Pensaba estas cosas la otra mañana, mientras veía a Juan Carlos Monedero replicar con argumentos, y con infinita paciencia, la sarta de sinsentidos que María Claver iba desplegando en una tertulia mañanera de Telecinco. Bastaba con un vistazo breve y rápido para constatar las leguas de distancia existentes entre la fortaleza intelectual de uno y la debilidad argumental de la otra. Claver, dicho sea de paso, fue una de los tres “periodistas” que en febrero del 19 leyeron en la plaza de Colón el manifiesto con el que se cerró la manifestación del trifachito.
Si tengo dudas sobre la conveniencia o no de participar en tertulias de este tipo, me las refuerza la escasa por no decir inexistente imparcialidad que a veces practica el moderador, moderadora en el caso que nos ocupa. Ana Terradillos, sustituta en verano de Ana Rosa Quintana, no la vi actuar como árbitro sino que se alineaba claramente frente a las posiciones que intentaba defender Monedero, y eso cuando lo dejaba hablar: unas veces lo interrumpía apelando a las órdenes que ella recibía por el pinganillo y otras lo mandaba callar directamente. Terradillos, dicho sea también de paso, es “experta” en información sobre temas de Interior como se ha contado en La Última Hora y entre sus fuentes, cómo no, se encuentran verdaderas estrellas del mundo de las cloacas.
Es fundamental que los mensajes de izquierdas se escuchen en los medios, claro que sí, pero ¿el precio a pagar tiene que ser hacerlo en debates con Claver de antagonista y Terradillos de moderadora? Va llegando ya la hora de que los medios traten, con el respeto que merecen, a los representantes de una formación política que cuenta con cinco miembros en el Gobierno de coalición gracias a los cuales está empezando a mejorar la vida de las personas más humildes, de aquellas que tienen más problemas para sobrevivir. Una formación que, tras seis años sufriendo todo tiempo de intentos de acoso y derribo, ha logrado resistir, llegar a gobernar y empezar a poner en marcha una parte de sus propuestas políticas.
El panorama de los medios en nuestro país no puede continuar siendo el que es. Le debemos a la ciudadanía cumplir con su derecho a conocer los argumentos y puntos de vista de izquierda sin tener que recurrir para ello a intervenir en tertulias cuyo punto de partida es la hostilidad con los planteamientos progresistas.
Los postulados intelectuales de izquierdas han de poder divulgarse en igualdad de condiciones que los de la derecha. Se trata de una obligación democrática, un derecho irrenunciable, una necesidad social. Y de momento, cuando el Gobierno de coalición cumple ya sus seis primeros meses, esto aún no sucede en nuestro país.
J.T.
Publicado en La Última Hora
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