miércoles, 31 de marzo de 2021

El postureo de Gabilondo

Sin la convulsión que ha supuesto la candidatura de Pablo Iglesias a la presidencia de la Comunidad de Madrid el PSOE sabe, y Ángel Gabilondo probablemente se entere alguna vez, que las elecciones del 4-M lo hubieran acabado barriendo del mapa a él y a su inanidad, esa flácida manera de entender el ejercicio de la política que tiene el hierático e impávido catedrático universitario.

El PSOE y Gabilondo saben que si existe alguna posibilidad de neutralizar a Isabel Díaz Ayuso es merced a la aparición de Iglesias en el escenario, y que tal decisión ha dejado desconcertada a la derecha y a la ultraderecha, a esta última porque si ya se temía que muchos de sus hooligans acabaran votando a Ayuso, ahora empiezan a considerarlo casi inevitable. Gabilondo y el PSOE saben que esto puede desembocar en que Vox no llegue ni al cinco por ciento, Ayuso se quede a un paso de la mayoría absoluta y haga falta la suma de todos los demás escaños para impedir la continuidad de la actual presidenta.

Así las cosas, ¿por qué el candidato socialista ataca con más saña a Unidas Podemos que a sus rivales de la derecha y la ultraderecha? ¿quién le engaña haciéndole pensar que ese postureo, porque más vale que sea postureo, puede ayudarle a reunir más votos de los que obtuvo en 2019? Nos ha tenido desesperados toda la legislatura, sin plantar apenas cara a los desvaríos y frikadas de Ayuso, y ahora solo se le ocurre buscar adeptos a su derecha respaldando hasta las medidas fiscales del PP. El PSOE sabe que con la escasa trempera que demuestra Gabilondo solo puede aspirar al suelo de votos que le aseguran los incondicionales siempre que la modorra no lleve a estos, incluso a los más adeptos, a quedarse en casa dando la batalla por perdida de antemano.

Desde que se abrió el fuego, desde que empezó la precampaña, Ángel Gabilondo solo parece haber espabilado a la hora de meterle caña a Iglesias, a quien ha atacado más en quince días que a Díaz Ayuso en casi dos años. Ni una sola de las monstruosidades de la presidenta, que ya se cuentan por centenares, ha tenido por parte del líder del PSOE en la Asamblea de Madrid la contundente réplica que tantas veces se ha merecido. Para tachar de radicales a Unidas Podemos, en cambio, le ha faltado tiempo, igual que para lanzar al aire la primera frase con tintes de eslogan salida de la factoría monclovita: “Con este Iglesias, no”.

¿Acaso hay algún otro Iglesias, señor Gabilondo? Sabe que no, así que entonces… ¿por qué brinda munición gratis a los altavoces de la derecha? Dos años desaparecido en combate y justo resucita para segarle la hierba bajo los pies a una formación que bajo ningún concepto podrá ignorar si finalmente es posible echar a Ayuso y todo lo que esta representa ¿O es que acaso no quiere? Nombrándole a usted como candidato es lo que parece que pretende el PSOE. Proclama sin pudor que aspira a entenderse ahora con Ciudadanos, partido junto al que podía haber promovido una moción de censura hace ya más de un año, pero tampoco se atrevió. Y eso a pesar de lo bien que conecta con los chicos del partido“Hacendado”del PSOE, la marca blanca con la que hubiera podido sumar mayoría más que suficiente.

Mucho van a tener que trabajar los fontaneros de Moncloa si quieren sacar algún partido de usted, aunque si obtienen el mismo éxito que con Illa en Catalunya o con la frustrada moción de censura en Murcia, apañados estamos. Si creen los socialistas que en Madrid hay que derechizarse para ser votados se equivocan tanto usted como Redondo y sus chicos. En Madrid hay miles y miles de personas, muchas más de la que se piensa, deseando, ansiando, necesitando que las cosas cambien pero ya. En muchísimos casos, porque es la única manera de reparar los destrozos de 25 años y devolver la luz a la autonomía madrileña, en otros por simple supervivencia y en otros muchos... por dignidad pura y dura.

Produce mucha vergüenza tener como presidenta de tu Comunidad a una persona de la catadura de Isabel Díaz Ayuso. También indignación, porque no transcurre un día sin que nos tome el pelo; ahora acaba de rematar con la promesa de bajar impuestos, tratándonos una vez más como tontos a quienes, además de sufrir en la vida cotidiana una gestión al estilo de Trump o Bolsonaro, vemos cómo van desfilando por los juzgados, por corruptos o presuntos corruptos, todos los cargos importantes que el Partido Popular ha tenido en su historia reciente. Uno a uno, sin que falte nadie. Le puede pasar lo mismo a Ayuso apenas pierda el poder, algo que está en las manos de un Gabilondo que en vez de ponerles el espejo a diario y denunciar sus mentiras, su perfidia, su vileza y su falta de pudor, se dedica a imprecar a aquellos con quienes no tendrá más remedio que pactar si los números acaban haciendo posible un gobierno progresista.

Ser soso, incluso serio y formal, no tiene por qué ser sinónimo de carencia de sangre en las venas. Póngase las pilas, por favor, señor Gabilondo, aunque solo sea para que los que votan siempre al PSOE sin importar quién encabece la lista, no acaben desmotivados y tirando la toalla antes de tiempo. Los votos de los suyos cuentan, así que no los espante también, no equivoque el tiro y espabile de una vez, haga usted el favor. Ahora o nunca. Déjese ya de postureo, remánguese y empléese a fondo en desenmascarar a esa derecha dispuesta a jodernos la vida si gana ella. Aunque usted se empeñe en lo contrario, queda mucho partido por jugar.

J.T.

sábado, 20 de marzo de 2021

Se acaba la etapa Mateo en RTVE


Ni siquiera se le puede dedicar la célebre frase de plantilla, aquella de “tanta paz lleves como descanso dejas”, porque la verdad es que no deja usted ningún descanso, señora Mateo. Radiotelevisión Española estaba muy mal cuando llegó el verano del 18, es verdad, los seis años en tiempos de Rajoy que se repartieron González-Echenique y José Antonio Sánchez fulminaron el buen trabajo de la etapa de Zapatero y se cargaron los cimientos de una obra bien hecha, pero tampoco las cosas mejoraron con usted al frente. 

La incapacidad del primer gobierno de Pedro Sánchez para resolver la situación sin tener que recurrir a nombrar una Administradora Única, y digo incapacidad porque si me planteo la posibilidad de que lo hizo a conciencia, entonces la cosa sería de juzgado de guardia, propició el comienzo de una etapa que, si todo marcha según lo previsto, podría finalizar el próximo jueves 25 de marzo. 

Consciente como era desde el primer día de que aceptando el puesto rebasaba su nivel de competencia, seducida por doña Vanidad sin que don Sentido Común consiguiera convencerla para declinar la oferta, se embarcó en el desempeño de una función que le venía grande y se convirtió en indiscutible ejemplo del célebre “Principio de Peter”.  

Acabó desmotivando a quienes se ofrecieron en un primer momento con ganas de ayudar, cabreó a quienes se atrevían a darle consejos con la mejor intención, creyó que sabía y no reconoció nunca que no tenía ni idea, había sido siempre una mujer comprometida ideológicamente, eso es verdad, y era imbatible en telegenia y competencia para presentar un informativo. Pero hasta ahí.  

No venga ahora diciendo que el PP le ha hecho vivir un infierno, por mucha razón que pueda tener. Porque el infierno lo ha propiciado usted en RTVE cada uno de los días en que ha sido Administradora Única provisional de la Corporación. Insultó a diestro y siniestro, aburrió a muchos de quienes fueron sus cercanos y, por si fuera poco, ejercía además de enfadada con el mundo cuando era el mundo el que tenía sobrados motvos para andar enfadado con usted. 

A medida que pasaban los meses iba perdiendo perspectiva, no supo tener criterio para respaldar siquiera sus propios nombramientos, desautorizó a la primera directora de Informativos que designó cuando esta andaba elaborando un producto presentable, la acabó aburriendo y a partir de ahí, además de ofrecer una programación de pena que hundió los índices de audiencia, remató el despropósito con la elección para los Servicios Informativos de un tándem de periodistas afines al PSC que lo han acabado descuajeringando todo, porque los informativos bajo su mando han sido de todo menos ecuánimes. El PP, por mucho que le haya hecho vivir un infierno ha tenido, como también Vox, pocos motivos de queja.  

Presumió en cierta ocasión en el Congreso de que no consentiría que nadie le diera instrucciones, y los hechos no tardaron demasiado en desmentirla, cuando obedeció sin rechistar las órdenes de Moncloa a la hora de afrontar el papel de TVE en los debates electorales. A ver ahora cómo se arregla el desaguisado que deja usted. A ver por dónde empieza el nuevo equipo, si por fin el Congreso ratifica el jueves 25, como está previsto, el nombramiento de José Manuel Pérez Tornero como nuevo presidente de la Corporación, a poner orden en el desastre con el que se van a encontrar. A ver cómo se le devuelve ahora la motivación a tanto desencantado como deja por pasillos, salas de máquinas, despachos y mentideros varios.  

Mucho trabajo pendiente, treinta y dos meses tirados por la borda, un período de tiempo precioso donde RTVE podría haber demostrado lo útil que puede ser como servicio público, y más en tiempos de pandemia. Una oportunidad única perdida para siempre.  

Con quien se marcha es obligado ser elegante así que le deseo lo mejor, señora Mateo, y aunque no deje demasiado descanso en la casa que ahora deja, váyase tranquila porque la responsabilidad de lo sucedido hay que atribuírsela, sobre todo, a los incautos que la nombraron.  

J.T.

miércoles, 17 de marzo de 2021

No robarás cargos electos, el quinto mandamiento según San Telmo



Cuando cada mes de septiembre tocaba vender la cosecha de uva, no hace tanto tiempo, mi padre cerraba el precio con un apretón de manos y el trato se convertía en sagrado. Una vez acordado, ni él atendió jamás ofertas mejores, que a veces las había, ni el comprador dejaba de pagar la cantidad pactada en la fecha convenida. En la Alpujarra, la palabra dada era más inamovible que una firma ante notario ¡Cómo hemos ido degenerando desde entonces!

Firmar un contrato por escrito, como es preceptivo en las bodas, o en la mayoría de acuerdos comerciales y laborales, significa admitir que se parte de la desconfianza mutua. El incumplimiento de tratos estrechando la mano se solía dirimir en el campo del honor; el de los contratos firmados se resuelve en los juzgados, pero ninguna clase de pacto, por minucioso que llegue a ser, nos blinda cuando la otra parte decide traicionarnos.

La firma en Andalucía, para no robarse mutuamente ningún cargo electo, entre los dos partidos coaligados en el gobierno de la Junta, no deja de ser un brindis al sol porque si no lo quieren cumplir… pues no lo cumplirán y punto.

“Acuerdo de Garantía de Estabilidad” lo han llamado, ahí es nada, y los dos primeros puntos de los cinco de los que consta en total, son lo siguientes:

1. Acuerdo para agotar la XI legislatura, dotando a la comunidad autónoma de la estabilidad necesaria en el contexto actual de crisis sanitaria y económica”

2. Respeto a la autonomía de los dos partidos que integran el Gobierno Andaluz, con el compromiso de que no se produzca ningún trasvase entre cargos de las formaciones políticas con representación parlamentaria.

Solo el hecho de que hayan considerado necesario poner esto por escrito, ya resulta sospechoso ¿No cuentan con un pacto nacional, firmado por 22 partidos en el Congreso de los Diputados el pasado 11 de noviembre, en el que abominaban del transfuguismo, un acuerdo en el que se comprometieron a no alentar traiciones de despacho en ningún rincón del país? Si aquel contrato no ha valido para evitar estos días la vergonzosa estampida de miembros de las huestes naranjas en Madrid, en Valencia, en Murcia… deserciones sustanciosamente recompensadas por el PP algunas de ellas, ¿qué le hace pensar a Moreno y a Marín que firmando entre ellos otro papel más alejan mejor el fantasma de la infidelidad?

Ciudadanos, y el PP lo sabe mejor que nadie, es un partido inventado y rellenado en buena parte con desechos de tienta. La especialidad de muchos de sus miembros, casi la mayoría de ellos ya ex miembros, es coleccionar carnés de todos los colores allá donde mejor se lo puedan llevar calentito. Por eso están abandonando el barco sin pudor dejando cada cual sus miserias al aire para acto seguido ver por dónde viene el viento y dar el siguiente paso. El goteo diario pone difícil llevar la cuenta, pero ninguno de los que se fueron, se están yendo y se irán del partido, son mindundis precisamente, sino parlamentarios regionales y nacionales, senadores, prominentes cargos de la ejecutiva…

Se habían jurado amor eterno entre ellos y miren cómo están acabando, poniéndose los cuernos los unos a los otros como si no hubiera un mañana. Muchas parejas se van al traste cuando una de las partes se arruina o es desheredada. Ciudadanos ha sido drásticamente desheredado por mamá Ibex-35 y sus miembros huyen pisándose los unos a los otros a ver quién encuentra antes nuevo amor en forma de prebendas y dinero fresco. ¡Viva la preocupación por la ciudadanía, ese amor al votante incauto que no acaba de dar crédito al pornográfico espectáculo que presencia estos días, y que tiene toda la pinta de seguir así hasta que no quede ni el apuntador.

¿De verdad Moreno y Marín pretenden hacernos creer que lo firmado el otro día en San Telmo está lacrado con siete sellos? ¡Vamos, anda! Durará algo para guardar las formas, pero es todo tan predecible… Puede que el gobierno andaluz aguante el año y medio que le queda a la legislatura, pero ¿de verdad alguien quiere hacernos creer que el diseño de las candidaturas de la derecha en las próximas elecciones autonómicas se parecerá en algo al de las anteriores? ¿Alguien cree que los actuales miembros andaluces de Ciudadanos, los que ahora forman parte del Consejo de Gobierno y sus 21 parlamentarios, se presentarán de nuevo con las siglas actuales? ¿Será lista conjunta o fusión por absorción pura y dura?

El pacto de no agresión, visto el respeto que se le ha tenido en Murcia o Madrid al firmado en el Congreso hace apenas cuatro meses, solo se entiende si detrás hay algo más que por el momento desconocemos. Al fin y al cabo, si Juan Marín entrara en el PP, lo único que estaría haciendo sería regresar a casa, ya que entre su colección de carnés se encuentra el de Alianza Popular, partido por el que se presentó en Sanlúcar, como uno más de la lista, a las elecciones municipales de 1983. Sería la vuelta del hijo pródigo! Teodoro García Egea haría palmas con las orejas.

J.T.

martes, 16 de marzo de 2021

Madrid

Siempre fue tan invivible como inevitable, su atmósfera suele ser irrespirable, tanto meteorológica como políticamente hablando, pero nadie le puede negar a Madrid su morbo. Si siempre lo ha tenido, a partir de lo sucedido en este 10º aniversario del 15-M, hay que reconocer que puede que aumente con los tiempos que se avecinan.

La decisión de Pablo Iglesias de renunciar a la vicepresidencia del gobierno de la nación y anunciar su disposición a ser candidato para presidir la Comunidad de Madrid es un jugada de mucho más calado político e incluso histórico de lo que a primera vista pudiera parecer. Y voy a explicar por qué lo creo así.

Madrid lleva mucho tiempo seriamente amenazada sin que parezca que pueda hacerse nada por evitarlo. Un gobierno con Isabel Díaz Ayuso de presidenta y Rocío Monasterio de vicepresidenta supondría elevar a la enésima la pesadilla que se vive en la Comunidad desde aquel infausto día, allá por 2003, en que la traición de los socialistas Tamayo y Sáez propició el advenimiento de Esperanza Aguirre.

No nos merecemos que esto se perpetúe en el tiempo. Ni los madrileños ni el resto de los españoles. Es verdad que Madrid no tiene por qué ser el ombligo del mundo y que el juego político, sobre todo en las comunidades históricas, se mueve al margen de las intrigas de la Villa y Corte, pero un gobierno de tintes fascistas en la Comunidad de Madrid sería una auténtica ruina para todos. Los decibelios de la crispación y el mal rollo continuarían aumentando hasta llegar a hacerse insoportables por completo. Mala cosa.

Si las izquierdas en España siempre han demostrado acreditada pericia para arruinar expectativas, Madrid en eso se lleva la palma desde tiempos inmemoriales. Ya Josep Pla, en 1931, cuando era corresponsal catalán en la capital de España, dejó escrito que las trifulcas internas entre los socialistas madrileños tenían poca solución. Muerto Franco siguieron con sus costumbres: entre Guerra, Leguina, Acosta, Solana y compañía fueron fieles a la tradición y fijaron las bases de la descomposición de la Federación Socialista Madrileña a cuyos miembros de ahora, muchos años después, no se les ocurre mejor cosa que apostar de nuevo por Ángel Gabilondo para enfrentarse a la amenaza ultra.

Lleva la izquierda 25 años fuera del poder en la Comunidad de Madrid y, en lugar de aprovechar la hecatombe de Ciudadanos para recuperar votos y escaños, va el PSOE y apuesta por la exaltación de la sangre de horchata ¿Alguien puede entenderlo? Desde que se supo que Gabilondo será de nuevo candidato, buena parte de la izquierda madrileña empezó a asumir que la catástrofe sería inevitable, que la ultraderecha, además de dejarlo todo hecho unos zorros en pocos meses, iba a convertir la Comunidad de Madrid en un diabólico laboratorio de destrucción de derechos y libertades exportable a medio plazo a todos los rincones del país. Mala cosa, malísima.

Y en estas aparece Pablo Iglesias, que deja el gobierno y se postula para la Comunidad. Sin que ningún agudo analista pudiera siquiera sospecharlo. Hay que reconocer que ha roto los esquemas a propios y extraños y que, de pronto, si no ha acabado con el desaliento de muchos, por lo menos ha hecho o va a hacer que bastantes se replanteen su escepticismo, su apatía, su entrecomillas resignación a admitir que la pesadilla que nos amenazaba podía tener solución.

No más cargos autonómicos con bolsas de dinero por Latinoamérica ni maletines llenos de billetes escondidos en el altillo de sus casas, no más proyectos faraónicos, no más destrozos en hospitales y escuelas, no más fondos buitre ni cafés in the plaza mayor. No más caspa, no más nostalgias fascistas, no más despropósitos, no más amenazas ni chulerías intolerables. En dos años escasos, Ayuso ha dejado a la altura del betún la capacidad depredadora de sus antecesores, de los compañeros de partido que le precedieron en el cargo. Ya basta.

¿Qué confluencias astrales pudieron dar lugar a que una joven que nació dos meses antes que la Constitución esté haciendo carrera apelando a la nostalgia de la época franquista? ¿Qué ha pasado para que un discurso como el de Rocío Monasterio, que atenta directamente contra la derechos humanos, haya echado raíces incluso en víctimas de las injusticias que su partido preconiza?

“Hay que reaccionar con contundencia, rápido. Si nos dormimos en los laureles, después no valdrá llorar por la leche derramada”, proclamaba hace muy pocos días mi admirado José María Izquierdo en su madrugadora homilía radiofónica diaria. Pues ahí lo tienes, querido jefe, no sé si Iglesias, nacido por cierto el mismo día que Ayuso, te escuchó o no, pero el asunto es que parece haberte hecho caso. Puñetazo en la mesa. Contundencia. Y al lío.

J.T.

P.D. La foto que ilustra este artículo corresponde a la presencia de Isabel Díaz Ayuso como tertuliana el año 2012 en una entrega del programa "La Tuerka", presentado y dirigido por Pablo Iglesias.

 

 

domingo, 14 de marzo de 2021

RTVE. Paripé en el Senado

Algunos candidatos los han mandado a freír espárragos pero otros muchos, 14 de los 19 convocados hasta el momento, han acudido al llamamiento del Senado a pesar de todo. 12 de ellos sabiendo de antemano que ya están “descartados”.

Descartados, humillados, perdedores… así han sido calificados la mayoría de los candidatos a miembros del Consejo de Administración de RTVE quienes, pese a ser público y notorio que no se va a contar con ellos, han tenido la elegancia y la decencia de atender una llamada institucional, sí, pero nada respetuosa con sus derechos ni con su dignidad.

La legislación vigente, tan retorcida siempre ella, exige la comparecencia en la Cámara Alta de los aspirantes como requisito previo para votar en pleno los 4 candidatos que le corresponde elegir del total de 10 miembros que componen el Consejo de Administración de RTVE. Y la ley, ya se sabe, hay que cumplirla, aunque eso signifique meterle el dedo en el ojo a casi 80 personas. Por eso muchas de ellas, de momento una tercera parte de quienes han sido convocadas, han decidido no comparecer. Que les den, han debido pensar.

Les alabo el gusto, porque lo que está sucediendo estos días en el Senado es un auténtico cachondeo, una completa tomadura de pelo. Mofa y befa intolerable porque, como sabemos desde el 25 de febrero, fecha en que tuvo lugar en el Congreso la elección de los seis candidatos que corresponde nombrar a la Cámara Baja, los cuatro que debe elegir el Senado están ya no solo pactados también desde entonces por PSOE, PP, UP y PNV, sino que además se hicieron públicos. Todo el pescado está vendido, no puede haber “spoiler” más flagrante, pero hay que hacer el paripé para que lo decidido se cumpla y tenga valor legal.

También está decidido quién va a ser el presidente, pero aún así habrá que celebrar otra sesión en el Congreso, allá por el mes de abril, donde se decida por 3/5 partes de la cámara su nombramiento en primera votación, o por mayoría absoluta en segunda si el PP acaba traicionando el acuerdo, algo que, tal como está el patio, puede que no sea tan ingenuo descartar. Como últimamente en este país vamos de esperpento en esperpento, como no hay día sin sorpresa, sin movimientos políticos que nos llenen de estupefacción, la verdad es que puede pasar cualquier cosa.

Por eso me quito el sombrero ante la educación con la que buena parte de los candidatos “fallidos” a consejeros de RTVE han acudido al Senado esta semana sabiendo que estaban, literalmente, perdiendo el tiempo. He escuchado sus intervenciones con suma atención y se han ganado mi simpatía, y hasta mi admiración, por la mesura con la que han vuelto a explicar unos proyectos que ya desarrollaron en el Congreso en enero y la cortesía con la que han planteado las legítimas reclamaciones a las que tenían derecho.

Han guardado las formas en un teatro que no se sostiene, como también lo ha hecho Clemente Sánchez-Garnica, senador representante del PAR, único partido del grupo mixto presente en las comparecencias. El representante de JxCat, Josep Lluís Cleries, acudió para dejar constancia en acta de que aquello le parecía –lo dijo textualmente- un paripé y a continuación abandonó la sala. Aparte de la presidencia y del senador del PAR, solo han quedado en la comisión para escuchar a los intervinientes los senadores de PP y PSOE. El representante del PP durante la primera sesión, Asier Antona, rotundamente impresentable, humilló aún más a los comparecientes obligándoles a soportar antes de sus intervenciones una diatriba contra RTVE que no solo no venía a cuento sino que era impertinencia pura. El representante del PSOE, Miguel Ángel Vázquez, casi entró al trapo de la provocación las primeras veces, hasta que se dio cuenta del impresentable juego del pepero y a partir de ahí se limitó a pedir respeto a los candidatos y recordar que los protagonistas de la sesión eran ellos y no los políticos. Entre los 80 citados (las comparecencias continuarán esta semana que viene) se encuentran los cuatro elegidos de antemano y cuyos nombres, como decíamos, se hicieron públicos ya el 25 de febrero.

Votarán en el Senado y saldrán los candidatos pactados sin demasiada dificultad. Un par de semanas después, con los diez miembros del Consejo ya investidos, llegará por fin el momento de elegir en el Congreso, de entre ellos, al nuevo presidente de la Corporación de RTVE, mi admirado José Manuel Pérez Tornero. Le deseo la mejor de las suertes. Se la merece, entre otras cosas, por haber sabido aguantar también a pie firme en medio de todo este desesperante guirigay. Esperemos que no ocurra nada raro en esa sesión porque, tras la semana política que acabamos de vivir, cualquiera sabe de lo que pueden llegar a ser capaces según qué diputados.

J.T.

martes, 9 de marzo de 2021

El mural profanado

Abominables ultras: aunque sencillamente fuera por lo predecible que resultaba, podíais haber dejado tranquilo el mural feminista de Ciudad Lineal. Habríais evitado así quedar como unos vulgares gamberros, que es lo que en realidad sois, lo que únicamente sois: una caterva de díscolos malcriados con la vida resuelta, capaces solo de excitaros cuando armáis pollos o montáis escándalos.

¡Qué cool!, ¿verdad? dedicar tu vida a ir provocando malos rollos por ahí, a ofender y humillar a quienes luchan por sus derechos, a amargar la vida, como en este caso, a quienes trabajaron para pintar un mural en el que dejar constancia pública de los méritos de quince mujeres que dedicaron su vida a pelear por conquistas que ahora disfrutamos todos, derechos de los que gozáis también vosotros, quienes la madrugada de este 8-M, habéis profanado su memoria.

¿Qué habéis conseguido, malditos descerebrados? ¿qué demonios os proponéis?, ¿qué país, qué mundo queréis construir? Infundís miedo, pero no por vuestro patético matonismo, sino por vuestra simpleza, por vuestros tristes encefalogramas planos. La mayor parte de vosotros, como los políticos que os instigan, ni siquiera habéis hecho la mili, y si os pusieran un arma en las manos os echaríais a temblar, blandengues de medio pelo, valientes con brochas, rodillos y cubetas de pintura negra que os faltó tiempo para abandonar y salir corriendo apenas temisteis que os pillaran con las manos en la masa. Ni siquiera tuvisteis redaños para plantar cara, ¡cobardes de pacotilla!

Y las mujeres que compartís esa manera de proceder, algunas de vosotras incluso señalando el cartel para que acabaran con él, ¿qué demonios albergáis dentro de vuestras cabezas para comportaros así? ¿acaso queréis conseguir que vuelvan los malos tratos a las casas de donde por fin salieron? ¿es posible que os importe un pimiento la violencia de género de la que tantas mujeres son víctimas aún? ¿Qué vais a hacer, mujeres filofascistas de nuevo cuño, cuando descubráis que con los jueguecitos que os traéis entre manos corréis el riesgo de despertar a la bestia de nuevo y acabar otra vez bajo las botas de machistas impresentables? ¿La pata quebrada y en casa, es eso lo que queréis? 

La profanación del mural de Ciudad Lineal es algo más que un sucio atropello. Esos borrones son nubarrones en nuestra trayectoria democrática, nubes negras en el ánimo y en el alma de la lucha universal por la igualdad de la mujer. Cuando el Ayuntamiento de Madrid votó en pleno eliminarlo, dejó de ser un mural más para convertirse en un símbolo. Su destrozo ha sido todo un torpedo en la línea de flotación del 8-M, un desgarro, una ofensa previsible desde que se salió a la calle a pelear para que la Junta de Distrito Municipal reconsiderara su decisión.

Se ganó. Se impuso el sentido común, al menos por unas semanas, y el mural continuó vivo. Pero, como si de un patética rabieta infantil se tratara, los cachorros de quienes impulsaron el infame borrado han esperado hasta el 8-M para desquitarse del berrinche. No lo consiguieron por lo civil, así que lo han ejecutado por lo militar, con nocturnidad y alevosía. Burlándose en las mismas narices de quienes el 24 de enero decidieron plantar cara y, al grito de “El mural se queda” consiguieron con sus protestas detener “de momento” aquel desafuero.

El mural de Ciudad Lineal, una iniciativa cívica de enorme carga democrática, acaba humillado y mancillado por unos cuantos desaprensivos sin escrúpulos quienes, con su avieso sabotaje, lanzan un siniestro aviso a navegantes: “Nosotros –nos están diciendo a los demócratas- podemos hacer lo que nos dé la gana, pero vosotros no”.

Son chulos, maleducados, agresivos, peligrosos, y andan por el mundo convencidos de que no serán reconvenidos hagan lo que hagan. Lo triste es que, de hecho, es así como suele ocurrir: ni en Valladolid cantando el otro día el Cara al sol brazo en alto, ni en los alrededores del campo del Atlético de Madrid quebrantando las restricciones de la pandemia la tarde del derbi, la policía intervino en ningún momento.

Suma y sigue en el prontuario de la infamia.

J.T.

lunes, 8 de marzo de 2021

Bien de mercado

El último descubrimiento de José Luis Ábalos para marear la perdiz y no coger el toro de la vivienda por los cuernos ya lo conocen: ahora el problema es que se trata de un “bien de mercado”.¿Recuerdan?, estas fueron sus palabras textuales hace unos días: “Siempre he defendido que la vivienda es un derecho, pero no ignoro que es un bien de mercado también". Vamos a ver, señor ministro de Fomento: “Bien de mercado”… ¿para quién? ¿Para los fondos buitre? ¿para los promotores inmobiliarios proveedores de sustanciosas comisiones entregadas en voluminosos sobres a según qué partidos? ¿para los concejales de urbanismo? ¿para tanto campeón recalificador de suelos como tenemos en este país? ¿para los que se lo llevan crudo vendiendo a precios siderales miserables cajas de cerillas con pésimas calidades y peores acabados?

Los socialistas le siguen teniendo un miedo atroz a los fondos buitre, a los profesionales de la especulación, a los mayores tenedores de inmuebles, que son los bancos… Cuando llegan al poder, suelen exhibir una especial habilidad para formular sentencias con las que rebajar expectativas en todo lo que tiene que ver con el progreso social. Así está ocurriendo con el propósito de acabar cuanto antes con los alquileres desorbitados, algo que aparece firmado en el punto 2.9.3 del Acuerdo de Gobierno con Unidas Podemos, el pacto que hizo posible la formación del Gobierno de coalición hace ya quince meses. Pues nada, les da igual, se desviven buscando excusas para no cumplir porque al PSOE le sigue entrando el canguelo cuando llega el momento de poner firmes a los que nunca nadie ha puesto firmes.

Saben de sobra que apostar por el ladrillo, que fue lo que hizo el PP, nos trajo la ruina con aquella burbuja de la que todavía no hemos acabado de reponernos, pero no arrancan. En muchos pueblos de España se yerguen, mugrientos y ruinosos, esqueletos de hormigón que esperan desde hace tres lustros unas paredes que nunca llegarán. Quince años o incluso más, el tiempo que hace ya del momento en que los promotores salieron huyendo sin mirar atrás apenas los grifos financieros cortaron por lo sano. Aquel derrumbe espectacular arruinó a miles de familias que, de un día para otro, se encontraron con hipotecas que hasta triplicaban el valor de mercado de las viviendas que acababan de adquirir. Bien de mercado, dice el ministro, ¿de qué mercado? ¿del de los desaprensivos que se empeñan en mantener los precios del alquiler por las nubes? ¿del que impide a veinteañeros y treintañeros acceder a un piso si no es compartido?

Lo que más me preocupa es que la contestación a esta barbaridad de Ábalos no ha cogido vuelo hasta que Alberto San Juan no remató este sábado su discurso de agradecimiento, tras ser galardonado como mejor actor de reparto en los premios Goya, recordando a los socialistas que "la vivienda es un derecho humano muy básico” y no un bien de mercado. Es bueno que personajes públicos como San Juan propicien que salten las alarmas cuando nos dormimos en los laureles. Igual lo que contribuye a ese letargo es uno de los males endémicos de este país: esa extraña manera de comportarse de muchos pobres que acaban votando a la derecha y alineándose con los intereses de los ricos. Ese jubilado que compró un segundo piso con los ahorros de toda su vida, complementa su pensión con el alquiler y ahora piensa que la nueva ley de vivienda va a poner en peligro ese ingreso.

¡Que no, hombre, que no!, que la cosa no va contigo, que se trata de pararle los pies a los fondos buitre, a los depredadores, a los especuladores sin escrúpulos. Que tú sigues siendo un pringao por mucha segunda vivienda que tengas, a ver si te enteras. Se lo repites una y otra vez y te miran de lado, desconfiados y hasta aliviados porque Ábalos ha hablado de “bien de mercado” y eso les proporciona cierta tranquilidad, manda narices. Así no vamos a ningún lado. Me recuerda a la campaña electoral del 82, cuando la derecha pregonaba que el "socialista" González, mire usted por dónde, le iba a quitar las casas a la gente.

No salimos del bucle. “Bien de mercado”, ¿habráse visto? Remedando una frase del pastor luterano alemán Martin Niemöller, que con frecuencia se suele atribuir a Bertold Brecht, difundí la siguiente reflexión en twitter este pasado domingo: “Primero el Psoe consideró un bien de mercado la vivienda, pero no dije nada porque yo tenía casa; luego le tocó a la educación y tampoco protesté, mis hijas están criadas; después vino la salud y también callé. Cuando decidieron atacar las pensiones y los cuidados a los mayores, ya fue demasiado tarde.”

J.T.

sábado, 6 de marzo de 2021

El parche de Villarejo


Si Valle Inclán levantara la cabeza, comprobaría humillado cómo su imaginación, cien años después, viene siendo desbordada por la realidad en la España de sus desvelos. Ya no hacen falta espejos cóncavos y convexos. Aquí, la realidad diaria de estos años veinte del siglo XXI supera con creces la imagen que devolvían, hace nada menos que un siglo, las lunas deformantes del Callejón del Gato. Max Estrella y don Latino de Hispalis no sabrían cómo digerir lo que ocurre en esta España mucho más esperpéntica que aquella de sus penurias y ansiedades. “El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”, proclamaba el protagonista de “Luces de Bohemia”… 

Pensaba esto el pasado miércoles mientras veía las imágenes de Villarejo abandonando la cárcel de Estremera. Parece claro que el personaje, o sus asesores, que seguro los tiene, prepararon a conciencia la puesta en escena de ese inquietante momento. Parche en el ojo izquierdo, banderas de España minuciosamente repartidas por toda la superficie de la sudadera, mascarilla a su vez igualmente matriculada, y gorra que por un lado ayudaba a preservar su identidad y por el otro remataba el esperpento. Ante semejante panorama no supe si reír, llorar o directamente ponerme a temblar. 

Parecía como si nos estuviera diciendo a todos: cuidado conmigo, que no sabéis la que os ha caído encima. Soy duro de pelar y os vais a cagar todos por las patas abajo. ¿Os habéis atrevido a meterme en la cárcel, caterva de pringaos? Pues ahora os vais a enterar. De perdido, al río. Esta intuición del primer día quedó confirmada apenas 24 horas después cuando, tras su primera comparecencia en el juzgado, con su abanderada mascarilla y su gorra pero con una gabardina más discreta, ya sin pegatinas, se despachó a gusto nada más salir de declarar al tiempo que exhibía una carpeta rellena de folios presumiendo de salvoconducto: “Yo no quiero nada malo para nadie, vino a decir, pero tendré que defenderme, no?” Y remató con una sentencia demoledora: “Ningún secreto aguanta el tiempo”. Miren ustedes por dónde, el hombre, locuaz y desahogado hasta ahora solo en la intimidad, parece que ha decidido serlo también en público, parche en el ojo mediante. 

No es Villarejo un personaje cualquiera, como se ha encargado bien de demostrar durante toda su vida, y me temo que va a proporcionar aún más de un serio dolor de cabeza. Durante su tiempo en prisión provisional, un buen día fue a visitarlo un fiscal a la cárcel “¿Todavía no te han echado?”, le preguntó el recluso, desahogado y faltón. Al poco tiempo, el interpelado fue relevado de su puesto. 

Le temen a lo que sabe. O a lo que creen que sabe, o a lo que dice saber. En su millonaria mansión (una de muchas, según parece) reúne más artilugios para hurgar en la vida de los demás que el inventario completo de “La tienda del espía”. Ha comido, cenado y confraternizado con decenas, quizás con centenares, de periodistas a lo largo de su vida profesional. No contento con grabar las conversaciones, llevaba una especie de prontuario en el que anotaba sus citas y sus impresiones tras los encuentros. Gustaba de colocar apodos a sus contertulios ya fueran plumillas, políticos de todos los colores o presidentes de Consejos de Administración.  

Ha tocado todas las teclas, todos los instrumentos, ha estado en todas las salsas, en todos los cenáculos, en todos los saraos de alta cuna y de baja cama. Era y es un auténtico crack, término este que parece inventado para definir a este controvertido e incómodo excomisario de policía. Hace falta ser propietario de una caradura kilométrica para afirmar que “las cloacas limpian”, hace falta tener muy poca vergüenza para insultar a compañeras periodistas como hizo este viernes durante una comparecencia en directo en “Las cosas claras” de Tve.  

Anda convencido de que guardar, como parece, en sus misteriosos archivos la memoria amarga de las últimas décadas de este país, le permite ir de sobrao. Así que no se corta un pelo de los pocos que parece que le quedan mientras pasea su nuevo look por la libertad condicional recién estrenada. Parece difícil saber hasta dónde llega su poder real. Tampoco conozco a nadie que se atreva a explicármelo. Pero lo que sí tengo claro es que todo esto es inquietante, vergonzoso, y no ayuda a que nos quitemos de una vez tanta caspa como aún nos sobra. 

Este viernes fui a darme una vuelta por el Callejón del Gato. Me detuve en los espejos cóncavos y convexos e invoqué a Valle Inclán y al espíritu de Max Estrella al tiempo que recordaba una de las inmortales frases de don Latino de Hispalis: “Max, vámonos a morir a Inglaterra”. 

J.T.

martes, 2 de marzo de 2021

El silencio del rey

La tempestad no va a amainar. Si el monarca bien preparao cree que el silencio le conviene, puede que en esta ocasión se equivoque.“No hables a menos que puedas mejorar el silencio”, reza aquel viejo adagio, pero esta vez no parece que el silencio esté mejorando nada para nadie. Tanto el refranero popular como la literatura clásica contienen centenares de citas ponderando las ventajas de permanecer callado. “De lo que no se puede hablar, mejor es callarse”, concluía Wittgenstein en su célebre Tractatus; “me gusta cuando callas porque estás como ausente”, declamaba Pablo Neruda; “hay dos maneras de demostrar la incompetencia, permanecer callado o hablar y despejar toda duda”... También hay citas para defender lo contrario: “Quien calla, otorga”, por ejemplo; “Hablar es bueno para el cuerpo y para el alma” asegura el siquiatra Rojas Marcos… Se mire desde el ángulo que se mire la tempestad, como decía al comienzo, ya no va amainar, y es bastante probable que la bola de nieve continúe aumentando de grosor.

Quienes defienden que hay que salvar la institución monárquica porque es la mejor manera de que nos salvemos todos, en realidad están pensando en salvarse solo ellos, porque fueron muchos los que estaban en el ajo y miraron años y años para otro lado, se pusieron de perfil y le hicieron la pelota descaradamente al rey padre hasta que este optó por darse a la fuga. Se sentía impune, inmune, intocable… inviolable, término este último que exigió figurara en la Constitución. Acostumbrado a que nadie le tosiera ni en broma, a que durante cuarenta y cinco años se le rieran todas las gracias, convencido de que la normalidad era eso, no tiene conciencia de transgresión, habida cuenta además que tal manera de actuar le viene de familia.

Nada más abrir la boca, y sin abrirla siquiera, tras una discreta llamada de teléfono se levantaban informaciones y censuraban portadas de revistas y periódicos, era tema tabú, se reñía a los mínimamente díscolos y quienes disfrutaban de una relativa cercanía se sentían unos privilegiados. Es verdad que supo sacudirse de su círculo más próximo a la nobleza alcanforada, esos marqueses y condes desocupados y profesionales del peloteo de altos vuelos, pero el entorno más de andar por casa por el que apostó acabó adoptando con el tiempo los mismos usos y costumbres que si hubieran pertenecido a la estirpe de los cortesanos de toda la vida.

Esta era la atmósfera, no lo olvidemos, que respiraban quienes vivían bajo su mismo techo, ¿en qué contexto situamos pues, y cómo analizamos el papel jugado por quien, desde hace casi siete años, es el titular de la corona? Sin poner en tela de juicio que estos siete años haya tenido un comportamiento impecable, no le ayuda mucho la carencia de empatía, cualidad esta, hay que reconocerlo, en la que su padre le ganaba y le sigue ganando por goleada.

Tras el traspiés de Catalunya el 3 de Octubre de 2017, tras el incesante suma y sigue de escándalos familiares, empeñarse en guardar silencio no le ayuda. Si continúa sin pronunciarse mucho tiempo, cada vez le resultará más complicado moverse con tranquilidad, viajar sin problemas. Solo estará cómodo en su casa y eso le irá distanciando de la vida real y alejando del contacto con la ciudadanía más de lo que ya lo está.

No es un camino que aguante mucho recorrido, y tanto él como el gobierno lo saben. Si aspira a que la institución sobreviva, tendría que empezar a buscar la manera de salir de ese atolladero cuanto antes, y el silencio no es el camino. No lo es para quienes apuestan por muchos años más de monarquía; tampoco para la paz social, ni para despejar las tensiones territoriales, ni para que nuestros representantes diplomáticos e institucionales puedan ir por el mundo sin miedo a que alguien acabe sacándole los colores poniendo en cuestión la calidad democrática de nuestro país.

Si, con todo este descalabro, al gobierno se le ocurre propiciar el regreso del anciano rey, es probable que padre e hijo estuvieran poniéndole la alfombra definitiva al advenimiento de una etapa histórica nueva. Como recordaba este domingo en el diario El País un exministro del PP, “desde Carlos III no hay un rey español que no haya nacido, vivido o muerto en el exilio”.

J.T.