¿Prosperar o virgencita que me quede como estoy?
¿Levantarse de la mesa o pedir carta y seguir jugando al póker de la vida?
¿Lamentar lo que no hiciste o arrepentirte de lo que, pudiendo no hacerlo, acabaste haciendo?
En intentar resolver estos dilemas está el juego de la vida.
Si te arriesgas a atravesar una puerta, tras ella te puede esperar una sensación de buen rollo o un batacazo de aúpa.
En el amor, en el trabajo, en la vida somos muchos los que barajamos estos dilemas muchas veces.
Darme consejos a mi mismo la verdad es que me cuesta, pero si algún amigo me lo pide le contesto sin dudar: Tírate siempre a la piscina. Si crees que hay agua la habrá. Y si no la hay, seguro que te miras orgulloso al espejo mientras se van curando los chichones.
J.T.
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