sábado, 24 de abril de 2021

El PP roba hasta las palabras

Siempre han sabido que son menos, pero consiguen gobernar porque no se andan con remilgos: no conocen la vergüenza, la mentira es su instrumento de trabajo y su objetivo mantener privilegios que no están dispuestos a compartir. La religión les da igual pero la usan porque funciona como eficaz instrumento de represión, igual que utilizan en su beneficio el miedo de los pobres a plantar cara o a perder lo poco que tienen. Igual que se apropian de la palabra “libertad”.

Esto es Madrid, esto viene siendo Madrid desde hace veintiséis años y esta es la dinámica que la izquierda tiene la obligación de romper. En la derecha son menos y, además, mentirosos, altaneros, malencarados, muchos de ellos ladrones, pero gobiernan.

Isabel Díaz Ayuso, candidata a continuar presidiendo la Comunidad de Madrid, representa al partido de la corrupción. No lo olviden, por favor.

Representa al partido condenado por corrupción tras una sentencia de la Audiencia Nacional que le costó perder una moción de censura. El que, ayudó a establecer –según palabras textuales del fallo judicial, “un sistema genuino y efectivo de corrupción institucional a través de la manipulación de la contratación pública central, autonómica y local.”

Ayuso es la sucesora, por favor, no lo olviden, de Cristina Cifuentes, Esperanza Aguirre, Ignacio González, Francisco Granados… Enumerar sus fechorías es más propio de una tesis doctoral que de un artículo. Compruébenlo ustedes mismos: escriban en google cualquiera de esos nombres seguido de la palabra corrupción y les aseguro que tienen lectura suficiente para el fin de semana.

Ayuso representa al partido donde dos presidentes de gobierno y muchos de sus ministros niegan evidencias flagrantes como ser ellos quienes figuran en determinados apuntes contables de quien fuera el tesorero de su formación y no se les cae la cara de vergüenza al mentir. Quizás por ello muchos han declarado “on line” con la mascarilla puesta a pesar de estar en su casa solos frente al ordenador. No lo olviden el día 4, por favor.

Sí, estamos hablando de los máximos responsables del partido donde se rompían a martillazos ordenadores con información comprometida.

El partido con numerosos miembros del staff condenados por prevaricaciones, malversaciones y robos varios, con presidentes de autonomías, alcaldes y presidentes de la diputación en la cárcel, y hasta vicepresidentes de gobierno que, como Rodrigo Rato tras ser condenado, se vieron obligados a reconocer sus fechorías y pedir perdón a las puertas de la prisión.

El partido que hacía obras en su sede con dinero B

El que, si se terciaba, era capaz de robar hasta el cemento con el que se construían puentes mucho menos seguros que los que construyeron los romanos hace dos mil años largos.

El partido que montó un operativo para robar documentos de su ex tesorero mientras este estaba en la cárcel. Documentos comprometedores sobre la financiación irregular de las campañas electorales del PP en Madrid y apuntes relacionados con la tesorería nacional del partido.

El partido que aceptó donaciones de grandes empresas de este país e incluso de delincuentes como Laureano Oubiña, según declaraciones del propio narcotraficante.

El partido que en su día pagó a dos diputados socialistas llamados Tamayo y Sáez, provocando así un terremoto en la Comunidad de Madrid y propiciando el advenimiento de Esperanza Aguirre.

El mismo partido que ahora ha vuelto a repetir ese tipo de jugada en Murcia, con mayor desahogo y descaro aún que entonces, comprando a diputados de Ciudadanos para evitar perder una moción de censura a su presidente regional.

Ese partido es el que representa Isabel Díaz Ayuso, candidata a continuar en la presidencia de la Comunidad de Madrid tras las elecciones del próximo 4 de mayo y quien, con el mayor desahogo y sin ningún rubor, se apropia para hacer campaña de términos como “libertad”, una palabra que, por mucho que se empeñen, no conseguirán profanar.

Pasear la palabra “libertad" en autobuses y atriles por toda la región madrileña es una violación del término en toda regla y del respeto que los verdaderos demócratas le tenemos a una idea por la que tantas personas en tantos sitios dieron la vida luchando contra la opresión, los abusos, la injusticia y la violencia de gobiernos autoritarios y asesinos.

Ayuso está haciendo una campaña fea y frentista, al tiempo que sus aliados ultras traspasan líneas rojas en las plazas y en los carteles sin que parezca importarle incurrir en presuntos delitos de odio y alteración de la convivencia. No, no puede valer todo por mucha campaña electoral en la que estemos. No se les puede consentir que revienten debates como el de este viernes en la cadena Ser, hay que protestar contra ello con la mayor firmeza posible porque el terreno que cedamos ahora en esa línea, en la medida en que vaya pasando más tiempo, más trabajo costará recuperarlo.

Esas gentes de izquierdas que se ríen cuando ven a Ayuso todo el día con la palabra Libertad en la boca hacen mal en minimizar la importancia de agresiones de este tipo. Porque de eso se trata, de una agresión en toda regla. Una más en la colección de chulerías y despropósitos que llevamos dos años oyendo y soportando sin que nadie se decida a dar la voz de alarma.

¿Cómo se puede entender que tras robar a manos llenas y mentir descaradamente cada vez que te pillan, aquellos mismos a quienes humillas acudan luego en masa a votarte? ¿Por qué no usamos este 4de Mayo para darle la vuelta a eso?

Parece mentira que a estas alturas, el Madrid de Valle Inclán y de Pérez Galdós siga estando ahí: “En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. Se premia todo lo malo”, decía uno de los sepultureros que aparecen en “Luces de Bohemia”.

"Tendremos que esperar como mínimo cien años más para que en este tiempo, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente", decía Pérez Galdós hace más de cien años. Pues no, don Benito, parece que de momento no ha habido suerte. A ver si esta vez…..

J.T.

lunes, 19 de abril de 2021

Ayuso NO es libertad



Libertad no es mentir
Libertad no es robar
Libertad no es crispar
Libertad no es dividir
Libertad no es irresponsabilidad 
Libertad no es aprovechar la pandemia para hacer política 
Libertad no es oponerse por sistema 
Libertad no es manipular a costa de la salud 
Libertad no es sembrar confusión
Libertad no es propagar las tesis de los negacionistas 
Libertad no es bajar impuestos a los ricos 
Libertad no es gobernar con los intolerantes y nostálgicos del franquismo 
Libertad no es gobernar para los privilegiados 
Libertad no es ignorar y humillar a los más desfavorecidos 
Libertad no es despreciar al extranjero 
Libertad no es fomentar la desigualdad 
Libertad no es manipular la información 
Libertad no es blanquear al emérito inviolable 
Libertad no es querer cargarse Telemadrid 
Libertad no es potenciar las finanzas de según qué medio para que hagan propaganda gratis 
Libertad no es negarle la libertad a los que no piensan como tú 

Libertad es todo lo contrario de lo que el Partido Popular representa 
Libertad es subir el salario mínimo 
Libertad es la igualdad de oportunidades
Libertad es que haya pensiones dignas
Libertad es llegar a pactos con empresarios y sindicatos que beneficien a quienes trabajan por un salario 
Libertad es que exista el Salario Mínimo Vital 
Libertad es aprobar la ley de protección a la Infancia 
Libertad es pelear con instrumentos legales para conseguir acabar con la violencia de género 
Libertad es aprobar la ley de Eutanasia 
Libertad es no tener que preocuparte por el dinero si enfermas 
Libertad es que tus hijos dispongan de la mejor educación tengas o no tengas dinero para pagarla 
Libertad es dinero para la dependencia 
Libertad es ver sonreír a los que casi nunca sonríen 
Libertad es perderles el miedo a quienes han estado acostumbrados a poner sus botas encima de tu cabeza 
Libertad es que eso ya no pueda pasar 
Libertad es luchar contra la corrupción
Libertad es todo lo contrario a lo que representan Aznar, Abascal, Ayuso o Monasterio 
Libertad es que un partido como el PP no mantenga entre sus militantes a tanto delincuente como acabó germinando en sus filas 
Libertad es alejarse de Vox 
Libertad es que quienes buscan respeto y consideración por parte de sus representantes políticos dejen solo de percibir mal rollo entre ellos 
Libertad es que no te metan miedo en los programas de la tele 
Libertad es ser feliz y que te dejen de gaitas 
Libertad es poder vacunarse en paz 
 
Libertad es todo lo que usted no es, señora Ayuso. 
Algún día se arrepentirá de haberse atrevido a usar en vano un término tan sagrado, diría yo, como la palabra libertad 
Libertad es librarse de usted y de todo lo que representa 

Si la libertad bien entendida de cada cual ha de acabar donde empieza la de los demás, usted se ha convertido en una OKUPA emocional invadiendo la parte que corresponde a quienes desaprueban sus maneras y no les gusta su talante, ni tampoco sus palabras. Menos aún sus hechos 
Déjenos en paz, señora Ayuso 
Déjenos ser libres 
Y sáquese de una vez de la boca una palabra tan hermosa. 
¡LIBERTAD! 

 
J.T.

domingo, 18 de abril de 2021

La ultraderecha no ganará en Madrid


Desde el día en que Pablo Iglesias anunció que se presentaba a la presidencia de la Comunidad de Madrid, la derecha y la ultraderecha no se han repuesto aún de la indigestión. Si pensaban que su presencia en la política derivaría en el consabido apego a los cargos se llevaron un buen chasco el día que renunció a la vicepresidencia del gobierno. 

Desde que Podemos apareció en el horizonte hace siete años con Iglesias como cabeza visible, lo que más preocupó a sus adversarios fue la solvencia intelectual de buena parte de sus promotores. A esa capacidad Pablo añadía otra: su disposición para dar siempre la cara, sabiendo de antemano que harían todo lo posible por partírsela en mil pedazos. De momento no han podido, aunque tanto él como prácticamente todos los responsables de Podemos llevan siete años resistiendo envites y embates del más grueso calibre.  

No solo no han conseguido ahogarlos, sino que a día de hoy cuentan con cuatro ministerios y una vicepresidencia en el actual Gobierno de coalición. La marcha de Iglesias de esa vicepresidencia y su apuesta como candidato madrileño desconcertó a sus adversarios y también sorprendió a sus afines. Solo él sabe por qué se la juega hasta tal punto, pero parece evidente que los efectos de la apuesta se notan. Ayuso ha incrementado su porcentaje de desafueros y toda la ultraderecha está que trina con sus altavoces mediáticos, que cada vez asustan a menos gente por mucho que chillen y mientan. Llevan tanto tiempo pasándose tantos pueblos… que ya no cuela. 

En la primavera del 19, tras el permiso de paternidad, el regreso de Iglesias a los ruedos se tradujo inmediatamente en un aumento de las expectativas de voto para Unidas Podemos en las elecciones generales de Junio. Los resultados las confirmaron. El siguiente episodio fue ese mismo verano, cuando Sánchez intentó usarlo como excusa para no pactar argumentando que no dormiría por las noches con él de vicepresidente. No pasa nada, me hago a un lado, replicó Iglesias inmediatamente. El órdago dejó en evidencia a Sánchez que optó por unas nuevas elecciones cuyo resultado le obligó a aceptar el pacto de coalición que hasta entonces había intentado rehuir. 

Ahora, en las elecciones madrileñas del 4 de mayo, Iglesias vuelve a la carga contra todo tipo de circunstancias y predicciones adversas. En los cuarteles generales de sus adversarios políticos pasan las noches sin dormir reorientando estrategias porque ninguna parece surtirles efecto. No pueden con Unidas Podemos ni con su líder, por mucho que injurien o arremetan contra vestimentas o maneras de ser.  

Nunca lo reconocerán, pero tienen miedo, de ahí la resistencia a celebrar debates electorales. Al final no les ha quedado otra y han tenido que dar su brazo a torcer. Los inmisericordes ataques que Unidas Podemos recibe a diario demuestran que en la derecha y la ultraderecha están muy nerviosos. Quienes pensaron que la campaña madrileña iba a ser un paseo militar, nunca mejor dicho lo de militar, han descubierto que esta se ha convertido en un serio desafío, en un reto que les ha obligado a ponerse las pilas mucho más de lo que jamás hubieran imaginado.  

Madrid se les va a escapar por fin a los fascistas quienes, para intentar evitarlo, están recurriendo a todo tipo de métodos, morales o no, legítimos o no y lo más grave, a mancillar el término “libertad” que en sus labios y en sus pancartas rechina con tintes pornográficos cada vez que lo pronuncian o lo escriben. 

Tienen la derecha y la ultraderecha madrileñas sobrados motivos para temer por su futuro porque el trabajo del equipo de la candidatura de Unidas Podemos es como los pasos del elefante, lento pero rotundo. Todo eso la gente lo detecta y sus adversarios políticos lo saben por mucho que se empeñen en esconder los sondeos adversos. Porque les están siendo adversos.  

Como afirma Yolanda Díaz Unidas Podemos, con Iglesias a la cabeza, rompió esquemas, acabó con el bipartidismo y conseguirá cambiar la historia de nuestro país. Ahora toca Madrid. Así que a ganarles en las urnas. A por ellos, que son pocos y cobardes.  

J.T.

sábado, 17 de abril de 2021

Manifiesto contra los tibios


Últimamente me preocupan más según qué gentes de izquierdas que, de tan políticamente correctas, acaban siendo más de derechas que los de derechas. Intentaré explicarme: en la sociedad machista de los ochenta, con los socialistas recién llegados al poder, muchos de sus votantes no tardamos en percatarnos de que habíamos sido timados. Habían ganado por mayoría absoluta, contaban con el apoyo de millones de personas ilusionadas con ver desaparecer la maldición de tantos años de derecha, pero enseguida pudimos comprobar que eran mucho menos de izquierdas de lo que en principio parecían.

Felipe González ganó las elecciones del 82 porque nos engañó, aunque muchos tardaran años en advertirlo. Se dieron todas la circunstancias para que les pusiéramos el poder en bandeja y se dispusieran a desmantelar más derechos sociales que prebendas franquistas. Cuando esto resultó ya del todo evidente fue al final de la primera legislatura, la noche en que el presidente apareció en televisión, pocos días antes del referéndum OTAN, para chantajearnos sin rubor alguno. O votan que sí a nuestra entrada en la Alianza Atlántica, o ahí les dejo. Pues vete, pensamos muchos, pero se ve que no los suficientes.

Al apostar por el acabamos respaldando lo que hacían y lo que continuarían haciendo: cambiar sus vidas a mejor mucho antes que las del resto de la ciudadanía, por mucho que modernizaran la sanidad, construyeran carreteras y nos hicieran creer que estaban cambiando la educación mientras aumentaban las prebendas de la iglesia católica. Cambiaron de casa, coche y compañera. “Las tres ces”, lo llamábamos. Escandalosa metamorfosis que encabezaron Guerra, Boyer, González, Bono, Solchaga y demás dinosaurios que a día de hoy aún continúan sacando la patita de vez en cuando para dificultar la pelea por los derechos laborales y sociales que aún quedan pendientes.

Socialistas diez o quince años más jóvenes que ellos, que ahora cuentan entre los sesenta y los setenta años, continúan aún partiendo el bacalao en muchas instituciones. Son estos quienes intentan a día de hoy perpetuar ese legado. La cantera de socialistas jóvenes es escasa así que, en el caso de que Pedro Sánchez se propusiera sacarse de encima a tanto vestigio del viejo aparato, cosa que tampoco está tan clara, la escasez de recambios se lo impide. Por lo general son gentes que odian a Unidas Podemos desde que nació, que gustan de los mejores vinos en los mejores restaurantes, que se codean con lo mejor de cada empresa, de cada banco…

Rozando la edad de la jubilación, adoptan los modos y maneras de sus ya octogenarios precursores. Dispuestos a pactar con el PP todo lo que haga falta, andan lamentando por las esquinas que el fracaso de Ciudadanos les impida contar con ellos. Algunos lo lloran más incluso que los propios militantes y antiguos simpatizantes del partido naranja. Así son esos socialistas que reclaman ser reconocidos de izquierdas al tiempo que aplauden a rabiar cuando El País llama a Pablo Iglesias desleal o insensato sin escrúpulos a Pedro Sánchez.

Por eso cuesta tanto que las cosas se muevan como imaginábamos que podría hacerse cuando en enero del 20 se conformó el Gobierno de coalición, por eso cuesta tanto avanzar en la reforma laboral, en la ley mordaza, en el salario mínimo, en las pensiones, en la reforma del poder judicial. Porque en el fondo, dentro de las propias filas socialistas, existe un buen porcentaje que está contento con esa lentitud y sueña con el día en que el Gobierno de coalición salte por los aires.

Así fue desde el minuto uno de la pandemia, así fue a la hora de los presupuestos, cuando dentro del PSOE se demonizaba el apoyo de ERC y Bildu casi más que desde las filas del Partido Popular. Están dentro y ejercen el poder al viejo estilo, con los modos y maneras de sus papaítos ahora jubilados, sin disimular lo mucho que les molesta el matrimonio de conveniencia con Unidas Podemos.

Seguirán intentando quitárselos de encima sin darse cuenta que Podemos no es Ciudadanos, que lo que los ha llevado al gobierno y a conseguir mejoras que los socialistas solos nunca hubieran promovido es que parten de una tradición política muy potente, de unas ideas que costaron la vida a muchos de quienes lucharon por defenderlas. Ahí está la clave, en que Podemos es la propia voz de la conciencia de quienes se dicen socialistas sin serlo en absoluto.

Hay cosas en España que tenían que haberse cambiado en los ochenta, que desde entonces se van dejando de un día para otro y ahí estamos, manteniendo privilegios y costumbres que debían haber desaparecido, como mucho, el mismo día en que firmamos la entrada en Europa, en el verano de 1985. Llevan 36 años procastinando con la coartada de preguntar qué dice la ley, aplicarlo e ir posponiendo cambios prometidos en cada campaña electoral y nunca cumplidos.

Pues no, queridos socialistas acomodaticios, no se trata de preguntar qué dice la ley, sino de ponerse a cambiar las cosas de una vez. Y los cambios básicos se resumen en dos, menos desigualdad y menos injusticia. Fácil, ¿verdad? Pues parece que no hay manera.

J.T.

viernes, 16 de abril de 2021

4M. Manifiesto en apoyo del voto a la izquierda progresista

Si estás de acuerdo con el contenido del manifiesto reproducido a continuación y quieres adherirte, en el enlace https://espacio-publico.com/ahora-si ,al acabar la lectura, hay una pestaña a la izquierda que dice “únete al manifiesto”. Púlsala. Una vez pulsada, sólo queda rellenar los datos del formulario y enviarlo.


Ahora sí

Las libertades están en juego. El 4M viene a brindar una oportunidad única para la izquierda progresista que no podemos dejar pasar. 

Esta vez sí es posible conseguir que la derecha, y la ultraderecha, salgan del poder en la Comunidad de Madrid después de 26 infernales años de atentados contra los derechos y la dignidad de la mayoría ciudadana. 

Nos jugamos parar esto ya o, de lo contrario, aceptar que el trabajo depredador de la ultraderecha aumente, sea más grave cada día que pase y el retroceso histórico puede convertirse en una pesadilla en toda regla. 

Que la izquierda progresista consiga gobernar a partir del próximo 4 de mayo significa cortar en seco el avance del fascismo en nuestro país y poder trabajar por un Madrid sin exclusión social, sin machismo ni xenofobia. Un Madrid que avance en derechos sociales, políticos, económicos y culturales. 

Un gobierno madrileño de izquierdas será la mejor noticia no solo para esta Comunidad sino para el futuro de todos los pueblos de España por muchos años. 

Repetimos: esta vez es más posible que nunca. Sería imperdonable que dejáramos pasar la oportunidad. Así que todos a votar izquierda progresista el martes 4 de mayo. Nos jugamos la democracia y la libertad. 

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Manifiesto redactado a petición del Foro Espacio Público para promover y alentar el voto a la izquierda progresista en las elecciones autonómicas madrileñas del 4 de mayo de 2021. Gracias por firmar y apoyar.








Periodismo precario, información sectaria


Quien tenga estómago para ello, puede consultar en algunos de los libros escritos por Pedro J. Ramírez a lo largo de su vida cómo se jacta de haber sido mentor y tutor de Aznar antes que este llegara al poder. Luis María Anson, en cuya densa trayectoria profesional figuran la presidencia de la Agencia Efe o la dirección de ABC, poseía ya un amplio currículum de conspirador cuando encabezó con Pedro Jota y Camilo José Cela en Marbella el verano de 1994 la fundación de AEPI (Asociación de Periodistas Independientes), un grupo de comunicadores beligerante con la situación política de aquellos años que acabó siendo conocido como el sindicato del crimen. 

Dada su falta de respeto a la libertad de expresión, los sucesivos gobiernos de Felipe González habían ido acumulando méritos suficientes durante los años “socialistas” para acabar enfadando seriamente a un amplio porcentaje de miembros de la profesión periodística. Comunicadores con indiscutible poder e influencia en distintos medios no pudieron disimular su frustración cuando, en las elecciones de 1993, el Partido Popular no consiguió llegar al poder tras cuatro intentos consecutivos fallidos. Fue entonces cuando surgió la idea de fundar la AEPI, una iniciativa que acabó reuniendo a escritores y periodistas que, por uno u otro motivo, parecían tener cuentas pendientes con el PSOE (José Luis Balbín, Pablo Sebastián, José Luis Martín Prieto, José María García, Antonio Herrero, Federico Jiménez Losantos, José Luis Gutiérrez…) Este fue el germen del momento periodístico tan canalla que casi treinta años después vivimos en nuestro país. 

El pretexto esgrimido para el nacimiento de aquella asociación fue que había que regenerar el sistema. En su declaración de intenciones, denunciaban "el daño a la libertad de expresión que causan el Gobierno y los grupos de presión afines". La fórmula empleada para conseguir sus objetivos fue elevar la crítica y aumentar los niveles de crispación, ¿les suena? Nombro a según qué gerifaltes de entonces, pero la lista de periodistas con aspiraciones suele engordar, y mucho, a medida que repasas los escalafones y las nóminas de asesores ministeriales y tertulianos radiofónicos o televisivos. Esto en cuanto a los medios privados porque, como se sabe, los nombramientos de los responsables de los medios públicos son designaciones políticas que, cuando han recaído -escasas veces- en profesionales teóricamente neutrales, han derivado en convulsos episodios con desenlaces traumáticos. Como sin duda ocurre en la mayoría de oficios, en el mundo del periodismo hormiguea una fauna muy variada en la que coexisten quienes entienden la profesión como una manera de ser útil y mejorar las cosas, y quienes no tienen reparo alguno en utilizarla como trampolín para prosperar en la vida. 

El carácter de escaparate que posee la profesión periodística y las posibilidades de relacionarse que brindan permiten que los carentes de escrúpulos la usen como palanca para dar el salto al mundo de la política, los negocios o las relaciones públicas. En los cargos intermedios de las empresas informativas, buena parte de quienes alguna vez fueron ardientes defensores de la libertad de expresión se convierten, apenas acceden a uno de esos puestos, en celosos represores de los profesionales que quedan a sus órdenes. Nunca entendí la falta de compañerismo ni la actitud de esos especímenes cuyo empeño consiste en subir a costa de machacar a sus compañeros, y sostengo que hay ciertas cosas que un periodista no debería hacer nunca. No entiendo a quienes tratan a sus colegas como rivales, ni a quienes niegan un teléfono, un dato o un contacto a un compañero, ni al que hace suyas las guerras entre empresas. Un periodista no debe aspirar a que la empresa para la que trabaja le agradezca o valore su esfuerzo, y tampoco es bueno que pierda la perspectiva creyéndose que pertenece al círculo político, económico o cultural en el que se mueve. Por mucho que le guste su oficio, quizás debiera no despistarse y recordar siempre que se trata solo de un trabajo. Y, por lo general, mal pagado. 

Los poderosos, que tienden a creerse inexpugnables, no dan crédito cuando ven publicados aquellos asuntos que les conciernen y que ellos creían estar manejando con discreción. ¿Cómo se han podido enterar?, es lo primero que se preguntan. Acto seguido, desconcertados unas veces, indignados otras, deciden contraatacar pero ¿contra quién actúan? ¿contra la persona que les ha sido desleal y ha filtrado sus tejemanejes? ¿contra sus asesores? No. Resulta más práctico intentar intimidar al mensajero para que detenga la publicación de aquello que les perjudica, u optar por la querella judicial si no tienen suerte con sus presiones. Siembran así la duda sobre lo publicado y, de paso, intimidan al autor de la información no grata con la amenaza de obligarle a afrontar un contencioso.  

En el caso de los grandes rotativos españoles, hablar de prensa libre es prácticamente una quimera. Las primeras páginas de los periódicos no se elaboran con criterios profesionales. No es verdad que el tema de apertura por el que se apuesta en las primeras páginas sea el que más interesa a los ciudadanos. No es verdad que se piense en el lector antes que en la empresa a la que perteneces cuando la elaboras. No hay director en sus cabales que se atreva a abrir con el escándalo de una empresa que inserta publicidad en su periódico, por mucha documentación solvente de la que disponga. Si esto funciona así en las empresas periodísticas privadas, lo que ocurre en las públicas es, como cabe imaginarse, mucho más descorazonador. Mil veces que lo repitamos serán pocas: los políticos no quieren medios de comunicación plurales porque no creen en ellos, lo que buscan son órganos de propaganda, instrumentos útiles para impartir doctrina. Les molesta la libertad de expresión, abominan de las opiniones libres y ni entienden ni quieren la crítica. De ahí su obsesión por influir o mandar en periódicos, radios y televisiones donde, dicho sea de paso, la mayoría de sus profesionales trabajan en condiciones precarias. Por otra parte la solidaridad entre los profesionales de la información nunca fue excesiva, por mucho que el tufillo corporativista del oficio pueda despistarnos.  

Tiempo atrás, cuando los periodistas hubieran podido tener fuerza para reclamar unidos ventajas de tipo laboral, casi nunca lo hicieron, así que ahora que las condiciones de trabajo de cualquier joven que se incorpora a un medio dejan mucho que desear porque los contratos son efímeros, inciertos y precarios, resulta más impensable aún que el criterio profesional pueda imponerse al empresarial en el trabajo periodístico. Si el dueño de una empresa de autobuses se empeña en que sus conductores circulen por la autopista en sentido contrario, a ninguno de ellos se le ocurriría cumplir esa orden, pero en periodismo nos ordenan cosas así y las hacemos. Tenemos más miedo a quedarnos sin trabajo que a jugarnos nuestro prestigio profesional.  

Los medios no pueden sobrevivir si no se venden ejemplares o no cuentan con audiencia, es verdad, pero siendo la información un bien necesario e imprescindible, habrían de ser los medios públicos quienes garantizaran a los ciudadanos esa información servida sin adjetivos y sin enfoques manipuladores. Está demostrado que el criterio de la rentabilidad y de la audiencia a toda costa no desemboca precisamente en contenidos dotados del mínimo carácter de utilidad o servicio. El periodista ha de aprender a convivir con esa incómoda sensación que produce que alguien te haga llegar recados cuando no le gusta lo que has publicado, tiene que estar dispuesto a pagar el precio de la represalia, a reinventarse muchas veces en su vida y a correr el riesgo de que, en un momento dado, no existan publicaciones dispuestas a atreverse a difundir el resultado de sus investigaciones. 

El papel de los medios en según qué conjuras y el comportamiento que en ellas mantienen algunos profesionales del periodismo, por no hablar de cómo actúan ciertos tertulianos, pide a gritos la existencia urgente de un tribunal ético. En Gran Bretaña, George Monbiot, periodista de The Guardian, fue condenado en el 2013 a tres años de trabajo social por retuitear una calumnia. Afirmó que Alistair McAlpine, político conservador, había abusado sexualmente una docena de veces de un joven en los años setenta. La emisión de un documental sobre el mismo falso asunto en la BBC acabó costándole el puesto a su director, y a la cadena le supuso una multa de 185.000 libras . Otro mundo. 

J.T.

Escrito para "Espacio Público"

sábado, 10 de abril de 2021

El huevo de la serpiente

Como el huevo de la serpiente, la amenaza fascista siempre la hemos tenido ahí aunque no le hiciéramos caso, pero lo sabíamos. Tras la muerte de Franco siguió ahí con Arias Navarro, con la matanza de Atocha, con los guerrilleros de Cristo Rey sembrando el pánico en el Rastro madrileño cada domingo… El único alivio era que en el Congreso solo tenían un representante: un exaltado notario llamado Blas Piñar. Manuel Fraga y sus seis primeros socios en Alianza Popular pusieron la bases para absorberlos, al fin y al cabo eran hermanos de leche, y cuando la UCD desapareció, se las ingenió para ir integrándolos poco a poco hasta conseguir que lo votaran a él tanto nostálgicos del franquismo como católicos, apostólicos, romanos y herederos varios de las prebendas de la dictadura.

Cuando fracasó el golpe de Estado del 23F y llegaron las elecciones en octubre del 82, Fraga se aplicó en la recolección hasta el punto de multiplicar por cinco sus votantes, obtener más de cien diputados y convertirse así en flamante jefe de la oposición al gobierno de Felipe González. A partir del 89 Aznar amplió el espectro y continuó albergando en su seno a cualquier desaprensivo que pululara por ahí con veleidades fascistas. Así, el huevo de la serpiente pasó décadas hibernando entre sotanas, togas y uniformes, a pesar de que los socialistas le mantuvieron prácticamente todas sus privilegios a las castas supervivientes del franquismo. Modernizaron el ejército (un poquito), les dejaron la enseñanza y el adoctrinamiento religioso, que incluso contribuyeron a potenciar, y apenas metieron mano en el mundo de los tribunales.

El huevo de la serpiente estaba ahí, transparente, para que lo pudiera ver todo el que tuviera ojos en la cara. Unos se lo tomaban a broma, otros optábamos por no dramatizar y tendíamos a quitarle importancia, quizás porque pensábamos que iban de farol y que total, el PP le estaba haciendo a la democracia el favor de tenerlos controlados ¡Qué ingenuidad! Los franquistas y filonazis españoles, ellos y sus herederos, votaban PP mientras poco a poco lo iban colonizando. A sus pechos crecieron cachorros que habían mamado los modos y maneras que la dictadura dejó en nuestra vida cotidiana: la mujer con la pata quebrada y en casa, los homosexuales eran maricones y se utilizaba el término como insulto, los profesionales del humor llenaban la salas donde ridiculizaban a mariquitas, gangosos y minusválidos, estaba bien visto hablar mal de los gitanos, de los negros, llamar moros a los marroquíes o a los argelinos en plan despectivo…

Es verdad que existía otra España emergente, cada año más numerosa, que no tenía nada que ver con quienes se empeñaban en mirar solo por el retrovisor pero a tenor de los acontecimientos, parece claro que no hicimos suficientemente bien los deberes porque en los colegios se seguía predicando la intolerancia en nombre de la fe, en los cuarteles se continuaba demonizando a las izquierdas y en la judicatura encontraban en el terrorismo la coartada perfecta para mantener sus hábitos reaccionarios. Con el tiempo, aunque con desesperante lentitud y gracias a nuestra incorporación a Europa, el país se iba modernizando pero el huevo de la serpiente estaba ahí, en los armarios donde se guardaban los uniformes de la falange, en las homilías de curas y obispos que bramaban los domingos desde los púlpitos contra el aborto, el divorcio, el matrimonio homosexual...

Eran dos maneras de entender la vida completamente antagónicas, pero conseguíamos convivir más o menos en paz y que los años fueran pasando sin que la sangre llegara al río. A medida que en el Congreso de los Diputados se iban aprobando leyes que nos ponían en sintonía con el resto de Europa parecía que la derecha se civilizaba, pero era mentira. Hubo incluso un tiempo en el llegamos a jactarnos de que, mientras la ultraderecha había empezado a ocupar escaños en varios parlamentos europeos, en cambio en España éramos tan guais que habíamos conseguido sortear el peligro. Hasta que saltó la chispa y el huevo de la serpiente se abrió. Y empezó la pesadilla.

La crisis económica del 2008, la sentencia del Tribunal Constitucional modificando el Estatuto de Catalunya en 2010 y la victoria de Rajoy en 2011 lo complicaron todo. Dentro del Partido Popular surgieron serias discrepancias y un joven vasco apellidado Abascal, criado a los pechos de Esperanza Aguirre, dio el paso en 2013 y fundó un partido a la derecha de los populares. En el registro quedó bautizado como Vox, se presentaron a las elecciones europeas en 2014 con Aleix Vidal-Quadras, en su día también miembro del Partido Popular, y no obtuvieron escaño de puro milagro, pero ya habían puesto la primera piedra.

Como sobre el papel habían fracasado, continuamos ninguneándolos (sus antiguos colegas despreciándolos) mientras ellos iban ganando terreno y adeptos en proporción geométrica. El bipartidismo estaba acabándose, a la izquierda del PSOE, Podemos ganaba posiciones en los sondeos, los poderes fácticos se inventaban Ciudadanos, en Catalunya se complicaban las cosas… Total, que andábamos tan entretenidos que cuando vinimos a darnos cuenta la serpiente, ya fuera del huevo, no tardó en llenar de las plazas de toros de hooligans y los balcones de banderas de España. La confusión del momento les permitió jugar con los símbolos nacionales como si fueran patrimonio exclusivo de ellos y en diciembre del 18 dieron el primer aldabonazo: 12 diputados en el parlamento de Andalucía, donde empezaron a condicionar la gobernabilidad con imposiciones claramente en contra de los derechos humanos.

El resto es historia conocida, y al igual que ocurrió en la Alemania nazi y en la Italia de Mussolini, en ayuntamientos y autonomías empezó a votarlos mucha más gente de la que jamás hubiéramos podido imaginar hasta rematar con 52 puestos en el Congreso de los Diputados en noviembre del 19.

Asentados ya, empezaron a cambiar nombres de calles, destrozar versos a martillazos, arremeter contra las políticas de igualdad de género, la inmigración… El siguiente paso lo están dando sus cachorros y sus múltiples marcas blancas profanando murales feministas y estatuas de demócratas que fueron víctimas del golpe de estado del 36. A cara descubierta acosan, levantan el brazo mientras cantan el Cara al Sol, sabotean sedes LGTBI y de Unidas Podemos, colocan a sus puertas artefactos incendiarios y organizan presuntos mítines, como el de Vallecas el pasado miércoles, que son pura provocación.

No queda más remedio que dar la voz de alarma. Una voz de alarma firme y serena, pero alarma, porque si seguimos por el camino que vamos no nos espera nada bueno, máxime si hasta la candidata por el otrora moderado PP anda por las televisiones proclamando sin rubor que si te llaman fascista, estás en el lado bueno. ¡¡¡Alarmaa!!!

Muchos de los sepulcros blanqueados que ahora se rasgan las vestiduras haciéndose los escandalizados por esta deriva fascista son responsables directos de la situación en que nos encontramos. Lo que está ocurriendo en algunos países europeos no presagia nada bueno. Quien piense que aquí somos diferentes, que estamos blindados, que es una fiebre que acabará bajando se equivoca. A menos que utilicemos las elecciones madrileñas como una oportunidad única para frenarlos en seco.

Frenar a los filonazis en la Comunidad de Madrid, conseguir un gobierno de izquierdas y hacer que el PP se arrepienta de haber apostado por una deriva ultraderechista se ha convertido en la única posibilidad de parar el fascismo. Han llegado demasiado lejos, a pesar de que todo el tiempo estuvimos viendo crecer la serpiente dentro del huevo sin hacerle caso. Todavía puede ser peor, todavía hay más huevos pendientes de abrirse, ¿de verdad que no los vemos? ¿Lo vamos a consentir?

J.T.

jueves, 8 de abril de 2021

Ayuso se niega a debatir en Telemadrid

El problema de Telemadrid es que lo está haciendo bien. Por eso Ayuso odia a sus directivos. Por eso no quiere debatir en la televisión donde sería lógico que lo hiciera. Pero claro, Telemadrid está haciendo una información decente contra el pronóstico de muchos agoreros, ofreciendo una programación aceptable desde criterios estrictamente profesionales, no son nada sumisos y tampoco se pliegan a los deseos de la presidenta madrileña y su tóxica cohorte. Quizás sea esa la razón por la que Ayuso ni siquiera ha pisado hasta ahora las instalaciones de la tele autonómica desde que es presidenta. Si aceptara debatir allí, sería la primera vez que lo hiciera. 

El oprobio se comenta por sí solo: la presidenta de una Comunidad Autónoma que cuenta con televisión pública propia ningunea esa televisión, rechaza su existencia y busca otros caminos para la puesta en escena de un debate al que teme más que a una vara verde. En realidad lo que ella quisiera es que el dichoso debate no tuviera lugar, porque sabe que existen muchas posibilidades de que la acaben poniendo en evidencia. Seguro que se revuelve bien, pero conociendo su estilo pendenciero, faltón y provocador, mucho me temo que, se celebre donde se celebre, no va a ser precisamente una discusión sosegada, instructiva, clarificadora para los votantes ni basada en programas e ideas. Hace dos meses, los candidatos a las elecciones catalanas intervinieron en tres debates organizados, por este orden, por TVE, A3media y Tv3 respectivamente. Otro mundo.

Si por Ayuso y su entorno fuera, acabarían con el problema en un plis plas: no hay debate, y punto pelota. Si acaba plegándose a que al menos se celebre uno, será porque no le quedan más narices y siempre que tenga lugar lo más pronto posible, el 20 de abril, para que la jornada electoral quede bien lejos y al personal le de tiempo a olvidarse del ridículo que sin duda teme hacer.

Al margen del miedo que tanto ella como su equipo tienen en el cuerpo, lo verdaderamente llamativo es el ultraje a su propia televisión pública, no me cansaré de decirlo. Y todo porque el equipo directivo fue nombrado por la Asamblea de Madrid antes de que ella llegara y ha de aguantarse sin poder cargárselo alrededor de un par de años más. Conociendo la oferta que la dirección de Telemadrid ha puesto sobre la mesa para encargarse de organizar y retransmitir el debate, aún se entiende menos la negativa de Ayuso: el medio autonómico correría con todos los gastos de organización a cargo de su presupuesto ordinario, y se ocuparía de hacer llegar la señal gratis a todos aquellos medios audiovisuales que pudieran estar interesados en difundirla.

Pues bien, nada de eso le parece bien a la buena señora: el debate quiere que lo organice la Academia de Televisión ¿Por qué? Porque es de “interés nacional” y así el acontecimiento tendrá “un mayor empaque”, palabras textuales. Traducción al castellano: porque le da la gana, ¿pasa algo? Y a tragar todo el mundo: candidatos, partidos políticos, el resto de televisiones interesadas y la propia Telemadrid que ve cómo, con este tipo de humillaciones, se pone en cuestión su papel institucional, que es fundamentalmente la razón de existir que tiene una televisión pública.

Un par de apuntes para terminar: Uno, el trabajo de quienes hacen Telemadrid viene siendo reconocido de un tiempo a esta parte por los índices de audiencia, cuyo crecimiento es lento, pero gradual y constante; dos, el maltrato a su propia televisión pública se convierte en un punto más a sumar al enorme memorial de agravios que Ayuso lleva cometidos contra los madrileños desde que llegó al poder. Ofender a la televisión pública es ofender a la ciudadanía. Claro que bien mirado, más nos ofendería aún si consiguiera manejar la televisión como a ella le gustaría.

J.T.

Publicado en "La Última Hora"



martes, 6 de abril de 2021

Vacunas. La generación perdida


Tener ahora mismo en España entre 66 y 79 años es ser doble “grupo de riesgo”. Por un lado, por tener ya una edad de abueletes, aunque muchos de los que estamos en esa franja nos resistamos a admitirlo, y por otra porque llevamos unos días, aunque ahora ya parece que se empieza a arreglar la cosa, en una especie de limbo donde resulta difícil predecir cuándo vamos a tener la suerte de ser vacunados, de recibir ese pinchacito mágico que nos quite parte de la neura que se instaló en nuestras vidas hace ya un año bien largo.

A los de la Enciclopedia Álvarez no nos pilló la guerra, pero sí los primeros años de posguerra, años de paperas, varicela, sarampión, de purgas antigérmenes una vez al mes con agua de carabaña o aceite de ricino… Lo que no podíamos imaginar es que décadas más tarde nos quedaba la pandemia para rematar la faena, colocados ahora en tierra de nadie hasta que acaben de vacunar a los mayores de 80 porque la dichosa AstraZeneca no es de fiar para gente como nosotros, así que mejor colocársela a los que tienen de 65 hacia abajo. El caso es que, sea por la razón que sea, quienes nacimos en España entre 1941 y 1955 vivimos estos días con un estado de ánimo que, al menos a mí, me recuerda al de la mili, o al de los internados de aquellos años sesenta.

Por entonces, cuando comenzaba el curso o llegábamos al cuartel, sabíamos que nos quedaba tanto tiempo de mal rollo por delante que ni nos planteábamos amargarnos. Ignorábamos la desgracia y procurábamos sobrevivir entre gamberradas e indisciplinas. Pero la cosa cambiaba cuando quedaban escasas fechas para que terminara la pesadilla. Los últimos días de curso, los últimos días de mili, no se acababan nunca. Eran eternos, interminables y claro, te desesperabas justo cuando más desaconsejable era meter la pata.

¿Cuánto falta para que nos vacunen? ¿Seis, siete semanas, dos meses? En algunas autonomías han empezado ya con los de 79, 78… Según el presidente del gobierno, en junio estaremos vacunados por dos veces seguro, porque para finales del verano está previsto que haya 33 millones de inmunizados en nuestro país. De hecho esta semana han llegado casi tres millones de dosis de una tacada. Lo comento con gente de mi quinta y andamos todos igual. Entre escépticos y acojonados. Está tan cerca el momento del pinchazo que no acaba de llegar nunca, como los últimos días de mili o de curso escolar. Y el miedo a meter la pata en la recta final nos lleva a adoptar más precauciones que nunca. Si antes nos lavábamos diez veces las manos al día, ahora son veinte. En mi caso, abuso mucho más del hidrogel, y en la calle doy enormes rodeos cuando veo en la distancia a alguien que empieza a acercarse “peligrosamente”. En el ascensor siempre solo, y en las escaleras mecánicas si puedo me quedo el último y empiezo a subir cuando quien me precede ha llegado ya al piso siguiente. ¿Abrazos? Pocos; ¿Besos? Ni me acuerdo.

Habiendo nacido en plena posguerra, crecido en la época más siniestra de la dictadura, y hasta aguantado misas y rosarios por un tubo (en la primera comunión apenas había regalos y la celebración era un chocolate y vas que te matas), esto de ahora la verdad es que está chupao. Durante nuestra etapa entre curas y militares había una frase que repetíamos cada noche al acostarnos cuando la cuenta atrás del curso se iba acabando: ¡¡Un día menos!!, gritábamos alborozados. Pues eso.

J.T.

Publicado en "Confidencial andaluz"

lunes, 5 de abril de 2021

Con la vivienda no se juega


Seguro que hay ministros socialistas cuyos hijos les cuentan en qué condiciones viven la mayoría de sus amigos, seguro que saben que apenas hay menores de treinta años, y hasta de cuarenta, que se puedan plantear independizarse definitivamente, o dejar de vivir en pisos compartidos, o irse a vivir con su pareja, tener hijos… Seguro que les cuentan el desfase entre lo que cobran y lo que les cuesta un piso… ¿la vivienda no es un derecho, papá? No, hijo, también es un bien de mercado, ¿se atreverán a decírselo?

Gobiernan, pero no mandan, y les molesta que los socios de coalición insistan en que se cumpla un acuerdo de legislatura que quizás se arrepientan de haber firmado. Los pactos están para no cumplirlos, llegó a decir un socialista, tan reconocido como cínico, que fue alcalde de Madrid. Como las promesas electorales, se hacen y luego se olvidan, pero en este caso tienen un socio de gobierno que no está dispuesto a que se salten los compromisos a la torera. Eso se acabó. Y ahí andan ellos, embozándose tras patéticos tecnicismos para continuar mareando la perdiz.

“Un control de alquileres radical disminuirá la oferta”
, afirmaba este martes en diario El País Pedro Saura, secretario de Estado de José Luis Ábalos y responsable directo de las políticas de vivienda. Luego continuaba explayándose en laberínticas disquisiciones de las que podían extraerse dos conclusiones: Una, va para largo mejorar la política de vivienda; dos, en el mejor de los casos lo que se pueda arañar tampoco será para tirar cohetes. Se han metido en un berenjenal y no saben cómo salvar la cara. Si gobernaran solos dirían a otra cosa mariposa y zanjarían el asunto, pero en coalición están obligados a pelear. Y no saben, o no pueden, o no quieren, vaya usted a saber.

El mismo día en que se publicaban estas declaraciones de Saura, 30 de marzo, el gobernador del Banco de España remataba la faena en el mismo periódico: “Limitar los precios es contraproducente”, proclamaba Pablo Hernández de Cos sin que se le cayera la cara de vergüenza, al tiempo que apuntaba la construcción de pisos para arrendar como única salida. Es decir, a esperar años y años mientras la población envejece y los grandes propietarios mantienen cientos, miles de viviendas vacías.

Acorralados como están, se les ocurre poner sobre la mesa otro timo de la estampita: incrementar los incentivos fiscales, algo que apenas repercute en el pequeño propietario y sin embargo beneficia descaradamente a los grandes “tenedores”, que manda narices también con el término. Pero vamos a ver, ¿tan complicado es regular los precios y propiciar el acceso a una generación, o dos, que se están quedando en tierra de nadie y facilitarle la vida a tantas personas que, en el mejor de los casos, necesitan más de la mitad de lo que ganan al mes para pagar un techo?

Ángel Gabilondo, candidato socialista a la presidencia de la Comunidad de Madrid, habla de empezar a construir viviendas públicas de alquiler asequible. “Empezar a construir”, ojo al parche, lo precisa porque sabe que en realidad de lo que se trata es de “empezar a estudiarlo”. Es decir, que ha de transcurrir una eternidad antes de que eso suceda. Y mientras tanto, los fondos buitre, con las viviendas cerradas para que los precios no bajen.

Es que es mejor la zanahoria que el palo, insiste el ministro Ábalos a pesar de que el Sindicato de Técnicos de Hacienda (GESTHA) ha hecho público que, en el caso de aquellos pequeños propietarios que tienen un piso o dos en alquiler, lo que ahorrarían pagando menos impuestos no compensaría lo que pierden si bajan el precio. Claro que no, porque esa propuesta no es para el jubilado que complementa la pensión con el alquiler de un piso en el que metió los ahorros de toda su vida, sino para los fondos buitre y los grandes bancos que ya se andan frotando las manos a la espera del nueve de mayo, cuando finalice el estado de alerta y se pongan de nuevo a desahuciar como locos.

En algún sitio tengo escrito que los socialistas le siguen profesando un miedo atroz a los fondos buitre, a los profesionales de la especulación, a los mayores tenedores de inmuebles, que son los bancos… Cuando llegan al poder, suelen exhibir una especial habilidad para formular sentencias con las que rebajar expectativas en todo lo que tiene que ver con el progreso social. Pero esta vez no gobiernan solos, sino merced a un pacto de coalición cuyo capítulo 2, punto 9, contiene 11 apartados dedicados a la vivienda en los que se pormenoriza el compromiso firmado para evitar cortapisas y facilitar el acceso sin ahogar a las familias con alquileres imposibles o hipotecas de por vida.

El acuerdo de gobierno existe y está firmado. Así es, por mucho que Carmen Calvo apele al “derecho a tener distintos puntos de vista”. Pues claro, señora vicepresidenta, si los puntos de vista fueran los mismos no habría hecho falta firmar nada. Los contratos se inventaron, entre otras cosas, porque no nos fiamos los unos de los otros. Y, como recordaba el viernes en el digital La Última Hora Javier Gil, portavoz del Sindicato de Inquilinas e Inquilinos de Madrid, “si el PSOE y Ábalos no sancionan a los grandes especuladores que acumulan vivienda vacía es porque están protegiendo sus intereses”.

J.T.

P.D. 
Artículo 47 de la Constitución Española
“Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.

Publicado en "La Última Hora"

sábado, 3 de abril de 2021

"Lawfare" a la española

Querido luchador contra el bipartidismo y contra la corrupción de la derecha en este país llamado España: si hace veinte años se te ocurrió pagar en negro cualquier chapuza en tu casa (un fontanero, un enchufe, una mano de pintura en el salón…), si incurriste en algún desliz de este tipo y por un momento se te ha pasado por la cabeza dedicarte ahora a la política, ándate con cuidado y piénsatelo bien.

De lo contrario, da igual que no te hayas saltado un semáforo nunca en tu vida, que todas tus declaraciones de la renta estén en regla, que tengas acreditado un comportamiento ejemplar como ciudadano… Si se te ocurre fichar por un partido que no sea de derechas, date por jodido, amigo. No te digo ya si se te ocurre despuntar un poco. Mentirán, te harán la vida imposible, buscarán trapos sucios hablando con tus vecinos, tus compañeros de instituto, tus antiguas parejas, los bares donde desayunas… y si no encuentran nada se lo inventarán. Pondrán a prueba cada día tu firmeza para continuar en el compromiso democrático haciendo todo lo posible por que te arrepientas de haberte propuesto trabajar para desenmascarar a los corruptos que durante lustros han estado robando a manos llenas en este país.

Insensato, pero ¿por qué no te quedas en casa y dejas que hagan la política los de siempre, los que están acostumbrados a mangonear a su antojo sin que intrusos como tú irrumpan en el escenario para tocarles las narices? Si se te ocurre denunciar injusticias, o pelear para mejorar la vida de los más desfavorecidos, te pondrán en el foco e irán a por ti hasta hacerte la vida imposible. Siempre habrá además un juez dispuesto a que te arrepientas de tu osadía. Te empurará a la mayor nimiedad y, como quien no quiere la cosa, le pasará información a cualquier periodista vendido de los muchos que hay en el mercado desde que parece que no existe otra manera de comer caliente que ofrecerse al mejor postor y prostituir así la razón última por la que existe el oficio de informar.

O lo que es peor: lo planearán juntos jueces, periodistas y políticos, hábito al parecer tan extendido por el mundo que ya cuenta con nombre y todo: lawfare, que significa “guerra jurídica”. El término se acuñó para referirse al ataque contra oponentes políticos utilizando indebidamente los procedimientos legales, otorgándoles así apariencia de legalidad.

Apenas se lo propongan, las pesquisas judiciales no tardarán en contar con el correspondiente vuelo en las primeras páginas de los medios conjurados, y a continuación las tertulias de radio y televisión recogerán el testigo… La máquina del fango no parará hasta conseguir que en los bares se te ponga a parir porque hay que ver la poca vergüenza que tuviste aquella vez que vino una persona a ayudarte en casa y no la diste de alta. Es mentira, pero da igual, porque te costará meses, si no años, demostrarlo, y mientras tanto el bulo continuará circulando y acaparando titulares hasta conseguir que sea apertura de informativos de radio y tele. Y hasta puede que algún niñato fascista te acose, te insulte y acabe haciendo pintadas o colocando artefactos explosivos a las puertas de la sede de la agrupación a la que perteneces.

¿A quién se le ocurre dedicarse a la política para cambiarla, hombre? ¿a quién se le ocurre creerse más listo que nadie? ¿Tú, interesado en mejorar la vida de la gente, pero quién te has creído que eres? Si tienes coche, duermes caliente y comes tres veces al día, ¡anda ya! ¿Tú preocupado por los demás? Tú lo que eres, es un antisistema que quieres cargarte la monarquía, el régimen del 78, en resumen un peligro público, un rojo peligroso, ¡viva Franco!

¿Acaso no te acuerdas de cuando pagaste en negro a aquel fontanero en el verano del 85? Tú sí que eres un delincuente y un corrupto, ¿cómo te atreves a darnos lecciones? ¿quieres cambiar el mundo y no cumples con tus obligaciones? ¿peleas contra el sistema y eres el primero que haces las mismas cosas que denuncias? ¿cómo es que tienes tanta cara, cómo te atreves a dar lecciones a los honrados ladrones de siempre? No nos vengas aquí ahora a querernos descubrir América, muchacho.

Déjate comprar y verás qué bien te van las cosas, continuarán insistiéndote. Y te advertirán de que, en caso contrario, acabarás como tantos profetas de tres al cuarto que han querido salvar el mundo y no han sido capaces de salvarse ni ellos. Vale, sí, está el caso de Lula en Brasil, admitirán, pero a ver, ¿quién le devuelve ahora los años de cárcel? Y por otra parte, ¿quién te asegura a ti que vas a tener tanta suerte como él?

Así que piénsatelo dos veces antes de meterte en política. De lo contrario, cuando te empiecen a llover palos procedentes de los cuatro puntos cardinales, no digas que no estabas avisado.

J.T.

jueves, 1 de abril de 2021

Telegrama para Miguel Ángel Aguilar












HORA 14

EL TELEGRAMA

Sintonía
Locutor: “El Telegrama, Miguel Ángel Aguilar.”
Entra grabación telefónica:

“José Antonio, el telegrama es para Miguel Ángel Aguilar. 
Señor tertuliano, ex director de periódicos, avezado polemista y envidiado propietario de una de las agendas de este país con más nombres y apellidos de rancio abolengo: la deriva emprendida por usted, tras años de reconocida práctica en la tarea de informar, las cada vez más frecuentes salidas de tono durante sus intervenciones públicas en radio y televisión, sus filias y sus fobias rayanas en el insulto permiten deducir a quienes tanto hemos admirado su buen trabajo durante décadas, su acreditado sentido del humor y su inteligente sarcasmo, que algo extraño le ocurre, algo serio que le impide seguir siendo quien era y que amenaza con dejar para la posteridad amarga memoria de usted si continúa empeñándose, como últimamente parece, en destrozar su prestigio a golpe de desvaríos, astracanadas, despropósitos y descorazonadoras invectivas. Cuídese. Igual tiene solución. Veremos.” 

Recoge José Antonio: “Miguel Ángel Aguilar, que mañana estará con nosotros...”


Por la transcripción:
J.T.
Publicado en redes el 1.4.21