domingo, 28 de septiembre de 2025

La historia no absolverá a quienes callan ante la barbarie.



En la Asamblea General de la ONU del pasado jueves, Benjamin Netanyahu subió al estrado con la arrogancia de quien confunde liderazgo con soberbia. En un hemiciclo donde las sillas vacías gritaban más alto que sus palabras, el primer ministro israelí desplegó su conocido guion: acusar a la ONU de antisemitismo, pintar a Israel como víctima eterna y justificar el genocidio de Gaza, donde ya han muerto más de 65.000 palestinos. Su intervención, un monólogo de desafío beligerante que obligó a escuchar a los gazatíes con altavoces en las calles a la manera nazi fue, además de una humillación incalificable hacia aquellos a quienes está dejando sin futuro, fue un insulto intolerable hacia los miles de millones de personas en el mundo entero a quienes nos espanta cada foto de un nuevo bebé asesinado.  


Mientras Netanyahu blandía mapas para demonizar a Irán, el mundo le respondió con un éxodo de diplomáticos y una resolución abrumadora exigiendo el fin de la ocupación ilegal de Israel en Palestina. 


¡Qué tristeza más grande ver cómo enfocan esta tragedia imperdonable periódicos españoles como el  *ABC*, que se ha limitado a parafrasear las excusas de Netanyahu, presentando como líder incomprendido al responsable de bombardeos indiscriminados sobre una población indefensa, al sátrapa que ha provocado esta horrible crisis humanitaria que nos deja sin palabras para calificarla. "El Mundo" por su parte habla de la “soledad” de Netanyahu como si fuera un drama shakespeariano, sin tener la decencia de llamar la masacre por su nombre. Por no hablar de  *La Razón* que, fiel a su cruzada conservadora, aplaude la “firmeza” de Israel mientras barre bajo la alfombra los cuerpos de civiles palestinos. Se han convertido en  altavoces de una narrativa que blanquea crímenes de guerra pero les da igual, porque esa es la línea de sus políticos favoritos, de quienes les pagan sus respectivos panfletos, antes llamados periódicos. Si el PP y su musa decidieran algún día modular o cambiar su discurso, ya veríamos lo poco que iban a tardar ellos en hacer lo mismo.


De momento, a día de hoy aún, Ayuso defiende el “derecho de Israel a protegerse” como si los tanques y los misiles fueran herramientas de autodefensa contra bebés y hospitales y en el PP continúan evitando condenar la ocupación, a ver cuánto aguantan. Porque algunos (Azcón, Bonilla, Rueda), ya se están bajando del carro. Con todos los matices que se quiera, pero bajándose. El partido aún continúa instalado en un alineamiento ciego con Israel. Ellos sabrán.  


Insistamos una vez más: un genocidio no es un “conflicto”. Es la aniquilación sistemática de un pueblo, con bombas que no distinguen entre combatientes y civiles, con bloqueos que matan por hambre y enfermedad. Palestina no es un debate abstracto; es una tragedia real, con nombres, rostros y sangre. Condenar a Netanyahu y su maquinaria de muerte no es antisemitismo, es decencia. A los diarios y políticos españoles que continuan sin alzar su voz contra los crímenes de Israel, su silencio no los exonera. La historia no absolverá a quienes callan ante la barbarie.


J.T.

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