Cuando escribí aquello nuestra selección de fútbol sólo llevaba un partido jugado en el Mundial de Sudáfrica (contra Suiza) y además lo había perdido uno cero.
Han pasado muchas cosas desde entonces: cinco partidos consecutivos ganados, la final a pocas horas vista y en el horizonte cercanísimo, la posibilidad que tienen los representantes de nuestro país en la competición de ser campeones del mundo por primera vez en la historia de nuestro país.
Los balcones, los bares y lo coches de todas las ciudades españolas se han ido poblando de banderas como referente cómplice de lo que unos cuantos veinteañeros de nuestro país, a quienes en menos de un mes los hemos empezado a querer como si fueran de nuestra familia, están haciendo en Sudáfrica donde sin duda se han confabulado para asombrar al mundo.
Está claro que la bandera de España, por fin y después de muchos años, significa estos días lo que siempre tuvo que significar y punto.
A mí me parece una catarsis saludabilísima. El fútbol siempre contuvo un cierto efecto balsámico sobre distintos ámbitos de la vida corriente. Un efecto adormecedor denostado en su día no sin falta de razón.
Pero lo que estás pasando estos días a mi me parece, por encima de todo, higiénico.
Si el fútbol consigue que nos dejemos de gilipolleces a la hora de enarbolar el símbolo de este complejo, complicado e interesante país, habrá que celebrarlo.
Además de celebrar, por supuesto, la victoria frente a Holanda este domingo once de julio por la noche.
J.T.
11 de julio de 2010
Ya me permitirás, Juan, que te haga ver que esta bandera es la de la monarquía borbónica. La desmemoria no es buena para nadie. Este trapo fue el que utilizaron los militares golpistas que se sublevaron contra la legalidad republicana. Vencieron, aplastaron e impusieron ese símbolo, junto con el yugo, las flechas y el careto del dictador. Somos muchos los que confiamos en poder borrar toda la herencia franquista y en la posibilidad de recuperar para todos la bandera tricolor.
ResponderEliminarDe acuerdo con el análisis. Prometo post en breve. Gracias y un saludo, amigo Alzine
ResponderEliminarPues la de la Primera República, aquella en la que un catedrático de Filosofía hijo insigne de Almería dimitió para no sancionar con su presidencial rúbrica una pena de muerte, era bicolor: roja,amarilla, roja; en franjas horizontales...
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