miércoles, 11 de agosto de 2010

Periodistas y gerentes


Cuando usted sintoniza cualquier informativo de televisión, querid@ amig@, es muy probable que lo que vea esté más relacionado con su precio que con su interés periodístico.

Me explico: Imaginemos una información de última hora importante pero que ocurre en un lugar lejano. Es bastante probable que el medio no tenga un periodista propio en el lugar, por lo que habría que poner en marcha un equipo para viajar cuanto antes. Pues no:

Antes se recurrirá a agencias, se tirará de archivo y se contará como buenamente se pueda porque no hay más remedio que contar lo que ha pasado, sí, pero se intentará hacer con los medios más imprescindibles y baratos posibles.


Si la noticia adquiere enjundia con el paso de las horas, no tenemos a nadie en el lugar y hay que salvar la cara, se buscará un free-lance baratito en la zona: para empezar ya nos hemos ahorrado el viaje, los hoteles y las dietas de un equipo.

Si el free puede mandar la información por ordenador, bingo, y además metemos por este sistema un falso directo que parezca directo y listo. Todo con tal de evitar ese terror para los gerentes llamado conexión vía satélite cuya tarifa se factura por minutos y cuesta un ojo de la cara.

Ocurre igual en prensa, en radio... Las noticias que leemos, oimos o vemos cada vez las decidimos menos los periodistas.



Antes el contrato de un reportero, una cobertura informativa, la puesta en marcha de una investigación, la administración de un presupuesto eran asuntos innegociables frente a administración: decidían los redactores jefes, los subdirectores, los directores...

Una noticia había que cubrirla y se cubría, costara lo que costara. Administración podía poner el grito en el cielo, opinar en su casa por la noche, jurar en arameo... pero pagaba sin rechistar y cumplía a rajatabla las decisiones de los responsables del periódico, de la revista o del informativo.

Ahora no; ahora mandan los gerentes: un hotel, un billete de avión, un coche alquilado, una dieta son gastos que se escudriñan con lupa antes de ser autorizados.


El poder de los gerentes gana terreno en la empresa periodística a pasos agigantados. Siempre un gerente o un productor, es verdad, han pedido un justificante de gasto, aunque fuese de un taxi en el desierto o del soborno a un chivato policial. Luego se les hacía caso o no, pero ellos lo pedían. Ahora bien, en lo que concierne al contenido de la información nunca habían llegado tan lejos.

Si pudieran, serían ya ellos los que confeccionarían el planillo en los periódicos y las escaletas en radio y televisión. Claro que, a tenor de lo que leemos, vemos u oimos en algunos medios, no diría yo que eso no esté pasando ya.

Un buen editor de un medio de comunicación sabe que el futuro de su negocio depende de no caer en esa trampa. Depende de no prostituir la esencia del negocio. Y en un negocio periodístico los que tienen que decidir son los periodistas.

En los tiempos que corren parece difícil para un propietario mantenerse fiel a ese principio, primar el trabajo periodístico por encima o al margen de la colonización publicitaria y de las presiones políticas por ejemplo.

Alguien debería hacerle ver a los gerentes, administrativos y productores que el futuro incluso de su propia supervivencia está en no alterar las eternas reglas del juego, las verdaderas esencias del oficio periodístico.

Los medios de comunicación deben estar gobernados por periodistas, no por gerentes.


J.T.

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