miércoles, 1 de mayo de 2019

¿Qué mensaje habrá entendido Pedro Sánchez?



Cuando el domingo por la noche gritábamos “Con Rivera, no” a las puertas de Ferraz, a Pedro Sánchez se le veía azorado, incómodo, como sorprendido por la reclamación. “Creo que ha quedado bastante claro, ¿no?” respondió la primera vez que lo oyó pero a la tercera, ya más bien molesto, no pudo evitar replicar “¡Que ya lo he escuchado!”, que traducido al castellano significaba “¿por qué no os calláis de una vez?”. A continuación salió del paso con una frase ambigua y nada tranquilizadora: “Nosotros no vamos a ser como ellos, no vamos aponer cordones sanitarios.” ¿Y por qué no, Pedro? ¿Acaso los avezados demoscópicos con que cuentas entre tus asesores no tienen claro que buena parte de los votos obtenidos el 28A tienen carácter de préstamo para frenar a la derecha, sus soflamas fascistas, machistas y antiabortistas, su pasión por las armas, o por construir muros xenófobos entre otras lindezas?

Preocupante que en ese momento Sánchez desaprovechara la oportunidad de subirse al carro y coreara también “Con Rivera, no” junto a sus incondicionales. Aquella misma noche vi en internet cómo los directores de los diarios madrileños de papel apostaban ya abiertamente por un pacto con Rivera. La mañana siguiente, a la patronal y a varios bancos les faltó tiempo para proclamar abiertamente las bondades que a su juicio tendría un pacto del PSOE con Ciudadanos. Ni un pelo se cortaron, los muy sobrados, ¿para qué? Los súbditos, parecían querer decir, ya habíamos hecho nuestro trabajo, y ahora les tocaba a ellos, a quienes nunca se presentan a las elecciones pero mueven sin pudor los hilos en la sombra, indicarle al ganador quiénes han de ser sus compañeros de cama, por mucho que Arrimadas y Alberto Carlos se hagan un poquito los remilgones de cara a la galería.

El “Con Rivera, no” del domingo recordaba al “No nos falles” a Zapatero en marzo del 2004. ZP, claro está, acabó fallando, plegándose a la voluntad superior de los “supercicutas” y a la peculiar manera que estos tienen de conjugar según qué verbos:

Yo espero,
Tú ganas las elecciones,
Él vota,
Nosotros decidimos,
Vosotros hacéis lo que os decimos,
Ellos se joden.

Sánchez tiene esta vez la oportunidad de demostrar, como lo ha hecho ya alguna vez en su vida, que es capaz de salirse del carril, que no va a hacer como Zapatero ni tampoco como Felipe González en 1993, cuando tras asegurar que había “entendido el mensaje”, nos creímos que iba a pactar con Izquierda Unida y acabó haciéndolo con los nacionalistas, con Jordi Pujol a la cabeza.

No nos falles tú también, Pedro. Con Rivera, no. ¿Has entendido tú nuestro mensaje? ¿O vas a continuar dando largas a los asuntos firmados en el pacto que te llevó al gobierno hace diez meses? Ese mensaje que tú, Ábalos y compañía aseguráis haber entendido, ¿va a poner por fin orden en los alquileres, en el precio de la vivienda, en los taxis, en la televisión pública? ¿liquidarás la reforma laboral del PP, te atreverás de una vez por todas a coger por los cuernos el toro de las pensiones? ¿O te vas a dedicar a tranquilizar a los poderosos que no te han votado, a continuar mareando la perdiz sin entrar a saco en asuntos de máxima prioridad como Catalunya?

Has llegado hasta donde estás porque eres osado y arriesgas, es verdad, ¿a qué viene entonces la ambigüedad de la noche triunfal? ¿por qué no recoges el guante de tus incondicionales y proclamas alto y claro que con Rivera no vas a pactar? Hemos conseguido parar a la derecha y eso hay que celebrarlo, es verdad, pero ahora toca pasar cuanto antes a la página siguiente de un libro que hace tiempo que tenía que estar leído. Tienes a tu izquierda los apoyos suficientes para acometer una legislatura productiva y sabrosa que pase a la historia con letras de oro. Es la ocasión. Nuestros vecinos portugueses lo han hecho dejando en evidencia oráculos y agoreros. Ahora te toca a ti. Y recuerda: son votos prestados.

J.T.

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