jueves, 1 de julio de 2010

Los malos ganan "casi" siempre

Se me había olvidado hasta el nombre (he tenido que buscarlo en google), lo que prueba que tendemos a borrar de nuestro disco duro personal aquello que nos desagrada recordar.

Giovanni Orefici (arriba vemos sus pintas en la época en que acudía a los juzgados a declarar) era un italiano que recaló por Málaga a finales de los ochenta y se quedó con una empresa llamada Intelhorce de una manera cuando menos discutible.

Juan Antonio Barber me llegó un día de 1991 con una información que comprometía al italiano en cuestión. Aquella información fue contrastada, rigurosamente verificada y por lo tanto, publicada.

Claro que os tengo que añadir un pequeño detalle: el tal Orefici era accionista minoritario de Diario16 Málaga, el periódico que yo dirigía por aquel entonces y en el que publiqué la información.

Los jefes de Madrid se rasgaron las vestiduras y se precipitó un relevo que desde hacía algunos meses estaba cantado.

Mi director en Madrid, director del Diario 16 nacional, era por aquel entonces Justino Sinova -de éste sí recuerdo su nombre aunque no me hubiera importado olvidarlo-.

Cuando le visité en su despacho para despedirme, Justino me dijo:
"¿Cómo publicas una información que perjudica a alguien que nos paga el periódico?"

Año y medio después metieron al italiano en la cárcel -estuvo poco más de dos años- y Diario 16 fue diluyéndose lentamente como un azucarillo hasta desaparecer por completo, lo que complicó la vida a muchos queridos compañeros míos.

Cuando echaron a Justino le pagaron la indemnización con un bmw de intercambio de publicidad y desde entonces va dando tumbos cada vez más a la derecha del padre pedrojota, quien acabó perdonándole no haberse ido con él a fundar el mundo y lo acogió en su seno al cabo de los años.

Esta vez los malos pagaron algún precio. Alguno, porque el italiano acabó huyendo a pesar de haber sido condenado a diecisiete años, y hasta hoy. Pero ojo, queridos amigos. Esto es algo que suele suceder pocas veces. Porque como ya he contado en alguna que otra ocasión, los malos suelen ganar casi siempre.

J.T.

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