miércoles, 28 de noviembre de 2012

Carta a Ana García, reportera gráfica a quien la policía le robó 24 horas de vida por hacer su trabajo


Una vez, Ana, te dediqué un texto en el que hablaba de ti. Un texto sobre ti para ti. Personal e intransferible. ¿Recuerdas? Lo tuviste pegado durante un tiempo en el interior de tu taquilla en el cuarto de cámaras. Como era para ti y estrictamente tuyo no guardé copia de aquel folio y medio en el que te contaba a ti cómo creo yo que eres tú.

Muchas de las cosas que allí dije tienen desde el pasado sábado 24, cuando te detuvieron y te obligaron a dormir en comisaría, más vigencia que nunca. Solo a una persona con esa sangre en las venas que tú tienes, Ana, solo a una persona con la determinación que tú le pones a tu trabajo, solo a una persona entregada en cuerpo y alma a lo que hace, solo a una persona que sabe como pocas a tu edad lo que es luchar a brazo partido con la vida para salir adelante... solo a una persona como tú podía pasarle lo que te ha pasado a ti y tomártelo como te lo has tomado.

No entienden que no se les tenga miedo, no soportan que alguien tenga tan claro como tú lo tienes que el trabajo está por encima de todo, incluida la posibilidad de que algún histérico con porra no soporte esa actitud y te acabe metiendo en el trullo como te ocurrió a ti cuando grababas para la Sexta la intervención policial contra los ocupantes de una casa en la sevillana calle Lumbreras.

Te imagino ante la policía como tú eres, resuelta y sin amilanarte en absoluto, negándote a entregar el resultado de tu trabajo, defendiendo tu cámara y tu dignidad como defiendes cada parcela de tu vida. Te imagino como gato panza arriba y, a pesar del disgusto que te has tenido que llevar, no puedo menos que sentirme orgulloso de ser tu amigo, de haber sido tu compañero y de que me hayas aguantado como jefe y como plumilla coñazo en tantas y tantas coberturas y viajes como hicimos juntos en aquellos tiempos, todavía no tan lejanos, de CNN+.

A la hora de detener a un profesional de la información durante una actuación policial, no han podido escoger peor ni el momento ni la persona. Cuando Salomé, Alberto, tú y yo abrimos la primera versión de este blog, no podíamos imaginar que "las carga el diablo" acabara convirtiéndose en un título tan premonitorio .

Escribiré sobre tu "aventura" del sábado más tranquilamente, querida Ana, cuando pase un tiempo y podamos analizarlo con perspectiva. Hoy solo quiero dejar constancia aquí de que, cuando decidieron robarte 24 horas de libertad, desempolvaron una manera de actuar que ya creíamos olvidada en nuestro país y que me hace temer lo peor de aquí en adelante a la hora de desarrollar nuestro trabajo.

Sé que a ti esto te da más fuerzas aún para dejarte, como siempre, la piel en tu próxima cobertura. A mí, además de para darte un montón de abrazos, también me sirve para ponerme las pilas, para seguir en la brecha con más ganas de pelea que nunca.

Si pasan cosas así yo tengo que continuar estando ahí. A tu lado y junto a todos los compis que, como tú, sabemos que dejar constancia testimonial de lo que ocurre es la esencia de nuestro oficio. Por eso nos sacrificamos, malvivimos y malcobramos. Pero nos volvemos siempre a casa con una satisfacción que solo entienden los que, como te escribí en aquel texto que tuviste pegado un tiempo en tu taquilla, son de la misma madera de la que tú estás hecha.

J.T.

domingo, 4 de noviembre de 2012

En menos de cinco años al panorama mediático no lo va a reconocer ni la madre que lo parió

Uno de los últimos ejemplares en papel impreso de la revista  
"Newsweek", 
tras 80 años de excelente periodismo. 

El demoledor tsunami bajo el que intentan sobrevivir en estos momentos los medios de comunicación es de tal calibre que me atrevo a pronosticar que en menos de cinco años al panorama mediático, no ya en nuestro país sino en el mundo entero, no lo va a reconocer ni la madre que lo parió.

La emblemática revista "Newsweek" ha anunciado oficialmente que cierra la edición de papel el próximo 31 de diciembre; centenares de rotativas en todo el mundo funcionan cada día que pasa a menos rendimiento; las imprentas rebajan sus tarifas y algunas venden ya a precio de saldo buena parte de su maquinaria. El mismísimo "País" parece sentenciado a desaparecer en papel según alguien asegura haberle oído decir a J. L. Cebrián... Los periódicos de provincias cada vez tienen menos páginas, menos subvenciones y menos esperanzas. Las radios pelean por la publicidad como nunca en su vida... El "streaming" ha puesto a temblar a cientos de perfeccionistas de la realización televisiva... Algunas redes sociales cuestionan claramente la efectividad de las agencias de noticias...

Las regulaciones de empleo y de salarios en los medios de comunicacón no tienen el mismo cariz que en otras industrias. Presagian la desaparición del modelo sin que esté claro cuál lo va a sustituir. 

Una cosa parece clara: ese modelo, sea cual sea, se desarrollará a través de la Red. ¿Cómo se renovará pues el profesional de la información, el periodista? ¿Cómo se materializará el reciclaje? ¿Cómo nos reinventaremos? ¿Cómo afrontar el ejercicio del periodismo? ¿Cómo y donde contar las historias? El componente añadido de influencia política y social que actualmente tienen los medios de comunicación tal y como los conocemos, ¿qué pasará con él?

Me parece una tarea sumamente estimulante trabajar para buscar, y tratar de encontrar, respuestas a estas cuestiones.

De momento no sé vosotros, pero yo no sé muy bien por dónde hay que tirar. Eso sí, estoy seguro de una cosa: el periodista que se empeñe en oponer resistencia, quien se quiera aferrar a continuar haciendo las cosas como hasta ahora se han venido haciendo será un periodista -profesionalmente hablando y más pronto que tarde- irremisiblemente muerto.

J.T.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Por qué mi amigo Mariano, cámara de televisión, siempre tiene el móvil encendido


Mi amigo Mariano siempre tiene el móvil encendido. Cuando le llaman para una cobertura procura buscar un ángulo diferente al de los demás para sus imágenes. Sabe que de su mirada distinta, original y arriesgada depende que le vuelvan a llamar. La cámara de televisión es suya. Hace un par de meses se la robaron y el seguro también era suyo. Cobra a tanto la pieza mi amigo Mariano. Nunca le falta una sonrisa. Es gentil, detallista y siempre tiene una frase amable a mano. Por eso las chicas lo adoran. Aunque tampoco le falta carácter cuando tiene que pegar un puñetazo encima de la mesa y decir aquí estoy yo,.

En los años que lleva en esta guerra Mariano se ha convertido en un verdadero maestro en el arte de oír, ver y callar. Su prudencia es su supervivencia. Hace como que no oye cuando está de guardia en los juzgados esperando a que un imputado o un detenido termine de declarar y dan las tres. Hace como que no oye cuando el cámara de televisión española, o el de canal sur, o el de efe empieza a quejarse porque no le llega el relevo.

A Mariano nunca le llega el relevo. Dobla jornadas, come bocatas a salto de mata, conduce cientos de kilómetros... pasan los días, los meses y los años y ve prejubilarse a unos y darse de baja a otros. Mariano hace como que no ve cuando los cámaras a los que de vez en cuando sustituye porque tienen días de libranza acumulados se colocan a su lado en  un canutazo oliendo a colonia cara y con ropa de temporada recién comprada. Lo de Mariano es ropa de saldo pura, porque hay que pagar el seguro de autónomo, la letra del coche, la del trípode, la del ordenador para editar y mandar... Tiene que pagar esas letras mientras él espera a cobrar a 90, 120, 180 días facturas en muchos casos de 100 tristes euros.

Nunca le vi un gesto torcido hacia ninguno de sus compañeros "pata negra" y siempre le vi ayudar a quienes, en peores condiciones aún que él, aceptan un sábado o un domingo que telecinco o cuatro los contrate por 50 euros toda la jornada y poniendo ellos el coche y hasta la gasolina.

Son los cámaras que no tienen tiempo de indignarse ni posibilidades de reivindicar nada. Tampoco Mariano. Eligieron un trabajo que les gustaba y andan metidos en una vorágine en la que no sacan para vivir, pero sueñan con algún día poder hacerlo. De momento, se conforman con presumir en casa de haberle hecho un total a un ministro o la llegada del Barsa al hotel de concentración. Todo un honor... que no le pagan. Eso en el mejor de los casos porque por lo general lo que les toca es pringar cuando hay que cubrir una inundación o un incendio.

No tienen sindicatos que les defiendan, ni derechos consolidados, ni saben lo que es una libranza ni cobrar una hora extra. Mucho menos una paga extraordinaria. Por eso ahora, cuando a todas las puertas están empezando a llamar las vacas flacas, a Mariano y a muchos de sus compañeros nada les viene de nuevas porque llevan toda su vida instalados en la estricta lucha por la supervivencia.

Y tienen tanta clase que ahora, cuando aquellos que por hacer el mismo trabajo que ellos cobran el doble y libran por cada festivo trabajado ven llegar sobre sus cabezas la marabunta de los recortes, ni Mariano ni el resto de los que están en sus condiciones o peor les recuerdan a los "pata negra" nada de lo que yo estoy diciendo aquí. Cuando los privilegiados ven amenazados sus privilegios y piden ayuda a colegios y asociaciones varias Mariano, y tantos otros colegas como él miran, escuchan, sonríen, y esperan a que amaine el temporal. Han visto muchos. Este parece más grave. Pero no deja de ser uno más. Las guardias las seguirán haciendo ellos. Sin perder la sonrisa, seguirán atendiendo el móvil a todas horas, yendo a donde los de plantilla se nieguen a ir, trabajando a deshora, comiendo mal, robándole horas al sueño y conduciendo cansados. Facturando 50 ó 100 miserables euros a 90, 120, y hasta a 180 días.

J.T.