Mi amigo Mariano Vallladolid no es fijo de ninguna empresa pública ni privada. Mariano es reportero gráfico autónomo y se gana la vida como free lance realizando coberturas para Canal Sur, Televisión Española o cualquier otra empresa audiovisual que solicite sus servicios.
Vive de lo que vende, así que Mariano entiende que tiene que arriesgarse para conseguir planos diferentes, enfoques originales, imágenes si es posible exclusivas que otros no tengan. No se lo suele pensar mucho para meterse en cualquier fregao y hacerlo además hasta el mismísimo cogollo del meollo.
Lo que le pasó el jueves 29 de julio en Castilblanco de los Arroyos, en la zona norte de la provincia de Sevilla, es la consecuencia de la manera que Mariano tiene de entender el oficio. En la foto que le hizo el compañero de Efe José Manuel Vidal y que he colocado al comienzo del post lo podemos ver literalmente inundado, como si se hubiera metido en una piscina con cámara y todo.
Completamente mojado, Mariano continuaba grabando sin inmutarse todo lo que ocurría durante la fiesta del agua que los lugareños organizan anualmente por estas fechas para celebrar la puesta en marcha en 1986 de un presa cercana que les cambió la vida.
Mariano podría haber tomado los planos desde un balcón y habría cubierto perfectamente el expediente. Pero prefirió organizarse para buscar los mejores ángulos: preparó el equipo a prueba de cubos y mangueras, lo impermeabilizó por completo con doble funda, se vació los bolsillos y se tiró al agua, nunca mejor dicho.
Mariano, compañero, difícilmente te va a faltar a ti el trabajo. Pero cuida la cámara todo lo que puedas, que ya sabes que... "las carga el diablo".
Es todo un maestro, ya se lo hice saber los días que pude currar hombro con hombro con él. Un abrazo bien fuerte para él, una vez seco, y otro para ti Juan; sabes que tienes un lector fijo, llueva, nieve o haga tanta calor que te encantaría ocupar el lugar del reloj de Mariano, el cual por cierto, esta justo en el centro de la imagen.
ResponderEliminarEstupenda observación la del reloj, Enrique. Y gracias por tu fidelidad
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