Pocas ciudades, os lo aseguro, rezuman más vida que El Ejido. En ebullición permanente, rugen las subastas en las alhóndigas y braman los camiones frigoríficos que a centenares salen disparados a diario camino de Alemania o Dinamarca cargados de frutas u hortalizas.
Semillas de calabacín
Semillas de pimiento
Cultivo hidropónico. Las plantas crecen sin tocar la tierra
Y todo manejado por jóvenes de preparación media cuyos padres, muchos de ellos analfabetos, decidieron hace cuarenta años tirarse a la piscina y dejarse la piel intentando sacarle partido a estas tierras antes que irse a Cataluña o Alemania a buscarse la vida.
La posterior integración de los inmigrantes en todo este entramado está siendo muy pero que muy complicada. Pero os aseguro que en El Ejido todo junto se percibe como un hermoso reto con muchas asignaturas aún por aprobar, una apuesta que no se podía dejar escapar.
Juan Callejón
Así lo entendió Juan Callejón, alcalde de El Ejido entre 1979 y 1991, que apostó por literalmente regar la zona de colegios e institutos. Fundó también una ahora ya prestigiosa escuela de música, construyó polideportivos, promovió un festival de teatro que pronto se convirtió en puntero y que está mundialmente reconocido...
Los ejidenses, gente interesantísima os lo aseguro, siguen apostando por la vida y la prosperidad al margen de quien esté al frente del gobierno municipal. ¡Se parece tanto el sentimiento de una gran parte de sus ciudadanos a lo que nos pasaba a muchos en toda España durante la época de Aznar, o a la desazón planetaria que tanta gente del mundo entero sentía en los años de Bush!
A pesar de todos los pesares El Ejido, la buena gente de El Ejido, ha sabido continuar creciendo. Y lo que El Ejido ha de llegar a ser, creedme, sólo está todavía empezando.
Yo pienso volver a vivir allí otra buena temporada cuando encarte. Porque a mí me gusta estar rodeado de gente a la que le gusta tirar palante en la vida. Me gusta que me contagien su energía, sus ganas de luchar y de sacarle al día a día todo el jugo posible aunque sea una putada que el impuesto revolucionario haya de pasar por cargar con el estigma de haber tenido a un alcalde en la trena.
J.T.
Bueeeno... No quito ápice a tu entrañable entrada, querido Tal Vez, pero como en todo, haberlo haylo de todo en la viña del Señor...
ResponderEliminarPero tú sabes como yo, querida compañera, que la moda es arrear estopa a los ejidenses sin distinguir entre quien gobierna y los gobernados. Hay muchos ciudadanos del Ejido preocupados, por no decir que avergonzados, desde hace tiempo por tener un alcalde así
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