Me dispongo este sábado a viajar en tren Talgo desde Almería hasta Madrid. Primera sorpresa: el viaje empieza en autobús.
Siempre en la vanguardia de la innovación, Renfe ofrece esta singular experiencia sin aumento de precio y en un mismo paquete. Todo un detalle. Usted se compra el billete de tren para desplazarse a Madrid y se presenta a la hora prevista en la estación del ferrocarril de toda la vida, pero allí no hay trenes por ninguna parte. En el andén número 24 le está esperando un bonito autobús que lo transportará hasta Huércal de Almería en veinte minutos de nada. Maletas arriba, maletas abajo, carritos de bebé, mochilas y bolsos de nuevo arriba…
Una vez todo en orden, acomodados ya en los asientos asignados, da comienzo entonces un apasionante viaje de seis horas y media para un trayecto menor que el que une Barcelona con Madrid, y que el AVE cubre en tres horas menos cuarto escasas.
Cuando en este mismo Talgo hago el viaje al contrario, de Madrid a Almería, todo es más divertido aún porque el autobús de postre es la sorpresa que muchos pasajeros desconocían, la guinda burlona de una incalificable cadena de desconsideraciones. Me divierte ver en ese caso a los guiris desconcertados. No, mire usted, les explican, es que quieren eliminar un paso a nivel en El Puche y mientras hacen el túnel, el tren no puede circular. Y los turistas, que no entienden nada, poner cara de entender: “Oh, yes”. Amables ellos.
Pasamos Gádor, Fiñana, y cuando estamos llegando a Guadix, antes de la separación de railes en el desvío que conduce hacia Granada, recuerdo de pronto mis espantosos viajes durante años por esas mismas vías para ir a Sevilla. Es que están construyendo las vías del Ave entre Antequera y Granada, te explicaban un día tras otro, un año tras otro, y te lo seguirán explicando hoy mismo, porque la pesadilla continúa. Lo recuerdo y pienso que, comparado con aquello, el ajado Talgo que me lleva a Madrid a paso de tortuga este 29 de junio del año 2019 es el Concorde.
Estos son los pasos que ha de seguir todo incauto que, a día de hoy, pretenda desplazarse en tren entre Almería y Sevilla:
1. Autobús de Almería a Huércal.
2. Tren de cercanías (así le llaman los cachondos) de Huércal de Almería a Granada.
3. Autobús de Granada a Antequera.
4. Autobús de Antequera a Osuna, porque cambia la contrata.
5. Tren de cercanías desde Osuna hasta Sevilla.
Así continúa el asunto a día de hoy, a pesar de que han terminado las obras del AVE, que desde esta semana llega ya a Granada. Otra tomadura de pelo, porque más que AVE parece el tren de Holanda, que pita más que anda. ¿Cómo se puede tener la caradura de lanzar las campanas al vuelo proclamando que ¡por fin! hay AVE a Granada desde Madrid cuando en algún trayecto ese tren tan moderno no puede circular a más de 38 kilómetros por hora y el total del viaje rebaja en apenas media hora lo que se tarda por carretera en coche o autobús?
En ese mismo AVE, nos tranquilizan a los almerienses, podrá usted ir a Madrid desde Granada si quiere ¡Claro! Tardando el mismo tiempo que en la tartana en la que voy ahora y pagando el doble. Tomo un sorbo largo de agua, también he traído algo de fruta, pero la mayoría de los pasajeros que me acompañan vienen provistos de víveres como si se tratara de una excursión al Himalaya. Lo que no entiendo es la escasa indignación, la resignación con la que aceptan/aceptamos este servicio público con trazas de burla descarada.
Dicen que en el 2025 tendremos ya AVE para ir desde Almería hasta Madrid, pero por Murcia, comenta alguien del vagón. Aunque no lo diga, probablemente alguno de ellos sabrá, como lo sé yo, que de los nueve tramos en que han sido divididos los 200 kilómetros que hay entre Murcia a Almería para adjudicar los concursos, tres de esos tramos están aún más que verdes, sin olvidar que la variante de Totana anda en pañales porque los vecinos de la zona no ayudan mucho que digamos.
En resumen: que la provincia más próspera y emergente de Andalucía no estará nunca conectada por Alta Velocidad con ninguna de las provincias de esta Comunidad. Y que si algún día vemos un AVE en la estación de Almería será para viajar a Madrid vía Murcia.
¿Cómo es posible que los políticos de la ciudad, que las instituciones provinciales no estén pegando puñetazos encima de todas las mesas donde haga falta hacerlo para buscar una solución cuanto antes? ¿cómo es posible que no proclamen sin descanso, alto y claro, que esto es intolerable,? ¿Cómo se atreven, unos y otros, a faltarnos el respeto así?
Cuando vi las fotos de la protesta organizada el pasado jueves por la Mesa en Defensa del Ferrocarril se me cayó el alma a los pies: eran cuatro gatos, a las puertas de la estación Intermodal, esgrimiendo una pancarta en la que se podía leer “Hartos de engaños y promesas. Buscando vías de solución. #Tren digno ya”. Punto.
¿Dónde estaba la Almería indignada, si es que existe? Quizás esa falta de respuesta por parte de los almerienses ante desprecios intolerables como los que sufrimos en materia de comunicaciones pueda explicar la manera como nos tratan.
Por mi parte, qué remedio, después de tantos viajes de indignación estéril, he aprendido a sacarle partido al contratiempo. El tren va todavía por Alcázar de San Juan, he terminado un libro que tenía a medias, he actualizado (aprovechando los escasos tramos en que había cobertura) las redes y el correo, y ya tengo escrito este artículo.
J.T.
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