domingo, 28 de junio de 2020

Tardaré en volver a viajar en avión


No sé ustedes, pero yo me lo voy a pensar seriamente antes de volver a subirme a un avión. Muy ineludible tiene que ser la causa para que a corto plazo me lo plantee. Demasiado estrés añadido a todo lo que ya estamos viviendo, ¿no les parece? Quítese usted el cinturón, y los zapatos, nada de líquidos, a ver, ponga en esta bandeja todo lo metálico que lleve encima, ha pitado, pase otra vez. A todo eso ahora hay que añadir rellene usted este formulario, pase por aquí que le midamos la temperatura, guarde la distancia, la mascarilla, si tose cúbrase con el codo, miradas de desconfianza entre los compañeros de pasaje y de hostilidad en el aeropuerto de llegada. En cada mirada del lugar de destino crees adivinar lo que están pensando: ¿será este el que nos volverá a meter el virus aquí? ¿será este el que nos busque la ruina?

Todo parece adquirir mayor solemnidad en los viajes de avión. Por eso, lo que han dado en llamar “nueva normalidad” va a ser más complicado en esta situación. Los aeropuertos españoles empezaron a dejar de parecer pueblos fantasmas y recobraron parcialmente su actividad cuando, después de tres meses de registrar un tráfico casi testimonial, hace ahora una semana volvieron a aterrizar en ellos vuelos que venían de otros países de la Unión Europea.

Ochenta y un mil pasajeros registró Barajas durante todo el pasado mes de mayo, el dos por ciento de la cifra contabilizada durante el mismo período del año anterior. Esa valentía, en la mayor parte de los casos, corrió a cargo de estudiantes de Erasmus, misioneros, trabajadores transfonterizos o profesionales repatriados. Ahí quedó todo y así fue en el mundo entero: en abril de 2019, cinco millones de pasajeros usaron el aeropuerto de Singapur; pasado mayo, menos de un millar.

No, no va a ser fácil la nueva realidad, la nueva normalidad o la nueva como-queramos-llamarla.
El próximo miércoles uno de julio, compañías hasta ahora de bajo coste como EasyJet o Ryanair tienen previsto reanudar su actividad, aunque según han anunciado lo harán a cámara lenta. No existen precedentes de un colapso tal en la historia de la aviación comercial. Hasta que el coronavirus irrumpió en nuestras vidas, en Estados Unidos usaban el avión dos millones de personas cada día; ahora están en la décima parte.

La Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) predice que las pérdidas de las líneas aéreas en 2020 serán de unos 90.000 millones de euros. Esto no se solucionará, ni mucho menos de un año para otro: en 2021 continuarán las pérdidas y la previsión es que el déficit ande por los 20.000 millones.

En resumen, que parece que seremos muchos los que vamos a decidir postergar por un tiempo la excitante experiencia de volver a viajar en avión. Por muy templados que se tengan los nervios, parece inevitable añadir una cierta dosis de ansiedad añadida a todo lo que ya llevamos encima. Los pasaportes de la Unión Europea, que aseguran entrada sin visado a más de 115 países, ya no garantizan sus antiguos privilegios, que ahora dependerán de lo bien que sus gobiernos hayan contenido la pandemia.

Serán necesarios acuerdos sobre normas sanitarias e intercambio de información. Por ejemplo, enclaves como Hong Kong solo autorizan la entrada a quienes den negativo en test in situ; Taiwán ha anunciado que mantendrá sus fronteras cerradas por ahora… y EEUU, donde las cifras de afectados y fallecidos continúan aumentando de manera escandalosa, parece que tardará un tiempo en admitir la entrada de viajeros procedentes de China, Irán, el área Schengen, Brasil o Reino Unido.

Lo digo en serio, quienes se están atreviendo a viajar en avión durante estos primeros días de vuelta a esta realidad nada normal, esta frágil cotidianeidad cogida con alfileres, tienen toda mi admiración. Con el mundo dividido en zonas rojas, naranjas y verdes según criterios epidemiológicos, yo no sé si se la vuelta de la actividad turística es una buena apuesta. Sí, ya sé, el mundo no se puede quedar parado de manera indefinida, pero nos lo estamos jugando a cara o cruz y no sé si somos del todo conscientes. Bueno, conscientes seguro que sí, pero no queremos hacerle demasiado caso a los pensamientos negativos.

Quizás hacemos bien, porque es verdad que tenemos derecho a recuperar nuestras vidas, ser lo más felices que podamos y contribuir con ello a que el dinero se mueva. Pero yo lo siento, me van a perdonar ustedes y, sintiéndolo mucho, me voy a quedar un tiempo sin viajar en avión.

J.T.

Publicado en Confidencial Andaluz

sábado, 27 de junio de 2020

¿De dónde sacan pa tanto como destacan?


Pablo Sebastián, presidente del diario digital republica.com, 73 años. Con menos de 30 era corresponsal en Bruselas de ABC; Pedro Jota Ramírez, director de El Español, también digital (elespanol.com), 68 años. Hace 40 era director de Diario 16; Alfonso Rojo, 68 años, promotor de Periodista Digital; Jesús Cacho, 76 años, editor y fundador de Vozpópuli; Federico Jiménez Losantos, 68 años, presidente de Libertad digital y fundador de es.radio; José Apezarena, 71 años, fundador de El Confidencial Digital; Antonio Casado, 76 años, fundador de El Confidencial; Miguel Ángel Aguilar, 77 años, el perejil de todas las salsas…

Faltan más, pero por hoy lo voy a dejar aquí. Todos con la edad de jubilación suficientemente cumplida, con una trayectoria amplia en la prensa española durante décadas y, aunque ahora parezca mentira, algunos de ellos con cierto barniz progresista en su pasado.

En estos momentos la mayoría se encuentran al frente de diarios digitales de claro perfil derechista, beligerante con el Gobierno de coalición, con ración diaria de caña a Pedro Sánchez y a sus ministros por su gestión y sus decisiones, y una enfermiza beligerancia sobre todo contra los cinco miembros de Unidas Podemos en el Ejecutivo. Una saña rotunda, contundente, regada en cada edición con un generoso porcentaje de noticias falsas.

De algunos de los prebostes arriba citados podría decirse que andan, o andaban, en la línea de Felipe González y Cebrián, otro buen par de dinosaurios, pontificando a diario sobre como hay que hacer las cosas, presionando, amenazando e impidiendo que el gobierno pueda encontrar un minuto de paz para trabajar con un mínima sosiego. La mayoría los desborda ampliamente por la derecha, que ya es decir.

El mundo digital está infestado de medios de derecha pura y dura. Me cuesta trabajo creer que alguno de ellos pueda ser rentable, pero para los intereses de los partidos de la derecha, sí lo es el efecto que provocan: un goteo malayo de ojeriza contra el Gobierno de coalición que acaba calando en el ánimo ciudadano, sobre todo porque buena parte de lo que cuentan jamás es desmentido por ningún otro medio.

Continúa el periodismo español en las mismas manos en las que estaba hace ya más de cuarenta años. En las de quienes conspiraban con los políticos en Casa Manolo, ese bar madrileño cercano a las Cortes con paredes cuyo silencio vale oro. Los políticos de entonces ya no son los mismos, los responsables máximos de los principales partidos actuales podrían ser hijos de cualquiera de los septuagenarios que continúan manejando los hilos de buena parte de la información del país y que se resisten, como gatos panza arriba, a retirarse a sus cuarteles.

No me cansaré de repetir que el periodismo en España viene necesitando su propio 15 M desde hace tiempo. Ya va siendo hora de que los jóvenes tomen el relevo en las formas y en el fondo. Hay que romper el círculo vicioso de los intereses entrecruzados entre medios de comunicación, grandes empresas y políticos nostálgicos de tiempos ya superados para apostar por una España moderna y progresista en materia de comunicación.

La salud de los medios marca el vigor democrático de un país. Y de momento estamos bastante enfermos, con señores mayores al mando, y demasiado cabreados la mayoría de ellos. No lo entiendo, ¿de dónde sacan pa tanto como destacan?

J.T.

Aparcamiento de viejos

El día en que no tuvimos más remedio que confiar los cuidados de mi madre a una residencia de ancianos uno de mis hermanos, que suele tener bastante tino para resumir las cosas con pocas palabras, me lo dijo: esto es un aparcamiento de viejos, Juan. He de admitir que la frase me produjo un cierto escalofrío, pero no podía ser más certera. Y eso que la residencia era chic, con antiguas personalidades de la sociedad almeriense entre sus compañeros de hospedaje, cierto aura de hotel de lujo y un amplio programa de actividades complementarias bastante completo.

Pero mi hermano llevaba razón. Una de las salas comunes, la más grande de ellas, reunía frente al televisor a docenas de personas ancianas que esperaban la muerte viendo El secreto de Puente Viejo, los variados concursos de las distintas cadenas, o lo que es peor, los programas de Ana Rosa Quintana o Mariló Montero, quien por entonces se encargaba de escandalizarnos a diario con su atrevido analfabetismo en un magazine emitido por la televisión pública.

Admito que no nos extrañó excesivamente el reducido horario y la escasa dotación de servicio médico. Las enfermeras y cuidadoras, encantadoras todas ellas, no fallaban con el cuadrante y cada tanto se acercaban a alguna de las personas residentes para recordarle que había llegado la ora de ingerir la pastilla azul, o la verde, o la blanca. De vez en cuando se celebraba alguna fiesta, coincidiendo con los cumpleaños sobre todo y, por supuesto, no faltaba la misa diaria para quien deseara acudir a ella.

Recuerdo lo mal que lo pasamos el día en que nos llamaron porque mi madre había decidido escaparse de allí, signo claro de que su inteligencia mantenía su lucidez. Fueron unas horas de angustia interminable las que transcurrieron desde que conocimos la noticia hasta que dimos con ella, sentada en una plaza de la ciudad, feliz por lo que sin duda había disfrutado con la travesura. Ella sabía que necesitaba ayuda permanente y que tenía que volver, cosa que hizo sin resistirse, pero eso no le impidió degustar unas horas de libertad que debieron saberle a gloria.

Solo recuerdo un caso de rebeldía consumada, el de uno de sus compañeros con más de ochenta años cumplidos, quien  un buen día decidió volverse a casa dispuesto a morir solo. “Esto es una cárcel, dijo, y yo no me voy a encerrar aquí de por vida por voluntad propia, rodeado además de gente que está en las últimas".  Y, como suele ocurrirle a quien se arriesga, su determinación fue premiada con el hallazgo de una pareja que lo acompañó hasta el resto de sus días.

La residencia y sus servicios no estaban mal, como decía, pero sí es verdad que debiera haberme llamado más la atención la extraña escasez de atención médica. Una doctora amabilísima, claro que sí, pero que apenas se encontraba con el menor problema, expedía un parte de traslado, llamaba una ambulancia y mandaba a la persona enferma al hospital de Torrecárdenas.

Durante los casi tres años que mi madre pasó en la residencia, fueron varias las veces que fue enviada al hospital. Una de ellas sería la última. Yo volaba en mi coche tras la ambulancia con mayor desesperación que otras veces, con miedo a perder de vista el vehículo. Nunca me había sentido así, y al llegar a Urgencias, vi cómo el enfermero trasladaba la camilla hasta la sala de espera. Apenas pude le acaricié la mano y percibí que algo raro pasaba. No, no podía ser, y no me lo creí hasta que unos minutos después los médicos nos confirmaban su fallecimiento.

El único rato que no estuvimos con ella fue el trayecto desde la residencia al hospital. El tiempo restante no faltamos de su lado, y aún así  no pude evitar la sensación de que no había sido suficiente.

No quiero ni imaginarme cómo me sentiría si esta experiencia, que ocurrió hace ya varios años, hubiera tenido lugar en este tiempo de pandemia. ¿La habrían trasladado al hospital? ¿Nos hubieran permitido estar con mi madre? Hubiera muerto sola, sin compañía ni cariño alguno a su lado.

Lo pienso y se me ponen los pelos de punta. Me sitúo pues en el lugar de tantas personas que en los tres últimos meses han pasado por esta experiencia y no puedo evitar estremecerme. Los médicos, las enfermeras, las residencias, los hospitales tuvieron que tomar decisiones muy duras, inhumanas, y ese dolor estoy seguro que les acompañará siempre, como a los familiares de quienes fallecieron en soledad les acompañará la rabia.

Lo que no tiene perdón, ni explicación, es que los responsables políticos no tuvieran la valentía de coger el toro por los cuernos y contarnos la verdad desde el primer minuto. Sí, miren ustedes, tuvimos que dar órdenes de prioridades que jamás en la vida nos hubiera gustado tener que dar ¿Por qué no lo contaron así, por qué se han dedicado a mentirnos, a ocultar la verdad, hasta que se ha ido sabiendo poco a poco, hasta que hemos descubierto la escandalosa torpeza, por emplear un término suave, con que fueron gestionadas las residencias de ancianos durante los días más duros de la crisis sanitaria?

No me siento capacitado para concluir si hubo responsabilidades penales, criminales, con el tiempo se sabrá, pero recuerdo muy bien la estupefacción que me produjo la primera noticia que tuvimos de todo esto, cuando supimos que el ejército había entrado en varias residencias y encontró abandonados a muchos ancianos en sus camas, ya fallecidos o debatiéndose entre la vida y la muerte.

Todo esto no va a quedar así, ¿verdad?

J.T.

martes, 23 de junio de 2020

Si lo dice la Ser, es… o no


Desde Parménides hasta los filósofos de nuestros días pasando por William Shakespeare, el ser o no ser ha sido siempre la cuestión. Si cualquiera de los filósofos o literatos que han trabajado sobre esta idea levantaran la cabeza y escucharan el anuncio promocional que la Cadena Ser está emitiendo estos días, probablemente los retaría a duelo. Por osados… y por inexactos.

“Lo que dice la Ser, es”, ¿pero cómo se atreven?

Lo que dice… ¿cuándo, en los programas deportivos, en los musicales? Porque en los informativos y en el “Hoy por hoy” mienten más que hablan.

Que el acróstico de la Sociedad Española de Radiodifusión coincida con el infinitivo del verbo Ser no creo que pueda autorizar a prostituir una frase que marca la historia del pensamiento.

“Todo aquel que preste sus oídos generosamente a la Verdad, sabrá de modo inmediato que el Ser es y que además se hace imposible que no sea”, decía Parménides. Traducción: “El Ser es; el no Ser no Es”.

Resulta irónico comprobar cómo, tras la autopromo en las desconexiones publicitarias, el programa de Ángels Barceló sostenía que las residencias de ancianos eran competencia de Pablo Iglesias durante el estado de alerta cuando ellos saben perfectamente que eso es mentira.

O escuchar a tertulianos afirmar con el mayor de los desahogos que el gobierno promulga leyes pensando solo en su electorado, cuando decisiones con el Ingreso Mínimo Vital, el aumento del salario mínimo, Los Ertes o las ayudas a autónomos claramente favorecen a los más humildes y a un segmento de ciudadanía de a pie donde la ultraderecha busca votos aprovechándose de su miedo, o de su falta de información.

Llueve sobre mojado porque no paran. Ya el verano pasado, durante una entrevista a finales de agosto, se le insistió varias veces a Iglesias en que Podemos había actuado en las negociaciones para llegar a un acuerdo de gobierno como no lo había hecho. Y todo porque el entrevistador, durante la emisión en directo, recibía mensajes de miembros del aparato socialista asegurándole algo que no era verdad.

Lo que dice la Ser, es.
Pues mire usted, pues no.

El anuncio juega además con la buena voluntad de quien lo escucha. He ganado apuestas a amigos que aseguraban haber oído “Lo que dice la Ser, es verdad”. Y, mire usted por dónde, el término “verdad” no aparece en el spot. No aparece porque sus autores saben que eso habría sido pasarse varios pueblos. El oído es benévolo y añade lo que más favorece a los intereses de quien deja una frase colgada para que así tu subconsciente, propenso a ser generoso, tienda a escuchar la mejor versión de lo que no has dicho.

Solo desde una actitud chulesca y prepotente se puede apostar por una cuña publicitaria así, con ecos en el planteamiento asertivo de la filosofía griega. Es un insulto a la inteligencia del oyente porque ¿acaso no sabe la Ser que, dado el desestabilizador y ultraderechista enfoque de la mayoría de las radios españolas, hasta ahora lo menos malo eran ellos?

Hasta ahora, porque esa consideración no los puede llevar a tomarle el pelo a quienes todavía los escuchan, sabedores de que, a pesar de su cada día mayor desprejuicio, el resto de las emisoras generalistas de cobertura nacional serán todavía más tendenciosas, más manipuladoras y menos respetuosas con la verdad que ellos.

Puestos a ser desahogados podían haber sido más coloquiales y menos filosóficos, y apostar directamente por:

Si lo dice la Ser... va a misa
Si lo dice la Ser, punto pelota
Si lo dice la Ser, no hay más que hablar

Ya que le echan cara, podían haberle añadido un poquito de sentido del humor. Claro que a lo mejor lo han hecho y el “Si lo dice la Ser, es” está en la línea de los gags promocionales de Pura y Marco Antonio, dos de los personajes a los que da voz Juan Carlos Ortega.

J.T.

sábado, 20 de junio de 2020

Pobres de ultraderecha, ¡menudo dislate!, ¿no?

Veamos.
La sucesión de acontecimientos, para la operación de acoso y derribo del Gobierno de coalición, está siendo la siguiente:

1. La pandemia como bendición (así lo definió nada menos que Juan Luis Cebrián). Es decir: que la enfermedad se encargara de hacer el trabajo sucio, dejara en evidencia al gobierno y así este no tendría más remedio que acabar tirando la toalla.
Primera estrategia fallida. Cien días ya. y ahí está el gobierno, vivito y coleando y, a juzgar por las encuestas, no demasiado mal parado.

2. Insultos y provocaciones sin parar. En el Parlamento y en la calle. En el Congreso se le llama terrorista al padre del vicepresidente, o asesinos a los responsables de la gestión de la pandemia; en la calle insultos, provocaciones, caceroladas, megáfonos en cochazos…
Segunda estrategia fallida. Pronto comprueban que tanta crispación se les está volviendo en contra.

3. El llamado lawfare, intento de utilización de mecanismos policiales y judiciales para acusar al ejecutivo de atrocidades que en ningún caso ha cometido. Como en Brasil o Ecuador o Bolivia. Informes cutres de guardia civiles del Opus y forenses guerrilleros de Cristo Rey. La jueza, cómplice al principio, pronto se da cuenta que eso no va a ningún lado.
Prueba superada.

4. Prisa saca los tanques, dado que la derecha de toda la vida parece que por sí sola no puede. Con los comandantes en jefe Felipe González y Juan Luis Cebrián al frente y tras destituir a la directora de El País, tiran de artillería pesada para insistir en el raca-raca: el Gobierno de coalición es impresentable, inmaduro, irresponsable, solo si se libra de Unidas Podemos y llega a acuerdos acuerdos con la derecha "moderada", así llaman al PP, hay futuro.
Estrategia torpe y desesperada.

5. Mal rollo en el ambiente. Llegan los disparos de un exlegionario a fotos de cuatro miembros del gobierno, entre ellos el presidente y el vicepresidente, y a un responsable de Unidas Podemos. Llegan las amenazas explícitas de miembros del PP hablando de la conveniencia de una muerte lenta para Pablo Iglesias para que así sufra más, amenazas que los populares condenan con la boca chica y, por supuesto, no desembocan en la expulsión del partido de tamaño sujeto. Llegan las intimidaciones a Beatriz Gimeno o Cristina Fallarás…

¡Basta ya!

Hay que poner pie en pared de una vez. Este gobierno es respetable y ha de ser respetado. Lo tiene que ser en la calle y lo tiene que ser en los medios, donde la barra libre de la impunidad ha de tener unos límites; la exaltación del fascismo tiene que ser ilegal y debe desaparecer de nuestra vida diaria. Tenemos derecho a convivir en paz. Aquellos a quienes no les gusta este Gobierno de coalición deben empezar a entender que la democracia no se inventó para que solo ganen ellos.

No sé si los nazis lo hicieron como lo está haciendo la ultraderecha estos meses en España, pero hay similitudes. Sea igual o no, lo que no podemos permitirnos los demócratas es infravalorar lo que está ocurriendo. Hay que reaccionar con contundencia ante la desmesura del proceso de acoso y derribo, mover cuantas fichas hagan falta antes de que a alguien le dé por decidirse a romper la baraja y se produzca alguna desgracia que haga muy difícil  la marcha atrás.

Avisemos a todos los que nos rodean, especialmente familiares y amigos que dudan de las verdaderas intenciones de los generadores de crispación y tienden a darle crédito a sus mensajes. Hay que desenmascarar cualquier inercia que desemboque en tentación golpista. Hay que contrarrestar y repetir cuantas veces sea necesario que el objetivo de este Gobierno es mejorar la vida de los más desfavorecidos, y algunos pasos se han dado ya.

Es un contrasentido, como escribía el otro día en las redes alguien que se declaraba votante de Podemos, que el señor que realiza en su casa trabajos de jardinero lleve una mascarilla con el logo de Vox. También esta otra historia, recogida en twitter: ”Me monto en un taxi y me cuenta el conductor las ayudas a las que se ha acogido: 880€ al mes por cese actividad de autónomo, moratoria para hipoteca, moratoria del préstamo con el que paga el taxi, suspensión de la cuota de autónomos. Le digo que PP, Vox y Cs votaron NO a todas esas ayudas y, por supuesto, no me cree”.

Este tipo de absurdos precisan de una labor didáctica que se impone promover sin más dilación. Se trata de repetir una y mil veces las mismas cosas: no es verdad que la ultraderecha y la ultra ultraderecha quieran nada bueno para los humildes, no lo es, no les creáis. El Gobierno actual se puede equivocar tanto en la gestión como en las formas, pero lucha contra la desigualdad y trabaja por una mayor justicia social, cosa que la ultraderecha jamás hará.

¡Qué triste paradoja que aquellos a quienes les sobra de todo consigan imponer su discurso en las mentes de quienes a duras penas tienen para comer!

J.T.

miércoles, 17 de junio de 2020

Cebrián se desata... más aún.

A Pedro Sánchez lo llama “señor bastante bobo”.
A una rectificación del ministerio de Justicia la califica de “necia”.
Al independentismo catalán lo tilda de “mascarada”.
A la “nueva normalidad” (expresión, eso sí, cuanto menos controvertida, hay que admitirlo) la considera “estúpida”.

Lindezas tales están firmadas por Juan Luis Cebrián, todo un señor Académico de la Lengua, que lleva 45 años pontificando sobre lo que conviene o no al resto de sus compatriotas, y creyéndose el adalid de lo políticamente correcto. Anson y Pedrojota, a quienes muchos consideraban, y algunos consideran todavía, más desestabilizadores que a él, nunca emplearon vocablos tan barriobajeros para descalificar a las personas o cosas que no les gustan.

Con el presidente de honor de El País, ya tenemos a los tres tenores dispuestos a interpretar La Traviata, a brindar con champán si consiguen cargarse este Gobierno de coalición que tanto les incomoda. Si es que alguna vez lo consiguen, claro.

La verdad es que Cebrián no se cortó un pelo al publicar este lunes en “su” periódico, una columna de opinión titulada “Sobre cómo afrontar la crisis constituyente”, artículo cuya aparición coincidió, mire usted qué casualidad, con el relevo en la dirección del diario.

Los editoriales faltando el respeto al Gobierno de coalición que la directora saliente había firmado alguna que otra vez no debieron parecerle suficientemente contundentes al veterano gurú ni a sus desesperados correligionarios. Así que ha pasado él mismo al ataque, con su nombre y apellidos, ya sin pudor ni miramientos.

Les invito a repasar, si les parece, algunas de las muchas perlas insertas en el artículo-manifiesto que, hay que reconocerlo, no tiene desperdicio.

Consideraciones generales:

1. ”El Partido Socialista Obrero Español no tiene proyecto alguno, o por mejor decir tiene una variedad de ellos, siempre que el que se aplique garantice el poder a su actual líder”.

2.”Afrontar la crisis “no se puede hacer con un gobierno de la señorita Pepis” (variante creativa de la expresión “camarote de los hermanos Marx” acuñada la semana anterior por su amigo Felipe).

3. “Un Gobierno verdaderamente progresista debería propiciar más el debate intelectual que los eslóganes y pasquines a que nos tiene acostumbrados”.

4.Podemos tiene un proyecto para España que ya se ensayó en Venezuela y Bolivia con los lamentables resultados que conocemos.

Sobre Pablo Iglesias:

1.”Encaramado al populismo y acosado por contradicciones personales, temo que esté echando a perder su vocación intelectual sin que logre en cambio asaltar los cielos”.

2.”Estudioso de Negri y Hardt, profetas del libertarismo global, Iglesias no cree en la autonomía de la política respecto a lo social”.

Turno para Zapatero:

“La debilidad del actual equipo socialista no se debe solo a su penuria de escaños ni a su irregular pacto con Podemos y los independentistas, sino sobre todo al descalabro interno del partido que comenzó con la obsesión de Rodríguez Zapatero por eliminar cualquier vestigio del llamado felipismo”.

Reivindicación de su amigo del alma:

A los pragmáticos socialdemócratas se debe el impulso reformista que logró reconstruir Europa en alianza con la democracia cristiana tras la guerra. El mismo que permitió la larga etapa de cambios y consolidación democrática presidida por Felipe González”.

Más despropósitos:

1.“La pandemia ha sido en ciertos aspectos una bendición para Sánchez, que ha evitado tener que explicar entre otras cosas el amigable encuentro del ministro Ábalos con la vicepresidenta venezolana, programado y no fortuito como se quiso hacer creer”.

2.”Si el socialismo español, huérfano de todo análisis teórico, persiste en sustituir el liderazgo por una camarilla clientelista dispensadora de favores, (o sea, lo que se hacía ya en tiempos de Felipe) acabará el país en manos de la extrema derecha.

Hasta la ONU queda cuestionada en el artículo de Cebrián:

“Al margen de los refuerzos que en el corto plazo recaben los Estados, necesitamos construir una gobernanza mundial más eficiente y fiable que el sistema de Naciones Unidas”.

Para rematar, reivindicación del bipartidismo como única salida:

Si el partido socialista y la derecha moderada no son capaces de volver a ser fuerzas dominantes del cambio y garantía del funcionamiento de la democracia, no habrá otro camino para la estabilidad política”.

¡Qué miedo!, ¿no?

Tanta invectiva solo puede deberse a una insoportable sensación de impotencia. De lo contrario no se entiende tan patético pataleo. Ideas de tertulias de sobremesa con café, copa y puro mezcladas todas juntas en un cóctel tan confuso como crispado. Pelín impropio para todo un señor académico ¿no les parece?

En resumen, todo un memorial de intenciones hecho público el mismo día de la marcha de Soledad Gallego del diario El País, lo que permite intuir por donde van a ir los nuevos tiros, cuál va a ser el criterio por el que se va a regir Javier Moreno, primer director del periódico que repite en el cargo. Cómo tiene que estar la cosa ahí dentro para que se hayan visto obligados a tirar de fondo de armario.

Nunca pensé que escribiría esto, pero veo a los empresarios más propensos a amoldarse a los nuevos tiempos que a esta camarilla periodística venida a menos, a quienes solo les falta gritar “Mi tesoroooo”, como a Gollum, aquel personaje de El Señor de los Anillos que se resistía a dejar de poseer la sortija, y lo buscó durante muchos años tras haberlo perdido, a pesar de que su posesión lo había tenido esclavizado.

J.T.

lunes, 15 de junio de 2020

Este Gobierno puede, y debe, ir para largo.

La oposición y sus palmeros se están empleando a fondo para impedir como sea que este Gobierno de coalición se consolide, dado que la crisis del coronavirus y el veneno inoculado a diario para desacreditar la gestión de Illa y Simón no ha sido suficientes. Hasta “un pequeño 23-F” ha llegado a insinuar el pequeño Jiménez Losantos. Pedrojota, la cabra siempre tira al monte, ha vuelto también a las andadas sugiriendo caras, nombres y apellidos para supuestos gobiernos de salvación nacional. La ultraderecha y la ultra ultraderecha han gastado demasiada pólvora en causas perdidas, confundiendo España con Brasil o países así.

“Deprisa, deprisa que si se consolidan lo vamos a tener crudo unos cuantos años”, deben pensar. Y llevan razón: el tiempo juega en contra de estos folloneros: van a empezar a salir los juicios por corrupción contra muchos de sus correligionarios, uno detrás de otro. En instituciones y foros antaño intocables cada vez quedan menos impunidades, sus patrañas no calan y su mentiras no cuelan. Han disparado por tierra, mar y aire, en muchos casos obuses de gran calibre y, como en el juego de los barquitos, todos han caído al agua.

Al tiempo cada día que pasa, tacita a tacita, el Gobierno de coalición ha ido aprobando leyes que ayudarán a mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos. No las de su electorado solamente, como algún que otro tertuliano de pesebre se empeña en repetir como un mantra, sino las de todo el mundo, hayan o no votado a este Gobierno.

Leyes incluso que nadie se ha atrevido a votar en contra, como el Ingreso Mínimo Vital, o como la de la infancia, decisiones trascendentes, históricas, aunque los Telediarios las cuenten en el minuto 26 y los responsables de informativos se defiendan argumentando que ni El País ni La Vanguardia las dan en primera página. Pero hoy no toca hablar de los medios.

Si el Gobierno de coalición consigue aprobar los presupuestos, durará. Como escriben mis compañeros Manu Sánchez y Alejandro López de Miguel, “han logrado que asiente la idea de que la austeridad no es una salida, y se respira optimismo en las filas del Ejecutivo en cuanto a las posibilidades de desterrar por fin las cuentas aprobadas por el PP en 2018” por las que aún nos regimos.

A pesar del antipático ruido que arma esta oposición revoltosa y excitada, la ciudadanía acepta con normalidad cosas que lo son, claro que sí, pero que hace solo unos años resultaba difícil imaginar que contarían con la acogida social que ahora tienen. Hay un par de generaciones que vienen empujando y a las que ya no les vale que les hablen todo el tiempo de los logros de la Transición y demás gaitas. Ellos piensan en un futuro moderno, con idiomas, emprendedor, ecologista, diverso, feminista, plural, anti maltrato animal y con la violencia de género erradicada. Un mundo sin tanta pamplina, sin tanta batallita de abueletes, que no por eso dejan de apoyar la necesaria reparación de agravios e injusticias que se cerraron en falso tras la muerte de Franco.

Esa juventud está emergiendo y se está formando mejor de lo que nos creemos y aunque no lea periódicos está más al día, y con mayor rapidez y solvencia, que quienes presumimos de no perdernos un boletín informativo. Les interesa la vida en colores, lo sustancial, lo que afecta a sus vidas, su futuro y sus bolsillos, y no ese discurso circular de la mayoría de los medios donde los políticos hablan para los periodistas y los periodistas para los políticos. ¡Pesados somos!

No les gusta que estemos alejados de la realidad, y eso es algo que me da en la nariz que ha sabido leer el actual Gobierno de coalición. Los parlamentarios chillan, los tertulianos desaforan, las portadas escupen mentiras y esconden informaciones de suma trascendencia, pero el ciudadano de la calle percibe otra cosa y no les hace caso. Ve que durante la pandemia a los autónomos le han llegado sus cobros, a los trabajadores sus Ertes, que los bancos están ofreciendo créditos a bajo interés, que han ofrecido, a quienes lo necesitaban, moratorias en el pago de hipotecas y gastos corrientes del hogar…

Y lo más importante, muchos de los beneficiarios de estas medidas no son votantes de ninguna de las opciones que han ayudado a formar este Gobierno de coalición. Sacarán sus conclusiones, porque en estas lides el ciudadano común se mueve con mayor clarividencia que el político, que insiste en sus provocaciones recurriendo al insulto y usando mantras trasnochados como el terrorismo, Venezuela, Cuba y demás lugares comunes. Ya no cuela.

El ciudadano corriente valora el trabajo de Fernando Simón y de Salvador Illa, y no entiende que se les pueda llamar asesinos ni en broma. Empiezan a darse cuenta, quienes no lo tuvieran claro desde el principio, que ha sido una suerte contar con este Gobierno en un momento tan fatídico como el que hemos vivido, y que habría sido una verdadera desgracia que nos hubiera tocado un Casado, un Egea, un Abascal o una Cayetana gestionando la pandemia. Más vale ni imaginarse lo que podría haber llegado a ocurrir.

Han hecho mucho ruido, han aumentado el dolor que ya de por sí teníamos, han buscado a diario sacar de sus casillas a quienes, para gestionar lo que ocurría, estaban sometidos a un enorme estrés. Pero afortunadamente, los responsables sanitarios, mando único, no lo olvidemos, han sabido mantener la calma y hacer valer su autoridad con discreción y modestia.

¡Chapeau por ellos! Porque, si nos ponemos en su lugar, con tanta diatriba, tanta salida de tono y tanta ofensa gratuita, no sé ustedes, pero a mí me hubiera costado mucho mantener la calma. Por eso desde aquí quiero hacerles llegar todo mi reconocimiento.

A menos que las cosas se compliquen, este Gobierno de coalición puede ir para largo. Más bien debe, porque hay por delante mucha faena.

J.T.

jueves, 11 de junio de 2020

Desmontando los bulos de Miguel Bosé contra Pedro Sánchez y Bill Gates



Miguel Bosé
tiene más de tres millones de seguidores en twitter, lo que significa que lo que escribe en su cuenta goza de una formidable repercusión. Por eso no me parece un asunto trivial el violento ataque que el famoso cantante, que se manifiesta contrario a las vacunas,  dedicó este martes al Gobierno de coalición... y a Bill Gates.

Les cuento:

El pasado 4 de junio, Pedro Sánchez anunció que el Gobierno español piensa aportar 50 millones de euros para que una asociación mundial llamada GAVI, cuyo objetivo es mejorar el acceso a la vacunación en todo el mundo, pueda seguir con su trabajo los próximos 5 años y lograr así inmunizar a 300 millones de niños y niñas.

Para mi sorpresa, y la de muchos otros, por lo que he podido comprobar, Bosé decidió arremeter con inusitada virulencia en su cuenta de twitter contra esta iniciativa:

“La farmacéutica GAVI, para quien no lo sepa, -escribió- es propiedad de la fundación Bill & Melinda Gates, los especialistas en vacunas fallidas que tantas víctimas han causado alrededor del mundo”.

Continuaba Bosé:

Bill Gates habló en el pasado reiteradamente sobre su proyecto de vacunas que portasen micro chips o nano bots, para obtener todo tipo de información de la población mundial con el solo fin de controlarla”.

“Llevada a cabo esta fase, seguía diciendo el cantante, y una vez que activen la red 5G, clave en esta operación de dominio global, seremos borregos a su merced y necesidades”.

A continuación, leña a Pedro Sánchez, a quien acusa de...

“...hacerse cómplice de un plan macabro y supremacista, como de costumbre sin el permiso de la ciudadanía”.

Al final de su hilo de twitter, Bosé afirmaba lo siguiente:

India ha expulsado y denunciado a los Gates, África aún acarrea sus consecuencias y Kenia ha destapado sus atrocidades”.

A pesar de las muchas pruebas que últimamente ha dado Miguel Bosé de haberse convertido en alguien que nada tiene que ver con la persona que hasta hace poco creíamos que era, y de lo mucho que chirriaba todo, admito que pasó un tiempo antes de que se me ocurriera sospechar que podía tratarse de un bulo. Un documentado hilo que el escritor Ernesto Filardi publicó al día siguiente confirmaba lo que me temía y me ayudó a entenderlo todo bastante mejor.

Como creo que se trata de un trabajo de suma utilidad, le he pedido permiso al profesor Filardi para compartir aquí los argumentos con los que rebate punto por punto los bulos difundidos por Bosé. Helos:

1. No es cierto que GAVI sea una farmacéutica: Son las siglas de Global Alliance for Vaccines and Immunization, una alianza de instituciones para dotar a países subdesarrollados con vacunas.

2. Aunque GAVI , como se puede comprobar consultando su página web, comenzó gracias a la fundación Bill Gates, existen otros miembros importantes en la alianza como, por ejemplo, UNICEF y la OMS.

3. “Dices también que India "les ha expulsado y denunciado" y que Kenia "ha destapado sus atrocidades"- escribe Filardo en su réplica a Bosé- . He estado buscando información sobre el tema y no he encontrado nada. Sería interesante que compartieras tus fuentes sobre el tema”, añade.

4. El pasado fin de semana se celebró la Cumbre Global para las Vacunas, organizada por GAVI, y allí se contó con intervenciones tanto del primer ministro indio como del presidente de Kenia.

5. El presidente de Kenia  agradeció a GAVI la ayuda prestada durante años, con datos precisos de lo que esa ayuda ha supuesto para su país. No parece muy creíble que Kenia condene a quien está pidiendo ayuda.

6. El primer ministro indio, durante la misma cumbre del fin de semana pasado, prometió que su país aportará 15 millones de dólares a GAVI para que la institución continúe investigando.
Suscribo por completo las palabras de Filardi cuando, tras rebatir los bulos difundidos por Bosé, le pide al conocido cantante que reflexione…

“…sobre lo que implica que una persona como tú (con esa visibilidad internacional), se dedique a difundir un mensaje antivacunas. Es tremendamente irresponsable por tu parte, Miguel, que en mitad de una pandemia que lleva más de cuatrocientos mil muertos en todo el mundo, lances un mensaje de "No queremos vacunas" sin fuentes veraces que sustenten los bulos que estás lanzando”.

“Entiendo, por lo que dices al final del hilo, -termina Filardi- que tu objetivo sea desacreditar al gobierno español. Y oye, estás en tu derecho de hacerlo si así lo consideras. Pero no con bulos que favorezcan al movimiento antivacunas, por favor”.

Creo que, al menos por hoy, no hace falta añadir nada más.

J.T.

martes, 9 de junio de 2020

Que ladren, pero desde la oposición


Suelen comportarse los cachorros de la ultraderecha como si tuvieran pagado un seguro de impunidad, una especie de salvoconducto que permitiera por sistema pasarse varios pueblos cada vez que hablan sin tener por qué temerle a las consecuencias.

Ya sea en una cacerolada, en el parlamento, en una manifestación de cochazos o en un tuit agresivo por las redes sociales, quienes pertenecen a esta peculiar variante de la especie humana transmiten la sensación de estar seguros que, hagan lo que hagan, les va a salir gratis, que no van a pagar ningún precio por ello.

Dicen ser católicos y defender su doctrina, pero incumplen por sistema los diez mandamientos, mienten, sueltan falsos testimonios, insultan y cometen los peores actos impuros, que son la exhibición pornográfica de su amoralidad; desean los dineros del prójimo, y lo peor es que los consiguen… y se los quedan. Roban hasta la bandera de todos para usarla como arma contra quienes no piensan como ellos.

Quienes no vamos por el mundo sacando pecho ni agrediendo por sistema acabamos encontrándonos en inferioridad de condiciones frente a la petulancia de los megáfonos, los himnos de épocas que creíamos superadas, las camisas de marca, las mascarillas con bandera y el desprecio a los sectores más vulnerables y desfavorecidos.

Para colmo si plantas cara, te defiendes o replicas, el provocador eres tú; si les hablas como se merecen, el que no sabes mantener la compostura eres tú; si contestas en el mismo tono en que ellos te hablan a ti, el histérico eres tú.

Pareciera que en el carnet de facha vinese incluida la barra libre para la insolencia. A la plebe, resignación, comedimiento, santa paciencia, que cualquier cura al quite se encargará de recordar que la resignación es una virtud que Dios se encargará de premiar en el otro mundo.

Lo peor de todo es que su manera de actuar, racista, contra los derechos de los más débiles, niños, ancianos, o mujeres a las que se les discute hasta el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, era una semilla que estaba durmiente en nuestro país bajo el manto del Partido Popular. Pues ¡ea! ¡ya ha reventado! Vía libre para la competición de a ver quién la suelta más gorda!

Cada vez que un fascista invoca la religión debería ser desautorizado por la iglesia, no se rían, por favor. Y de los periodistas, ¿qué me dice? ¡qué tristeza todo! No hay un solo periodista de derechas que parezca estar demasiado preocupado por la verdad. Han de lanzar consignas a diario y lo hacen, sean o no ciertas, caiga quien caiga.

Ufanos, no dejan de pavonearse y hasta de reírse del mundo con el mayor de los desahogos. Otros estamos menos tranquilos. Sabemos que, si se salieran con la suya, acabaríamos pagando nuestra coherencia y nuestra osadía con muchas dificultades para ganarnos el pan de cada día.

Es un alivio constatar que, de momento, solo pueden mentir y ladrar desde la oposición. ¡Que sea por muchos años!

J.T.

Publicado en La Última Hora

domingo, 7 de junio de 2020

Ven, Capitán Trueno, haz que gane el bueno

Si Felipe González hubiera tenido mayor caradura de la que ya tiene, se hubiera perpetuado muchos años más en el poder. Habría bastado que un buen día de 1989 hubiera comparecido ante el país para decir: “Señoras y señores, asumo la responsabilidad del GAL como presidente del gobierno que soy”. Hubiera fascinado. A continuación, tras disolver el parlamento, habría arrasado en las siguientes elecciones. Le faltó reconocer lo malo que era para redondear su éxito.

Por eso Trump no se anda con rodeos. Por eso Bolsonaro no se corta un pelo y mete en la cárcel a demócratas utilizando jueces que luego premia con ministerios… y ahí sigue porque los votos se lo consienten. Los votos de los fascinados, porque el mal fascina.

El malo chulo, el malo soberbio, el malo que va de sobrao por la vida, se acaba llevando el gato al agua. Aquí lo tenemos bien comprobado, en este país en el que chapoteamos sin remedio desde que a principios del siglo XIX no se nos ocurrió otra cosa mejor que reclamar el regreso de Fernando VII, el mastuerzo, como le llama mi amiga Nieves Concostrina. Desde entonces no levantamos cabeza.

Nos gusta que nos la pisoteen, nos gusta quejarnos de lo malos que son los malos pero nos da pereza que quienes pueden ser la alternativa nos pongan a trabajar. Esa fue la historia de nuestro siglo XIX, la ruina que derivó en nuestra guerra civil y por eso pasamos vergüenza, todavía a día de hoy, con una ultraderecha de diseño que de un tiempo a esta parte parece reproducirse por esporas.

Son malos, pero hay un cierto sector acomodado de la población que, por una extraña e incomprensible inercia, tiende a sentirse más tranquilo cuando la derecha ocupa el poder que cuando lo hace la izquierda. Un miedo sin fundamento, incluso entre los pobres, a que la izquierda te vaya a freír a impuestos y te acabe quitando la ridícula miseria que tienes ahorrada ¿Por qué acabamos gritando siempre “vivan las cadenas”?

Entramos en la UE, en la OTAN, nos proporcionaron una moneda común y nos atiborraron de fondos FEDER, pero aún nos quedan muchos deberes por hacer. Creímos que así seríamos como ellos pero no, en buena parte de Europa nos siguen mirando por encima del hombro y perdonándonos la vida. Durante la crisis del 2008 ya nos humillaron sin compasión alguna, y ahora vuelven a las andadas. No acaban de fiarse de nosotros.

Nos hemos metido en el saco europeo, pero nuestros peores demonios hacen que las costuras de ese saco peligren aún. Continuamos teniendo estructuras fascistas que en cuarenta y cinco años no hemos sido capaces de hacer saltar por los aires. El franquismo nunca desapareció del todo de instituciones como la justicia, la policía, la guardia civil, las cloacas de Interior. Desapareció del ejército porque al entrar en la OTAN los militares no tuvieron más remedio que adaptarse, modernizarse, pero la serpiente sigue poniendo huevos.

¿Por qué los malos nos fascinan? ¿Habrá un componente masoquista en el funcionamiento de la sociedad civil? ¿Cómo se entiende si no que, sabiendo como sabemos que han robado a manos llenas, que han mentido a mayor velocidad de la que respiran, que han intentado hundir cualquier atisbo de pluralidad en las instituciones, cómo comprobando esa evidencia a diario, todavía hay quienes se resignan a que encanallen como encanallan y enreden como enredan?

“Ven, Capitán Trueno, haz que gane el bueno”.

En 1978, un grupo llamado Asfalto hizo célebre esta frase
, parte del estribillo de una canción que evocaba las hazañas de un personaje de tebeo célebre en la época de la dictadura. El personaje de El Capitán Trueno nació en 1956, cuando la Editorial Bruguera buscaba un héroe nuevo para sus colecciones de cómics.

El guionista y escritor Víctor Mora les propuso, con la colaboración del dibujante Ambrós, la figura de un caballero español de la Edad Media que lucharía contra los “infieles” en la época de la Tercera Cruzada para defender la justicia y liberar a los oprimidos.

Mora era comunista, miembro en la clandestinidad del PSUC (Partido Socialista Unificado de Catalunya), y supo arreglárselas para burlar la censura con tal éxito que la figura del Capitán Trueno se convirtió en el personaje de cómic más famoso de nuestro país durante una década larga. Aquellos malos recibían su merecido, y tú te alegrabas porque ganaban los buenos.

Metidos ahora en el lío en el que estamos, hartos ya de tanto malo de tebeo, a mí me ha dado estos días por echar de menos al tuerto y forzudo Goliath, al joven Crispín, al Capitán Trueno y hasta a su dama Sigrid de Thule. Y entonces vas y, casi sin darte cuenta, te pones a tararear aquella canción que el grupo Asfalto popularizara allá por finales de los setenta del siglo pasado:

“Ven Capitán Trueno
Haz que gane el bueno
Ven Capitán Trueno
Que el mundo está al revés

Si el Capitán Trueno pudiera venir
Nuestras cadenas saltarían en mil
De él aprendimos que el bueno es el mejor
Aunque al pasar el tiempo comprendemos que no”.

J.T.

martes, 2 de junio de 2020

¿Qué demonios va a pasar con TVE?

Cuesta trabajo entender qué demonios está pasando con Televisión Española. En su estructura de poder todo es provisional, y no hay nada peor que la provisionalidad para que todo sean coartadas.

¿Los informativos son impresentables? Es que somos provisionales.
¿La programación no hay quien la entienda? Es que somos provisionales.
¿La audiencia se desmorona? Si no fuéramos provisionales….

La provisionalidad es como el comodín del público en aquel célebre programa televisivo donde también había, ¿recuerdan? “sufridores en casa”; la transitoriedad es la coartada perfecta para que el actual equipo directivo de la tele pública estatal tenga siempre una excusa a la que agarrarse.

Seguro que muchos de ustedes han olvidado que Rosa María Mateo, la actual Administradora Única de RTVE, fue nombrada con carácter provisional, para unos cuantos meses solamente, en…. julio de 2018. Pues bien, ya lo ven: esa “provisionalidad” va para dos años. Con una incomprensible anomalía añadida: no hay Consejo de Administración y puede que no exista todavía en mucho tiempo.

Se intentó antes de apostar por el nombramiento de Mateo, sí. Y se votaron los diez candidatos a miembros de este órgano presentados por PSOE, PNV y Unidas Podemos. Incluso había nombre pactado para la presidencia de la Corporación, Tomás Fernando Flores, pero el PSOE lo torpedeó descaradamente porque al partido no le gustaba la relación de fuerzas. Demasiado peso de Unidas Podemos en el Consejo, pensaron, y eso debía costarles asumirlo. Ganar una moción de censura, echar al PP, no podía derivar en que Unidas Podemos tuviera más fuerza que los socialistas en el Consejo de Administración. Cinco frente a cuatro, porque el quinto del PSOE se lo habían cedido al PNV a cambio de tener los socialistas, entre sus cuatro miembros, al candidato a presidir la Corporación.

No hay que olvidar tampoco que a esta situación se llegó cuando, uno tras otro, se habían ido rechazando nombres propios de profesionales propuestos para presidir la Corporación: Andrés Gil, Ana Pardo de Vera… ¿recuerdan? Un quilombo impresentable cuyo filibusterismo quedó rubricado cuando, mire usted por dónde, en la última votación, dos diputados socialistas se “equivocaron” de papeleta y el consejo de Administración pactado finalmente, y que todo el mundo daba por hecho, quedó en agua de borrajas. Eran necesarios 176 votos para que quedara constituido y se consiguieron “solo” 175. A  los diputados de los otros partidos que habían cumplido votando a favor, como ERC, por ejemplo, se les quedó cara de tontos cuando descubrieron que habían sido chuleados por los socialistas en su peor estilo de viejos lobos parlamentarios.

No querían que aquello saliera para adelante y no salió. ¿Quiénes serían los dos socialistas torpes? Hay fundadas sospechas para aventurar que de torpes nada, que se equivocaron a conciencia, incluso me imagino quienes fueron pero como no puedo demostrarlo, me callo. Aquel nefasto día quedó inaugurada la ruina en la que desde entonces vive TVE.

Ante el gatillazo, y tal como estaba contemplado en la legislación, se buscó a alguien que se atreviera a sentarse por unos meses en el sillón de la Administración Única. Se le propuso a Rosa María Mateo y esta aceptó. Acto seguido se puso en marcha el concurso del que habrían de salir, para seis años, los diez miembros del Consejo de Administración y, de entre ellos, el presidente o presidenta. Se presentaron más de noventa candidaturas y un comité de expertos se puso a trabajar aquel verano para tener seleccionados a los veinte con mejor puntuación cuanto antes.

Ese era su compromiso y los expertos cumplieron, examinando los proyectos a ciegas y puntuando en consecuencia. Los veinte mejores fueron dados a conocer en la primera quincena de diciembre de 2018. El siguiente paso era que los políticos eligieran diez de entre esos veinte. Todo esto no tendría por qué alargarse más de tres meses, pero se alargó. Llegó febrero y se convocaron elecciones generales para abril. Todo parado: hasta que el parlamento no funcionara normalmente no se podría retomar el concurso. Y pasaban los meses, y TVE iba cuesta abajo y sin frenos. Repetición de elecciones, ya estábamos en noviembre y las cosas seguían igual, y pasó también diciembre.

En enero se constituyó el Gobierno de coalición: mañana mismo nos ponemos con lo de TVE, parece que dijo alguien. Y unas narices! Había pasado año y medio ya y el desastre, por lo visto, no había hecho más que empezar. Febrero, primeros pasos del nuevo gobierno; marzo, el coronavirus, la pandemia, el estado de alarma, y TVE cada vez más relegada entre las prioridades gubernamentales.

Miles de infectados, overbooking en las UCIs, centenares de fallecidos cada día, la derecha y la ultraderecha más agresivas que nunca y TVE sin norte, con un director de Informativos parche que pasa el confinamiento en Barcelona, que hace que todo el mundo eche de menos a Begoña Alegría, la directora que se hizo cargo de los telediarios en agosto del 18 y que durante año y medio consiguió que estos no perdieran la dignidad. Al final, Alegría dimitió harta de ver que una situación de indefinición y ambigüedad, que no ayudaba nada a planificar bien el futuro, se prolongaba indefinidamente.

Y así sigue la cosa, sin que nadie parezca tomarse en serio elaborar unos telediarios decentes con escaletas equilibradas y primando el carácter de servicio público de la empresa. Continúan pasando los días, las semanas y los meses, y no se le ve el fin a la provisionalidad. Eso sí, una provisionalidad en la que sin que se sepa bien quién da la instrucciones, el trabajo de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición es unas veces infravalorado y otras silenciado cuando no directamente atacado. La ministra de Trabajo es una de los miembros del gobierno cuyo departamento ha ido adoptando medidas de calado social de enorme repercusión, asuntos de indiscutible relevancia periodística, que en los telediarios han sido tratados casi de puntillas.

Cuando a finales de marzo el Vicepresidente Segundo ofreció su primera rueda de prensa en La Moncloa para anunciar ayudas sociales que afectarían a una amplia capa de la población más desfavorecida tras la implantación del estado de alarma, se le relegó al 24 horas con la excusa de que eran la tres del la tarde y el Telediario tenía que empezar a su hora. Hasta al presidente le hicieron algo parecido en los primeros días de la crisis, cuando toda la población, acojonada, miraba una de sus primeras comparecencias, que había empezado pasadas las ocho de la tarde. Cuando dieron las nueve lo pasaron al 24 Horas. para dar el Telediario ¿En qué cabeza humana cabe tamaño despropósito?

Los trabajadores que se vistieron de negro en tiempos de Rajoy para protestar por la manipulación del Partido Popular en los informativos de TVE vuelven ahora a estar indignados, pero se cortan entre otras cosas, me aseguran, por miedo a que sus protestas puedan ser capitalizadas por quienes ejercían cargos en tiempos del PP y ahora, trabajadores de base, critican a diario en las redes, desde perspectivas de derechas, la situación actual de la empresa. Un lío más.

Los sindicatos claman en el desierto, redactan hojas informativas que cada semana cuelgan en los tablones de anuncios de cada centro, se dirigen a los partidos políticos reclamando soluciones que son urgentes, pero los partidos guardan silencio. Tienen demasiados frentes abiertos: la justicia, la policía, la guarda civil, las cloacas de Interior.. el intento diario de acoso y derribo de una ultraderecha más desaforada que nunca. Y TVE, claro, en el orden de prioridades, debe andar ahora por el puesto decimonoveno o así.

Situación de provisionalidad, serían unos pocos meses, le dijeron a Rosa María Mateo, dos o tres a lo sumo. Y van dos años Ya no está Rubalcaba, uno de lo que intervinieron en la búsqueda de soluciones “provisionales”, también ha fallecido Alicia Gómez Montano, la número uno de los veinte candidatos seleccionados en el concurso por un comité de expertos que se siente utilizado. Todo hace sospechar que los partidos políticos no están por la labor de recuperar esa fórmula, sino que están buscando otras soluciones.

Sean cuales sean, esas soluciones no llegan. Y pasan los meses, y la situación de provisionalidad se mantiene, y continúa el desconcierto mientras los corresponsales van siendo cesados en cadena y en la parrilla de programación de la mañana se produce un vuelco espectacular. Se han cargado a Fortes, a Casado y a Huerta para ofrecer un programa ómnibus a partir de septiembre, una apuesta que para unos es valiente y para otros temeraria.

Decisiones gordas todas ellas, como contratar gente, cambiar los horarios de los informativos territoriales o crear un programa de debate los sábados justo a la hora de la Sexta Noche. Decisiones ejecutivas que está tomando un equipo seleccionado para una provisionalidad efímera ¿Alguien entiende algo?

Y a todo esto, ¿se ha parado alguien a pensar cuántos espectadores y de qué tipo le van a quedar en septiembre a TVE? ¿Qué tipo de audiencia es la que todavía se molesta en sintonizar la Uno? Aquel o aquella que sea designado para relevar a Rosa María Mateo se va a encontrar con un panorama desolador. Aunque ese alguien salga de entre los miembros del equipo que en la actualidad rodea a la todavía presidenta de la Corporación.

Me temo que va a costar mucho trabajo resucitar TVE, volverla a dotar del prestigio y reconocimiento que en su momento tuvo. En el caso de que algún día exista la voluntad política, y el soporte financiero, para hacerlo ¿cuánto tiempo creen ustedes que tardaría en volver a parecerse a lo que un día fue? Es algo a lo que no se puede renunciar. Nos va mucho en ello. Y diría, sin querer ponerme demasiado solemne, que nos va la salud democrática de nuestro país.

J.T.