sábado, 28 de agosto de 2021

Periodismo oscuro, casi negro



La deriva histérica que últimamente sufrimos en periódicos, radios y televisiones, ¿es inercia o se trata de algo diseñado a conciencia? El desequilibrio que existe en nuestro país entre los medios de comunicación que informan desde una perspectiva de derechas y la de aquellos que lo hacen desde la izquierda ha llegado a tales extremos que hasta quienes lo propician puede que estén empezando a temer que tanto descaro acabe perjudicándoles.

Hablar bien de Pablo Casado por sistema es tratar de tonto al ciudadano medio, pero la mayoría de los medios no paran de hacerlo mañana, tarde y noche. Elevar a Díaz Ayuso a los altares, con fotos místicas y titulares babosos es menospreciar la inteligencia de quien todavía te compra o te lee. Ofrecer la información sobre la vuelta de Millán Astray al callejero madrileño, escondiéndola en página par, es contribuir al suma y sigue del infame chantaje de la ultraderecha. Rivalizar cada día a ver quién idea la portada más agresiva contra el Gobierno de coalición resulta patético. Y una vergüenza para el oficio periodístico.

En los titulares y en cómo está orientada una noticia, se puede percibir cómo cambia el tratamiento y el empleo de verbos y adjetivos según el partido político del que se esté hablando:

- ¿Pufos judiciales del PP? Redacción comedida, que no es cuestión de jugarse el puesto.
- ¿Exabruptos de Vox? Si los sueltan, tendremos que hacernos eco, ¿no?
- ¿Reproducir mentiras? Si mienten, no es problemas nuestro, nosotros nos limitamos a reproducir lo que dicen. ¿Contrastarlo, verificarlo?, ¡qué pereza!
- ¿Críticas al Gobierno de coalición? Se abre la veda. Aquí ya empieza el desahogo en el empleo del lenguaje. Si es pelín virulento mejor, que a los lectores eso les gusta. Y a los jefes también.
-¿Unidas Podemos? A degüello y sin compasión alguna. ¿Para qué están los adjetivos y los verbos valorativos sino para usarlos donde además parece que últimamente hasta queda cool hacerlo?

Y a fe que usan los verbos a conciencia, claro que sí: He aquí algunos ejemplos:

Podemos exige al PSOE restar 3.200 millones a las eléctricas por la luz (El Mundo del martes 24); “Podemos amenaza con salir a la calle por el precio de la luz y abre otro frente con Sánchez (El Correo del 12 de agosto); Podemos presiona al PSOE para forzar una rebaja urgente del recibo de la luz (La Vanguardia del martes 24); Los socios aprietan al Gobierno para que cumpla la agenda legislativa pactada (Ideal del lunes 23);“La presión sobre la parte socialista del Gobierno para que aborde la reforma del mercado eléctrico crece cada día. Dentro del Ejecutivo, Unidas Podemos no ceja en su ofensiva...” (El País del jueves 26)

¿Para qué usar términos como "solicita", "reclama" o "pide" si puedo utilizar "exige", "amenaza", "presiona", "aprieta" o "no ceja"? A nadie se le ocurre tener en cuenta que Unidas Podemos lo que hace es limitarse a recordar la obligación que tiene todo el Gobierno de coalición de que se cumplan los pactos firmados que hicieron posible ese Gobierno. Porque los contratos, y un pacto de Gobierno es un contrato, están para ser cumplidos. Que se cumplan ha de ser lo normal y no lo extraordinario, como parece deducirse de según qué textos firmados por turiferarios mediáticos que se dedican a rasgarse las vestiduras cuando UP recuerda, como es su obligación, el carácter sagrado de los acuerdos firmados y la necesidad de su cumplimiento.

A lo largo de mi vida profesional he compartido guardias, coberturas y noches de cierre con muchos de los profesionales de la información que últimamente se han echado al monte. Muchos de ellos andan ahora apostados en digitales de cuyos nombres no quiero acordarme, o diseminados por tertulias varias, u ocupando puestos de responsabilidad en radios y televisiones, incluso también hay algún radiopredicador que otro en esa lista... Muchos de ellos, como decía, eran excelentes periodistas, doy fe ¿Por qué decidieron olvidar buena parte de lo que ellos mismos enseñaban en su día? ¿Qué fue lo que les llevó a pasarse al lado oscuro?¿Codicia, ambición, inseguridad? Era, y por tanto tienen que seguir siendo, listos, currantes y competentes ¿Qué es lo que ha pasado pues, qué es lo que me he perdido?

Como escribía al principio, tanto desequilibro en el panorama informativo, donde hay que buscar con lupa medios en los que, como este en el que tengo el honor de escribir, se enfoque la información desde una óptica decente, no puede traernos nada bueno. La descarada derechización de la mayoría de los medios españoles es una seria amenaza tanto para la credibilidad del periodismo como para la supervivencia del oficio de informar. El asunto anda muy oscuro, casi negro.

J.T.

domingo, 22 de agosto de 2021

Periodistas sobre-cogedores

Mi amigo Antonio, de profesión camarógrafo, anduvo durante cierto tiempo de su vida acompañando a Sebastián Palomo Linares para grabar, y así inmortalizar, las memorables faenas con las que aquel extravagante diestro hechizaba al respetable por las plazas de toros de toda España y media América. Entre los cometidos complementarios de Antonio figuraba también encargarse de repartir los sobres con dinero contante y sonante destinados a los periodistas de cada lugar donde al maestro le tocaba actuar. 

Desde primeros de diciembre, las redacciones de los periódicos españoles empezaban a recibir cada año, sobre todo las secciones de economía, abultados paquetes que, hasta que sus afortunados destinatarios acababan llevándoselos a casa, quedaban amontonados al pie de las mesas de redacción: cajas de licor, mantecados, polvorones, jamones en algunos casos, incluso cestas de navidad completas con sus latas de espárragos y todo, y donde no faltaba nunca tampoco la correspondiente ración de piña en almíbar. 

Los críticos de libros no compraban nunca un libro ni los de música un disco. Por no hablar del acceso libre a todo tipo de espectáculos musicales, cinematográficos o teatrales con pareja incluida. Hace muchos años que dejé de moverme por esos circuitos, así que desconozco cómo andarán las cosas ahora que los sueldos son mucho más miserables aún que hace treinta años.  

José María García, que en unos asuntos para bien y en otros para mal, revolucionó la manera de informar sobre deportes desde que, junto a Manuel Martín Ferrand, fundó Hora 25 en la Cadena Ser, suele contar a quien quiera escucharlo (por you tube andan sus declaraciones) que en cierta ocasión, harto Florentino Pérez de su beligerancia, llegó a preguntarle directamente: “¿Cuánto cuesta que mires para otro lado”. Según él, fue la única vez que le ocurrió en su vida.  

Se suele citar a Florentino Pérez como el hombre todopoderoso que anda detrás de la mayoría de las conspiraciones, deportivas y no deportivas, existentes en nuestro país pero, por supuesto, no es el único. No es el único a quien muchos comunicadores le bailan el agua, no es el único al que apenas se le incomoda, no es el único cuyos exabruptos magnetofónicos son vetados en la mayor parte de los medios, tampoco el único a quien se le postran de hinojos cierta parte de quienes mueven los hilos de la información en España. 

Como en cierta manera los modos y usos del periodismo deportivo acaban repercutiendo en cómo se trabaja en otros negociados de la información, podría decirse que hemos pasado del periodismo de las prebendas y de los “sobre-cogedores” al de los acojonados de la vida, genuflexos incondicionales de unos y a la vez irredentos enemigos de otros que, cuando gritan o se insultan entre ellos en programas como El Chiringuito o la Sexta Noche, Anas Rosas y compañía, quizás no estén pensando en la recompensa tangible, sino en complacer a aquellos de quienes depende seguir cobrando la nómina. De aquel dudoso “privilegio” de las prebendas puede que hayamos pasado directamente al “miedo al frío que hace fuera”. 

Aún así, si las viejas costumbres de la época de mi amigo Antonio el camarógrafo no continúan todavía vigentes, a veces lo parece porque muchos presuntos periodistas que insultan al Gobierno sin parar no puedo evitar que me recuerden, ellos y quienes les pagan, a esos policías corruptos de países tercermundistas cuando te dan el alto y te atosigan hasta la extenuación con un único objetivo: que al final te rindas y termines haciendo la pregunta mágica: “¿Cuánto es?” 

J.T.

Publicado en "Confidencial Andaluz"

sábado, 21 de agosto de 2021

El precio de la luz, arma de combate de la derecha


Decidieron levantarse en armas el mismo momento en que se conoció que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias habían llegado a un acuerdo para formar un Gobierno de coalición. Corría el martes 12 de noviembre de 2019 y hasta el 7 de enero del año siguiente, fecha en la que Sánchez fue investido presidente, no dejaron de intentar impedirlo por todos los medios.

Dado que el partido de Albert Rivera, tantas veces objeto de deseo por las mentes biempensantes, había fracasado estrepitosamente en las elecciones del 10 de noviembre, aquel mes de diciembre habían volado cuchillos, presiones y amenazas en todas direcciones, especialmente hacia Catalunya y el País Vasco, pero no consiguieron impedirlo. Finalmente, la votación salió adelante por mayoría simple (167 votos a favor, 165 en contra y las abstenciones de ERC y EH-Bildu).

El lunes 13, diecisiete ministros del PSOE y cinco de Unidas Podemos tomaron posesión de sus cargos y, desde los despachos acostumbrados a partir el bacalao en España durante decenios, salió la orden tajante: guerra a muerte a estos pazguatos por tierra, mar y aire, sin un momento de respiro, hay que echarlos de la Moncloa antes de que empiecen a tocarnos las narices. Dicho y hecho: sus incondicionales lacayos se remangaron y se dispusieron a hacer los deberes en el parlamento, en los periódicos, en la policía, la justicia, las teles, las radios, las redes sociales…

La pandemia vino a trastocar los primeros planes golpistas, pero no tardaron en recomponerse para convertir lo que tenía que haber sido una etapa de tregua frente a la incertidumbre sanitaria, el overbooking hospitalario y el escandaloso número de muertes, en uno de los períodos de mayor crispación en el parlamento cada vez que había que renovar el Estado de Alarma. Insultos e insolencias sin medida en unas sesiones quincenales cuya retransmisión televisiva nos ponía los pelos de punta mientras permanecíamos encerrados en nuestras casas sin saber por cuánto tiempo se alargaría aquella pesadilla.

Mientras el gobierno llegaba a acuerdos con sindicatos y patronal para poner en marcha medidas como ayudas a los ERTES que permitieran atenuar las consecuencias del confinamiento, Casado se iba a Bruselas a decir, más o menos resumido con brocha gorda, que los fondos con los que debíamos afrontar la crisis deberían llegar a nuestro país, sí, pero cuando él estuviera gobernando.

Al mismo tiempo, provectos intelectuales y políticos teóricamente retirados (González y Aznar incluidos) se dedicaban a echar leña al fuego insinuando la conveniencia de un gobierno de concentración (la resurrección del bipartidismo) para capear el temporal y, según ellos, “reconducir” una situación insostenible. Incluso llegó a circular el nombre de Margarita Robles como posible cabeza de un hipotético gobierno.

La Comunidad de Madrid, con su inefable presidenta al frente, se convirtió en ariete de oposición a cara de perro con las políticas sanitarias del Gobierno de coalición. Cada día había que montar un pollo, por lo menos: hoy con las mascarillas, mañana con los bares, pasado con la residencias… Las derechas copiaron el hosco estilo Trump y atiborraron las redes de fake news especialmente contra los ministros de Unidas Podemos en el Gobierno. Las cloacas multiplicaron su obsceno trabajo con esmero y dedicación consiguiendo llevar a los juzgados nimiedades y falsedades de las que periódicos, radios y televisiones, Televisión Española incluida, se hacían inmediatamente eco con puntual diligencia y apasionada entrega a la causa. Era el lawfare a la española en todo su apogeo.

Por si faltaba algo ahí estaba Catalunya, con unas elecciones que ponían en bandeja pervertir el ambiente desde Madrid lanzando torpedos políticos y mediáticos a diario contra el independentismo, los presos, Waterloo, los posibles indultos… Potenciaron el ideario fascista de la ultraderecha, y así fue como Vox consiguió meter una docena de diputados en el Parlament.

Pasaban los meses y el Gobierno de Sánchez no solo no caía, sino que por un lado llegaban las primeras vacunas y por otro se empezaban a cerrar importantes cantidades de dinero que empezarían a llegarnos a partir de mediados del 2021. Así que el PP no tardó en echarse atrás en pactos prácticamente cerrados para resolver los relevos en TVE, Consejo General del Poder Judicial, Tribunal de Cuentas o Defensor del Pueblo. Una vez asegurada su cuota de poder en TVE con la inclusión de tres representantes en el nuevo Consejo de Administración, se olvidó de todos los demás acuerdos y así seguimos hasta hoy.

Que, pese a tantos palos en las ruedas, chantajes, amenazas, portadas infectas y presiones de todo tipo, el Gobierno de coalición consiguiera aprobar los Presupuestos, es algo que los políticos de la derecha y la ultraderecha, tampoco los poderes que mandan sobre ellos, han acabado de asimilar. Que Iglesias decidiera abandonar primero el gobierno y luego la política no les valió para sentirse satisfechos. La hostilidad hacia Sánchez y su gobierno continúa, y mucho nos tememos que este otoño van a volver a la carga con renovada mala leche.

El precio de la luz puede que sea el pistoletazo de salida de la nueva estrategia, donde las eléctricas han decidido elevar el listón del hostigamiento. Ya que sus esbirros son unos “torpes” que no valen para a hacer el trabajo sucio, fuera máscaras, que para eso sus consejos de administración están bien nutridos de ilustres veteranos de la política; para eso les pagan viajes y prebendas a muchos cabezas visibles de los más importantes medios de comunicación… Empieza el momento de cobrarse favores y recordarle a quienes se creen que gobiernan que ganar elecciones en este país no es sinónimo de poder ejercer el poder.

Con el precio de la luz parecen haber dado por fin con un camino rentable para sus intereses. ¿Qué Gobierno de coalición es capaz de sobrevivir a una pandemia, a insultos, calumnias y mentiras sin parar durante año y medio ya? ¿Que aún resiste? Pues nada, habrá que cabrear un poco más al personal subiendo el recibo de la luz hasta que acaben estallando, se les termine la paciencia y no los voten nunca más.

J.T.

Cuando el fútbol se convierte en pornografía


A mí me gustaba el fútbol de los domingos a las cinco de la tarde, del olor a puro habano, marcador simultáneo “Dardo”, quinielas cantadas al son de los anuncios de Anís de la Asturiana… El fútbol del Levante-Las Palmas, equis, el fútbol donde podían ser aspirantes al título el Hércules de Alicante o la Real Sociedad de San Sebastián, el fútbol donde, como mucho, se permitía incluir dos jugadores extranjeros por equipo.

A mí me gustaba el fútbol con entrenadores cuyos nombres, salvo Miguel Muñoz o Helenio Herrera, apenas conocíamos; el fútbol donde muchos jugadores estudiaban una carrera para asegurarse el porvenir; el fútbol de médicos como Pirri o lectores como Valdano o Zubizarreta. Cuando el Real Madrid ganó la sexta Copa de Europa al Partizán de Belgrado en 1966, el Madrid yeyé lo llamaban, apenas hubo celebración. Volvieron de Bruselas y cada uno a su casa salvo unos cuantos, que se fueron a cenar juntos en un restaurante cercano al estadio Bernabéu.

Los presidentes de entonces, no digo que no, ya eran unos listos de la vida, controvertidas personalidades metidas en más de un asunto discutible, pero comparado por dónde anda la cosa en estos tiempos, ahora parecen unos pobres y tristes aprendices.

Admito que todo esto me desborda. Estoy perdido, queridos amigos y amigas. No solo tengo la convicción de entender cada vez menos de lo que está ocurriendo en el mundo del fútbol, sino que cuando me pongo a documentarme no lo consigo. Leo el As, el Marca, el Sport, el Mundo Deportivo… y no me entero de nada. Leo a sus sesudos columnistas y no responden a ninguna de las preguntas que me hago. Acudo a las secciones deportivas de los periódicos generalistas y tres cuartas partes de lo mismo. Por no hablar de abominables espacios televisivos como “El chiringuito”, donde todo es intoxicación, hooliganismo y ausencia de imparcialidad.

No entiendo nada, me siento huérfano, no sé cómo informarme ¿Alguien me puede explicar qué demonios, qué gato encerrado hubo y hay detrás del abandono del Barça por parte de Messi. La rueda de prensa de despedida, con preguntas genuflexas, no me aclaró nada ¿Alguien puede explicar, para que lo entienda un profano como yo, qué demonios pasa con ese Fondo de inversión luxemburgués llamado CVC que a cambio de dos mil y pico millones se va a hacer con un porcentaje con derechos de  buena parte de los clubs españoles por cincuenta años?

¿Alguien me puede aclarar el presunto mal rollo entre el insigne Florentino Pérez y ese señor llamado Tebas que preside la Liga de Fútbol Profesional? ¿O las peleas de este último con quien manda en la Federación Española de Fútbol, un tal Rubiales que siempre anda con cara de cabreado por la vida?

Más leo, menos me aclaro. Y cuando algo no se entiende es porque alguien o “álguienes” están muy interesados en que ese algo no se entienda. No soy especialista deportivo, no soy sabueso del mundo de la investigación, pero me gusta documentarme para lo que escribo y cuando me meto en este tipo de asuntos… no lo consigo, no hay manera.

El fútbol siempre me pareció una parábola de la vida, quizás de ahí su éxito (tú puedes ser el mejor y el más virtuoso, que siempre tendrás enfrente a alguien dispuesto a romperte las piernas, a lesionarte para que desaparezcas de escena  cuanto más tiempo mejor). Pero ahora se ha convertido ya en una hipérbole, en un escandaloso pleonasmo: oscurantismo, presiones, mentiras, enormes cantidades de dinero circulando, corrupciones varias ligadas a la construcción en unos casos y en otros al mundo de las empresas más controvertidas… dejando así de ser fútbol para, en bastantes ocasiones, convertirse directamente en pornografía.

La presentación del Leo Messi y Sergio Ramos en el Paris Saint-Germain me pareció inquietante, falsa y hasta turbia. Un desastre para el futuro del fútbol, espero equivocarme. Hay que seguir mamando de la teta mientras dé leche. Esa parece ser la única prioridad. El problema es que esa teta y esa leche es dinero de jeques del petróleo, en el caso del equipos como el de Messi y Ramos, y de oscuros hombres de negocios rusos o chinos en otros clubs importantes en las divisiones de honor de distintos países occidentales.

Me gusta el fútbol, pero este fútbol me huele a todo lo que no me gusta.

J.T.

Publicado en LUH 

sábado, 14 de agosto de 2021

Andalucía merece mejor suerte

Es grave que los postulados de la ultraderecha hayan calado tanto en algunas comarcas de Andalucía desde que gobierna el PP. No es bueno para ningún sector desfavorecido: ni para los inmigrantes, tampoco para las víctimas de la violencia de género, ni para la educación, ni para la mejora de los servicios sociales, ni para -a la vista de los resultados- atraer inversiones que signifiquen prosperidad…

Me cuesta entender que el socialismo estuviera más de treinta y cinco años en el poder y dejara en Andalucía tantos deberes sin hacer  poniéndole así tan en bandeja la gestión a la derecha y a la ultraderecha. No solo eso, sino que potenciara costumbres y valores que ni en la rancia España franquista tuvieron nunca tanto predicamento. Si en 1976 me llegan a decir que las procesiones de Semana Santa, por ejemplo, acabarían teniendo la notoriedad de la que gozan hoy día en todos los pueblos y ciudades andaluzas no hubiera dado crédito. Nada de incomodar a la iglesia, ni a las cofradías, ni a las familias de rancio abolengo que partían el bacalao en cada provincia, ni a los colegios concertados, ni a los constructores corruptos, ni a los presidentes de equipos de fútbol por muy controvertidos que estos fueran…

En la comunidad donde más peso tiene el fenómeno de la inmigración, donde más magrebíes y subsaharianos hay trabajando en condiciones precarias -ilegales en buen número de casos-, en la región a cuyas costas han llegado miles de pateras en los últimos treinta años, el partido que estuvo en el poder desde los primeros ochenta hasta casi el 2020 no resolvió ni puso en marcha una política de inmigración que garantizara un buen futuro a esos miles y miles de personas muchas de ellas ya con hijos aquí, que tendrán nietos pronto y que vinieron para quedarse.

Los socialistas no acabaron con el señoritismo, ni siquiera le pusieron freno, ni con las grandes tierras improductivas, ni con las inercias que durante tantos años nos hicieron más pobres y menos competitivos que otras muchas regiones de España. Hicieron pactos con empresarios y sindicatos, sí, con los que probablemente frenaron un desastre mayor, pero nuestra curva de crecimiento en los tiempos menos malos siempre estuvo por debajo de la mayoría de territorios españoles.

No supieron cómo enfrentarse a la marcha de empresas que dejaban en mantillas buena parte de la actividad económica que teníamos (Delphi, Santana Motor, Astilleros, Minas de Riotinto...) y no se les ocurrió otra cosa que inventarse los expedientes de regulación de empleo para comprar paz social y que no se les alborotara el gallinero. Teníamos pocas empresas y tuvimos menos. No crecimos. Ni el vino, ni el algodón ni el girasol salían a cuenta. Si me apuran, ni el aceite. Había que estar subvencionados, con la PAC (Política Agraria Común) por un lado y con el PER (Plan de Empleo Rural) por otro para que las zonas agrarias no acabaran quedándose desiertas. El objetivo era mantener el poder a base de tener contentos con subvenciones los votos que convenía asegurarse.

Pan para hoy y hambre para mañana. Nada de modernización, nada de inversión para el futuro en la tierra con mejor clima, con mejor sol, con un patrimonio para sacarle partido por los cuatro puntos cardinales… y solo pensamos en el turismo y en la construcción. Que el fascismo se reprodujera aquí mejor que en cualquier otro lugar era algo predecible y casi inevitable.

Las fresas en Huelva y los tomates en el Poniente almeriense estaban en manos de minifundistas analfabetos con miedo a la preparación y la capacidad de las personas a quienes se veían obligados a emplear (cualquier inmigrante de El Ejido habla árabe, francés y español como mínimo mientras muchos de sus empleadores se limitan a pegarle patadas al diccionario de la lengua española cada vez que abren la boca).

La llegada de la derecha al Palacio de San Telmo estaba cantada. Como parece cantado también que puede que se queden un buen tiempo. La izquierda en Andalucía ha despilfarrado un patrimonio único que podía haber convertido esta tierra en una de las más prósperas de toda España. Se hizo el AVE, se hizo la Expo y luego todo murió.

Habría que pedirle cuentas a quienes se dedicaron a mantener las cosas como estaban, a perpetuarse en el poder como prioridad máxima relegando todo lo demás a segundo plano. Habría que pedirle cuentas por todo eso a aquellos socialistas y a sus sucesores, quienes ahora ejercen la oposición parlamentaria, más vigor y más punch a la hora de controlar al gobierno autonómico del PP. ¿O la falta de gancho se debe a la falta de experiencia? Claro que si no se supieron controlar a sí mismos durante los muchos años que ocuparon el poder, se entiende que no sepan hacerlo con quienes lo ocupan ahora ¿O están conchabados?

En Andalucía, el relevo en el poder no había ocurrido hasta enero de 2019. Igual ahora para lo único que trabajan PSOE y PP es para perpetuarse. Si yo salgo entras tú y que el espectáculo continúe. No me extrañaría nada ¡Viva el bipartidismo forever! Tal como actuaron los socialistas y como lo hacen ahora los populares da la impresión de que los verdaderos problemas de Andalucía les importan un pimiento. Por mucho que cada 28 de febrero conmemoremos el referéndum y por mucho que cada 4 de diciembre recordemos la gran manifestación por la autonomía andaluza que le costó la vida en Málaga a un joven llamado García Caparrós.

J.T.

domingo, 8 de agosto de 2021

La guardia pretoriana de la monarquía


Defender la monarquía a capa y espada, impidiendo que el tratamiento informativo de todo lo que concierne directa o indirectamente a la Casa Real sea el mismo que se le otorga a cualquier otro asunto, no es bueno para la salud democrática de España. Pan para hoy y hambre para mañana. 

Pablo Montesinos, el lechuguino de guardia en el PP durante este extraño mes de verano, anda de bolo en bolo soltando titulares estudiados de antemano y cuya reproducción tiene asegurada en la prensa adicta, en las radios y las televisiones entregadas de pies y manos a la causa antigobierno de coalición. Prensa adicta que es prácticamente toda, dado el triste panorama que ofrecen los medios de nuestro país en la actualidad.

Tapan la repercusión de lo que no interesa difundir demasiado apostando por el incremento de la tensión. Tiene que haber lío, por muy en agosto que estemos, hay que evitar además que los buenos datos del paro, la llegada de fondos europeos o la marcha del proceso de vacunación acaben abriendo informativos o primeras páginas.

Que no cese la crispación, que no cese el mal rollo, ni los insultos, ni las mentiras, ¡qué “jartura”! Las olimpíadas han desnudado ante el mundo el racismo de la ultraderecha española, y han evidenciado el descoloque de Ciudadanos y PP, que no se atreven a felicitar a algunos de nuestros medallistas para no molestar a sus socios. No presagia nada bueno que el trío de Colón y sus altavoces mediáticos se comporten así.

Tampoco es buen síntoma, como apuntábamos al principio, que tiren de monarquía para enrarecer más el ambiente. Como recuerda mi compañera Alba González en una de sus informaciones más recientes en este periódico, las tres derechas han vuelto a unirse para cargar contra unas declaraciones de Ione Belarra en las que la Secretaria General de Podemos defiende la necesidad de que la democracia llegue a la Jefatura del Estado. Frente al sentido común, alboroto.

Alboroto para intentar esconder las referencias al primer aniversario de la vergonzosa huida del emérito mientras a su vez continúa el goteo de escándalos de paraíso en paraíso. Unos fiscales y otros… paraísos en el sentido literal del término.

Ni las tres derechas, ni tampoco el PSOE, parecen estar por la labor de meterle mano a este asunto. En el parlamento ya lo han demostrado negándose a la apertura de comisiones de investigación cada vez que se han propuesto y, en cuanto a la repercusión de la insaciable desmesura de Juan Carlos I, están dispuestos a luchar como sea para mantenerla en el perfil más bajo posible. Por no hablar de las declaraciones de Pedro Sánchez en Marivent alabando la “transparencia” del rey actual.

Dicho esto, la manera de plantar cara a quienes ocultan información o la publican sesgada no es quejarse. La muletilla “no verás esto publicado en ningún medio”, por ejemplo, expresión que en redes se suele usar mucho, no beneficia al contenido de lo que se quiere propagar porque el victimismo suscita rechazo. Las cosas hay que conquistarlas, las injusticias hay que denunciarlas, pero el camino no es el lamento.

Hay que plantar cara, nada de quejas. Llorar no seduce y menos cuando lo que se reivindica está cargado de razón. Los derechos laborales se conquistaron, no se mendigaron. Igual hay que hacer con el derecho a un periodismo decente. Desenmascaremos a los periodistas vendidos, informemos sobre la dependencia que buena parte de los medios tienen de los fondos de inversión internacionales, de los bancos y los grandes grupos de presión de este país, denunciémoslo una y otra vez, que por mucho que lo hagamos nunca será suficiente.

J.T.

Pubicado en La Última Hora

sábado, 7 de agosto de 2021

La España mestiza y multicultural que Tokio ha visibilizado

Se llama Ana Peleteiro y es gallega negra de padre africano; se llama Ray Zapata, vive en Alcorcón y con cinco años se instaló con su madre en Lanzarote… Estos días atrás, los dos se envolvieron orgullosos en la bandera española tras ganar medallas olímpicas en Tokio para su país, para nuestro país.

Esa bandera de la España mestiza y viva que nuestros atletas han exhibido en los juegos olímpicos ha mostrado al mundo entero la verdadera cara de una tierra próspera y tolerante. La cara plural y multicultural donde los malos rollos solo tienen cabida en mentes crispadas y nostálgicas que se obstinan, sin conseguirlo, en prostituir los símbolos que nos representan a todos.

En materia de racismo, el franquismo dejó serias secuelas en pueblos y ciudades de este país, los gitanos estaban demonizados y hasta los andaluces, gallegos o extremeños que se marchaban a trabajar a regiones más industrializadas percibían el estigma de la discriminación en los lugares a cuya prosperidad estaban contribuyendo.

No ha mejorado la cosa con la irrupción de la ultraderecha en el panorama político. Estamos en la prehistoria de la asimilación de una realidad multicultural que no tiene marcha atrás por mucho que xenófobos e intolerantes de medio pelo se empeñen en ello. Por mucho que los inmigrantes parezcan invisibles en los mismos sitios donde son imprescindibles.

Por eso lo que ha ocurrido en Tokio 2020 tiene a mi entender tanta importancia. Además de imprescindibles, ya no son invisibles. Si en los invernaderos del Poniente almeriense por ejemplo, levantáramos por un momento los plásticos que cubren las cosechas de tomates, pimientos, calabacines y sandías, descubriríamos más de ochenta mil personas de piel oscura sudando a mares a diario. Seres humanos que para los fascistas no solo son invisibles, sino explotables e ignorables en el momento en que dejan de ser útiles.

En efecto, cuando, exhaustos, acaban la jornada laboral por la que, en el mejor de los casos, cobran cincuenta euros, magrebíes y subsaharianos toman sus bicicletas y desaparecen. No hacen vida social en Roquetas, Vícar, El Ejido o La Mojonera. No se les ve en los bares, ni en ningún centro de ocio. Solo en los Centro de Salud cuando están enfermos o en el Mercadona cuando acuden a comprar provisiones.

Hace ya unos treinta años que empezaron a llegar y seguimos viviendo de espaldas. Sin darnos cuenta que empiezan a tener hijos que van al cole, niños que ya sí se relacionan con los de aquí de toda la vida, niños que se hacen grandes y van a la universidad y al gimnasio. Niños que ya son adultos y que ganan medallas en Tokio. Niños que a su vez ya tienen niños…

Esto es lo que han dejado en evidencia los Juegos Olímpicos de Tokio, que no hay marcha atrás, por mucho retrógrado de banderita en la muñeca que se resista. Los nuevos españoles serán abogados, médicos, peritos o ingenieros técnicos agrícolas y conformarán una sociedad mestiza y moderna que trabajará por un futuro mejor en la tierra donde crecieron.

En los censos de los principales municipios del Poniente almeriense figuran inscritos ciudadanos de más de cien nacionalidades distintas. Los partidos políticos no han aprendido aún a digerirlo. Los del PP han sobrevivido hasta ahora intentando maquillar su racismo congénito como mejor han podido para que no se les escaparan las alcaldías, y las izquierdas exhiben una escandalosa carencia de reflejos a la hora de poner en marcha proyectos de integración para un futuro multicultural.

A veces dan la impresión de que no acaban de creerse que los inmigrantes vinieron para quedarse, que será aquí donde ellos y sus descendientes echarán raíces. Y si algún partido sabe ver el beneficio que todo esto supone para el futuro de nuestro país, no se percibe que actúe en consecuencia. Por eso Vox les come la tostada, pero por eso también los momentos mágicos que hemos vivido en Tokio estos días pueden contribuir a que quienes deben tomar nota de una vez, se pongan a ello.

La España que viene es mestiza y multicultural, es una España de Peleteiros y Zapatas. Qué bonito altavoz el de Tokio para que saquen conclusiones quienes aún manifiestan dudas a la hora de combatir el racismo y la xenofobia de la ultraderecha con la mayor de las firmezas.

J.T.