sábado, 23 de octubre de 2021

La ultraderecha ataca al Papa; los obispos callan

El mundo al revés: cuentas de twitter del mundo de la izquierda haciéndose eco e incluso aplaudiendo según qué declaraciones del Papa Francisco, y tanto la derecha ultra como la ultraderecha españolas criticándolo o ninguneándolo, cuando no insultándolo sin recato alguno. No entiendo nada, pero lo que menos alcanzo a comprender es el silencio de los obispos españoles. 

El sábado 16 de octubre, durante su intervención vía zoom en el IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares, el Papa defendió "un salario universal" y abogó por "la reducción de la jornada laboral" como medidas para un mayor acceso de todos al trabajo. Con esta propuesta, Bergoglio vino a redondear el mensaje que el día 1 de octubre había dirigido a la FAO durante la celebración del Foro Mundial de la Alimentación en el que textualmente afirmó: “Para la humanidad el hambre no es sólo una tragedia sino una vergüenza. Ante esta realidad, no podemos permanecer insensibles o quedar paralizados. Todos somos responsables".

¿Cómo queremos que diciendo estas cosas la ultramontana derecha española no ande cabreada con el Sumo Pontífice? Andan descolocados, los “pobres”, porque además del himno o la bandera, sin duda están convencidos de que el catolicismo es también patrimonio exclusivamente suyo. Les está complicando mucho el discurso tanto a ellos como a cuantos poderosos abusan de su posición:

“Pido a los medios de comunicación que terminen con la lógica de la post-verdad, la desinformación, la difamación, la calumnia y esa fascinación enfermiza por el escándalo y lo sucio”, escribió Francisco en su cuenta de twitter@Pontifex- el mismo día 16 de octubre echando más leña al fuego. Este Papa “es una catástrofe para la iglesia, un populista, se apresuró a proclamar Marhuenda en la tele esa misma noche. Y añadió: "Como católico, lo resistiré hasta que dios lo lleve a su sino y llegue un Papa que tenga la cabeza mejor ordenada"

Los ha dejado fuera de juego, pero en realidad lo que Francisco está haciendo no es ninguna novedad: viene de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), allá por 1891, cuando los Papas empezaron a publicar encíclicas sociales. En todas ellas, desde la Rerum novarum de León XIII hasta la Laborem excercens de Juan Pablo II, se encuentran presentes ideas como que “el trabajo está por encima de la producción” o que “toda propiedad tiene una hipoteca social”. Y en todas aparecen principios básicos como la dignidad del ser humano, el bien común o la solidaridad.

Lo que ha hecho Francisco es proporcionarle mayor altavoz a esta doctrina, reivindicarla, ponerla en valor, pero todo estaba ya dicho por algún Papa anterior. En la carta que envió a México para ser leída el 26 de septiembre durante los actos del Bicentenario de la Independencia no se decía nada que no se hubiera dicho antes: “Tanto mis antecesores como yo mismo, recordaba, hemos pedido perdón por los pecados personales y sociales, por todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización”.

En su cuenta de twitter, el sábado pasado Francisco debió decidir que era un buen día para completar el trabajo: además de leerle la cartilla a los medios de comunicación como ya hemos visto, decidió no dejar a nadie con poder sin su correspondiente admonición:

Pido a los gobiernos y a todos los políticos que trabajen por el bien común; a los fabricantes y traficantes de armas que cesen totalmente su actividad, a los grandes laboratorios que liberen las patentes, a las grandes corporaciones alimentarias, que dejen de imponer estructuras monopolistas de producción y distribución. A los grupos financieros y organismos internacionales de crédito, pido que permitan a los países pobres garantizar las necesidades básicas…." Y así sucesivamente hasta completar una docena de tuits donde no dejó títere con cabeza.

Pero ni siquiera aquí había nada nuevo, porque estas admoniciones se pueden encontrar en la encíclica “Fratelli tutti” publicada hace ahora un año, en la exhortación apostólica “Evangelii gaudium”, de noviembre de 2013, o en la encíclica “Laudato si de 2015, dedicada a la ecología. Tanto en estos como en otros muchos escritos Francisco denuncia ya la existencia de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera.

Lo único novedoso es que el Vaticano decida trasladar todo esto a las redes sociales aumentando así tanto su repercusión como el escozor producido a la mayoría de los hooligans de la ultraderecha española. Que los medios españoles, teniendo en cuenta en manos de quiénes están, permanezcan callados puede entenderse, pero los jerarcas de la Iglesia católica… ¿qué hacen ellos puestos de perfil? ¿qué hacen viendo pasar los días sin decir esta boca es mía?

Omella, Osoro y Argüello
Consulto la cuentas de twitter de Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal: ni un solo retuit a las peticiones de su jefe directo; tampoco en la cuenta de Carlos Osoro, arzobispo de Madrid. Y eso que ambos son, al menos sobre el papel, las personas de confianza colocadas por Bergoglio al frente de la Conferencia Episcopal. Ninguna referencia tampoco en la cuenta institucional, ni en la de Luis Argüello, secretario general, aunque este sí salió a la palestra para reclamar que se leyera la carta completa del Papa a los mexicanos antes de criticarla. Por lo demás, nada de contestar a las arremetidas ultras. Silencio. ¿Alguien me lo puede explicar?

Al final vamos a tener que resignarnos viéndole la parte positiva. Por lo menos no están echando leña al fuego ni apoyando públicamente los desafueros de Marhuenda, Ayuso, Espinosa de los Monteros, Aznar y compañía. Algo es algo. Porque algunos obispos me conozco yo que estarían encantados, si tuvieran poder en estos momentos, de irrumpir en escena y soltar cuatro frescas en esa línea.

No estaría mal que la plana mayor de los obispos españoles, en teoría todos ellos de la confianza de Francisco, salieran ya de sus madrigueras y se pronunciaran claramente contra esta especie de cruzada de las ultraderechas contra un Papa al que ahora solo parece defender la izquierda. Que tampoco es eso, ni tanto ni tan calvo. Cuanto antes acabemos con esta esquizofrenia mejor, ¿no les parece?

J.T.

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