Nos preguntabais hace unos días, ultraderechistas de Vox, qué Almería es la que queremos. Nos invitabais a elegir, a través de un par de infames vallas-provocación instaladas en El Ejido, entre una mujer vestida de negro y tapada por completo a la que identificáis con el bipartidismo o una joven de cabello desenvuelto y mirada semiperdida que se supone es para vosotros la imagen de esa España “Una, Grande y Libre” con la que soñáis. No se puede tener menos vergüenza. Mentís como bellacos y manipuláis sin pudor alguno, pero sabed que no os vamos a permitir que dinamitéis la convivencia por mucho que os empeñéis en crispar los ánimos.
Me pregunto de dónde habéis salido, cómo y cuándo habéis mamado tanta hostilidad. La Almería que queremos quienes nacimos en esa provincia, la España por la que tanto hemos peleado, no tiene nada que ver con la que vosotros preconizáis, fascistas de pacotilla. En Torrepacheco o Jumilla, localidades murcianas de tipo medio que este verano habéis utilizado como ciudades-probeta de la desestabilización, os está saliendo el tiro por la culata a pesar de la triste complicidad de un Pp cada vez más pusilánime. Creamos en lo que creamos, seamos religiosos o no, los ciudadanos no queremos violencia ni malos rollos. Aspiramos a vivir y trabajar en paz y a ver crecer nuestros hijos y nietos en armonía y sin sobresaltos. A ver si os enteráis.
No queremos más vallas provocación como las de El Ejido, ciudad que por cierto ya experimentó hace veinticinco años un brote racista de vergonzoso recuerdo. No queremos que nos interpeléis con ese descarado desahogo que os gastáis pero, ya que lo habéis hecho, al menos yo os voy a contestar. Os voy a decir la Almería que quiero, o mejor, la que no quiero.
No quiero una Almería en blanco y negro, no quiero que en pueblos como el mío se vuelva a instalar el miedo a expresar en público lo que se piensa, no quiero volver a temblar cuando veo un guardia civil ni que los maestros utilicen la violencia en la escuela como método de enseñanza, no quiero que ningún niño tenga que cantar más el “Cara al sol” cada mañana antes de entrar al cole en formación, no quiero música militar cada dos por tres, ni alcaldes jefes provinciales del Movimiento, ni beatas fiscalizando quién va a misa y quién no. Tampoco quiero homófobos, ni machistas borrachos golpeando con impunidad a sus mujeres, ni chicas que no puedan estudiar porque las obliguen a quedarse en casa preparando el ajuar para la boda. No quiero esa Almería nunca más, ¿sabéis? No quiero esa España ni creo que la quiera nadie por mucho que no les guste el gobierno de Pedro Sánchez.
Volver al pasado no puede ser el camino y eso es lo que preconizáis con vuestras soflamas racistas y vuestras explosiones de odio al diferente. No hay futuro sin la inmigración y lo sabéis, así que entonces, ¿a qué jugáis? ¿De verdad queréis que se vuelvan a casa quienes están sosteniendo la economía y haciendo crecer la prosperidad en las zonas donde estáis sembrando la discordia? No os gustan sus rezos, sus costumbres ni su indumentaria, pero mirad por donde a nosotros tampoco nos gustan vuestras caras y nos aguantamos. Utilizáis el desconcierto de un sector de la juventud que anda desorientada y la escasez de formación de un segmento de la clase trabajadora que no sabe valorar lo que tiene, para pescar así en unas aguas que si están revueltas es porque sois vosotros mismos quienes os dedicáis a agitarlas. Aún así, creo que no se os escapa que eso, en el mejor de los casos, puede que sea pan para hoy para vosotros, sí, pero hambre para mañana para todos. Lo sabéis, insisto.
Como también sabéis que, por mucho odio que propaguéis, siempre habrá quienes actúen como hicieron el otro día la mayor parte de los veraneantes en una playa de Castell de Ferro, Granada, cuando silbaron y abuchearon a los pocos energúmenos que les dio por levantarse de las toallas y ponerse a jugar a policías persiguiendo migrantes que acababan de saltar a la orilla desde una patera. Viendo la reacción de la mayoría, tuvisteis la oportunidad de comprobar que el país que queremos no tiene nada que ver con el que vosotros preconizáis.
Puede que a muchas personas les falle la memoria, también que buena parte desconozca nuestra terrible historia reciente, pero lo de Castell de Ferro, como lo de Torrepacheco o lo de Jumilla demuestra que el ciudadano de a pie tiene sentido común, que quiere vivir tranquilo y que dejéis de envenenar el ambiente. Esa es la España que quieren, la Almería que queremos, no la que vosotros os empeñáis en describir con vuestras infames campañas en vallas publicitarias como las que colocasteis estos días pasados en la localidad almeriense de El Ejido.
J.T.