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jueves, 6 de noviembre de 2014

Alfonso Guerra y sus cincuenta años cotizados


Me parece perfecto que Alfonso Guerra, en lugar de dedicarse al lucrativo deporte de las puertas giratorias, al que tan aficionados han sido y son muchos de sus antiguos compañeros, haya decidido permanecer en el Congreso como diputado hasta poco antes de cumplir ¡setenta y cinco años!, que será su edad cuando llegue el próximo 31 de mayo.

Me parecerá estupendo que al recibo de la presente se encuentre bien de salud, y celebro además que mantenga en forma tanto su ingenio como su viperina lengua, que tanto divirtió a tiros y troyanos antes, durante y después de esa Transición ahora tan cuestionada y vituperada por tanto perroflauta e incluso yayoflauta desagradecido.

Hubo un tiempo, un largo tiempo, en el que Alfonso Guerra y chascarrillo eran sinónimos. Dales caña Alfonso, le gritaban sus incondicionales apenas le veían aparecer en un atril o en una tarima. Ahora que anuncia su adiós definitivo (veremos), en su despedida no podía faltar alguna que otra perla cultivada como la que transcribo a continuación, soltada con su habitual desparpajo y no menor desahogo:

- Yo es que llevo ya cincuenta años cotizados

¿Y eso es malo o bueno, señor Guerra? ¿Cómo cree usted que le habrá sentado ese comentario a los 140.000 jóvenes que solo en los dos últimos años se tuvieron que marchar de este país, y que dan por perdida la posibilidad de jubilarse y cobrar pensión alguna vez en su vida? Y al camarero, al profesor o al operario contratado por horas, con altas y bajas a diario, con más hojas rellenas ya en sus informes de vida laboral que usted en toda su vida, ¿cómo cree que se le habrá quedado el cuerpo tras escucharle?

Me gustaría saber también cómo se han tomado su comentario tantos profesionales (médicos, catedráticos, militares, investigadores…) que fueron obligados a dejar la actividad en la flor de su vida, cuando todavía tenían mucho que aportar a la ciencia, a la medicina o a cualquier otra disciplina donde la experiencia suele ser un valor añadido. Ciudadanos que no pudieron llegar a los cincuenta años de vida laboral sencillamente porque se les impidió. A los sesenta y cinco, máximo setenta, quedaron fuera de juego.

Claro que hubo otros muchos, cientos de miles, a los que se les truncó mucho antessu trayectoria profesional. Reconversión, eres, o jubilación anticipada fueron conceptos que empezaron a ponerse de moda en este país cuando nos gobernaba el ejecutivo del que Guerra era vicepresidente. Las plazas de los pueblos empezaron a llenarse de cincuentones reestructurados cuya única ocupación para el resto de sus días iba a ser la petanca o el carajillo.

imageHubo quienes quisieron y pudieron reinventarse, sobre todo aquellos que contaban con más formación, pero hubo otros muchos que nunca consiguieron rehacer su vida laboral y que vegetaban y continúan vegetando por nuestras calles esperando la muerte mientras escuchan en la tele al otrora cañero mayor del reino presumir de sus cincuenta años cotizados.

Que se jubila, dice Alfonso Guerra. Veremos. Demomento se cura en salud anunciando que continuará al frente de la Fundación Pablo Iglesias. Pablo Iglesias el suyo, porque al
Pablo Iglesias que ahora ocupa portadas en los periódicos se
supone que Temas, la revista cuyo consejo de redacción preside Guerra, continuará poniéndolo de vuelta y media como acaba de hacer en su número de noviembre.

Con su anunciado adiós tras 37 años gastados por sus pasillos, el todavía diputado más antiguo del Congreso, incrementa así la nómina de insignes que este 2014 dicen adiós a la primera fila de la política nacional. Cincuenta años de vida laboral. Y sin haber recurrido, de momento, a ninguna puerta giratoria. La verdad es que tiene su mérito.

J.T.

miércoles, 15 de enero de 2014

Planes de pensiones en oferta para cincuentones incautos ¡Llame ya!


“Estimado ciudadano mayor de cincuenta años: 

Ponemos en su conocimiento que con lo que lleva usted cotizado en su vida, a menos que espabile y suscriba un fondo de pensiones cuanto antes -privado, por supuesto-, el día en que se jubile cobrará una mierda de pensión. Así que usted verá, o se pone las pilas, se pasa por su banco amigo y se deja engañar una vez más o, si luego acaba muriéndose de asco antes de morirse de verdad, no diga que no le hemos avisado. 

Conclusión: haga el favor de no dormirse en los laureles y ¡llame ya! Llame a Bankia, por ejemplo, o a Novagalicia, o a cualquiera de esas honestas entidades financieras graciosamente rescatadas con préstamos europeos que devolveremos… con sus impuestos y sus ahorros. 

¡Llame ya! Las pobres entidades bancarias continúan necesitando dinero fresco para acabar de tapar el descomunal socavón financiero en el que nos sumieron durante años con prácticas especulativas que nos han llevado a la ruina. 

¡Llame ya! Entre irse de vacaciones y ahorrar para un fondo de pensiones, no lo dude: fondo de pensiones ¿Invertir? Ya lo harán los bancos por usted con ese dinero que, no sea desconfiado, se alegrará de recuperar en su vejez. ¿Cómo? ¿que no le llega para eso? ¿que está usted en paro? ¿que tiene un trabajo basura? No sé, no sé, ¿no será que se conforma con poco, que no piensa lo suficiente en el futuro? 

¿Cómo? ¿que sí que tienen trabajo, usted y su pareja, pero que entre los dos sueldos que entran en casa se las ven y se las desean para llegar a fin de mes porque han de pagar la hipoteca de un piso que ahora vale la tercera parte que cuando lo compraron? No sea usted alarmista, hombre. No vaya de víctima. Alquílelo y trasládese a otro más pequeño, más barato y más lejos de donde tiene su vida y su trabajo. También puede venderlo, así se libera de la hipoteca y vive de alquiler. ¿Qué dice, que menuda faena? ¿Y por qué no lo pensó usted antes? ¿Ve cómo teníamos razón cuando le decíamos que estaba usted viviendo por encima de sus posibilidades? 

¿Por qué se cree que hemos decidido mandarle ese estudio con una proyección de la mísera jubilación que le puede quedar al paso que va? Pues porque nos preocupamos por usted y queremos que tenga una vejez tranquila… si suscribe un plan de pensiones privado, claro está. ¿Sus hijos? ¡Ah!, pero ¿no están ya en el extranjero buscándose la vida? ¿a qué esperan? 

Lo hacemos por su bien, de verdad. Esto empieza a ir un poco mejor, créanos, pero para que vaya todo lo bien que queremos que vaya es preciso que la gente como usted deje de quejarse, trabaje más horas por menos dinero, ahorre y se abra un fondo de pensiones cuanto antes. Así que ya sabe. No sea tonto y… ¡Llame ya!”

(Traducción al castellano de la carta que la ministra de Empleo y Seguridad Social proyecta enviar durante 2014 a los mayores de 50 años anunciándoles el importe de la pensión que cobrarán cuando se jubilen. Eso siempre que mantengan sus bases de cotización actuales y bajo la atrevida hipótesis de que consigan tener trabajo hasta los 67 años…. si no cambian la ley y retrasan, aún más, la edad de jubilación)

Por la traducción
J.T.

sábado, 3 de agosto de 2013

El FMI no quiere que seamos ni siquiera mileuristas


Christine Lagarde, todavía presidenta del Fondo Monetario Internacional

Cuando hace ya cinco largos años que explotan todas las burbujas, todas las pompas y todas las circunstancias, cuando estamos en un momento en que no vemos el final de la cuesta abajo y cuando cada día que pasa acaba siendo mejor que el siguiente...el término "mileurista", en cambio, adquiere más valor a medida que transcurre el tiempo.

Un mileurista en 2005 era alguien que se planteaba prosperar. Un mileurista en 2013 es casi un privilegiado.

En el entorno en el que me muevo (vecindad, amigos, familia...) ocho de cada diez personas de las que conozco no llegan a los mil euros limpios al mes de ingresos. Maldita la falta que me hacen las encuestas, maldita la necesidad que tengo de que cada mes me vengan con los datos del paro y de la dichosa epa...

Me basto yo solo para comprobar cuántos de mis allegados se mueven entre contratos por horas, fijezas discontinuas de ocho-diez meses al año por 800 euros al mes como mucho; contratos renovados por la misma empresa, pero con un tiempo de paro en medio, lo que significa que eso les genera enormes sablazos en la declaración de la renta...

Eso los que consiguen trabajar, porque me trato también con gente de mi edad a la que se le ha acabado el paro y ahora amenazan con birlarle el salario social y obligarlos a jubilarse con una pensión esquelética; con camareros que trabajan 14 horas al día con contratos de media jornada... eso cuando tienen contrato; con jóvenes a los que les pagan 500 euros por jornada laboral completa y disponibilidad los fines de semana pero eso sí, si se dan de alta de autónomos y pagan ellos, claro está, todos los gastos. Y con mucha gente inactiva. Mucha gente con demasiado tiempo libre para comerse el coco...

No, no vivo en un barrio marginal ni me relaciono precisamente con gente cuya preparación sea escasa. También, en la particular encuesta que me proporciona mi entorno vital, dos de cada diez de las personas que conozco cobran más de mil euros. Incluso hay algunos que rebasan los dos mil... ¡guau! Buena parte de ellos son funcionarios (profesores, médicos, empleados de la administración pública...) y todos están más cabreados que una mona porque haciendo cuentas globales, cobran entre el veinticinco y el treinta por ciento menos que hace cinco años, sumado a lo que les ha supuesto de merma el aumento del coste de la vida.

Porque esa es otra, los precios siguen subiendo. Así que tenemos: presión por la esquina de los precios, presión por la de los salarios... y el común de los mortales atrapados ahí en medio. Haciendo frente a cuotas hipotecarias de tiempos de las vacas gordas, comprobando cómo tras haber tirado por la alcantarilla cien mil euros de un piso de trescientos mil ahora ni siquiera le dan por él los ciento cincuenta mil que todavía le quedan de hipoteca: hipotecas en muchos casos de más de mil euros mensuales para gente que a día de hoy sería capaz de matar por conseguir ganarlos.

Que esto no reviente es un verdadero milagro. La mínima dignidad con la que vivíamos hace ocho años (que no por encima de nuestra posibilidades, bellacos) ya empieza a ser una quimera. Vamos rebajando expectativas y amoldándonos a la circunstancias con una serenidad hasta sospechosa.

- Manda cojones, Juan, me decía el otro día un buen amigo, que estamos ganando ahora la mitad o menos de lo que ganábamos hace diez años. La putada es que quienes hacen ese dictamen, aún pueden llorar con un ojo. Porque conocemos a gente que está... pero que mucho peor. Basta con ir los jueves por la mañana a la plaza de alguno de los pueblos por donde me muevo habitualmente y ver cómo van creciendo, semana a semana, las colas de gente que acude a Cáritas en busca de alimentos.

Y "estando en éstas", va y viene el Fondo Monetario Internacional y nos suelta, sin anestesia, que hay que rebajarse los sueldos el diez por ciento si queremos levantar cabeza... ¡en 2018!

Facinerosos todos: voy a contar hasta mil para no llenar la página de improperios, invectivas y vituperios varios. Solo os diré una cosa: estáis tensando tantísimo la cuerda que llegará el día, no os quepa la menor duda en que vuestra osadía, vuestra sensación de impunidad y vuestra desvergüenza, por pura lógica, acabarán recibiendo su merecido. La avaricia termina siempre por romper el saco.

J.T.


viernes, 15 de marzo de 2013

El gobierno del pp penaliza a los mayores de 55 años

Cuando éramos niños en mi casa solo había pan con sobrasada para desayunar. De merienda, como mucho, una onza de chocolate. No teníamos cuarto de baño cuando nací. No sabíamos lo que era el butano ni la lavadora. Comprábamos barras de hielo que troceábamos para que la comida no se echara a perder y la bebida no estuviera caliente. Mi ropa era en un buen porcentaje lo que heredaba de mis primos mayores.

A los diez años gané mis primeras pesetas como recadero en la farmacia del pueblo durante el verano y desde los 14 trabajé regularmente todas las vacaciones de mi vida. Estudié con becas, los veranos de la universidad los pasé en Mallorca, en Menorca, en Amberes... ahorrando para pagarme los estudios y poder mandar también dinero a casa.

Mi primera hipoteca la pagué al 18 por ciento de interés y cuando me separé me quedé sin casa, pasé pensión y tuve que empezar de nuevo. Conseguí un trabajo que me gustaba menos que el que tenía, pero en el que me pagaban más; volví a separarme por segunda vez bastantes años después, de nuevo fuera de casa, otra vez pensión... No pasa nada, ya me desquitaré cuando llegue a los sesenta, pensaba, confiando en los años cotizados, recordando cómo habían sido los últimos años de mi padre, los mejores de su vida, y en la cobertura social de la que aún dispone mi madre a los 85 años.

He llegado a los sesenta y... qué ocurre ahora? Pues que el gobierno de mi país ha decidido que los de mi edad somos sospechosos de ser vagos, de querer aprovecharnos del sistema, de no querer dar un palo al agua y ha decidido restringirnos derechos y posibilidades hasta ahora vigentes. Derechos cuya desaparición nos mantiene como tristes trapecistas de la vida, en la cuerda floja Y practicando peligrosísimos equilibrios.

Desde pequeños, siempre en el filo de la navaja y sin verle el final al cuento. Mis hijas y mis amigos saben que no solo no me importa trabajar todo lo que sea necesario sino que suelo disfrutar con ello. Pero reclamo mi derecho, porque hasta este viernes ha sido un derecho, a empezar a levantar pedal y a no ser tratado por ello como sospechoso, que es lo que ha hecho el gobierno del PP con el decreto aprobado este viernes en el consejo de ministros. Un decreto al que han tenido la cara dura de ponerle como título "Medidas para favorecer la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad y promover el envejecimiento activo". Encima, recochineo. Si no me crees, pincha en este link.

No es mi estilo quejarme, no es mi intención que este desahogo parezca un alegato victimista. No solo no me asustan las dificultades sino que me crezco ante ellas, pero es que ¡manda cojones!

Definitivamente, la generación a la que pertenezco es una generación de pringaos.

J.T.