Sin duda es un artículo de humor, pero a mí me cuesta mucho tomármelo a broma. En sus tiempos de tertuliano en “el Estado de la Nación“, el debate en clave de humor que Luis del Olmo mantenía en su programa radiofónico, igual era otra cosa. Aunque Mingote, Tip y Coll, Chumy Chúmez o incluso Alfonso Ussía la verdad es que le ponían el listón muy alto. Antonio Burgos cubría en “Protagonistas” el cupo de andaluz ripioso y presuntamente gracioso y la verdad es que hay que reconocerle el mérito de poner en valor hasta su tímida tartamudez.
Quizás en alguna vida anterior, como las muchas que tienen esos gatos a los que tanto adora y sobre los que ha escrito libros memorables, Antonio Burgos fuera gracioso. Pero con bastantes de los artículos que produce en los últimos tiempos, la verdad es que este insigne e inasequible colaborador del ABC, más que hacer gracia, lo que da es miedo.
La columna que Burgos ha escrito este miércoles en la edición sevillana del diario ABC a mí me produce directamente pánico. Se titula “Mira cómo eso no lo queman“, y eso a lo que llama “eso” es ni más ni menos que la sede de UGT Andalucía.
Tomando como percha un atisbo de incendio que la madrugada del pasado sábado alguien provocó en la puerta de una iglesia mudéjar del casco histórico sevillano, Burgos establece un inusitado paralelismo con la UGT y se marca el siguiente párrafo:
“¿Cuántas mariscadas con cargo al dinero público de los fondos de los parados se ha metido entre pecho y espalda el cura de Santa Marina? ¿Cuántas cuchipandas en la Feria de Sevilla ha pagado con facturas falsas el cura de Santa Marina? ¿Cuántos maletines falsos ha encargado a China el cura de Santa Marina, para poder cobrar luego la morterada presentando facturas por el procedimiento del tirón o del por aquí te quiero ver de aquella manera un dijimos? Es más: ¿a cuántos falsos empleados ha metido en el trinque de los ERE y en el mangazo del siglo el cura de Santa Marina? ¿Cuántos viajes al Caribe se ha pegado el cura de Santa Marina con cargo a esos fondos? ¿Cuántas comisiones no precisamente obreras, sino de la trincadeira, se ha embolsado en su sotana el cura de Santa Marina?”
Cuando iba por esa parte del texto, y a pesar del titular, no osaba deducir yo de esas preguntas que Antonio Burgos estuviera instigando a la violencia contra la sede de la institución sindical. Por lo general uno tiende a apostar por el beneficio de la duda y a pensar bien de la gente, y más de aquellos que han intentado siempre jugar a ser graciosos y no han tenido la suerte de llegar al nivel que hubieran querido. Así que continué leyendo, pensando que iba a rematar con alguna gracieta de las suyas. Fallida, como casi siempre, pero gracieta al fin y al cabo. Pero no, para que no le cupiera duda alguna a ningún corto de entendederas como yo, Burgos decide en las últimas líneas del artículo ser inapelablemente explícito y se despacha de la siguiente guisa:
“Y por eso os pregunto, hijos míos que no conocéis la vergüenza: y a la UGT, ¿cuándo? ¿Cuándo le vais a meter fuego a la sede trincona de la UGT como a la iglesia de Santa Marina? Como el «¿Arde ya París?» del otro, en esta película de sesión continua pregunto: «¿Arde ya la UGT?»
La pregunta se la dirige Burgos a quienes a su juicio colocaron líquido inflamable y cartones ardiendo en la puerta de la iglesia, lo que llenó de humo su interior e hizo arder parte de los esterones de cuero que hay colocados en la puerta antes que llegaran los bomberos. ¿Por qué quisieron meterle fuego la otra mañana a Santa Marina?-se pregunta-. Y sin dudarlo un instante, y anticipándose a lo que en su día se dictamine judicialmente, él mismo se contesta: “Pues para que la extrema izquierda de los radicales, los perrofláuticos, los alternativos y los antisistema evidencie lo que realmente pretenden: que miremos hacia una iglesia ardiendo como si fuera un burro volando”
Si la Sevilla más rancia, si el capillismo más retrógrado, si los involucionistas más vocacionales necesitaban algún argumento para remover fantasmas ahí está: los rojos vuelven; Santa Marina, la iglesia que quemaron en la guerra, arde de nuevo; el 36 ya está aquí.
A menos que yo esté tan torpe que no sea capaz de ver la vena humorística en su artículo, Antonio Burgos se ha pasado mil quinientos treinta y tres pueblos y medio. Y dando cabida a un panfleto que podría animar a promover una suerte de pogromo, ABC compromete el escaso porcentaje de prestigio que le queda como medio de comunicación al servicio de la convivencia ciudadana. Si mis conocimientos de Derecho no me traicionan, preguntar en una tribuna pública por qué no se prende fuego a la sede de UGT podría ser considerado apología del terrorismo ¿O no? ¿O se trata de un artículo de humor al que algunos no hemos sabido encontrarle el punto?
De todo corazón le deseo a Antonio Burgos que ningún “gracioso” tome unas cerillas y unos cartones y le dé por contestar a sus preguntas prendiéndole fuego a la sede de la UGT.
J.T.
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