martes, 19 de octubre de 2010

El carrito de la compra que regalaba El País


Los periódicos no lo quieren decir pero lo saben. Hace mucho tiempo que los números no crecen. No crece el número de ejemplares que se imprimen, no crecen los lectores, no crecen los ingresos, no crece la publicidad, no crece el interés de los jóvenes por la prensa en papel…

Y eso significa que disminuye alarmantemente la posibilidad de ganar dinero ergo… aumenta la posibilidad de que un buen número de periódicos desaparezca más pronto que tarde.

A qué es atribuible? A internet? A los videojuegos? A la tdt en teles de plasma? ¿o simple y llanamente a que estamos viviendo un final de ciclo? Porque al aumento del índice de lectura de libros no se le puede atribuir, ahora que nadie lee ya ni los prospectos de los medicamentos...

Ni siquiera el diario deportivo “Marca”, o la revista “Pronto”, que son las publicaciones periódicas que más ejemplares han vendido en la historia de nuestro país –manda narices- consiguen crecer ya tampoco. Definitivamente, la gente se está quitando de los periódicos y éstos, desesperados, se afanan en sacar promociones de baterías de cocina, de cuchillos, toallas o muñecas hinchables que ofrecen junto con un ejemplar de diarios que nadie tiene interés en llevarse del quiosco…

La gente se queda con la muñeca hinchable o con la toalla y sin que les tiemble el pulso, tiran el periódico a la papelera. El otro día vi a mi peluquero con El País en la mano: ¿quieres este periódico, Juan?, me preguntó. Ya lo he leído esta mañana temprano, le contesté. Y añadí: así me gusta, que te instruyas. No, no: me sacó rápido del error, es que estoy juntando los cupones para un carrito de la compra del corte inglés que regalan.

Dicen que los periódicos son insustituibles, que son referencia, que son poder. Bien, vale, pero poder y referencia en unas cifras que no varían desde hace decenios.

No hay gerente de prensa que no esté porfiando cada día por apretar un poquito más las tuercas en todos los escalones del sistema de producción: desde regatearle al que vende el papel hasta a las subcontratas, porque casi siempre son subcontratas, de quienes lo reparten una vez impreso.

Las plantillas adelgazan y las nuevas tecnologías enmascaran el resultado final. La prensa escrita, la prensa de papel de toda la vida, no consigue seducir lectores nuevos que le garanticen ser optimista con respecto a su futuro. Se ensayó el modelo de prensa gratuita y ahí andan, de recorte en recorte a ver si acaban saliendo los números. Y no lo dicen, pero no salen. Los números no salen.

Hablas con los quiosqueros -el mejor termómetro- y te lo dicen: "Aquí no se acerca un estudiante veinteañero a comprar un periódico ni por equivocación. Y cuando lo hacen se llevan el Marca o el AS, o lo ojean en el mismo quiosco y lo vuelven a dejar".

¿Negativo el panorama? Es el que es. Y los sesudos estudiosos dedicados a buscarle explicación a por qué pasan las cosas, en este terreno los veo tan perdidos como lo estoy yo. O más.

J.T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario