martes, 2 de noviembre de 2010

Bernard Weber se bebe la vida a grandes sorbos


“El dilema de los niños de hoy en día consiste en elegir entre varias opciones. Nosotros no teníamos elecciones, sino deseos. Y los deseos inspiran, despiertan la curiosidad”

Bernard Weber tiene sólo un año más que yo y es suizo y millonario. Hay quien lo tacha de excéntrico. La frase de más arriba le corresponde: la pronunció hace tiempo en una entrevista en El País. Conocí a Bernard en Granada en enero de 2005, cuando se alió con cnn+ para unir el sexto aniversario de nuestro nacimiento con la promoción que él hacía de la Alhambra para convertirla en una de las nuevas siete maravillas del mundo.

Se trataba de lo siguiente: él aportaba un globo aerostático con el nombre de su página web -new7wonders.com-, sobrevolaba la Alhambra, nosotros lo grabábamos y luego lo emitíamos, presuntamente a todo el mundo, aunque la realidad es que creo que sólo acabamos dándolo aquí. En la quilla del globo, eso sí, se colocó también una enorme pegatina anunciando al mundo el sexto aniversario de nuestro nacimiento.

El amigo Weber fue el promotor de todo el pollo que se montó en su día en torno a lo de las votaciones para las siete nuevas maravillas del mundo. El tiempo que le tocó promocionar la candidatura de la Alhambra fue la época en que tuve la suerte de hablar mucho con él: largos paseos, interminables cenas, seguimiento excitado del discurrir del globo sobre Granada en una de las mañanas más frías de la temporada…


Había convertido la divulgación de su iniciativa en su modo de vida. Y eso le llevaba de país en país, en unos más comprendido que en otros, gastándose un dinero que si todo iba bien lo recuperaría y que procedía de la fortuna familiar.

Comprendí que se trataba de un aventurero peculiar, cuya conversación y maneras te invitaban a plantearte muchas reflexiones. Me hubiera gustado aquellos días apuntar muchas de sus frases, porque la entrevista a la que pertenece la del comienzo de esta página –una entrevista realizada casi dos años y medio después- es en realidad un remedo de todo aquello que tuve la oportunidad de escuchar directamente:

- El dinero es como el petróleo. Sirve para hacer cosas fantásticas, no para guardártelo –me decía

Todo en Bernard daba a entender que estaba utilizando su dinero para hacer y vivir lo que tantos soñamos con hacer si pudiéramos: bebernos la vida a grandes, enormes sorbos.

J.T.

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