viernes, 22 de octubre de 2010

"Sexo, política y protesta", el lema de la revista "Penthouse"



Entre las muchas "muescas" que jalonan mi curriculum hay una de la que estoy especialmente orgulloso. Se lo debo a Antonio Asensio y al grupo Zeta, en el que trabajé durante media docena de memorables años. Compró Asensio los derechos para España de la revista Penthouse y yo tuve el honor de figurar entre sus colaboradores.

Corrían los últimos setenta del siglo pasado en nuestro país. Transición pura y dura. La revista Penthouse era en aquel entonces un símbolo de transgresión, y aunque lo que a mi me hubiera gustado de verdad hubiera sido formar parte de la plantilla de fotógrafos, tampoco estaba nada mal colaborar con informes y reportajes y firmar en aquellas páginas.



Yo sabía de sobra que quienes compraban aquella revista (pensada fundamentalmente para ejecutivos y hombres de poder adquisitivo medio-alto), las posibilidades de que leyeran mis "sesudos" trabajos entre tanto muslamen de concurso era muy pocas. Pedagógica cura de humildad que siempre agradecí porque creo que a un periodista le viene bien acostumbrarse cuanto antes a que en el mundo de la comunicación somos sólo un ingrediente más y no precisamente el más importante. En el caso de Penthouse, no creo que haya muchas dudas sobre eso.

Yo estaba orgulloso: publicaba en la versión española de una revista políticamente incorrecta, provocadora y transgresora conocida en todo el mundo, una publicación que compitió duramente con Playboy hasta encontrar un espacio que finalmente consiguió a juzgar por los millones de dólares que acumuló Bob Guccione, su dueño y fundador.

Hoy  cuentan los periódicos que Guccione nos ha dejado. Su revista hacía tiempo que también naufragó. Pero yo aprovecho esta ocasión para ponerle un modesto altavoz a lo que fue el santo y seña de una revista que nunca dejó a nadie indiferente: "Sexo, política y protesta".

               Bob Guccione

"Sexo, política y protesta" era el lema de Penthouse. No creo que existan tres razones mejores para movilizarse, aunque sea dedicándose al periodismo. Por eso, y por otras cosas fácilmente adivinables, estoy convencido que fue un privilegio tener la oportunidad de escribir para la revista de Guccione.

J.T.

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