viernes, 23 de octubre de 2015

333 historias de la Transición y 333 butacas del Ateneo

Tuvo algo de mágico la presentación del libro de Carlos Santos en el Ateneo madrileño. Un libro en el que el autor repasa, con su gancho habitual, "333 historias de la Transición", muchas de ellas inéditas hasta ahora. Un manual sin desperdicio para quien quiera entender muchas de las cosas que ocurrieron en aquellos años tan ponderados ahora por unos y tan cuestionados por otros.

Sea como sea, la presentación tuvo algo de mágico porque el libro de Carlos nos cuenta a muchos nuestra propia vida y nos refresca la memoria a la manera en que lo hacían los álbumes de fotos cuando existían los álbumes de fotos y no el alquiler de gigas en las nubes de internet. Muchas de las cosas que cuenta Carlos en "333 historias..." no es que las haya vivido yo: es que incluso las he protagonizado, porque mi querido amigo me ha hecho el honor de contar con mi memoria para confirmar algunas de las anécdotas que refiere en este libro coral con el que nos invita a cuestionarnos seriamente si nosotros, los de entonces, continuamos siendo los mismos o si, por el contrario, apenas quedan vestigios de quiénes éramos y cómo nos sentíamos.

Confieso que a mí, la puesta en escena de la presentación me removió muchas cosas, algunas porque las conocía y otras porque las había olvidado... pero también me reveló historias de las que nunca hasta ahora tuve ni remota noticia. Como ha de hacer todo lector que se precie con los libros de los amigos, compré "333 historias.." el mismo día en que llegó a las librerías y eso me permitió acudir a la presentación con las 454 páginas ya leídas, algunas incluso releídas. Carlos podía perfectamente, si hubiera querido, haberme puesto a prueba y tomarme la lección.

Pero no fue necesario. En el estrado lo arroparon Imelda Navajo, Forges, Manuel Campo Vidal, Fernando Reinlein y Alberto Ruiz Gallardón. Y en el repleto salón de actos del Ateneo madrileño nos encontrábamos un buen número de amigos y compañeros. Estaba mi querido José Antonio Gurriarán, también José María de Juana, Mercedes Jansa, Alicia G. Montano, Nieves Concostrina, Jesús Pozo, Fernando Palacios, Giorgina Cisquella...

A todos consiguió emocionarnos el muy tunante de Carlos, con una presentación trufada de piezas musicales que le sirvieron para ilustrar lo que nos contó sobre el libro y su elaboración, sobre lo que fueron unos años irrepetibles, sacralizados por unos y ahora demonizados por otros. Ni lo uno ni lo otro, creo yo. Quizás, con la perspectiva del tiempo y amortizadas sus virtudes, estemos todos ya en condiciones de ponernos de acuerdo sobre las carencias de aquella etapa, como por ejemplo la falta de protagonismo de la sociedad civil en la Transición y la urgente necesidad de jubilar la Constitución vigente. O los desaciertos a la hora de dibujar el mapa autonómico, o la dramática ausencia de mecanismos preventivos frente a la corrupción... O incluso, como el propio autor señala en el epílogo, sobre "la renuncia a depurar las Fuerzas de Seguridad y la Administración franquista, y el mantenimiento de núcleos de poder de la dictadura como elementos intocables del sistema".

Es bueno refrescar y analizar aquellos años y es bueno que libros como el de Carlos Santos contribuyan a hacerlo en los tiempos que corren. Sobre todo porque lo que se cuenta en sus páginas ocurrió. Absolutamente todo. Es bueno que quienes por edad no lo vivieron se acerquen a ese tiempo a través las 333 historias de este ameno "manual", y que quienes apuestan/apostamos por superar aquella época lo hagamos partiendo de un cabal diagnóstico de dónde se encontraba exactamente cada pieza por entonces. De dónde estaban incluso las piezas que faltaban y continúan faltando.

Hay que cambiar muchas cosas y es urgente hacerlo. Estamos en el momento. Como digo, creo que el libro de Carlos Santos puede ayudar a ello, se esté de acuerdo con su criterio y con su enfoque o no. La necesidad de menear esto de una vez se respira en el ambiente y quizás sea esa la razón por la que en la presentación madrileña se colgó el cartel de "No hay billetes", como creo que ocurrirá allá donde "333 historias..." y su autor decidan ir de bolos.

Al finalizar el acto, Carlos se acercó a los trabajadores del Ateneo para mostrarles su agradecimiento.
-¿Sabe usted -le dijeron- cuál es el aforo de este salón de actos? ¡333butacas!

J.T.

Las fotos son de Jesús Pozo

lunes, 19 de octubre de 2015

Albert y Pablo. Apuntes sobre un debate

Son tantas las cosas positivas que vi en el debate del domingo por la noche en la Sexta entre Pablo Iglesias y Albert Rivera, que me parece que lo de menos es quién ganó o quién perdió.

Ganaron los dos, por apostar por una fórmula nueva.

Ganaron los dos, por dotar de naturalidad, y hasta de un punto de complicidad, algo hasta ahora anquilosado y ridículamente solemnizado.

Ganaron los dos, Alberto y Pablo, por aceptar un planteamiento abierto sin corsés, sin reglas y sin engolamientos ni liturgias innecesarias.

Ganaron los dos por entender que los tiempos han cambiado y por saber transmitirlo.

Ganaron los dos porque dejaron en evidencia las comparecencias por plasma, los merodeos ridículos y a quienes se empeñan en cogérsela con papel de fumar.

Ganaron los dos porque se comportaron como dos jóvenes normales, del tiempo en el que estamos, nacidos ambos cuando la Constitución del 78 estaba ya cocinada.

Ganaron los dos porque supieron transmitir frescura, interés por el cambio, preocupación por el futuro y un mensaje: va siendo hora de pasar página.

Genial la conversación en la furgoneta en la que Rivera recoge a Iglesias para encontrarse con Évole. Ese punto de humanidad, cuando Iglesias le pregunta a Rivera por su hija de cuatro años y éste le cuenta cómo para poder verla cuando le toca, la lleva a los mítines acompañada por sus padres o su actual pareja, fue un momento de televisión en estado puro.

Bravo por esa naturalidad

Bravo por aceptar el reto

Bravo por dejar claro que las cosas se pueden hacer de otra manera

Bravo por los promotores de la idea, con Jordi Évole al frente

Nuevos tiempos televisivos y nuevos tiempos políticos. Con el mono que tengo de ambas cosas, no puedo menos que ceebrarlo. Aún así, voy a poner tres pegas:

1. Desde el momento en que empieza el debate, ya sentados en el bar, yo creo que hubiera quedado mejor ofreciéndolo del tirón, sin ningún tipo de edición ni montaje.

2. Évole tiene que pillar más práctica en esto de moderar. En algún momento no evitó que se cortaran el uno al otro, lo que impidió que algunas frases se escucharan con claridad ,y en algún otro creo que se olvidó de que en esta ocasión él era solo el moderador.

3. Lo del café con leche en vaso de caña quedó algo light. No digo yo que hubiera que ir directamente al gin tonic, pero ¿no habría estado mejor un vino o una cervecita con berberechos o algo? Digo yo.

Espero que esto no sea flor de un día. A ver si son capaces de continuar así de guais cuando consigan tocar pelo. Esa será la verdadera prueba del nueve.

J.T.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Rajoy no se atreverá a debatir

No se atreverá. Mariano Rajoy no debatirá, no tendrá narices de hacerlo si el "combate" no está amañado de antemano. Campeón mundial del escaqueo, esto de dar la cara a pecho descubierto no fue nunca, ni lo es ahora, precisamente lo suyo ¿Debatir? ¡Anda ya! Y además, con advenedizos y perroflautas, pero ¿qué se han creído estos niñatos? Ni borracho.

Acostumbrado al plasma y a huir por los garajes, a entrevistas-lametones de entregados a la causa como Herrera y Lomana, a ponerse de perfil desde que era presidente de la Diputación de Pontevedra hace treinta y dos años, salir ahora a la palestra a batirse el cobre, y además con principiantes como Sánchez, Iglesias, Rivera o Garzón, le suena casi a cachondeo. Pero ¿qué se han creído? Con Sánchez y en formato blindado podría ser, ¿pero con los demás? ¡Anda ya!

Él, que desde que llegó a la presidencia del gobierno no ha tenido más remedio que tomar dolorosas medidas por nuestro bien; él, que ha evitado el rescate y obtenido el reconocimiento de su admirada Ángela y demás prebostes europeos, que lleva cuatro años codeándose con lo más granado del mundo mundial... quieren ahora que se rebaje a miserables debates con cuatro donnadies ¿Estamos locos?

Al menos él, cuando en 2008 se enfrentó a Zapatero dos veces, tenía un currículum detrás, ministro de Administraciones Públicas, de Educación y Cultura, Interior, Presidencia, portavoz del gobierno, vicepresidente... trayectoria ésta que le avalaba para poder hablar de no sé que niña durante aquel dichoso debate, aunque tan imaginativa ocurrencia no le sirviera para ganar.

Él, que en 2011 tuvo de contrincante nada menos que a Rubalcaba, ¿quieren ahora que se ponga a pelear con cuatro advenedizos? Además, su otrora admirado José María Aznar no se prestó a debatir siendo presidente del gobierno y le fue bien ¿Por qué ha de hacer él otra cosa? De los cinco debates entre aspirantes a la Moncloa que han tenido lugar desde 1978, tres los ha protagonizado él, Mariano Rajoy Brey ¿no es suficiente? Los otros dos Aznar, en 1993, y los perdió. Siguió gobernando Felipe hasta que en 1996 el PP ganó las elecciones sin necesidad de debates ni gaitas. Además ¿qué culpa tiene él, pobre, de haberse visto obligado a gobernar en tan complicados tiempos de crisis?

Total, que no, que no debatirá. No debatirá y, si pudiera, cortocircuitaría cualquier posibilidad de darle voz a esas pertinaces "moscas cojoneras" que, por haber conseguido cinco diputados en Europa o veinticinco en Catalunya se creen ya los reyes del mambo. Ya le hacen el trabajo sucio las televisiones públicas escondiéndolos todo lo que pueden, y periódicos como El País demonizándolos, pero no es suficiente.

Andan por ahí recitando un interminable memorial de agravios contra mí y encima tienen labia, los cabrones. Menos mal que los espacios gratuitos de propaganda electoral se reparten en función de los resultados anteriores en las urnas y ahí no existían ni Ciudadanos, ni Podemos, ni la madre que los trajo. Por eso se empeñan en debatir, pero se van a quedar con las ganas.

No, no se atreverá. Lleva demasiados años en esto y aunque no sepa por qué llueve, ni si los catalanes son europeos o no, lo de evaluar pros y contras a la hora de tomar decisiones lo tiene claro. Y sabe que bajando a la arena de los debates tiene mucho que perder y poco que ganar. A menos que se trate de enfrentamientos encorsetados y en clave bipartidista. Eso puede que le mole, como hizo Susana Díaz en Canal Sur en las últimas elecciones autonómicas andaluzas, con IU de convidado de piedra. ¿Pero formato abierto sin temas cerrados y pactados y con preguntas ciudadanas desconocidas de antemano? ¡Ni borracho! ¿Estamos locos?

J.T.

lunes, 12 de octubre de 2015

Los peligros de halagar la vanidad

Hacer la pelota sin límites. En esta frase creo que pueden resumirse todos los libros de autoayuda que en el mundo han sido. Haz la pelota y te sonreirán; haz la pelota y allanarás tu camino; haz la pelota, en resumen, y tendrás menos problemas en la vida. Paulo Coelho y demás vendemotos de parecido perfil deben buena parte de su fama y su dinero a la capacidad para convencer a tanto pardillo inseguro como anda suelto por el mundo de que el éxito en la vida consiste en decirle al personal solo lo que quiere oír.

Coelho, Bucay y compañía se olvidan de un pequeño detalle cuando predican este tipo de cosas que ellos saben de sobra que son mentira: se olvidan de que, por lo general, las relaciones humanas al ser relaciones de poder, solo obligan a ser simpático al que está en desventaja. El poderoso se puede permitir ser soberbio, maleducado y hasta maltratador. Pero el desheredado, si quiere prosperar en la vida, ha de aplicar de manera permanente todas las técnicas de seducción que estén a su alcance: flores, bombones, genuflexiones, halagos... y la más importante, el silencio antes que la metedura de pata.

Ojo, no se me confunda, no estoy queriendo hacer aquí una defensa de los antipáticos, los malafollás o los malencarados. Pero sí quiero reivindicar la dignidad como método de funcionamiento en la vida en lugar del arrastre permanente, conducta ésta última que a tantos produce tantos y tan suculentos dividendos. Hay arrastrados que prosperan, claro que sí, pero si estamos dispuestos a pagar el precio, lo suyo es ser capaces de mantenernos fieles a nosotros mismos, a nuestra manera de ser y de pensar. Esa cualidad tan escasa llamada coherencia.

Mal tiene el poderoso delegar o elegir sucesor si no sabe rodearse de gente íntegra en lugar de lameculos que le hagan la ola y le rían las gracias. Parte de los males de este país provienen de aquel momento en que Aznar, en lugar de someter su relevo a una elección democrática, decidió ser él mismo quien designara sucesor: solo tenía a su alrededor corruptos y pelotas y eligió a un pelotas pero, como está escrito en todos los manuales de historia desde que el mundo es mundo el pelota, apenas consiguió cortar el cordón umbilical que le unía a su mentor, le salió rana: incompetente, inculto... y traidor. Supo halagar la vanidad del líder hasta que éste cayó en la trampa y doce años después aún lo tiene ladrando su rencor por las esquinas y lamentando haber caído en las redes del gallego adulador, tan hábilmente tejidas de peloteo y vergonzosa sumisión.

Los libros de autoestima fomentan el peloteo y eso es directamente denunciable, sobre todo porque en esos manuales para desorientados se suelen callar la segunda parte: los pelotas son siempre los más peligrosos. Quien cuenta con la vanidad de los demás como instrumento de trabajo, a la hora de gestionar pensará que todos son como él. Y eso es lo peor que le puede ocurrir a alguien con poder: acabará llevando al desastre a sus administrados sin remedio. Mariano Rajoy es el paradigma del pelota peligroso, y hemos tenido la mala suerte de que nos toque sufrirlo en nuestras carnes cuatro largos años ya.

No, Paulo Coelho, Jorge Bucay, Eduardo Punset y compañía, no. Al lado de los poderosos no es bueno que sobrevivan los pelotas, sino la gente honesta y decente. Aunque sonrían menos y no halaguen vanidades, pero digan a los jefes lo que estos no quieren oír. Quien dice al jefe lo que no quiere oír pone la primer piedra para unas relaciones de lealtad. A menos que tropiece con la vanidad. Con esa vanidad que los malditos libros de autoestima se empeñan en que hay que procurar halagar.

J.T.

viernes, 9 de octubre de 2015

El TTIP es la OTAN de la economía

Están decidiendo nuestro futuro en Bruselas desde hace dos años y aquí en España, la prensa de papel, las radios y por supuesto las televisiones, permanecen callados. Alguna cosa en la Sexta, Gabilondo, ciertas referencias indirectas en otros medios cuando no queda más remedio... y pare usted de contar.

Por eso tienen tanta importancia, a mi juicio, dos iniciativas puestas en marcha este mes de octubre que ayudan a conocer qué demonios es el Tratado Trasatlántico de Libre Comercio ó TTIP a toda aquella persona interesada en entenderlo.

Una de ellas es el debate actualmente abierto en la web de Espacio Público, un foro que me honro en coordinar y cuya ponencia inicial, publicada a primeros de septiembre, corrió a cargo de la reconocida activista internacional Susan George, presidenta del Transnational Institute de Ámsterdam. Si os tomáis la molestia de consultar la página, comprobaréis que desde entonces hemos tenido el honor de contar en el debate con firmas de distintas sensibilidades que nos ayudan a entender la envergadura de unas negociaciones entre EEUU y la UE que, en el mayor de los secretismos, se proponen acabar con el actual concepto de soberanía de los Estados y cambiar las reglas de juego del comercio mundial. Con el consiguiente perjuicio para el futuro medioambiental y para la salud y los derechos, tanto laborales como sociales, de la mayor parte de la ciudadanía europea.

La otra iniciativa periodística es una publicación extraordinaria de Le Monde diplomatique, dedicada íntegramente al TTIP, en la que aparecen recogidos algunos de los artículos difundidos a su vez en la página de debate de Espacio Público. Desde Ignacio Ramonet a Susan George, pasando por europarlamentarios españoles de todos los partidos que luchan a diario en Bruselas para romper el secretismo de las negociaciones. Esta publicación extra, que Le Monde diplomatique ha titulado "Una OTAN de la economía", acaba de llegar a los quioscos coincidiendo con las jornadas de movilización internacional contra el TTIP que tienen lugar entre el 10 y el 17 de este mes octubre.

Hace seis meses escribía yo esto en mi blog sobre el dichoso Tratado: "Una gran conspiración contra nuestros derechos y libertades, que más pronto que tarde afectará sin remedio a nuestras vidas, se está fraguando a nuestras espaldas con la connivencia de los gobiernos europeos y el silencio cómplice y canalla, una vez más, de los medios de comunicación. Lo que nos ha ocurrido hasta ahora no es nada para lo que nos puede llegar a pasar. ¿Por qué? Porque para las empresas que gobiernan el mundo, las leyes que todavía protegen en Europa al ciudadano medio son un maldito estorbo. ¿Y qué se hace con los estorbos cuando se tiene poder? Eliminarlos. En ello están. No hacemos más que retroceder, pero no tienen suficiente. A quien piense que esto del neoliberalismo nos está hundiendo en la miseria solo le diré una cosa: esto no ha hecho más que empezar."

Todo lo que se hable sobre el TTIP siempre será poco. Por eso os invito a ilustraros con las interesantes intervenciones en el debate que Espacio Público va publicando en la web, y también en el número especial que Le Monde diplomatique le dedica al tratado.

Es algo que nos concierne muy directamente; algo de lo que, me temo, hablaremos mucho en breve para vergüenza y oprobio de la profesión periodística y de los medios de comunicación de nuestro país quienes, siempre fieles a sus amos, han practicado hasta ahora el más elocuente de los silencios.

J.T.




miércoles, 7 de octubre de 2015

¡Sacad vuestras manos de los medios públicos!

Conozco muy pocos casos de jefes que, tras ocho años de gestión, el día en que dejan el cargo sus subordinados le dediquen un largo y prolongado aplauso de despedida.

Uno de esos extraños casos es el de Fran Llorente, director de los Servicios Informativos de TVE durante la época de Zapatero. Aquel día de junio de 2012 en que abandonó su sillón en Torrespaña, Llorente hizo mutis por el foro y se retiró a desconocidos cuarteles... hasta este martes cuando, en la sección que Mariola Cubells tiene en "La Ventana" de Francino, escucho la siguiente reflexión por parte del invitado del día:

"Si cuando los políticos hablan de regeneración lo hacen en serio, solo será verdad si sacan sus manos de los medios públicos".

Era él, era Fran Llorente, cuarenta meses después resumiendo en veintidós palabras una idea que muchos no solo compartimos, sino que nos esforzamos en propagar lo máximo posible. Parece mentira que cueste tantísimo trabajo inocular en la mente de quienes se dedican a la política que la esencia de la información es trabajar para las personas a quienes ésta va dirigida y no para quienes están en el poder.

La información atraviesa momentos de grave crisis por muchos factores (económicos, tecnológicos, laborales...) pero entre ellos está la cobardía de una buena parte de los profesionales que jamás se cuestionan escribir para el común de los mortales, que solo piensan en sus jefes y en sus amos cuando se ponen delante del ordenador. Olvidan que su único patrimonio es su firma y que, si defraudan al lector o al espectador, están dilapidando el único capital que tienen, y más en los tiempos que corren.

"Hay dos premisas a mi juicio imprescindibles para que la cosa funcione: -les decía Llorente a Cubells y Francino- La primera, que los periodistas nos esforcemos en conectar con la sociedad y ganemos su confianza. Y en segundo lugar, que el ciudadano exija una información decente".

El comportamiento de los políticos con los medios de comunicación en general es una verdadera vergüenza, pero con los públicos es ya de juzgado de guardia. Por eso, cuando un periodista de un medio público se pliega a los intereses del poder, la cosa acaba como el rosario de la aurora (Canal Nou, Telemadrid, Tve...)

Si el periodismo no es molesto con el poder, no es periodismo. El periodismo es la garantía del ciudadano de que el político lo tendrá difícil si pretende actuar con impunidad. El lenguaje del periodista ha de ser el de la gente de la calle, no el de los cenáculos, ni el de los comités federales o las comisiones ejecutivas, ni siquiera el del parlamento o el senado.

Yo no sé dónde ha estado metido Fran Llorente estos años (dijo en la Ser que continuaba en Tve) pero se agradece mucho volver a escucharlo. Saber que alguien que nos ayudó a reconciliarnos con el periodismo sigue estando en la brecha, y nos vuelve  a recordar que otra manera de hacer información pública fue posible.

Creo que este país necesita muchos "Fran Llorentes" que devuelvan la dignidad a la información. Cuarenta meses de mezquindad han devastado lo que fue una Tve que, como el resto de los medios públicos, están pidiendo a voces una regeneración moral, un drástico cambio que nos devuelva la fe en la importancia de contar historias con competencia profesional y con decencia. Basta con eso.

El cambio en este país pasa sin duda por el vuelco político. Pero el vuelto político no será completo ni creíble si no se produce un contundente viraje en la manera de entender la información en general. Y en particular, la manera de gestionar los medios públicos. Basta con que consigamos recuperar el carácter de servicio público que nunca debieron perder. Políticos de todo color y condición: sacad vuestras manos de los medios públicos. Y echadle valor de una vez para crear las condiciones legales que impidan a quien esté en el poder, sea quien sea, ceder a la tentación de volver a meterlas.

J.T.

domingo, 4 de octubre de 2015

¿Cuántos jóvenes votarán a la derecha en diciembre?

Lo peor es que ya se han hecho a la idea. Para ellos ya es normal que te paguen cincuenta euros por trabajar un domingo y que en ocasiones eso implique desplazamientos de cien kilómetros con tu propio coche, pagándote tú además la gasolina.

Han asumido que esa es la única manera de conseguir que te vuelvan a llamar otro domingo, y otro, y si tu sumisión y docilidad quedan probadas, entonces puede que cuenten contigo algún día entre semana y hasta te pagarán la gasolina en ocasiones, pero sin que sirva de precedente. Eso sí, cincuenta euros forever y vas que te matas.

Celebran los contratos de tres meses como si les tocara la lotería y aceptan sin rechistar que les den de baja cuantas veces decida la gerencia de turno sin ningún tipo de indemnización, faltaría más. Tragan porque tienen amigos más en precario aún, colegas que firman contratos de un día, o por horas, o que no consiguen salir del paro ni con sacacorchos.

Con veintitantos, o treinta y tantos años, los han convertido en inofensivos corderitos. Y lo peor es que no se creen ya que nadie les puede ayudar a mejorar. Que nadie les vaya a sacar de ese pozo. Saben que reciben migajas pero tragan, con tal de que se las garanticen. Porque tienen el miedo en el cuerpo, porque creen que todo puede ser aún peor, quedarse sin seguridad social, que la educación gratuita acabe siendo un sueño imposible y las pensiones de jubilación una quimera...

Pues bien, sé de muchos de estos receptores de migajas, instalados en la incertidumbre y la desesperación, que van a ser capaces de volver a votar al PP en diciembre. A ellos o a sus sucedáneos, que debería ser el verdadero nombre del partido naranja. Sucedáneos, no Ciudadanos. Son capaces de votarlos en las generales como han sido capaces de votar en Catalunya a la más derechista de las opciones, a los mismos que empezaron con los recortes en sanidad, educación y dependencia mucho antes de que lo hiciera Rajoy y que ahora se dedican a la seducción envueltos en banderas nacionalistas.

Todos los nacionalismos son de derechas, de esa derecha que está machacando a la generación de mis hijas y de quienes fueron mis becarios y a quienes, sin embargo, no les veo yo muy por la labor de rebelarse contra todo esto. ¿Dónde está la indignación? ¿dónde las ganas de pelea? ¿por qué las calles llevan varios meses vacías de protestas? ¿por qué se ha desinflado el globo? ¿por qué los jóvenes están dispuestos a creerse, y en consecuencia temerlo, que todo puede ser peor aún? ¿qué ha pasado para que muchos se hayan bajado del autobús de la lucha por cambiar las cosas, y hayan apostado por el carpe diem y por una muy particular manera de entender la mentalidad práctica?

Unos viven gracias a la pensión de sus abuelos, otros se independizan y pagan el alquiler sudando sangre, pocos se plantean tener hijos, ninguno hipotecarse... administran miseria pero sus puteadores han conseguido que les parezca que todo puede ser peor... La indolencia de quienes están en la edad de la lucha y el inconformismo es la más humillante de las victorias que el neoliberalismo lleva apuntándose desde hace un par de décadas.

¿Estoy equivocado? Me gustaría mucho que así fuera y que los resultados de las elecciones de diciembre contradijeran mis temores. Con sumo gusto me comería lo que acabo de escribir. Todas las palabras. Una a una.

J.T.

viernes, 2 de octubre de 2015

Tenemos ochenta días para echarlos de la Moncloa


Madrid, calle Martín de los Heros, uno de Octubre, nueve y media de la noche.

- Confirmado, Juan, las elecciones generales serán el 20 de diciembre.

A mi amiga Maribel S. Maroto le ha llegado un urgente con la noticia que Rajoy le acaba de regalar a su incondicional Gloria Lomana, Antena 3TV, en algo parecido a una entrevista. No deja de tener su gracia el momento. Estamos con Fran Llorente, Íñigo Errejón, Jorge Lago, Carlos Enrique Bayo, Pilar Casanova... Esperamos para asistir, en los cines Golem, al pre-estreno de "No estamos solos", la película en la que mi querido Pere Joan Ventura le pega un repaso tan rotundo y preciso a los últimos cuatro años de gobierno PP que te invita a tener preparada, desde ya, la papeleta entre los dientes para el día en que abran las urnas. La película, yo ya la había visto, dio la nota en la sección oficial del Festival de San Sebastián hace una semana pero esta noche, Madrid es lo que tiene, es su presentación en sociedad: a la vera nuestra están Enric Sopena, Nativel Preciado, Fernando Trueba, Almudena Grandes, Luis García Montero... La noticia de la fecha definitiva de las elecciones corre como la pólvora y muchos no podemos evitar el comentario optimista:

- Ochenta días. Quedan ochenta días para echarlos de la Moncloa de una puñetera vez.

Entras al cine, comienza la proyección y, como le dije a Giorgina Cisquella, no puedes menos que preguntarte

-¿Pero... ¿todo esto ha ocurrido en los últimos cuatro años? ¿Tanto hemos salido a la calle? ¿tanto hemos protestado?

A saber: La Plataforma de Afectados por la Hipoteca y sus celebrados escraches, Mareas de todos los colores, el Tren de la Libertad, manifestaciones contra la ley del Aborto, Marchas por la Dignidad, la lucha del barrio de El Cabañal en Valencia, la señora que encuentra el sentido de su vida cuando la admiten en las movilizaciones de los yayoflautas, las luchas de los trabajadores de Panrico y Coca-Cola, el señor que se dedica a fabricar y distribuir pancartas en las manifestaciones porque "una manifestación sin pancartas se diferencia muy poco de la salida de un partido de fútbol..., la corrala "Utopía", los flamencos que protestan cantando en una sesión plenaria del Parlamento andaluz, la Solfónica y la interpretación de piezas magistrales durante las protestas, el cerco al Congreso, las luchas con una policía que recuerda tiempos que creíamos ya superados...

Remedando a Galeano: ha sido mucha gente haciendo muchas cosas, puede que pequeñas pero muchas, durante mucho tiempo.

Toca recordarlas ahora que faltan ochenta días para el día "D", y por eso la película de Pere Joan Ventura viene que ni pintada. Verlas todas juntas es una especie de providencial patada en el culo a nuestras desmemoriadas conciencias, tan propensas a adormilarse a las primeras de cambio.

Ahora que faltan ochenta días creo que sería bueno no dejar pasar ni uno solo de todos ellos sin darle un buen repaso al memorial de agravios perpetrados por un gobierno que nos ha tratado como súbditos desde el minuto uno en que llegó al poder, olvidando por completo que gobernar es estar al servicio de quienes te votan y no pisotearnos sin descanso como han hecho.

Creo que es bueno recordar una y otra vez las muchas fechorías acumuladas por este atajo de desaprensivos desde que llegaron al poder en diciembre de 2011. Veamos:      

En febrero de 2012, cuando apenas llevaban mes y medio gobernando, nos pegaron la primera bofetada gorda con una Reforma Laboral que dejó a los trabajadores desnudos ante los empresarios con un recorte histórico de derechos, ridículas, cuando no inexistentes, indemnizaciones por despido, un régimen de contratación cercano a la esclavitud y una desprotección laboral que inhabilita de hecho el histórico papel de los sindicatos. Pocos meses después tuvo lugar el recorte de gasto público más grande de la democracia: se aumentó el IVA, fue aprobado el copago sanitario, se redujo la inversión educativa… Rodillo puro y duro.

Con la coartada de intentar reducir el déficit se recortó el gasto público en nueve mil millones de euros, se congeló el sueldo de los funcionarios y también el salario mínimo interprofesional. Y qué decir de la Educación, donde el nefasto Wert lo ha dejado todo hecho unos zorros: recortes criminales en Educación, y también en Sanidad y Dependencia, mientras los bancos se chupaban todo el dinero que venía de Europa.

Conviene también recordar que tan solo un día después de que el Eurogrupo acordara cómo rescatar al sistema bancario español, fue cuando Rajoy presentó el mayor ajuste de la democracia: sesenta y cinco mil millones de euros en dos años. Además de la subida del IVA, suprimió también la paga de Navidad a los funcionarios. Por no hablar del nombramiento del acreditado comisario político José Antonio Sánchez para presidir la corporación de RTVE. No olvidemos la Ley de Seguridad Ciudadana, la famosa ‘Ley Mordaza’, ni tampoco el vergonzoso trasiego con la reforma de la ley del Aborto.Y tantas otras cosas... Hablaremos de ellas durante los próximos ochenta días.

Nos han hecho mucho daño. Han gobernado contra la gente, nos han engañado, mentido, robado, se han cachondeado de todos como les ha dado la gana y ahora tienen la enorme cara dura de volver a pedir el voto sacando la piel de cordero de su inacabable fondo de armario. Igual que han hecho en Catalunya cuando, el día antes del cierre de campaña y a la vista del tortazo que se iban a pegar, Soraya y Mariano se atrevieron incluso a emitir cariñosos mensajes en catalán macarrónico. No tienen vergüenza ninguna. Como no la van a tener en estos ochenta días que faltan para las tan esperadas elecciones generales.

Es fundamental no olvidar nada de lo que nos han hecho, que ha sido mucho. Y para eso viene bien irse a ver "No estamos solos" con lápiz y papel, tomar notas y no perder detalle: que no se nos olvide ni una sola de las cientos de putadas que nos han gastado.

- Parece mentira que hayan pasado tantas cosas, ¿verdad, Juan? -me dice Pere Joan.
- Por eso es tan útil tu película, le digo. Y más en estos momentos.

Sería higiénico, muy saludable, que todo el mundo tuviera oportunidad de verla antes de ir a votar. Tenemos ochenta días. Ochenta días para echarlos de la Moncloa.

J.T.