martes, 14 de octubre de 2025

Mentir no es ilegal. Y si es pecado, pues me confieso y ya está.


Cuando un representante público sostiene que “mentir no es ilegal” está diciéndonos que para él la verdad es negociable, secundaria y prescindible. Lo han proclamado en el PP para defender las tropelías de Miguel Ángel Rodríguez y se han quedado tan anchos. Pues bien, yo creo que se han pasado. Esto no se puede quedar así.


Que mentir no sea ilegal no quiere decir que no sea una indecencia inaceptable. El problema no es la mentira en sí, sino su aprobación tácita como herramienta legítima. Esto complica la educación en familia de los más pequeños y transmite una sensación de barra libre hacia la amoralidad que dificulta una convivencia ciudadana en paz y armonía. ¿Ahora cómo les vamos a decir a nuestros hijos que no mientan? 


No tengo claro si un político ha de ser ejemplo de algo o no, pero si se dedican a comparecer en los medios para soltar este tipo de cosas nos dificultan mucho la vida a quienes todavía continuamos creyendo que ser decente merece la pena. Además de cabrearnos, también nos desarman, hay que reconocerlo. La mentira deliberada y la distorsión de los hechos, escribió Hannah Arendt, son más peligrosas para una democracia que cualquier otro delito porque acaban erosionando la confianza en la palabra pública. 


Declarar públicamente que “mentir no es ilegal” es toda una estrategia, no un lapsus. Se trata de un maniobra clásica que consiste en transformar un debate moral en una discusión técnica. La frase además refleja una cierta fatiga democrática, es el equivalente político a salir indemne de una travesura de colegio porque como no me pillaron, no pasó nada. Todo político debe guiarse por la “ética de la responsabilidad”, que dijo Max Weberlo que significa rendir cuentas en cada momento no solo a la ley, sino a los ciudadanos que depositan su confianza en él. 


No podemos dejar pasar este tipo de cosas como si se tratara de una gracieta sin importancia, nos toca no tolerarlo, hay que tomárselo muy en serio y protestar de manera contundente, denunciarlo en cuanta tribuna sea posible así como obligar a los políticos a tratar a la ciudadanía con el respeto que nos merecemos.


Diré más, la frase es todo un desafío además de una desconsideración. Si aceptamos que mentir no es ilegal y, por tanto, tolerable, estamos abriendo la puerta a un sistema donde la verdad es solo un accesorio decorativo. Lo más gracioso de todo esto es que quien lo ha dicho es un partido cuyos militantes y votantes profesan en su mayoría la religión católica. Para ellos, puede que si es ilegal sea hasta pecado pero no importa: después se confiesa uno, reza dos padrenuestros  y ya está.


J.T.

No hay comentarios:

Publicar un comentario