miércoles, 30 de octubre de 2013

Pues a mí, el “Salvados” del domingo me decepcionó


Vaya por delante mi reconocimiento a la arquitectura periodística de un programa como “Salvados” y a la pedagogía social que supone su emisión en una cadena de televisión generalista. 

Quede constancia también de mi innegociable afecto hacia Arturo Pérez Reverte, en su día compañero casi de pupitre y objeto de maledicencias e improperios que jamás tolero en mi presencia a envidiosos, difamadores ni papagayos varios. 

Una vez dicho esto: A mí el programa-debut de temporada de “Salvados” el pasado domingo me dejó cierta sensación de “coitus interruptus”. Esperaba más de él. Esta primera entrega, en la que se desmenuzaba la situación del barrio con más desahucios del país, y que servía como paradigma de lo que vivimos en todas partes, creo que contuvo una enjundia inferior al volumen de las expectativas que había generado. 

¿Lo mejor del programa? Que todavía, habida cuenta del casposo panorama mediático que sufrimos, sea posible emitir una hora de televisión como esa, donde el espectador puede reconocer su vida misma, su propia cotidianeidad. “Salvados” transmite verdad y eso es ya tan excepcional que hay que celebrar su existencia y brindar para desearle larga vida. 

Pero a mí la entrega del domingo me decepcionó. Era todo demasiado previsible. “Salvados” siempre transmitió un punto de tensión que eché en falta en el programa del día 27. El simpático gamberro que era Jordi Évole, cuyas inocentes insolencias nos hicieron pensar tantas veces que en cualquier momento le iban a romper las gafas de un tortazo, es ya un personaje cuyo tirón convierte a veces a sus entrevistados en admiradores arrobados, encantados del privilegio de compartir plano con tan elogiado héroe televisivo.

Habían promocionado el programa anunciando aumento de presupuesto, lo que ya es un notición en los tiempos que corren. Espero que se note en posteriores entregas, porque las localizaciones en Ciudad Meridiana no creo que pusieran de los nervios al jefe de producción del programa. Yo pensé que igual se habían ido por el mundo con Pérez Reverte para rememorar sus tiempos de reportero pero no, me lo encontré sentadito, con chaqueta y bebiendo agua mineral. 

Las intervenciones del experto que habló en el centro comercial, del responsable de la asociación de vecinos, del amigo Pérez Reverte, la directora del colegio o la simpática “monja-borroka” no fueron, a mi modesto entender, para tirar cohetes ni para tanta lisonja como he podido leer y escuchar estos días. Insisto, el principal mérito creo que reside en que cosas así, bien empaquetadas y seleccionadas, se puedan emitir todavía. A lo sumo hubo media docena de titulares: 

-“Vengo a las reuniones de la asociación y cuento mis problemas. ¿O qué voy a hacer, tirarme por el balcón como hacen tantos o ponerme para que me pille un coche?” –decía uno de los vecinos. 
-“Soy partidaria de la ocupación de pisos que los bancos tienen vacíos si no se tiene donde vivir”, reinvindicaba la “monja-borroka”. 
-“Me preocupa que los niños a los que alimentamos aquí no coman los fines de semana”, contaba la directora del colegio público. - también de “chapeau” las referencias de Reverte a Trento y a la guillotina, avanzadas ya en las promos del espacio, además del crudo broche final instando a Évole a no empeñarse en buscar soluciones a todo. 

Pero yo no pensaba, igual estoy equivocado, que “Salvados” era un programa para pontificar. Empachados de tertulias como estamos, la media ponderada del espacio del pasado domingo destilaba un cierto efluvio tertuliano aunque eso sí, progresista y de denuncia, algo a lo que ya tampoco estamos acostumbrados ni siquiera en la Sexta, en cuyos debates cada vez hay más fachas, se dicen menos cosas interesantes y se grita más. 

Luego, estaba la ausencia de tensión: la única ocasión en la que pareció existir algo de tirantez fue cuando irrumpió en plano, durante una entrevista al responsable de la asociación del barrio, una señora que cuestionaba lo que contaba el entrevistado de Évole. A partir de ahí se fue creando un corro de vecinos y la escena empezó a cobrar vida. Pero la imposibilidad, imagino que técnica, de mantener todo el plano-secuencia y recurrir a la edición acabó derivando en la devaluación del conflicto latente: el anciano xenófobo que despotricaba contra los inmigrantes aparecía unas veces con carrito y otras sin él, la irrupción del vecino que se quejaba de tener que pagar la luz y el agua de los okupas pareció como si hubiera ocurrido tras recibir órdenes de un regidor… 

Buen trabajo, sí. Pero de ahí a elevar a las alturas el programa y llamar “maestro de la televisión” a su conductor… Lamento discrepar. Yo esperaba y espero más de “Salvados”. Quizás sea injusto, pero el listón lo tenían ya mucho más alto de lo que yo vi el domingo y eso dota al espectador de argumentos para aumentar sus expectativas. Y si además este año cuentan con más pasta, eso se tiene que notar más. Elegir bien un tema y enhebrar una buena historia a partir de las personas que hablan sobre él es un aceptable comienzo. Pero no la bomba, como nos han querido vender.

J.T.

P.D. Mi reconocimiento al trabajo de edición, imagen y sonido. Magnífico.

sábado, 26 de octubre de 2013

La protesta siempre es útil



Más de ochenta consejos de ministros ya. Más de ochenta canalladas todavía impunes que a punto están de hacer rebosar el vaso de la paciencia. Los escépticos, los impacientes suelen lamentar que de momento no pase nada, que todo esté tan tranquilo, pero yo no creo que sea así. Está pasando. La conciencia y la memoria colectiva hacen su trabajo y van archivando. 

No es verdad que nos dé igual lo que hagan quienes mandan y su gobierno títere. No es verdad que tengan barra libre. No es verdad que nos dejemos engañar por estos papasfritas mercenarios de Bruselas y Berlín. La sabiduría del ciudadano de a pie, que aguarda pacientemente el momento de darles su merecido, siempre estará ahí.

Encaramados como andan en lo más alto de sus pedestales, el gallego registrador y su tropa han perdido la perspectiva despistados por unas encuestas que parecen bastante cuestionables. Si alguien en este país no tenía costumbre de mentir, con tales maestros en el arte de negar la evidencia y echarle tanto morro a la vida, hemos completado en estos dos años no ya un cursillo intensivo, sino un verdadero doctorado que nos permite, llegado el caso, soltarle a un encuestador lo contrario de lo que pensamos sin mover un solo músculo de la cara.

La calle no parece sentir ni pensar como dicen las encuestas. Los jóvenes que atestaron este jueves las calles de toda España pertenecen a una generación que empieza a tener conciencia de que hay que rebelarse para que no les pase como a sus hermanos mayores, que andan buscándose la vida en el extranjero con mejor o peor fortuna. Exigen igualdad de oportunidades, estudiar sin trabas y, cuando acaben la carrera, contar con posibilidades laborales sin verse forzados a hacer las maletas para ganarse la vida. Es su derecho y protestan porque no quieren perderlo.

Los profesionales de clase media, de 40, 45, 50 años... saben que, si no espabilan, el confortable estatus del que algunos todavía disfrutan puede irse a tomar viento cualquier día de estos. Esa clase media española de la que Franco solía presumir diciendo que había sido su mejor obra y que puede acabar ahorqa siendo dinamitada por los herederos del dictador que todavía nos gobiernan.

Jubilados, enfermos, desempleados y dependientes, para quienes la vida se ha vuelto mucho más difícil,  no salen de su asombro cuando oyen las cosas que los gobernantes del pp cuentan en la tele: les niegan en su cara las dificultades por las que están pasando. Muchos de ellos, que los votaron, hacen lo posible para que no se les note demasiado el aspecto de tontos que se les ha quedado tras sentirse engañados y estafados. A ver qué hacen cuando llegue su momento, el del papelito en el sobre y en la urna, para desquitarse de las decisiones de más de ochenta consejos de ministros ya, a cual de ellos más infame.

 Nos recordaba Juan Carlos Monedero la otra tarde en la presentación de su libro más reciente, "Curso urgente de política para gente decente" cómo, según Gramsci, los cambios hay que hacerlos en las conciencias para que sean verdaderos cambios. Hay que cambiar la manera de pensar de la gente.

 Y gotita a gotita, "tacita a tacita", cada vez son más quienes van entendiendo la trágica e inadmisible dimensión de lo que nos está pasando. Gentes a quienes no les gusta lo que ven ni lo que oyen ni lo que viven, consecuencia de más de ochenta vejatorios consejos de ministros, y que no se conforman. Como escribía más arriba, la conciencia y la memoria colectiva hacen su trabajo y van archivando.

J.T.

La foto es de Nieves Pastor


miércoles, 23 de octubre de 2013

El "patio" periodístico necesita un buen meneo


La connivencia entre los políticos y los periodistas en España es una de las distorsiones que más ha perjudicado a la tarea de comunicar en nuestro país. Las bibliotecas contienen decenas de volúmenes escritos por periodistas en los últimos decenios donde se demuestra cómo esa relación, tan jugosa para quienes la protagonizan como perjudicial para la esencia del trabajo informativo, se ha practicado desde los comienzos de la llamada Transición hasta nuestros días. 

No hubo entonces línea divisoria entre hacer pasillos en el Congreso, codearse con sus señorías en el baño o tomando un café… y el desenfadado compadreo que acababa derivando no en cuidar las fuentes, sino en publicar solo aquello que esas mismas fuentes consideraban apropiado. 

Se instaló en la práctica diaria del periodismo en nuestro país el nefasto “off the record”: tú, periodista, tienes el privilegio de contar con una información que yo te doy, pero sólo te la doy a cambio de que no la publiques. No a cambio de no citar la fuente, no, lo que sí sería legítimo, sino a cambio de que no la publiques, a cambio de que estafes al destinatario último de la razón de tu trabajo.  
Esto convirtió, y continúa convirtiendo, a muchos profesionales de la información en España en silenciosos cómplices de verdaderas bombas de relojería. Durante años algunos se dejaron utilizar, muchos abandonaron la crónica, la entrevista y el reportaje para transmutarse en opinadores “bien informados” y mejor pagados… y otros se convirtieron lisa y llanamente en comerciales de publicidad o empresarios de la comunicación. 

Todas las fronteras acabaron transgrediéndose con los directores de los medios a la cabeza y cuando llegaron los tiempos de la televisión privada, aquello fue ya “puro lejano oeste”. El sistema de concesión de canales fue, y continúa siendo, tan perverso como el resto de las relaciones entre políticos y periodistas. Uno de los episodios que más perjudicó a la libertad de expresión y que más propició el mamoneo entre periodistas y políticos. 

Quien quiera puede consultar en algunos de los libros escritos por Pedrojota, por ejemplo, cómo se jacta de haber sido mentor y tutor de Aznar antes que éste llegara al poder. Luis María Anson poseía ya un amplio currículum de “conspirador” cuando encabezó con Camilo José Cela en 1994 en Marbella el nacimiento de la AEPI (Asociación de Periodistas Independientes), un grupo de comunicadores beligerante con la situación política de aquellos momentos y que acabó siendo conocida como”el sindicato del crimen”. 

Cebrián, competente como director de periódico, hizo bueno el principio de Peter cuando abandonó esta tarea para empezar a meterse en todos los charcos, a no dejar de tocar palos diferentes hasta conseguir alcanzar su propio nivel de incompetencia, fumigarse el imperio Polanco y verse obligado a ponerlo en manos de fondos de inversión americanos y algún que otro desaprensivo buitre añadido. 

Son solo algunos ejemplos, dado que esto es un post y no una tesis doctoral. Nombro a algunos de los jerifaltes, pero la lista engorda, y mucho, a medida que repasas los escalafones y las nóminas de asesores y tertulianos. 

Esto en cuanto a los medios privados porque, como se sabe, los nombramientos de los responsables de los medios públicos son designaciones políticas que, cuando han recaído -escasas veces- en profesionales teóricamente neutrales han derivado en patéticos episodios con desenlaces traumáticos. Vamos, que han acabado como el rosario de la aurora. 

Parece evidente que todo este patio necesita un buen meneo. En plena prehistoria de la era digital (en el primer minuto del partido, como ha dejado dicho alguien) ya parece atisbarse que las connivencias entre políticos y periodistas lo tienen un poco más crudo para monopolizar y canalizar una información que ahora, desde mil frentes distintos, consigue llegar sin trabas al gran público, a todo bicho viviente esté donde esté. 

Esta novedosa y revolucionaria coyuntura podría propiciar la recuperación del auténtico sentido del periodismo, que viene obligado a reinventarse y replantearse todo: desde sus fuentes de financiación hasta lo que significa estar permanentemente expuesto a ser juzgado por tu trabajo, conocer lo que opina sobre su contenido quien se interesa por él y entender que la llamada “interactividad” ha llegado para quedarse. 

Las connivencias quizás no desaparezcan nunca, como lo demuestra la pugna por contar con webs y periódicos digitales que existe en estos momentos en todas las organizaciones, instituciones y demás entidades habituadas a mangonear en los medios. Pero esta nueva manera de llegar al gran público deja también abiertas las puertas, de par en par, al periodismo en estado puro para quien sepa y quiera practicarlo. Esa manera de trabajar tiene que encontrar su modo de sobrevivir, es verdad, pero en igual tesitura se encuentran quienes durante años impusieron y rentabilizaron la connivencia, el “off the record”, la conspiración y las informaciones privilegiadas.

J.T.

lunes, 21 de octubre de 2013

Y ahora, ¿qué vamos a hacer con tanto dinero?



- Ya no tenemos la casa, Juan. La malvendimos en 2010 porque no podíamos pagar la hipoteca y con lo que nos quedó después de liquidar llevamos tres años malviviendo. Tuvimos que cerrar la empresa, los niños cambiaron de colegio y aquí estamos, de alquiler en Aravaca, haciendo cuentas a ver si aguantamos hasta la jubilación o ni eso. 

Malvender para malvivir. Empresas cerradas, hijos cuyas expectativas académicas han quedado truncadas, años que van pasando en los que acabas valorando de manera positiva no haberte hundido del todo y haber conseguido salvarte mínimamente de la quema. 

Luis y Ana me cuentan esto cuando los llamo, durante los días que paso en Madrid, porque me he llevado un tremendo chasco: se me había ocurrido darles una sorpresa presentándome en su casa sin avisar y los nuevos dueños, muy amables ellos, me han dicho aquello de “estos señores ya no viven aquí”. 

De vuelta al metro, decido parar en el bar donde tantas veces tomábamos el aperitivo: me lo encuentro cerrado, desvencijado y con un cartel de “Se vende”. Igual que el videoclub y la tienda de informática que había al lado. Decido dar un paseo por la zona y compruebo que apenas sobrevive algún negocio de los de hace quince años, cuando yo hacía por allí parte de mi vida: quedan una papelería, un gimnasio y, eso sí, media docena de tiendas de alimentación regentadas por chinos en cien metros a la redonda. 

Llamo a Jesús, compañero de toda la vida. Oye, tengo unos amigos que alquilan una habitación de su casa, me dice. Necesitan ayuda para pagar la hipoteca. Si conoces a alguien… o si te vas quedar un tiempo en Madrid igual te interesa a ti. 

Repaso con Carlos, otro compañero, la situación de muchos amigos comunes y la conversación se convierte en un memorial de contratiempos y desgracias. Muchos colegas a los que siempre les fue de fábula las están pasando verdaderamente canutas. Terrible. 

Todo esto en Madrid, donde yo pensaba que las cosas estaban bastante mejor que en la Andalucía de la que provengo porque, empezando por el índice de paro, 35 por ciento, la precariedad económica en la que sobreviven buena parte de los andaluces es llana y directamente pornográfica. 

Mucho más grave aún cuando esto que cuento me ocurre la misma semana en que un desvergonzado banquero tiene las narices de proclamar en el extranjero que de tanto dinero como está llegando a nuestro país ya casi ni nos cabe. La misma semana en que todo un ministro de Hacienda osa decir en el parlamento que los sueldos no están bajando, pocos días después de que la vicepresidenta del gobierno criminalice a los parados… 

No acierto a asimilar tanto desatino. ¿Dónde guardan ese dinero que está llegando a espuertas? En Andalucía, no; en Madrid ni por asomos… ¿En Euskadi? Parece que tampoco. O que se lo pregunten si no a los casi seis mil empleados de Fagor cuyo trabajo en Mondragón pende de un finísimo hilo. ¿En Catalunya? Que se lo pregunten a los siete mil trabajadores de Panrico víctima de un fondo buitre cuya avaricia se ha cargado sin remedio la emblemática empresa de los donuts, tal como explica con detalle Esther Vivas en su blog. 

¿Dónde está ese dinero, señor Botín? ¿En sus sucursales, semillero de directores estresados y ansiosos, obligados a mentir a sus clientes y sometidos a la desesperada búsqueda de objetivos tan imposibles que acaba con muchos de esos gestores sumidos en depresiones de caballo? ¿En sus bancos en el extranjero, donde empiezan a tener como clientes a jóvenes españoles que se marcharon cuando vieron claro que aquí no iban a encontrar trabajo? 

¿Dónde están metiendo el dinero esos “amables” inversores que, según usted, nos honran con atención? Sin préstamos a las pequeñas empresas para que puedan levantar cabeza ni a los ciudadanos para que puedan acceder a una vivienda ahora que valen la tercera parte que hace seis años lo que está haciendo usted, señor banquero, es ponérselo en bandeja a todo buitre viviente que quiera hacer su agosto apareciendo por aquí con dinero fresco. 

Se harán con ladrillos a la tercera o cuarta parte del precio que tenían hace unos años y volverán a llevárselo crudo vendiéndolos por el doble de lo que los pueden comprar ahora. Y sólo entonces, cuando los buitres se hayan puesto las botas y los precios hayan vuelto a subir, volverá el triunfalista Botín y el resto de sus congéneres a abrir el grifo del crédito para pescar de nuevo ingenuos o desesperados que no tengan más remedio que caer en la trampa. 

La noria seguirá dando vueltas, ustedes poniéndose las botas y los botines y nosotros, incautos, aplaudiendo como capullos porque querremos creer, necesitaremos creer, que por fin llegaron los brotes verdes y el dinero a espuertas a este país de desesperados.

J.T.

jueves, 17 de octubre de 2013

Las pensiones nunca volverán a ser lo que eran

Nos han dejado jodidos para siempre. La jugada que nos están haciendo Rajoy y sus muchachos -y muchachas- adquiere de manera dramática la dimensión de putada cuando concluyes que el daño es irreversible. Ya no hay marcha atrás.

Han finiquitado tiempos y costumbres que ya no volverán. Ellos solitos nos han hecho más daño que todos los gobiernos de la democracia juntos. Nos han ido desnudando por capas y pronto, al paso que vamos, acabaremos en pelotas.

Algún día, claro está, volverá a haber trabajo. Trabajo donde ya no existirán los comités de empresa y donde hablar de convenios colectivos será como hablar de la prehistoria. Trabajo donde jugarán con tu tiempo a su antojo y dispondrán de tu vida y tu descanso a cambio de un escaso puñado de euros con los que a duras penas te llegará para cubrir tus necesidades mínimas.

Iremos de trabajo en precario a trabajo en precario hasta el desastre final. Porque ¿qué joven de veinte, treinta años, incluso de cuarenta piensa a día de hoy que llegará el momento en que podrá jubilarse y cobrar una pensión digna que le permita hacer frente a sus necesidades?  Los de cincuenta, los que aún tienen trabajo, se tientan la ropa temiendo no llegar a tiempo y los ya jubilados constatan impotentes cómo les están robando la cartera mientras el ladrón les niega la evidencia en su propia cara.

Juan Torres vaticinaba este miércoles en una conferencia en Madrid que en menos de diez años los pensionistas habrán perdido el 20 por ciento del poder adquisitivo que tienen en estos momentos. Como sucede con todas las medidas que viene adoptando el gobierno en los dos últimos años, pellizco a pellizco, bocado a bocado, nos dejan cada día más indefensos.

No es cierto, según Torres que,  porque los viejos ahora vivan más, el sistema de pensiones sea insostenible. El problema es el paro y la precariedad salarial, porque si hubiera trabajo y la gente cotizara en condiciones no habría que tocar la hucha donde se guarda el fondo de reserva ni abortar las revalorizaciones como han hecho. No hay ni que matar a los viejos ni que bajar las pensiones, decía Torres. Sólo repartir de otro modo porque hasta 2010, cuando había ya cuatro millones de parados, el sistema daba superávit.

El remate de la faena es inducir al acojonado ciudadano a apostar por un plan de pensiones privado. Otra trampa saducea según el autor, junto con Vicenç Navarro, de "Lo que debes saber para que no te roben la pensión" editado por Espasa. ¿Por qué? Primero porque hace olvidar a la gente que la pensión es un derecho social, un sistema de reparto basado en la solidaridad para ayudar incluso a quienes no  pudieron generar derechos mínimos por no haber cotizado lo suficiente. Y segundo porque el Estado deja de ingresar seis mil millones de euros al año por las bonificaciones fiscales que practica a quienes suscriben planes de pensiones privados. Una cantidad, qué casualidad, muy parecida a la que han tenido que sacar del fondo de reserva. Bonificaciones injustas, según Torres, porque se prima a quien gana lo suficiente para poder ahorrar y se penaliza al que cobra una miseria.

Tocar las pensiones es la evidencia más palpable de que esto no rula, de que el gobierno no sabe ya qué hacer para complacer la voracidad de los depredadores. O no tiene ningún interés en saberlo. 

J.T.

lunes, 14 de octubre de 2013

Esa perversión llamada periodismo "declarativo"


Los redactores jefes que permanecen de guardia los días festivos en los medios, sobre todo en los medios públicos y en las agencias, saben bastante de la tortura que puede llegar a suponer esa funesta modalidad periodística que en el oficio damos en llamar periodismo de declaraciones o periodismo “declarativo”.

Este insalubre subgénero se subdivide a su vez en múltiples modalidades de las que se usa y abusa a diario. Esta que describo a continuación es una de las más peligrosas: 

- Riiiing, oye soy el jefe de prensa de… Mira, que queremos hacer unas declaraciones. Se trata de… 

No es que tú los llames porque ha saltado un asunto de actualidad y a tu juicio estaría bien contar con su opinión. No: llaman ellos, o sus jefes de prensa 

a) porque saben que los días de fiesta cuesta rellenar planillos y escaletas 

b) porque los de algún otro partido han soltado una andanada y quieren replicar 

c) porque, y éste es el peor supuesto pero se da bastante sobre todo el los medios de titularidad pública, se creen con el derecho 

El periodismo declarativo, para empezar, ni siquiera es periodismo. Yo sostengo, contra el criterio de muchos de mis colegas, que no lo es en ningún caso pero muchísimo menos, por supuesto, cuando se trata de una declaración que no hemos ni pedido ni buscado. 

La cosa va así: alguien decide soltar cualquier burrada que, en la sequía informativa del día de fiesta, con un poco de suerte puede acabar siendo titular y garantiza cierta preeminencia en los diarios del día siguiente. Luego los matinales radiofónicos, que se alimentan en buena parte de lo que traen los diarios, le dan bola… y así, rodando-rodando, la susodicha burrada “declarativa” se acaba convirtiendo en carnaza para las cada vez más numerosas tertulias de mañana, tarde y noche en todo tipo de medios analógicos y digitales. 

Medios que han descubierto el chollo que supone para la cuenta de resultados rellenar parrilla de programación a costa de poner cuatro o cinco tertulianos a discutir por cuatro euros… o gratis. Tertulianos que se gritan y vituperan mutuamente a partir de unas declaraciones que un escasamente escrupuloso redactor jefe de fin de semana, necesitado también de carnaza, puso en circulación la víspera tras la llamada de un político avispado. 

El periodismo declarativo es perverso en sí mismo. Los gabinetes de algunos políticos se atreven a rizar aún más el rizo, y ya no hace falta ni que sea festivo: se graban ellos mismos por sus propios medios las dos o tres o frases que quieren difundir y las envían a las agencias, los periódicos y las televisiones: en betacam, dvcpro, dvd, pendrive o un simplemente un link por mail para que te las bajes tú mismo de la red. Acto seguido tiene lugar la llamada del jefe de prensa: 

- Oye, te he mandado unas declaraciones de fulano. Ya verás, están de puta madre, son una bomba. 

Y tanto que son una bomba, una bomba para el futuro del oficio periodístico y para el derecho ciudadano a recibir una información veraz, contrastada, imparcial, profesional y libre.

J.T.

jueves, 10 de octubre de 2013

Las tetas como arma


Me ha parecido genial

El golpe de efecto de las tres activistas de Femen este miércoles en el Congreso de los Diputados tiene un recorrido “icónico”, que dirían los cursis, espectacular.

Las tetas al aire desaletargan. Espabilan. Generan tensión, como bien argumentan las activistas de Femen. Y si en el pecho desnudo se puede leer con claridad que “El aborto es sagrado”, el mazazo acaba teniendo un efecto indiscutible.

Con acciones así es como hay que tratar a sus apoltronadas señorías. Hagan lo que hagan, digan lo que digan, lo que quedará para siempre en nuestras retinas es la imagen de esas tres admirables jóvenes encaramada una a la columna, aferrada otra a la barandilla y una tercera cabalgando sobre el pasamanos gritando con todas sus fuerzas y desembarazándose de unos ujieres cuyo exceso de celo para acabar con la protesta hizo temer al presidente de la Cámara por un accidentado desenlace.

Han dado en la tecla con este tipo de protesta las activistas de Femen. No pasará desapercibida. Ni sus protesta ni las anécdotas durante el desalojo: ese zapato que casi le cae en la cabeza a alguien del pp, esa cara de alelao jugando a impenetrable jugador de póker de Gallardón o la expresión de abuelete preocupado de Posada, “no fuera que le pasara algo a las niñas”.

O esa ujier que para desalojar a la más irreductible de las tres le estuvo metiendo mano en las tetas hasta la saciedad…

¡Chapeau por ellas! Estos son los mensajes que calan. Estas son las acciones que tienen repercusión. Hasta el lema de la protesta, “El aborto es sagrado”, es un verdadero hallazgo. No sé cómo no se le había ocurrido a alguien antes. Es un pedazo de frase que espero perdure en el tiempo. Como espero que perdure también la estupefacción de Gallardón, que a punto estuvo de rasgarse las vestiduras allí mismo en el escaño por lo que le parecia un sacrilegio y por los aplausos de Izquierda Plural.

Pero ni esa oportunidad saben aprovechar los Cayo Lara y compañía. Están tan instalados en lo políticamente correcto que no han sido capaces de decir que la protesta de Femen les parecía poco para lo que en realidad se merecen sus señorías. Se han limitado a los aplausos y a una escasamente agresiva réplica a Gallardón, a quien por cierto cada vez se le ve más cara de acabado: si antes de ser ministro le gustaba a poca gente, ahora ya no le gusta a nadie y él lo sabe. Y menos que a nadie a sus propios correligionarios.

Sí, Gallardón, sí: el aborto es tan sagrado como el derecho de los ciudadanos a exigiros que gestionéis para servir y no para putear. “Falta de respeto a la soberanía popular”, dices que ha sido la protesta en el Congreso de las tres jóvenes de Femen. Pero… ¿tendrás cara? Sabes de sobra que la primera falta de respeto es la vuestra, que tras conseguir esos votos soberanos, no habéis hecho más que faltar sistemáticamente a todas vuestras promesas, no parar de asustar, de mentir, de amenazar…

Bravo por Femen y por su contundente protesta llevada a cabo donde hay que hacerla: en el seno del Congreso de los Diputados.

No ha sido una protesta más. Ni una mera anécdota. Ha sido un verdadero acierto, una iniciativa genial en su concepción y en su desarrollo.

J.T.

miércoles, 9 de octubre de 2013

El envenenado halago de Anson a Susana Díaz


Nunca fueron inocentes ni gratuitos los halagos de Luis María Anson. Una lisonja de este nunca suficientemente bien ponderado prohombre no suele tener mucho que envidiarle a una maldición gitana. Si yo fuera la recién ungida presidenta de la Junta de Andalucía, me tentaría bien a fondo la ropa tras el calibre de los piropos ansonianos. 

Para muestra, este botón “No te oculto -le escribía Anson a Díaz el domingo día 6 en el diario “El Mundo“- el recelo con que acogí tu designación a dedo como sucesora de Griñán, cuando los mastines del ere mordían ya los tobillos de Andalucía. Pero resulta que tu última intervención pública ha sido sobresaliente. Has defendido lo que históricamente ha hecho siempre el PSOE: la unidad de la nación. Y has alertado sobre «la trampa del derecho a decidir» porque corresponde a todos los españoles la decisión sobre cualquier cuestión territorial que afecte a la unidad de España“. 

Desde que su estrella comenzó a ascender, no le faltan a Díaz a su alrededor profesionales de la supervivencia política y periodística haciéndole descaradamente la pelota día y noche. Pero que a esa nómina se haya incorporado con armas y bagajes el inefable Luis María Ansón es directamente para rasgarse las vestiduras, ¡Ras! 

Le han bastado a Susana Díaz dos frases mañaneras en un hotel de Madrid el pasado día 3 para ser objeto de más atención en el “foro”, y obtener más repercusión mediática fuera de Andalucía, que en los 20 largos años que lleva en política. 

En la primera de las frases arremetía contra ZP ante la estupefacción de muchos de sus correligionarios presentes en el desayuno (“…les voy a ser sincera: creo que no se acertó cuando se proclamó que se aceptaría cualquier estatuto que viniera de Cataluña”). Los socialistas catalanes están que trinan, los catalanes en general preguntándose quién demonios se cree Díaz para cuestionar su derecho a decidir, y la caverna aplaudiendo a la emergente socialista. 

En la otra frase que la catapultó a los titulares de la prensa nacional, Díaz hacía de pitonisa afirmando que veía “posible” un próximo gobierno psoe-iu en la Moncloa. Dado que Susana Díaz tiene bien acreditado ser una fajadora nata que acaba sacando adelante sus planteamientos (iu Andalucía le come en la mano, la vieja guardia del psoe de su Comunidad parece que se le ha rendido y Griñán, arrobado, ha puesto en ella todas sus complacencias) habrá que esperar acontecimientos. 

Pero de momento esta mujer de 38 años, presidenta de la Junta desde hace un mes y que en noviembre será investida “lideresa” del partido socialista de Andalucía, recibe en el resto del país más parabienes provenientes de la derecha que de la izquierda. Igual la hemeroteca me contradice, pero yo no he escuchado aún a Susana Díaz, y menos desde que preside Andalucía, pronunciarse públicamente sobre nada que tenga que ver con el 15-M. Dijo en la conferencia madrileña que en los últimos tiempos “hay más gente en las manifestaciones”, pero no precisó que son las “mareas” o los “afectados por la hipoteca” quienes llevan dos años largos haciendo en la calle lo que no hacen ni la izquierda tradicional ni los sindicatos. 

Quiero creer que cuando Susana se presenta en Madrid y proclama que “si no somos capaces de equilibrar protesta y propuesta estamos poniendo en peligro la democracia entendida como gobierno del pueblo, porque ya estamos viendo que la mera propuesta no resuelve nuestros problemas” no está regañando a quienes desde el 15 de mayo de 2011 gritan por las calles “No nos representan“. 

Quiero pensar que, tras haber toreado en Madrid con gran éxito de crítica y público… de derechas, Díaz va a tener muy en cuenta los gritos de miles de ciudadanos que, en la calle sin siglas, pugnan un día y otro por acabar con todas las mafias instaladas en la política (empresariales, bancarias, sanitarias, educativas); por meter a todos los ladrones en la cárcel cuanto antes mejor; por recuperar nuestro dinero y por mandar a su casa a tanto político apoltronado como hay por las esquinas fumando puros y sin hacer ni el huevo. 

No creo que Susana Díaz deje de tener en cuenta, ahora que tanto analista coincide en lo ascendente de su estrella, el profundo significado de la indignación que desde hace dos años y medio late en la calle. Me gustaría oírla pronunciarse sobre ello con tanta claridad como lo ha hecho con zetapé para afearle su gestión con el Estatut de Catalunya. 

Estoy seguro que, desde su probada habilidad política, Díaz sabe que es imprescindible para el futuro de la izquierda de este país atraer y convencer a quienes hoy por hoy no se fían ni un pelo de los políticos tradicionales. 

Cuando se está en tareas de tal envergadura sobran, estorban y rechinan -mucho- adulaciones de personajes como Luis María Anson.

J.T.

sábado, 5 de octubre de 2013

"Malaya" o la benevolencia con los ladrones


La corrupción marbellí es la expresión casposa y grosera de una generalizada manera de entender la gestión de lo público.

Hubo implicados en el “caso Malaya” que llegaron a utilizar bolsas de basura para esconder el producto de su rapiña, otros eran claro reflejo de la España más cañí, había también burdos trileros metidos a promotores inmobiliarios, caras habituales de la prensa del corazón y hasta ex futbolistas. 

Esa foto de todos ellos juntos mientras este viernes escuchaban la benévola sentencia es muy elocuente. Lo mejor de cada casa ahí juntito. Una colección de caraduras impresentables sabedores de que lo mejor que te puede pasar cuando te lo has llevado crudo es que, si te han de trincar, que lo hagan cuanto antes.

Estar en manos de la justicia es casi un salvoconducto. Te pones a su merced y esperas, esperas, esperas…

El asunto se desinfla, se vuelve añejo, aparecen nuevas corrupciones y escándalos todavía más gordos que hacen que los medios se olviden de lo tuyo… y así, cuando siete años y medio después llega la indulgente sentencia, la gente se ha cansado de despotricar contra ti, si es que no se ha olvidado hasta de tu cara, a pesar de que en tiempos llegaras a estar en las primeras páginas de los periódicos y en todos los programas basura y no basura de la televisión.

Como “la justicia ha hecho su trabajo”, todos contentos. Aunque los multen con menos dinero del que robaron y les condenen al mismo tiempo de cárcel que la madre que se lleva cuatro yogures sin pagar del supermercado para que su hijo no se muera de hambre.

Muchos de los condenados en el “caso Malaya” no volverán a la cárcel. El tiempo preventivo que se
tiraron entre rejas ya les cubre la pena. Y los que regresan al trullo, en unos pocos meses estarán
disfrutando de permisos de fin de semana en los que irán vaciando poco a poco las bolsas de basura que llenaron de dinero y que consiguieron salvar de la quema.

"Estoy jodido pero contento” decía Tomás Reñones al saber que le caían cuatro años. Esperaba el doble. O el triple. Como Marisol Yagüe, a quien el marrón de cuatro años debió parecerle tal minucia que no pudo evitar que la fotografiaran descojonándose a la salida de la Audiencia. O como la “aturdida” y controvertida Isabel García Marcos… Otros muchos se marchan de rositas y hasta el gran capo Juan Antonio Roca puede llorar con un ojo.

Parece como si la Audiencia Provincial de Málaga hubiera querido quitarle el trabajo al nazareno de la ciudad, que cada Semana Santa indulta a un preso.

Puede suspirar aliviado todo ese listín telefónico de presuntos corruptos que se encuentra en nuestro
país a la espera de juicio. Todos esos que nos han dejado España hecha unos zorros, los que nos han
buscado la ruina a los pringaos de a pie que, víctimas de sus robos a manos llenas, nos vemos ahora obligados a pagar los platos rotos.

Austeridad, predican los muy mamones… ¡Pero si basta con que los ladrones devuelvan lo robado! 

La deuda que actualmente tiene el ayuntamiento de Marbella es menor de lo que robaron los “malayos”. No creo que sea muy aventurado aplicar la misma regla a la deuda española. Sea en bolsas de basura o en paraísos fiscales, basta con que lo devuelvan. Ni reforma laboral, ni recortes ni
gaitas. Que devuelvan la pasta y ya verás qué pronto salimos del hoyo.

Y los ladrones, por supuesto, todos a la cárcel. Para benevolencias e indultos ya tenemos al nazareno malagueño.

J.T.

miércoles, 2 de octubre de 2013

¿Qué edad hay que tener para cambiar el mundo?

Dos venerables ancianos, más octogenarios que septuagenarios, asombran al mundo estos días por lo que dicen, por algunas de las cosas que hacen y por la determinación que transmiten en sus gestos y en sus mensajes.

Jorge Mario Bergoglio, 77 años cumple en diciembre, actúa como si tuviera tres decenios por delante para pilotar la institución que preside desde marzo, la iglesia católica. Ya sea en aviones, en revistas de su cuerda o en rotativos como La Repubblica poco sospechosos de meapilismo, el jesuita argentino ahora conocido como papa Francisco ha ido desgranando una rompedora "hoja de ruta" que, a quienes lo seguimos desde la barrera, nos cuesta bastante creer y a muchos de los que están en su órbita, los tiene literalmente acojonados.

José Alberto Mujica Cordano cumplió en mayo 78 años y hace dos que preside Uruguay. Viejo tupamaro con amplio curriculum carcelario, saltó a las primeras páginas de todo el mundo este verano cuando el parlamento de su país aprobó la legalización de la marihuana. Su particular manera de vivir y de ejercer el poder no pasan desapercibidos. Tampoco sus discursos: "Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales y ocupamos el templo con el dios mercado. Él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas y tarjetas la apariencia de felicidad", dijo el pasado 24 de septiembre en la ONU.

El "liberalismo salvaje", contaba Bergoglio este martes en La Repubblica, hace que "los fuertes se hagan más fuertes, los débiles más débiles y los excluidos más excluidos. Se necesitan reglas de comportamiento y si fuera necesario también la intervención del Estado para corregir las desigualdades más intolerables".

"Hemos creado una civilización que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo, pero lo que fue economía de mercado ha creado suciedad de mercado. ¿Es posible hablar de solidaridad en una economía que esta basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad? El desafío que tenemos por delante es de una magnitud colosal y la gran crisis no es ecológica: es política. El hombre no gobierna hoy las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre", decía Pepe Mujica en Río el pasado dos de junio.

Por su parte el papa Francisco dijo el martes, en la misma línea que días antes hiciera en la revista de los jesuítas que "los grandes males que afligen el mundo son el desempleo de los jóvenes y la soledad en la que ha dejado a los viejos". Los viejos necesitan cuidados y compañía; los jóvenes trabajo y esperanza"

Escuchar esta música tan poco habitual en boca de dos jefes de Estado septuagenarios a mí, la verdad, me anima. Sobre todo cuando estoy harto de escuchar a mi alrededor a gente apenas sesentona que no para de hacer cálculos para la jubilación o que, directamente, están ya jubilados, ociosos, depresivos, desmotivados... Bergoglio y Mujica nos demuestran que los 77 es una excelente edad para continuar intentando cambiar el mundo.

Manda narices que sean dos respetables ancianos quienes asuman el protagonismo de animar al mundo a pegarle a todo esto un buen meneo. ¿Dónde está la gente de 17, 27, 37 años para tirar del carro? ¿Dónde están metidos esos jóvenes a los que corresponde pegar puñetazos a mansalva, en la mesa o donde sea, para que las cosas cambien de una vez? Por mucho que lo propicien los mayores, el cambio lo hacen los jóvenes, lo han de hacer ellos, tienen la obligación de hacerlo. Ya.

J.T.