladas por las derechas ni mucho menos se dedican a irrumpir en plenos municipales para impedir que se celebre una sesión donde se va a aprobar algo perfectamente tratado y convenido con instituciones regionales e incluso europeas: que las nuevas granjas de cerdos y las remodeladas no estén a menos de 1500 metros de según que zonas urbanas.

El lunes pasado prendió la mecha en Lorca, y por eso me pregunto una y otra vez cuántas Lorcas puede haber ahora mismo en España, en cuántos lugares los fascistas, como en esa localidad murciana de casi cien mil habitantes, andan en estos momentos sembrando odio a base de retorcer la realidad y difundir bulos que a veces calan sin remedio en gentes de buena voluntad pero carentes de la formación o información adecuadas.

Lo sucedido en Lorca el lunes 31 de enero fue un serio y peligroso precedente que certifica lo que algunos venimos avisando desde hace ya algún tiempo: la falta de escrúpulos de una derecha ultra y de una ultraderecha que se desesperan viendo cómo pasan las semanas y el Gobierno de coalición sigue y sigue, aunque sea con carambolas como la de este jueves en el Congreso, cuando un diputado del PP va, se “equivoca” y ese error acaba siendo clave para la convalidación de un ley tan importante como la Reforma Laboral. A las derechas, que llevan dos años largos demostrando su desprejuiciada capacidad de ensuciar la convivencia, solo les faltaba lo del jueves para que su cabreo les haga perder los papeles más de lo que ya lo hacen de manera habitual.

Estoy con quienes piensan que como no salgamos pronto a las calles a denunciar sus tropelías, los fascistas se nos van a acabar comiendo con patatas, ya que para conseguirlo cuentan con ayuda en la monarquía, la Iglesia, el poder judicial, radio, prensa, televisión, irregularidades estas que continuamos limitándonos a denunciar con la boca chica.

Manipulan, engañan, gritan consignas y así ocurre que quienes montan pollos como el de Lorca empujando policías para entrar por la fuerza en los ayuntamientos, cuando argumentan que estaban desinformados, que no sabían a lo que iban, puede que hasta sea verdad en algunos casos, dada la cobardía manifiesta de quienes se dedican a envenenan el ambiente y azuzar a los de sangre más caliente y menor capacidad reflexiva.

Mala cosa esa de confundir a los desinformados, mala cosa esa de señalar gente, mala cosa calentar el ambiente para que a algún descerebrado le de por pasar a mayores cuando menos lo esperemos. No vamos bien y lo de Lorca es un serio aviso. ¿Por dónde pensarán continuar con una escalada de tensión que cada día sube un peldaño más? ¿continuarán elevando el listón hasta que algún día ocurra algo que ya no tenga marcha atrás? ¿qué más tiene que pasar para que se tomen medidas contra quienes difunden mensajes de odio?

Los fascistas no están de broma, ¿por qué entonces no se les toma en serio de una vez y paramos esto antes de que ocurra lo que muchos en nuestro fuero interno tememos que acabe ocurriendo? Quienes asaltaron el ayuntamiento de Lorca y quienes lo instigaron tienen que recibir todo el peso de la ley para que aquellos a quienes nos gusta vivir en paz no empecemos a acostarnos más preocupados cada día que pasa. Y esa ultraderecha que tiene voz y voto en el parlamento democrático no puede ir por ahí diciendo, como ha hecho Espinosa de los Monteros, que “entiende a los asaltantes” del municipio murciano. Eso es intolerable. 

J.T.

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