miércoles, 29 de octubre de 2025

Trabajadores de las televisiones públicas de Andalucía y Valencia piden perdón



Lo peor no es la manipulación. Lo peor es el silencio. Ha pasado en Andalucía y ha pasado en Valencia. Dos gobiernos del PP, dos televisiones públicas al servicio del poder, dos ejemplos de la misma miseria informativa. Canal Sur, en modo apagón, decidió esconder durante 72 horas y 19 minutos un escándalo sanitario que afecta a miles de mujeres a las que el sistema dejó sin diagnóstico de cáncer. À Punt prefirió emitir una prehistórica corrida de toros protagonizada por el ultraderechista Vicente Barrera en lugar de informar en directo de la manifestación masiva contra Carlos Mazón. 


En Canal Sur dejaron pasaron tres días largos antes de informar de los cribados de mama. Tres días largos de silencio absoluto mientras la Junta de Moreno Bonilla vendía un “plan de choque” que tuvo cinco veces más cobertura que las protestas de las mujeres afectadas. No fue torpeza, fue cálculo. Eso no es un error, es censura planificada. Esta vez, los trabajadores andaluces han reaccionado, han pedido perdón a las mujeres ignoradas, a las familias engañadas, a los espectadores tratados como idiotas. En su carta, reconocen lo obvio: que la televisión pública de la Comunidad no ha estado a la altura, que se han violado todos los principios de actualidad, relevancia e imparcialidad. Y que lo que se ha servido a los espectadores no es información, sino propaganda con cabecera institucional.

Lo de À Punt fue también incalificable. Mientras los valencianos salían a la calle a gritar “Mazón dimissió”, la televisión pública de la autonomía decidió que la prioridad era un festejo taurino grabado hace años, protagonizado por quien llegó a ser el número dos del Gobierno valenciano. Un homenaje televisivo a la nostalgia autoritaria, mientras las víctimas de la dana pedían justicia en las calles. Una redacción avergonzada, sindicatos indignados y una plantilla que ya no puede más han exigido dimisiones en bloque por “censura informativa” y “daño reputacional”. 


Canal Sur protege al PP de Moreno. À Punt blanquea al PP y a Vox de Mazón. Distintos despachos, mismos métodos. Se dosifica la información y se manipula como si no hubiera un mañana. Se expulsa del directo todo lo que molesta, se sustituyen las preguntas por notas de prensa y se decora la censura con palabras como “criterio editorial”. 


Por suerte, aún queda gente que no traga. Trabajadores que se disculpan, que firman manifiestos, que se plantan. En Andalucía, los que recuerdan que sin rigor, sin relevancia y sin imparcialidad no hay periodismo posible. En València, los que gritan #LaPlantilladÀPnoCalla, sabiendo que se la juegan al hacerlo. 


Televisiones que convierten una denuncia de mujeres enfermas en un tema de relleno, o una manifestación masiva en un “avance informativo”, dejan de servir al ciudadano. Canal Sur y À Punt son la prueba de que, donde gobierna el PP (y su versión ultraderechista asociada), el periodismo se degrada sin remedio. Cada vez más redactores temen más a su director que a equivocarse. Y cada vez más ciudadanos cambian de canal o apagan la tele cabreados y desalentados. 


El periodismo no puede permitirse ese lujo. O sirve al ciudadano, o no sirve para nada. ¿Cuál será la vergüenza de mañana? Porque las protestas de los trabajadores pasarán, pero la desvergüenza de los gobernantes… esa no pasa, se enquista. Hasta que ya no quede nada que silenciar, porque ya no quede nadie escuchando.

J.T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario