Pablo Sebastián, presidente del diario digital republica.com, 73 años. Con menos de 30 era corresponsal en Bruselas de ABC; Pedro Jota Ramírez, director de El Español, también digital (elespanol.com), 68 años. Hace 40 era director de Diario 16; Alfonso Rojo, 68 años, promotor de Periodista Digital; Jesús Cacho, 76 años, editor y fundador de Vozpópuli; Federico Jiménez Losantos, 68 años, presidente de Libertad digital y fundador de es.radio; José Apezarena, 71 años, fundador de El Confidencial Digital; Antonio Casado, 76 años, fundador de El Confidencial; Miguel Ángel Aguilar, 77 años, el perejil de todas las salsas…
Faltan más, pero por hoy lo voy a dejar aquí. Todos con la edad de jubilación suficientemente cumplida, con una trayectoria amplia en la prensa española durante décadas y, aunque ahora parezca mentira, algunos de ellos con cierto barniz progresista en su pasado.
En estos momentos la mayoría se encuentran al frente de diarios digitales de claro perfil derechista, beligerante con el Gobierno de coalición, con ración diaria de caña a Pedro Sánchez y a sus ministros por su gestión y sus decisiones, y una enfermiza beligerancia sobre todo contra los cinco miembros de Unidas Podemos en el Ejecutivo. Una saña rotunda, contundente, regada en cada edición con un generoso porcentaje de noticias falsas.
De algunos de los prebostes arriba citados podría decirse que andan, o andaban, en la línea de Felipe González y Cebrián, otro buen par de dinosaurios, pontificando a diario sobre como hay que hacer las cosas, presionando, amenazando e impidiendo que el gobierno pueda encontrar un minuto de paz para trabajar con un mínima sosiego. La mayoría los desborda ampliamente por la derecha, que ya es decir.
El mundo digital está infestado de medios de derecha pura y dura. Me cuesta trabajo creer que alguno de ellos pueda ser rentable, pero para los intereses de los partidos de la derecha, sí lo es el efecto que provocan: un goteo malayo de ojeriza contra el Gobierno de coalición que acaba calando en el ánimo ciudadano, sobre todo porque buena parte de lo que cuentan jamás es desmentido por ningún otro medio.
Continúa el periodismo español en las mismas manos en las que estaba hace ya más de cuarenta años. En las de quienes conspiraban con los políticos en Casa Manolo, ese bar madrileño cercano a las Cortes con paredes cuyo silencio vale oro. Los políticos de entonces ya no son los mismos, los responsables máximos de los principales partidos actuales podrían ser hijos de cualquiera de los septuagenarios que continúan manejando los hilos de buena parte de la información del país y que se resisten, como gatos panza arriba, a retirarse a sus cuarteles.
No me cansaré de repetir que el periodismo en España viene necesitando su propio 15 M desde hace tiempo. Ya va siendo hora de que los jóvenes tomen el relevo en las formas y en el fondo. Hay que romper el círculo vicioso de los intereses entrecruzados entre medios de comunicación, grandes empresas y políticos nostálgicos de tiempos ya superados para apostar por una España moderna y progresista en materia de comunicación.
La salud de los medios marca el vigor democrático de un país. Y de momento estamos bastante enfermos, con señores mayores al mando, y demasiado cabreados la mayoría de ellos. No lo entiendo, ¿de dónde sacan pa tanto como destacan?
J.T.
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