martes, 24 de septiembre de 2019

Errejón, el sexto sello


La decisión de Íñigo Errejón de presentarse a las elecciones con marca propia evidencia algo que PP y PSOE afirman tener asumido pero que, se pongan como se pongan, no acaban aún de digerir del todo. Se trata de lo siguiente: hace ya algún tiempo que no están solos en el tablero; por tanto, parece bastante difícil que el uno o el otro vuelvan a gobernar en solitario. Hasta no hace mucho tiempo, entre lo malo y lo peor solo quedaba la abstención. Ahora el abanico se ha abierto mucho más y eso nos europeíza, nos proporciona un cierto barniz de modernización y quizás hasta consiga acercar la política un poquito más a la gente joven, a tanto veinteañero que se resiste a votar a los mismos dinosaurios que sus padres y abuelos llevan colocando en las instituciones desde hace cuarenta años.

Dinosaurios muchos de ellos que no han hecho otra cosa en su vida, habituados a sobrevivir entre mamandurrias y corrupciones varias, y que ahora serían capaces hasta de matar antes que ceder su tradicional y sustanciosa porción de tarta: “Mi tesoro…”, aúllan en redes, trasladando al ciberespacio la mala leche que no pueden disimular tras la aparición de tanto niñato redicho, que es como en realidad ven a sus jóvenes adversarios políticos: unos advenedizos insoportables. Pero ¿adónde vais tan delgaditos, inquieren, si no tenéis ninguna experiencia y todavía no os ha crecido ni la barba? Pues sí, serán unos imberbes, pero a Errejón no paran de salirle novias por todos lados: Compromís, Adelante Andalucía, las Mareas, Gaspar Llamazares…

Aún así, para Pablo Iglesias el problema no es Íñigo porque este no acosa: quienes acosan, afirma, son las cloacas con informes falsos elaborados en Interior y luego divulgados por algunos medios. “Hay cosas más graves que la presentación de nuevos actores políticos, asegura, como por ejemplo cuando la CEOE o Ana Patricia Botín dicen que nosotros no podemos estar en el gobierno: eso es acoso, no que se presente Íñigo Errejón”.

Quizás Pedro Sánchez y su sanedrín 5.0 no han sido del todo conscientes de lo que supondría abrir la caja de los truenos, o sí. Aunque tuvieran prevista la aparición de Errejón, es más, aunque la hubieran auspiciado ellos, cosa que me resulta difícil creer, es imposible evitar el estrés de casino que por lo general suele conllevar toda convocatoria de elecciones. Siete semanas son una eternidad y cada día es una incógnita, demasiadas rendijas abiertas por las que cualquier sorpresa se puede colar hasta el último minuto.

A Errejón no le ha hecho falta colarse, como ha sido acusado por alguien, porque las puertas están abiertas de par en par, para quien quiera, desde este martes 24 de septiembre. Poco han tardado en el PSOE en lanzar las campanas al vuelo tras conocer la noticia y a lo peor (para ellos) acaban llevándose un disgusto. No está nada claro que la incorporación de Errejón y los suyos a la carrera electoral le quite votos a Podemos. Quizás sea más probable que se los rebañe a la abstención, e incluso a los socialistas. Y hasta a Ciudadanos, si me apuráis, dado el amplio espectro en el que se mueve la sexta formación incorporada a la pelea, preconizadora esta de esa transversalidad que parece no disgustar ni siquiera a los banqueros, los mismos que hace cinco años no pararon quietos hasta conseguir crear un Podemos de derechas. Total, que de dos partidos repartiéndose la tarta durante decenios hemos pasado ya a seis formaciones distintas pugnando por seducir a una ciudadanía cada día mas escéptica y cabreada.

Se cuenta en el Apocalipsis que la apertura del sexto sello provocó una conmoción de cielos y tierra tan violenta que las gentes creyeron entonces que había llegado el gran día del juicio final. “Y vi, se puede leer textualmente en la Biblia, cuando se abrió el sexto sello, sobrevenir un gran terremoto, y el sol se volvió negro como un tejido de crin; la luna, toda ella se volvió de sangre; y los astros del cielo cayeron sobre la tierra, como una higuera, sacudida por fuerte viento, deja caer las brevas.”

Pues eso, a ver cómo, cuándo y hacia dónde acaban cayendo las brevas. Habrá que comprarse palomitas.

J.T.

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