Veamos el caso de Margarita Robles, quien parece llevar unos días -¿o son ya meses?- algo desatada. Apenas ve un micrófono cerca, la ministra de Defensa se tira en plancha y empieza a soltar dardos envenenados contras sus compañeros de coalición como si no hubiera un mañana. Si eso ocurre en público, qué pena que las deliberaciones en el Consejo de ministras y ministros sean secretas porque han de resultar verdaderamente sabrosas.
Vamos a ver, ministra, ¿de verdad le parece mal el Manifiesto “En defensa de la democracia” que, junto al vicepresidente Iglesias han firmado en La Paz, entre otros, Rodríguez Zapatero, Dilma Rousseff, Evo Morales, Rafael Correa, Jean-Luc Mélenchon o Alexis Tsipras? ¿Qué objeciones tiene contra un documento donde se especifica que “la principal amenaza a la democracia y la paz social en el siglo XXI es el golpismo de la ultraderecha”?
¿De verdad le parece que hay que resaltar tanto como usted lo ha hecho que se trata de un documento que “no compromete al gobierno”? No tiene por qué comprometerlo, claro, pero tampoco tiene por qué mantenerlo al margen. A muchos se nos han encendido las alarmas ante su empeño en difundir esa “excusatio non petita”, un corte de audio y video, por cierto, con el que estos días se han puesto las botas repitiéndolo radios, televisiones, periódicos y magazines desestabilizadores varios. ¿No le rechina tanto cariño hacia usted por parte de los medios de derecha y ultraderecha?
Señora Robles, ¿de verdad necesitaba remarcar tanto como lo hizo que el motivo de la presencia de Iglesias en Bolivia era asistir a la toma de posesión de Luis Arce? ¿Quién dudaba de eso? O enfatizar tanto que “lo que haya hecho Iglesias le compromete solo a él” ¿Cómo es que tiene tanta necesidad de desmarcarse de un documento en el que se condena el “golpismo de la ultraderecha”?
Todavía resuenan los ecos de aquella insidiosa frase suya este verano pasado, tras la aparición de las enésimas informaciones falsas sobre la financiación de Podemos que desembocaron en una imputación más al partido que tiene cinco miembros en el mismo gobierno que usted: “la transparencia siempre es buena y el control parlamentario positivo”. Que yo recuerde nadie entre sus socios de gobierno dijo nunca lo contrario.
¿Qué es lo que de verdad le molesta? ¿que Iglesias ejerza de manera impecable su papel constitucional, y luego, como secretario general que es de un partido político, use el escaso tiempo libre disponible que tuvo en Bolivia para hacer política en lugar de irse de farra?
Estoy seguro que no le debió gustar nada cuando Pedrojota publicó aquella encuesta en la que quien mejor nota sacaba entre los miembros del gobierno era usted, sondeo, por cierto, publicitado a bombo y platillo en Televisión Española, que sirvió a según qué sectores desestabilizadores de este país para insinuar su nombre “por si en un momento dado hubiera sido necesario”. Estoy seguro que esto le molestó porque usted tiene sobradamente demostrada la lealtad a Sánchez, como cuando tras el golpe al entonces secretario general socialista en octubre del 2016, rompió la disciplina de su grupo parlamentario y votó NO a la investidura de Rajoy.
¿Qué fue lo que cambió cuando la nombraron ministra de Defensa en junio de 2018? Suele insistir, esta misma semana ha vuelto a hacerlo, que siempre la encontrarán "del lado de las instituciones, de la Constitución" ¿Conlleva eso acaso tener que aumentar el gasto militar por narices, no le parece que en tiempos de pandemia es necesario gastar más en médicos y medicinas, y menos en Defensa?
Para tanto dinosaurio del antiguo PSOE instalado ahora en los predios de la derecha pura y dura como Corcuera, Leguina, Guerra o Felipe, para otros que todavía siguen incordiando como Page, Lambán, Díaz o Fernández Vara, igual es un alivio que mantenga usted esa postura de beligerancia con sus socios en el gobierno de coalición. Pero me extraña que sea ese el camino que quieren seguir quienes en el PSOE apuestan porque llegue de una vez el aire fresco al partido, los vientos de la renovación.
Usted ha demostrado ser leal en ciertos momentos en que vinieron mal dadas, por eso cuesta más trabajo entender qué le lleva a dudar tanto de la lealtad de los demás.
J.T.
Publicado en "La Última Hora"
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