domingo, 29 de agosto de 2010

Aquel reportaje sobre la tomatina de Buñol que hizo Javier Basilio


Cada verano, cuando me topo con el preceptivo reportaje de la tomatina de Buñol en todas las teles del mundo mundial, me acuerdo del primero que se hizo contando esta historia: lo elaboró mi compañero y amigo Javier Basilio para Informe Semanal allá por 1983, cuando aún no existían las televisiones privadas ni las autonómicas y la Uno conseguía los sábados por la noche audiencias que superaban los veinte millones de espectadores durante la emisión de nuestro programa.

Basilio, cojo redomado, era la simpatía hecha persona. Como soy cojo tengo que ser simpático, decía. Era tan agradable y tan buena gente que hasta cuando se quejaba, y se quejaba mucho, resultaba difícil tomárselo en serio. Tenía un problema cayéndole bien a tanta gente, sobre todo a las tías: le caía bien a tantas que claro, casi todas acababan cabreadas con él.

Entre novias despechadas y alguna que otra sangrante pensión alimenticia transcurría la vida de Javier Basilio. Así que por mucho que intentaba ahorrar con las dietas, apenas le llegaba para cubrir necesidades. Cuando Jesús Hermida inventó el matinal en 1986 se fue con él para ganar algo más, creó el personaje de Don Basilio que le hizo más famoso que sus sesudos reportajes… y apenas llegaron las televisiones privadas se dejó querer por tele5 donde alcanzó notoriedad en programas de variedades, el de más éxito uno que copresentó con Loreto Valverde.

Pero a pesar de que los platós fueran su solución económica durante los últimos años de su vida –nos dejó en el 92- Javier Basilio nunca se desprendió del cuchillo entre los dientes que siempre lleva consigo todo buen reportero.

Fue un depredador nato que sabía darle su toque personal a lo que hacía, ya fueran entrevistas en la Vuelta Ciclista a España o reportajes memorables para el Informe…

El tiempo que trabajamos en la misma redacción yo procuraba ponerme lo más cerca posible suyo. Me gustaba empaparme de sus técnicas y de sus trampas, de los incontables trucos y recursos que desplegaba para conseguir sus objetivos. Me dejó sacar copia de sus herramientas para el oficio y con ellas continúo por el mundo unas veces apretando tuercas y otras intentando sacarle punta a la actualidad con el cuchillo lo mejor afilado posible.

Me acuerdo cuando se marchó a rodar la tomatina: yo me quería ir con él, con los ayudantes Eduardo Casanova y Laureano González y con el cámara Nicolás Marín: pero me tuve que conformar viendo cómo disfrutaban minutando el material que trajeron, y luego montándolo con Rafael Antolín, mientras nos contaban las mil anécdotas que habían vivido durante el rodaje. El reportaje impactó.

Hoy la tomatina es ya una cobertura de oficio, fija en el calendario: se ruedan -o se graban, como se dice ahora- siete planos, se montan en media hora y se emiten en 50 segundos.

Nada que ver ni por asomos con el cuarto de hora que duraba aquel reportaje (pincha aquí si quieres verlo) de Javier Basilio en 1983. Un trabajo que continúa siendo un verdadero referente.

J.T.

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