Nefertiti está hoy muy contenta. A Nefertiti, como diría mi amigo Rafa de Miguel, se le ha puesto una sonrisa que recuerda la de la Gioconda.
Las medidas de seguridad que rodean la sala del museo Neues de Berlín donde se encuentra desde hace apenas un año parecen este sábado un poco más relajadas.
El sábado pasado estaba más seriota, como si en su expresión pudiera reflejarse la incertidumbre que estaba viviendo su amado país. ¡Quién le iba a decir a ella que más de tres mil años después de su muerte, el Egipto de su alma iba a estar en el punto de mira del mundo entero porque las protestas pacíficas de la gente de la calle iban a conseguir finalmente acabar con treinta años de dictadura y opresión!.
Este sábado, Nerfertiti parece celebrar con su expresión lo que está pasando en la tierra que ella tanto amó. Hasta su vaciado ojo izquierdo parece estar menos vacío.
Seguro que Nerfertiti ha escuchado las múltiples comparaciones que se han hecho en esta últimas veinticuatro horas entre la caída del régimen de Mubarak y la caída del muro de Berlín. El Museo Neues donde ella se encuentra, la isla de los museos, está en lo que fue Alemania del Este hasta 1989. Así que ella sabe bien lo que significó que el muro acabara derrumbándose por la fuerza de los hechos: sin disparos, sin violencia, sólo por la presión de la gente, como ahora sus paisanos del 2011 han hecho en la plaza de la Liberación de El Cairo.
Nefertiti está contenta. Nefertiti sonríe, es verdad, querido Rafa de Miguel. Ya no es sólo la Gioconda en el Louvre. Desde ahora, también Nefertiti, en el Neues Museum de Berlín, esbozará una sonrisa que, seguro, quien sepa captar el guiño, la verá.
Analizo un poco más su expresión y capto su sonrisa, sí, pero también su preocupación. Porque ni siquiera ella sabe muy bien cómo puede acabar todo esto.
Juan, muy buenas todas las entradas sobre Berlín. Resulta imposible aprovechar más en menos tiempo. Abrazos, con coles de Bruselas.
ResponderEliminarCompañero, tu valoración, viniendo de tí, es doble honor. Por cierto, las coles de Bruselas, que no falten nunca. Fuerte abrazo
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