Ni siquiera se le puede dedicar la célebre frase de plantilla, aquella de “tanta paz lleves como descanso dejas”, porque la verdad es que no deja usted ningún descanso, señora Mateo. Radiotelevisión Española estaba muy mal cuando llegó el verano del 18, es verdad, los seis años en tiempos de Rajoy que se repartieron González-Echenique y José Antonio Sánchez fulminaron el buen trabajo de la etapa de Zapatero y se cargaron los cimientos de una obra bien hecha, pero tampoco las cosas mejoraron con usted al frente.
La incapacidad del primer gobierno de Pedro Sánchez para resolver la situación sin tener que recurrir a nombrar una Administradora Única, y digo incapacidad porque si me planteo la posibilidad de que lo hizo a conciencia, entonces la cosa sería de juzgado de guardia, propició el comienzo de una etapa que, si todo marcha según lo previsto, podría finalizar el próximo jueves 25 de marzo.
Consciente como era desde el primer día de que aceptando el puesto rebasaba su nivel de competencia, seducida por doña Vanidad sin que don Sentido Común consiguiera convencerla para declinar la oferta, se embarcó en el desempeño de una función que le venía grande y se convirtió en indiscutible ejemplo del célebre “Principio de Peter”.
Acabó desmotivando a quienes se ofrecieron en un primer momento con ganas de ayudar, cabreó a quienes se atrevían a darle consejos con la mejor intención, creyó que sabía y no reconoció nunca que no tenía ni idea, había sido siempre una mujer comprometida ideológicamente, eso es verdad, y era imbatible en telegenia y competencia para presentar un informativo. Pero hasta ahí.
No venga ahora diciendo que el PP le ha hecho vivir un infierno, por mucha razón que pueda tener. Porque el infierno lo ha propiciado usted en RTVE cada uno de los días en que ha sido Administradora Única provisional de la Corporación. Insultó a diestro y siniestro, aburrió a muchos de quienes fueron sus cercanos y, por si fuera poco, ejercía además de enfadada con el mundo cuando era el mundo el que tenía sobrados motvos para andar enfadado con usted.
A medida que pasaban los meses iba perdiendo perspectiva, no supo tener criterio para respaldar siquiera sus propios nombramientos, desautorizó a la primera directora de Informativos que designó cuando esta andaba elaborando un producto presentable, la acabó aburriendo y a partir de ahí, además de ofrecer una programación de pena que hundió los índices de audiencia, remató el despropósito con la elección para los Servicios Informativos de un tándem de periodistas afines al PSC que lo han acabado descuajeringando todo, porque los informativos bajo su mando han sido de todo menos ecuánimes. El PP, por mucho que le haya hecho vivir un infierno ha tenido, como también Vox, pocos motivos de queja.
Presumió en cierta ocasión en el Congreso de que no consentiría que nadie le diera instrucciones, y los hechos no tardaron demasiado en desmentirla, cuando obedeció sin rechistar las órdenes de Moncloa a la hora de afrontar el papel de TVE en los debates electorales. A ver ahora cómo se arregla el desaguisado que deja usted. A ver por dónde empieza el nuevo equipo, si por fin el Congreso ratifica el jueves 25, como está previsto, el nombramiento de José Manuel Pérez Tornero como nuevo presidente de la Corporación, a poner orden en el desastre con el que se van a encontrar. A ver cómo se le devuelve ahora la motivación a tanto desencantado como deja por pasillos, salas de máquinas, despachos y mentideros varios.
Mucho trabajo pendiente, treinta y dos meses tirados por la borda, un período de tiempo precioso donde RTVE podría haber demostrado lo útil que puede ser como servicio público, y más en tiempos de pandemia. Una oportunidad única perdida para siempre.
Con quien se marcha es obligado ser elegante así que le deseo lo mejor, señora Mateo, y aunque no deje demasiado descanso en la casa que ahora deja, váyase tranquila porque la responsabilidad de lo sucedido hay que atribuírsela, sobre todo, a los incautos que la nombraron.
J.T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario