sábado, 3 de agosto de 2013

El FMI no quiere que seamos ni siquiera mileuristas


Christine Lagarde, todavía presidenta del Fondo Monetario Internacional

Cuando hace ya cinco largos años que explotan todas las burbujas, todas las pompas y todas las circunstancias, cuando estamos en un momento en que no vemos el final de la cuesta abajo y cuando cada día que pasa acaba siendo mejor que el siguiente...el término "mileurista", en cambio, adquiere más valor a medida que transcurre el tiempo.

Un mileurista en 2005 era alguien que se planteaba prosperar. Un mileurista en 2013 es casi un privilegiado.

En el entorno en el que me muevo (vecindad, amigos, familia...) ocho de cada diez personas de las que conozco no llegan a los mil euros limpios al mes de ingresos. Maldita la falta que me hacen las encuestas, maldita la necesidad que tengo de que cada mes me vengan con los datos del paro y de la dichosa epa...

Me basto yo solo para comprobar cuántos de mis allegados se mueven entre contratos por horas, fijezas discontinuas de ocho-diez meses al año por 800 euros al mes como mucho; contratos renovados por la misma empresa, pero con un tiempo de paro en medio, lo que significa que eso les genera enormes sablazos en la declaración de la renta...

Eso los que consiguen trabajar, porque me trato también con gente de mi edad a la que se le ha acabado el paro y ahora amenazan con birlarle el salario social y obligarlos a jubilarse con una pensión esquelética; con camareros que trabajan 14 horas al día con contratos de media jornada... eso cuando tienen contrato; con jóvenes a los que les pagan 500 euros por jornada laboral completa y disponibilidad los fines de semana pero eso sí, si se dan de alta de autónomos y pagan ellos, claro está, todos los gastos. Y con mucha gente inactiva. Mucha gente con demasiado tiempo libre para comerse el coco...

No, no vivo en un barrio marginal ni me relaciono precisamente con gente cuya preparación sea escasa. También, en la particular encuesta que me proporciona mi entorno vital, dos de cada diez de las personas que conozco cobran más de mil euros. Incluso hay algunos que rebasan los dos mil... ¡guau! Buena parte de ellos son funcionarios (profesores, médicos, empleados de la administración pública...) y todos están más cabreados que una mona porque haciendo cuentas globales, cobran entre el veinticinco y el treinta por ciento menos que hace cinco años, sumado a lo que les ha supuesto de merma el aumento del coste de la vida.

Porque esa es otra, los precios siguen subiendo. Así que tenemos: presión por la esquina de los precios, presión por la de los salarios... y el común de los mortales atrapados ahí en medio. Haciendo frente a cuotas hipotecarias de tiempos de las vacas gordas, comprobando cómo tras haber tirado por la alcantarilla cien mil euros de un piso de trescientos mil ahora ni siquiera le dan por él los ciento cincuenta mil que todavía le quedan de hipoteca: hipotecas en muchos casos de más de mil euros mensuales para gente que a día de hoy sería capaz de matar por conseguir ganarlos.

Que esto no reviente es un verdadero milagro. La mínima dignidad con la que vivíamos hace ocho años (que no por encima de nuestra posibilidades, bellacos) ya empieza a ser una quimera. Vamos rebajando expectativas y amoldándonos a la circunstancias con una serenidad hasta sospechosa.

- Manda cojones, Juan, me decía el otro día un buen amigo, que estamos ganando ahora la mitad o menos de lo que ganábamos hace diez años. La putada es que quienes hacen ese dictamen, aún pueden llorar con un ojo. Porque conocemos a gente que está... pero que mucho peor. Basta con ir los jueves por la mañana a la plaza de alguno de los pueblos por donde me muevo habitualmente y ver cómo van creciendo, semana a semana, las colas de gente que acude a Cáritas en busca de alimentos.

Y "estando en éstas", va y viene el Fondo Monetario Internacional y nos suelta, sin anestesia, que hay que rebajarse los sueldos el diez por ciento si queremos levantar cabeza... ¡en 2018!

Facinerosos todos: voy a contar hasta mil para no llenar la página de improperios, invectivas y vituperios varios. Solo os diré una cosa: estáis tensando tantísimo la cuerda que llegará el día, no os quepa la menor duda en que vuestra osadía, vuestra sensación de impunidad y vuestra desvergüenza, por pura lógica, acabarán recibiendo su merecido. La avaricia termina siempre por romper el saco.

J.T.


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