domingo, 7 de septiembre de 2025

Palestina. Protestar y actuar


El diputado italiano Angelo Bonelli, co-portavoz de la formación Europa Verde, ha anunciado una pregunta urgente en el Parlamento de su país exigiendo explicaciones por la presencia de un avión militar israelí que aterrizó el otro día en la base militar de la OTAN en Sigonella, cerca de Catania, donde está concentrada una parte de la Global Sumud Flotilla. Estos barcos, cuyo objetivo es romper el bloqueo israelí sobre la Franja de Gaza y transportar hasta allí ayuda humanitaria, se proponen zarpar en breve hacia su destino apenas lleguen los navíos procedentes de Barcelona y Túnez que forman parte de la misma expedición.


Mi amigo Manolo Teniente lo cuenta en una de las crónicas que escribe a diario desde que salió de Barcelona a bordo del Sirius. Según nos explica en su jugoso cuaderno de bitácora, ese avión israelí, un KC-130H con base en Nevatim, Israel, permaneció unas cuatro horas en Sigonella hasta que regresó a su base en el desierto de Néguev y Bonelli, el diputado italiano, se pregunta qué demonios hacía un avión israelí en una base siciliana: “¿han venido a espiar la Global Sumud Flotilla, a cargar material de guerra?”. 


Que Italia, con una primera ministra ultraderechista, permita aviones israelíes en su territorio y se mantenga al margen de la Flotilla parece lógico y previsible. Que España no se implique en apoyar una misión humanitaria como esta se entiende peor. Admiro la perseverancia y la constancia (ese es el significado del término “sumud”) de quienes han tomado la decisión de embarcarse. Consigan sus objetivos o no, tengan o no éxito en lo que se proponen, apelan a las conciencias del mundo, nos están diciendo que se acabó el tiempo de sentirse impotentes, que algo hay que hacer. Y lo están haciendo. 


Veintitrés meses meses han transcurrido ya desde el día en que los nazis que gobiernan Israel encontraron excusa para entrar a sangre y fuego en Gaza. Veintitrés meses en que casi 65.000 personas han perdido la vida, 15.000 de ellas niños pequeños. Veintitrés meses de destrucción y aniquilamiento sistemático, de enfermedades y de hambre.  


Que la Global Sumud Flotilla contribuya a visibilizar todo esto es importantísimo, habida cuenta del silencio cómplice, cada día más clamoroso, de buena parte de los medios de comunicación occidentales. Como están siendo importantes también las protestas que tienen lugar estos días en las ciudades por donde pasa la Vuelta Ciclista a España. Es demasiada afrenta que Israel tenga un equipo de corredores pedaleando por nuestras carreteras nada menos que durante tres semanas. Con un dueño que se jacta de ser íntimo amigo del genocida Netanyahu y que se niega a marcharse de la competición.


Demasiada chulería, intolerable provocación a la que toca hacer frente de todas las maneras posibles. Las protestas ciudadanas a diario por los lugares donde se celebran las etapas de la Vuelta son imprescindibles, pero las instituciones tienen la obligación de implicarse mucho más de lo que lo hacen. Un país que lleva casi dos años masacrando sin piedad a sus vecinos, que les niega el derecho a la existencia como nación, que los quiere borrar del mapa y construir resorts de lujo sobre los escombros provocados por sus bombas, que ha asesinado a más de 250 periodistas tratando así de impedir que se conozca lo que sucede en la Franja, no puede pasearse impunemente por competiciones deportivas como la Vuelta Ciclista a España o el Eurobásket. Si lo hacen nos están desafiando, y si desafían hay que responder. Por eso celebro que la Global Sumud Flotilla se haya puesto en camino y admiro a quienes forman parte de la expedición, conscientes como sin duda son de que su aventura tiene un desenlace incierto.


Por eso celebro también que existan películas como La voz de Hind, la historia real de una niña palestina de seis años que quedó atrapada en un coche bajo los disparos israelíes en el norte de Gaza en enero de 2024. Esta cinta de la directora tunecina Kaouther Ben Hania fue presentada la semana pasada en el Festival de Venecia. Está respaldada por personalidades como Brad Pitt, Alfonso Cuarón, Rooney Mara o Joaquín Phoenix y quienes ya la han visto cuentan que la película se abre con la imagen de unas ondas sonoras y pronto nos percatamos de que la voz que escuchamos es la de la propia niña suplicando ser rescatada. Tras horas pidiendo ayuda por teléfono, fue hallada muerta junto a sus familiares y al personal de emergencia que intentó socorrerla.


El efecto, aseguran, es espeluznante, de una forma que ninguna recreación podría conseguir. Tras su proyección, la película recibió una conmovedora ovación que duró nada menos que veinticuatro minutos. Este es el camino, denunciar, denunciar y denunciar sin parar por todos los medios posibles. En la Vuelta Ciclista, en la Global Sumud Flotilla, en el Festival de Cine de Venecia. Como dijo allí la actriz Saja Kilani en el comunicado que leyó en nombre del elenco y el equipo de La voz de Hind: “¿No ha sido ya suficiente? Basta de hambre, de deshumanización, basta ya de destrucción. La película no es una fantasía, no es una opinión. Es la verdad.”


J.T.

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