Por si hay alguien que aún piense lo contrario, les voy a contar un secreto: Sumar ya no existe, si es que alguna vez existió. Ellos mismos se han hecho el harakiri actuando como adminículo del PSOE en decisiones políticas de intenso perfume derechista como el apoyo tanto al envío de armamento español a Ucrania como al incremento del gasto militar, por no hablar del recorte a los parados mayores de 52 años o de los incentivos las personas que se jubilen después de los 72.
No creo equivocarme si aventuro que Pedro Sánchez les ha perdido a sus todavía socios de Sumar el poco respeto que pudiera tenerles porque no han actuado como contrapeso en el Gobierno de coalición sino como complemento. Al presidente le va la marcha y la sumisión le motiva menos que aquel “ruido” del que tanto de quejaba, ¿recuerdan? Creo que empieza a entender que intentar destruir a Podemos no fue una buena idea, y puede que hasta esté echando de menos sus discrepancias cuando gobernaron juntos. Eran “cabezones”, que diría María Jesús Montero, pero tenían ideas propias, iniciativas legislativas, firmeza a la hora de negociar… Sánchez se resistía, pero acababa poniendo en marcha leyes que en principio no le gustaban y de las que ahora presume como si hubiera sido mérito suyo proponerlas.
Y no, fue Podemos quien las propuso, el mismo Podemos que él quiso matar con la ayuda de Yolanda Díaz y compañía y que cada día que pasa goza de mejor salud. Creo que, al margen del partido que lidera Ione Belarra, el único que ha intuido hasta ahora que la vuelta de Podemos es inevitable es Pedro Sánchez. La izquierda no puede consistir en un puzzle descafeinado de partidos, sino que ha de sustentarse en ideas firmes cuya prioridad sea apostar por la paz, mejorar la vida de la ciudadanía y disfrutar de una convivencia sin crispaciones. Aún así, en el PSOE no parecen entender todavía que su ruina (esperemos que no sea la de todos) empezó el día en que no solo se puso de perfil sino que estimuló a quienes se propusieron triturar a Podemos.
No es bueno tener miedo y mucho menos jugar con él, el vótame porque si no llegará el fascismo ya no cuela, por mucho que el riesgo exista; hablar de unidad en la izquierda cuando los mismos que la defienden llevan media vida destrozándose entre ellos tampoco parece que sea el camino. Eso parecen haberlo visto claro ya algunos socios de Sumar como Compromís, por ejemplo, que cada amanecer niegan pertenecer a la coalición y muy probablemente vuelvan a presentarse solos a las elecciones, idea que comparte también buena parte de Más Madrid ¿Y qué me dicen de los Comunes, que ni siquiera le han dejado a Yolanda organizarse en Catalunya? ¿O de Izquierda Unida, oxímoron donde los haya, que continúa sin saber qué demonios hacer con su vida?
Se les fue a todos la mano intentando demonizar a Podemos y no saben cómo recular. Los vituperaron, amenazaron, denostaron, jugaron a dividirlos, se pusieron de perfil cuando los jueces los empapelaron, los dejaron solos frente alos políticos de la ultraderecha y la ferocidad de sus medios… y ahora que han descubierto que los necesitan, la manera como han empezado a tirarle los tejos no puede decirse que esté siendo precisamente elegante. Quienes apuestan por repetir la jugada del 23J lo tienen complicado. Nunca hay que pedir perdón por ser de izquierdas y en estos momentos, con la que tienen montada los intolerantes en medio mundo, menos todavía.
Pero claro, ¿cómo hacerle ver ahora a los medios afines que no se puede atacar a Podemos por sistema? En sus redacciones ya se han acostumbrado a titular contra ellos, justo cuando alguna izquierda empieza a ver claro que sin Podemos no hay futuro. Todavía tardarán en asumir que no conseguirán someterlos, pero el discurso político lo tienen ellos y habrá de ser en torno a ellos como se articule el verdadero relato de la izquierda.
La elección de Irene Montero como cabeza de lista para las próximas elecciones generales es un paso en esa dirección que abre un camino lento pero firme. Los partidos a la izquierda del PSOE lo saben y los socialistas también. Por eso, cuando hay quien todavía titula, desde un periodismo presuntamente progresista, que Podemos “dinamita” la relación con todos sus aliados naturales y pone en peligro el techo de gasto para 2026” se está equivocando. Porque la versión correcta es que “tras constatar su fracaso, quienes hicieron todo lo posible por enviar Podemos al infierno exigen ahora su ayuda de manera incondicional”.
Tardarán en entenderlo, pero el destino natural de Sumar es disolverse. No importa: si no lo deciden los cuatro gatos que son, la inercia acabará haciendo su trabajo. Por defecto, nunca mejor dicho.
J.T.
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