Hubo un tiempo en que aplaudí las maneras de Rosa María Mateo como administradora única de RTVE, pero ese tiempo está muy lejos y las cosas han cambiado mucho desde entonces. Mateo, también. Como es lista y se mira al espejo, ella sabe mejor que nadie que ese cargo le viene grande. Siempre fue una feminista comprometida, una mujer combativa, es verdad, pero de gestionar una televisión sabe más bien poco, por mucho que haya sido una de las mejores presentadoras en la historia española del medio.
Es verdad que, recién nombrada, allá por julio del 18, supo parar los primeros golpes y poner a los políticos en su sitio, pero el excesivo alargamiento de la provisionalidad en el cargo ha ido sacando a la luz sus carencias, algo que tampoco tendría mayor importancia si no fuera porque esa escasez de conocimientos la estamos pagando por un lado los espectadores y por otro las perspectivas de futuro de la televisión pública en nuestro país.
Aunque no hubiera hecho gran cosa, Mateo perdió la oportunidad de marcharse por la puerta grande si a los tres meses, o a los seis como mucho, hubiera dado por terminada su etapa como administradora única provisional. Pero el Partido Socialista, a pesar de que al principio le salió respondona, prefirió mantenerla como mal menor mientras se despejaba el panorama. El tiempo fue pasando, los problemas para el gobierno creciendo y las ganas de ponerle el cascabel a ese gato postergándose sine die.
Les hubiera bastado para evitarlo, a Sánchez y a los suyos, con no haber dinamitado el Consejo de Administración que pactaron con Podemos y el PNV hace año y medio o, tiempo más tarde, con no estancar el concurso pendiente, cuya primera fase de selección finalizó en diciembre del año pasado.
La espantá de Almudena Ariza rechazando la dirección de Informativos a las dos semanas de haberla aceptado es, a mi juicio, una especie de señal de alarma que sugiere lo mal que deben andar las cosas por los pasillos de Prado del Rey y Torrespaña. Begoña Alegría, todavía en el cargo, finaliza su etapa el 31 de diciembre por voluntad propia, tal como anunció hace un tiempo, pero hace meses que su relación con Rosa María Mateo era imposible e inexistente. Enric Hernández, director de Información y Actualidad, será quien se haga cargo de los informativos de TVE a partir del primero de enero de 2020 de manera provisional, lo que no deja de ser un parche que no impedirá que se noten lo a punto de reventar que están las costuras de un traje demasiado gastado ya.
Para rechazar el puesto, Almudena Ariza argumentó no sentirse suficientemente respaldada por sus compañeros, pero a mí me parece que tampoco debía ser mucho el respaldo por parte del entramado de poder de la casa. Necesitaban una cara conocida para desviar la atención durante un tiempo y dieron con ella, pero ¿iba Ariza a poder ejercer el mando en plaza con la libertad de movimientos que precisa ese cargo y sin ningún tipo de cortapisas? ¿se le habría dejado manejar el presupuesto a su antojo y tomar decisiones profesionales controvertidas sin andar sometida a permanente supervisión? ¿podría trabajar sin presiones ni de fuera ni de dentro de la casa?
Poco claros debían estar estos extremos, sobre todo desde el momento en que Mateo decidió crear un cargo, hasta entonces inédito, entre la presidencia y Alegría, para colocar en él a Enric Hernández. Poco claro debía estar un proyecto cuyas prisas e improvisaciones se entienden con dificultad, a menos que el objetivo fuera que los hechos consumados le pusieran más difíciles las cosas al gobierno entrante a la hora de hacer cambios.
Poco claro debe estar el futuro del concurso pendiente para nombrar los cargos que acaben con el período provisional de Rosa María Mateo. Poco claro parece también el papel de Enric Hernández quien, tras verse obligado a asumir la dirección de Informativos a partir del próximo día uno, adquiere una visibilidad poco práctica. En la sombra, sin duda, estaba mejor situado en caso de que los partidos decidieran olvidarse del concurso “interruptus” para buscar un nuevo presidente para la Corporación.
Según la legislación vigente, ese presidente ha de salir de los 10 miembros del Consejo de Administración que el Parlamento ha de elegir entre los 20 aspirantes que superaron el primer corte. Los miembros del comité de expertos que hicieron esta selección están que se suben por las paredes por la falta de respeto que los políticos han demostrado hacia su trabajo.
Por eso la espantá de Ariza complica las cosas más de lo que ya estaban. Querían distraer la atención con una cara conocida, esa cara ha hecho mutis por el foro y las vergüenzas de TVE han quedado al aire. Las de TVE y las de los partidos políticos, que no parecen tener demasiado claro por dónde meterle mano a este asunto.
El reto del nuevo gobierno ha de ser dejar de ampararse en coartadas y coger este toro por los cuernos ya, sin más pérdidas de tiempo. La televisión pública del Estado es un servicio esencial; su manera de hacer las cosas, tanto en el terreno político, como económico, laboral y profesional debería convertirse además en un referente para el resto de televisiones públicas del país. Tienen la obligación de consensuar y buscar soluciones, no les queda otra; vamos tarde y lo saben.
J.T.
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