Los tres folios del discurso aparecían infestados de faltas de ortografía y errores sintácticos. La manifestación estaba a punto de concluir y el líder sindical, ya en la tarima y junto al micrófono, se disponía a arengar por megafonía a quienes habían secundado la protesta.
Entonces lo vi, y al filólogo que también hay en mí se le abrieron literalmente las carnes. Las patadas al diccionario que contenía todo el discurso recuerdo que me parecieron menos graves que el por entonces insólito encabezamiento: "Compañeros y compañeras", podía leerse bien grande en la primera frase: cuerpo dieciocho.
Fue hace casi veinte años en Almendralejo, Badajoz, donde estaba yo rodando un reportaje para Televisión Española, y aún lo recuerdo. Lo recuerdo porque tras los primeros momentos de indignación decidí no darle más importancia. Pero desde entonces no he hecho más que tropezar cada vez más con despropósitos de ese tipo que me han recordado aquella primera ocasión.
Pero ¿cómo que "compañeros y compañeras"? ¿Acaso no saben ustedes, señores -y señoras- profesionales de la política y el sindicalismo, que existe lo que se llama el "masculino genérico"?
Dice la RAE: "La mención explícita del femenino se justifica solo cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos.
El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de alumnas sea superior al de alumnos varones"
Aunque el dictamen de la Real Academia de la Lengua no deje lugar a dudas, parece claro que los políticos decidieron tiempo ha seguir adelante con esta guerra. Así que empeñados en continuar con tan surrealista "raca,raca", la sublimación de tal disparate se ha consumado estos días con la siguiente historia: un empresario sevillano necesitaba ampliar su plantilla de programadores informáticos y recurrió a internet para divulgar su oferta de trabajo. Y escribió: "Busco programadores".
Mal hecho, amigo mío, mal hecho. Con esa frase se convertía usted automáticamente en presunto delincuente. ¿Que por qué? Pues por no haber especificado en su oferta que lo que buscaba en realidad eran "programadores y programadoras". Gran sacrilegio: acósesele por incurrir en imperdonable y punible machismo.
Dicho y hecho: el peso de la ley ha caído sobre él porque osó obviar la palabra "programadora" en la oferta de trabajo y claro, eso, según el ministerio de Trabajo, "puede contravenir la ley de Igualdad". Hasta seis mil doscientos cincuenta euros podría llegar a costarle la "broma".
Sospechoso de discriminar por motivos de sexo.
No, no es una inocentada. Es una frikada impresentable más de tanto indocumentado como nos gobierna.
Cuando hace casi veinte años lo vi y lo escuché por primera vez reconozco que me pareció un dislate pasajero. Craso error. Transcurre el tiempo y ahí siguen, dale que dale. Con lo del acoso al empresario que escribió "programadores" en su oferta de empleo, y no "programadores/as" como se han empeñado que hay que especificar, creo que estos engreídos ignorantes se acaban de pasar unos cuantos pueblos.
Las autoridades lingüísticas deberían entrar a saco, pero ya, para atajar estos despropósitos y que los-las analfabetos-analfabetas que tanto parecen abundar en la política dejen, de una puñetera vez, de mear fuera de tiesto-tiesta.
¿Habrán oido estos chicos-chicas hablar alguna vez de este libro tan útil? Sí, se llama "Diccionario panhispánico de dudas" y basta con abrirlo, buscar el vocablo "Género", y molestarse en dedicarle un par de minutos. Claro, que para eso hay que querer, y saber, leer.
J.T.
Cuánta razón y qué tranquila me he quedado al leer tu post. Se merecen esa caterva de estúpidos un tatuaje en la frente con esta sensata leyenda:
ResponderEliminardeben evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y lectura de los textos..
Ni siquiera hace falta abrir el panhispánico... está en la red...
ResponderEliminarPor lo demás tienes más razón que un santo... Ojalá trataras todos los temas con tanta rectitud... pero las pasiones nos ciegan...