Si la artífice del encuentro de la reina Sofía con los jugadores de la selección española en el vestuario fue ella misma, y pienso que fue así, no cabe duda que una vez más ha demostrado su dominio de las puestas en escena.
La foto, la secuencia de esa mujer de setenta años metiéndose prácticamente en las duchas de una docena larga de veinteañeros y saludándolos uno por uno cuando todavía estaban a medio vestir vale más que decenas de campañas de márketing y de imagen.
Tanto que ocurriera el hecho como que se propagara, no es casual.
La ocasión (haber ganado a Alemania en las semifinales de la copa del Mundo) lo merecía, pero el remate de la reina felicitándoles a pie de vestuario en su nombre y en el del rey ausente es toda una genialidad mediática.
Y como diría mi amigo Aurelio Megía, si algún día hubiera que sustituir la bandera de España sólo habría un recambio posible: una toalla blanca como la que cubría el cuerpo de Carles Puyol (el autor del único gol del partido y por tanto el héroe de la semifinal) saliendo de la ducha y saludando todo envarado a la ilustre visitante.
J.T.
10 de julio de 2010
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