domingo, 23 de junio de 2019

La bragueta del Prenda y el cerebro del juez Serrano


La foto del Prenda* tocándose la bragueta mientras salía este viernes de los juzgados de Sevilla, minutos antes de ser detenido y encarcelado, no solo retrata a tan patético personaje, sino que se convierte en una rotunda alegoría que resume el gran esperpento que rodea a todo lo sucedido tras la violación en grupo que él y cuatro compinches cometieron en Pamplona en julio de 2016. La casa en que los cinco miembros de La Manada, premonitorio apelativo, arrinconó y violó a una joven madrileña hace casi tres años se encuentra muy cerca del lugar donde, pocas horas después, yo asistía al homenaje que cada año se dedica a Germán Rodríguez, un militante de izquierdas asesinado por la policía allí mismo durante los sanfermines de 1978.

Frente al monumento a Germán, en la avenida de Roncesvalles, a escasos metros del portal de la calle Paulino Caballero donde sucedió todo, me llegaron los primeros flashes de lo ocurrido. Cuando me dijeron que los por entonces presuntos violadores eran sevillanos, no puede evitar experimentar, como andaluz, un cierto sentimiento de vergüenza. Aquel año Pamplona estaba repleta de reclamos institucionales invitando a denunciar cualquier conato de abuso y mira por dónde unos paisanos míos acababan de protagonizar allí el que con el tiempo acabaría convirtiéndose en uno de los episodios más tortuosos de nuestra historia judicial reciente.

Los ahora por fin declarados delincuentes procedían de un marginado barrio sevillano, en el grupo había un guardia civil y un militar, el abogado encargado del caso decidió poner el foco en la víctima y los medios no desaprovecharon el filón a pesar del claro olor a podrido de toda aquella historia. O quizás por eso mismo, vayamos a saber. Los jueces navarros pusieron la guinda con una sentencia que envalentonó al grupo ya de por sí pendenciero, rodeados de cámaras y micrófonos cada vez que acudían al juzgado convertidos en personajes bufos y horteras de una historia que cada día que pasaba se hacía más turbia y maoliente.

De esos mismos juzgados sevillanos, en cuyos helados soportales se pasa frío hasta en el mes de junio y donde en su día vi llegar a Farruquito, a Miquel Carcaño y demás personajes de la historia de Marta del Castillo, o a la Junta de Andalucía casi al completo para declarar por el asunto de los Eres, de esos mismos juzgados, decía, fue de donde el pasado viernes salía el Prenda con su sonrisa burlona y tocándose la bragueta ante la mirada atónita de Juanjo, Patricia o Blanca, compañeros míos de tantas batallas que, micrófono en mano, parecían no dar crédito a lo que estaban viendo.

Con esos mismos colegas, y con los cámaras con los que forman equipo, hubo un tiempo en que acudíamos al despacho del juez Serrano antes de que lo echaran, cuando aún estaba en activo y sus polémicas sentencias empezaban a chirriar en los oídos de cualquier amante del sentido común. Este fin de semana, el destino los ha unido a los dos: al Prenda y al juez Serrano, convertido ahora este último en líder andaluz de Vox y parlamentario autonómico.

Que la sentencia “es un torpedo directo contra la heterosexualidad, contra las relaciones libres entre hombres y mujeres”, ha escrito Serrano sin cortarse un pelo. Que "si una mujer dice sí pero en cualquier momento posterior dice no, inclusive varios días después, -añade textualmente el político de Vox-, el denunciado será condenado a prisión por violación. Hasta un gatillazo o no haber estado a la altura de lo esperado por la mujer, podría terminar con el impotente en prisión". No contento con tales perlas, remata: "Nos encontramos ante la paradoja progre, en la cual la relación más segura entre un hombre y una mujer será únicamente a través de la prostitución. Desde ahora, la diferencia entre tener sexo gratis y pagando, es que gratis te puede salir más caro".

El Prenda será un prenda, pero Serrano es un prenda suelto cuyas barbaridades son ahora mucho más preocupantes. El Prenda y su pandilla ya están a buen recaudo, condenados por el Tribunal Supremo y pagando por el delito que cometieron. Son cinco delincuentes comunes, cinco violadores con escasa cultura y menos escrúpulos a quienes esperemos que la prisión sirva para reeducarse y regresen escarmentados a la vida civil cuando terminen de cumplir su deuda con la sociedad.

Pero al juez Serrano ¿quién lo reeduca? ¿Cómo digerir sus astracanadas? Hasta en su propio partido, que ya es decir, han tenido que salir a desautorizarlo. Me temo que personajes de tamaña catadura nos van a continuar proporcionando momentos sublimes en fechas venideras ¡Madre del amor hermoso! Siento vergüenza, mucha, como andaluz, y verdadero pavor como padre de dos hijas. Quousque tandem?

J.T.

*Foto de Pepo Herrera distribuida por la Agencia Efe

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