Cuentan las estadísticas que un catorce por ciento de los españoles tenemos familiares con los que, de un tiempo a esta parte, no nos hablamos por razones políticas. Mucho me temo que en un par de días esta cifra aumentará. Malos tiempos para reencontrarnos con los cuñaos. Malos tiempos para la concordia familiar si no nos andamos con cuidado a la hora de escoger los temas de conversación.
¿De qué hablarán esta Nochebuena en casa de Albiol, tras dejar sin cobijo a más de cuatrocientas personas en Badalona? ¿De qué hablarán por navidad en casa de Abascal, tras haber profanado la memoria de Robe Iniesta y con sus cachorros robando dinero destinado a las víctimas de la Dana? ¿Cuál será el tema de conversación estrella en la cena de este 24 de diciembre en casa de los Díaz Ayuso? Bueno, aquí puede que no se peleen, tan ocupados como están hermanos, novios y demás parientes en hacer piña frente a tanto pérfido rojo empeñado en llamarlos corruptos, con lo decentes que son todos ellos.
Tiempos de paz y amor dicen que son los de estos próximos días. Con Trump empeñado en invadir Venezuela, con Gaza destruida y olvidada, con Chile perdida de nuevo, con Ucrania contra las cuerdas y la Unión Europea endeudándose todavía un poco más, en un ingenuo intento de retrasar lo inevitable. Tiempos de paz y amor mientras unos y otros se arman hasta los dientes y en los que el Gobierno de coalición progresista aprueba cada semana por la puerta falsa nuevos gastos en armamento. Ya van 24 mil de los 60 mil millones que acabaremos gastándonos. Nuestro querido gobierno de izquierdas haciendo el trabajo de las derechas, no vaya a ser que estas tarden demasiado en llegar.
Nos han pillado las navidades que parece que no nos viene bien celebrarlas. Los inmigrantes desalojados en Badalona deambulando sin rumbo por las calles, los juzgados infestados de procedimientos fakes que siguen su curso; las cloacas, los periodistas vendidos y demás conspiradores de la caverna con un cabreo de mil narices porque ha llegado otra vez el día de la lotería y el gordo sigue sin tocarles: ahí sigue Pedro un año más, el tío. Asediado por tierra, mar y aire y no hay quien lo eche. El Ayuntamiento de Palma de Mallorca lo acaba de declarar persona non grata, en el Congreso y en el Senado lo llaman de todo cada miércoles, a su alrededor le crecen los enanos con dos secretarios generales empurados, casos de acoso que parecen reproducirse por esporas y parte de su familia en el implacable foco de los profesionales de la crispación.
Hasta a por Zapatero, uno de los principales valedores de Sánchez, están empeñados en ir ahora. Habrá que buscar con lupa el espíritu navideño en todo esto. Ni siquiera el jefe de los obispos parece tener interés en contribuir a la calma. En lugar de predicar paz y amor se dedica a meter cizaña metiéndose donde no le llaman, como en la entrevista de hace unos días en el diario La Vanguardia, donde reclamaba una convocatoria electoral y daba lecciones de teoría política pontificando sobre mociones de censura o mociones de confianza. Siembra vientos Argüello y luego se rasga las vestiduras cuando llegan tempestades como la de Badalona. Conmovedor el tuit que ha publicado: "Jesús nació en un pesebre –ha escrito- porque no había sitio en la posada. Hoy inmigrantes no son regularizados, pero sí son desalojados en España y en USA con luces y sonidos navideños de fondo; familias viven en una habitación "con derecho a cocina"... Tampoco hoy "hay sitio en la posada".
Afirma Argüello que no puede ser neutral ante la injusticia pero olvida, como algunos de sus “fieles” le han recordado en una carta abierta que ha publicado el diario Religión Digital, que tampoco puede identificarse con una estrategia política determinada para afrontarla. “Sus palabras, le dicen al presidente de la Conferencia Episcopal, evocan momentos de nuestra historia reciente que creíamos superados”.
No, no están superados. Vivimos un retroceso impensable hace solo unos años, es verdad. El éxito de los partidos intolerantes en el mundo no augura nada bueno. El crecimiento de los postulados fascistas en nuestro país, tampoco. No sé ustedes pero yo, sintiéndolo mucho, tengo muy poco que celebrar ¡Feliz Navidad!
J.T.

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