jueves, 21 de mayo de 2015

Carmena y Colau, símbolos del cambio

Que Ada Colau y Manuela Carmena ganaran en Barcelona y Madrid este domingo convertiría el 24M en una jornada histórica, gozosa y muy celebrable. Tras las candidaturas de Barcelona en Comú y Ahora Madrid está el trabajo de mucha gente durante años. Cientos de candidatos muy competentes nutren las listas de opciones como las de Colau y Carmena en toda España y ponen cara a proyectos nacidos de la indignación y madurados hasta conseguir plantear una oferta que pone en jaque la inercia y la impunidad con la que, durante tantos años, se ha hecho política en nuestro país.

Pocas cosas son como hace un año en la política española. Ha ido todo tan deprisa que abordamos las elecciones de este domingo con una enorme dosis de suspense e incertidumbre, a pesar del coñazo que nos han dado en las últimas semanas con tanto estudio de opinión, tanto sondeo, tanta encuesta.... A pesar de tal empacho, que solo ha servido para rellenar espacios mediáticos con patéticas pajas mentales, parece claro que pocos análisis certeros se van a poder hacer hasta el domingo por la noche.

Por eso me parece tan importante lo que ocurra en Madrid y Barcelona. Por el potente carácter simbólico que tienen las candidaturas de Carmena y Colau. Los tentáculos de la dignidad y la indignación se han ramificado por todo el país hasta poner en solfa la manera que tenían de entender la política quienes llevan treinta y cinco años de poltrona en poltrona alternándose y perpetuándose en el disfrute de cargos y prebendas.

Lo único que parece estar claro es que, a partir del 24M, ya la cosa no va a ser solo asunto de dos. Ni siquiera de tres o cuatro. Vamos a tener que aprender a conjugar, por fin, los verbos tolerar, pactar, entender, respetar... algo que las inercias de siempre, que los comportamientos guerracivilistas como el de Esperanza Aguirre, no parecen dispuestos a asumir fácilmente.

Esto va a cambiar, y mucho, después del domingo. Pero conviene tener claro que nadie va a acabar con nadie. Que lo que nace no es una etapa en la que echamos a unos para que entren otros y punto. En la mayor parte de los casos lo que va a ocurrir es que los vencedores habrán de tener en cuenta a los vencidos, que no podrán pasar de ellos y ningunearlos como se ha hecho hasta ahora en tantos casos y durante tanto tiempo.

Lo que los resultados del 24M van a dejar claro es que no hay dos Españas, sino múltiples sensibilidades en un país diverso donde habrá que aprender a convivir y entenderse sí o sí. El 24M es el preludio de las generales. Nadie va a arrasar. Habrá que aprender pues, y más vale que lo hagamos rápido, a construir juntos y entendernos por encima de las discrepancias.

Hay que cerrar de una vez y para siempre la etapa del "y tú más", y tiene que empezar la era del "contigo también, por muy distinto que pensemos". Habrá que dar carpetazo a los tiempos del compadreo, del "me lo llevo crudo estos cuatro años y ya te lo llevarás tú los siguientes" en que se había convertido la alternancia bipartidista. Y la cosa tendrá que empezar a funcionar como siempre tenía que haberlo hecho: "¿Cómo tenemos que entendernos para que la ciudadanos vivan mejor?" Hay que recuperar el carácter de servicio que supone ostentar un cargo público y nadie debe sentir la tentación de olvidar, como tantas veces se ha hecho, que actúa en representación de los votos que lo pusieron donde está.

De eso es de lo que se trata. A ver si se enteran de una puñetera vez. Adiós a los ladrones, a los prevaricadores, a los soberbios, los prepotentes y a los que desprecian a quienes piensan distinto.

Seremos lo que sepamos sumar. Se ha acabado la era de restar, acogotar y restregarle al adversario la victoria por la cara. Esa, creo, va a ser la gran lección del 24M.

J.T.
































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