El lenguaje en internet es más libre, dentro de un orden, que el que se utiliza en los medios de comunicación tradicionales, y a mi juicio ahí está el duro reto al que se enfrentan estos últimos.
Es verdad que en la red hay cabida para todo: desde los mayores “frikismos” y exabruptos hasta los más comedidos y timoratos. Pero en los periódicos, las radios y las teles de siempre, no.
Así que no tendrán más remedio que espabilar. No se la pueden estar cogiendo permanentemente con papel de fumar, midiendo y escogiendo la palabra políticamente correcta cuando en internet eso no ocurre.
¿Significa eso que todo lo que rodea al internet es bueno? Seguro que de manera absoluta no, pero se ha abierto la veda.
En internet hay mayor libertad, mayor capacidad de llamar a las cosas por su nombre, menos reparos para expresarse. Y ese es el clima en el que crecen y han crecido quienes en estos momentos tienen menos de veinticinco años.
Si la tele y la prensa no quieren perder a los niños y adolescentes de hoy, cuya educación se ha fermentado en plena efervescencia de internet, no tendrán más remedio que valorar el caldo en el que estos jóvenes, sus potenciales clientes a medio plazo, se han ido cociendo a fuego lento.
Quien se acostumbra a llamar a las cosas por su nombre y a leerlas así en los post de sus amigos y en las redes sociales en general, es muy difícil que se acomode al lenguaje de aquellos medios que todavía se andan con paños calientes.
La claridad, meter caña, llamar a las cosas por su nombre es una conquista de internet que los poderosos harán los posible por minimizar, dificultar e incluso prohibir. Así ocurre en los sistemas totalitarios. Pero tienen difícil ponerle puertas al campo.
Creo que los poderosos lo tienen difícil a medio plazo, ni siquiera a largo. Tanto ellos como los medios de comunicación a su servicio en la sociedades con libertades escasas. Y en aquellos otros países presuntamente más libres, también lo tienen crudo aquellos medios (la mayoría) que han sobrevivido y sobreviven porque le han bailado el agua al poder desde que el mundo es mundo.
J.T.
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