En la polémica sobre quiénes son los expertos del ministerio de Sanidad que deciden qué territorios pueden o no cambiar de fase durante el descofinamiento, hay algo que no acaba de cuadrarme.
¿Por qué el miércoles 6 de mayo Fernando Simón se negó a dar la lista que le pedían, y nos dejó a todos con la mosca detrás de la oreja? ¿Recuerdan sus palabras? Fueron estas: "No les voy a dar los nombres de ninguna persona del equipo porque en todo este proceso las presiones que sufren por parte de la sociedad en general y de los medios de comunicación en particular, acaba haciendo muy difícil que puedan trabajar con la suficiente libertad”.
El ministro Salvador Illa, también sin aportar nombres, lo intentó explicar así al día siguiente en el Congreso de los Diputados: “No hay un comité único; lo que hay es un conjunto de profesionales de la dirección general de Salud Pública; hemos reforzado, claro que sí, estos servicios, como creo que es lógico, y ellos van a evaluar la información que nos manden los responsables de las Comunidades Autónomas. Hemos realizado ya 13 reuniones bilaterales en las que comentamos los datos que nos ofrecen, cómo ven ellos la evolución de la epidemia..."
De acuerdo, vale, pero quizás bastaría, digo yo, con hacer públicos los nombres y ya está, si a ello obliga la ley y si no, zanjar la cuestión de manera clarita, directa y sin tanto rodeo técnico, ¿no les parece?
Puede que esta vez no tengan obligación de hacerlo, pero lo que pasa es que llueve sobre mojado porque el mes pasado el Gobierno se había hecho el remolón cuando le preguntaron por otros nombres que sí había que hacer públicos: los de los sabios que estaban ayudando a la vicepresidenta Teresa Ribera a preparar y definir las fases del desconfinamiento. Tras presiones al más alto nivel, Ribera acabó cediendo y los nombres aparecieron finalmente en los medios, hasta con foto en algunos casos.
A día de hoy el grupo de Ribera ya no existe, terminó su trabajo el 28 de abril. Y aquellos sabios han sido relevados por técnicos del ministerio, por funcionarios que evalúan y examinan el descenso del número de desinfectados en cada territorio, cuánto ha bajado el número de hospitalizados, cuál es la proporción disponible de camas en las UCI, qué capacidad tienen los Centros de Salud para hacer test a las personas con síntomas…. En resumen, por cómo está de preparado cada territorio a la hora de decidir en qué fase hay que incluirlo. Este análisis, que es diario, se lleva a a cabo a través de reuniones bilaterales cuyo desarrollo, según aseguran en Sanidad, es abierto y hasta existe amplia documentación gráfica de ello.
Se trata de técnicos del ministerio de Sanidad mas diecisiete contratados de refuerzo extraídos de las bolsas de trabajo, y se distribuyen en cuatro equipos distintos: el de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias que dirige Fernando Simón; el de la dirección general de Salud Pública con Pilar Aparicio al frente; los equipos del Secretario General de Sanidad, Faustino Blanco, y por último el de la dirección general de Cartera Básica y Farmacia, cuya titular es Patricia Lacruz. Estos son los cuatro nombres clave, de izquierda a derecha en la foto. De ellos es toda la responsabilidad, que podría reducirse finalmente a dos: Pilar Aparicio y Fernando Simón.
La pregunta es, ¿esto no lo saben los partidos de la oposición, tampoco los tertulianos que cada día claman “queremos los nombres ya” una y otra vez? ¿eso no lo saben en TVE?
“El presidente de Partido Popular ha exigido al gobierno que haga públicos los nombres de los expertos que van a decidir las fases de la desescalada”, se dijo en el TD1 del viernes 8 antes de dar paso a este total de Pablo Casado: “Es importante que sepamos quiénes son los expertos que van a decidir qué comunidades autónomas, qué provincias oqué áreas sanitarias pueden pasar de fase.”
Durante su comparecencia de este sábado volvieron a preguntarle a Pedro Sánchez por la lista de marras y el presidente, como Simón e Illa habían hecho con anterioridad, despejó el balón una vez mas: “Es un procedimiento reglado y transparente con el acuerdo de las Comunidades Autónomas”, zanjó. “Desde la oposición insisten en conocer la identidad", contaron en la intro del TD1 del sábado 9, y añadían: “Vox ha enviado un burofax al gobierno exigiendo sus nombres. El PP también quiere que se hagan públicos". A continuación, incisivo total del ínclito García Egea: “Esos expertos ocultos que están aconsejando a Sánchez en el desconfinamiento, ¿son los mismos que aconsejaron las manifestaciones masivas del 8 de marzo con la crisis del coronavirus ya instalada en muchos de nuestros países vecinos?” A esa pregunta no responde nadie, queda en el aire y el informativo cambia de tema. A otra cosa mariposa ¡Viva el periodismo!
“Un comité secreto, un comité de encapuchados, va a decidir sobre la salud y la vida de los españoles. Estamos mucho peor de lo que imaginamos cuando el gobierno actúa como pura mafia. Toda su gestión de la crisis es criminal”, escribía Abascal en twitter este viernes. “No vamos a aceptar esa "nueva normalidad" que consiste en que el gobierno actúe con total opacidad y secretismo ocultando chulescamente a los españoles información a la que tienen derecho”, añadía en otro tuit ilustrado por el burofax remitido a Sanidad.
La verdad es que suena rotundo, pero cuando te detienes a leer reposadamente el contenido del burofax esa admonición, mire usted por dónde, pierde todo el gas, como lo demuestra la redacción del párrafo final, que dice textualmente: “Requiero que en el plazo de 20 días se notifique a quien suscribe y/o se de a conocer públicamente la identidad de quienes forman parte del comité de expertos sobre la crisis sanitaria… que ha dado lugar a la declaración del estado de alarma en el decreto del 14 de marzo y/o el texto íntegro de las recomendaciones de dicho comité.”
En primer lugar les da 20 días, un plazo que en estas circunstancias es una eternidad, y en segundo al final se baja los pantalones y admite que se conforma con el “texto íntegro de las recomendaciones".
Resumiendo, a menos que se me escape algo: una tormenta en un vaso de agua más, que encrespa ánimos sin necesidad, y con ese altavoz siempre presto a complacer al PP llamado Televisión Española. Me cuesta entender por qué el gobierno no deja a un lado el buenismo de una vez y responde a asuntos como este con mayor contundencia.
J.T.
¿Por qué el miércoles 6 de mayo Fernando Simón se negó a dar la lista que le pedían, y nos dejó a todos con la mosca detrás de la oreja? ¿Recuerdan sus palabras? Fueron estas: "No les voy a dar los nombres de ninguna persona del equipo porque en todo este proceso las presiones que sufren por parte de la sociedad en general y de los medios de comunicación en particular, acaba haciendo muy difícil que puedan trabajar con la suficiente libertad”.
El ministro Salvador Illa, también sin aportar nombres, lo intentó explicar así al día siguiente en el Congreso de los Diputados: “No hay un comité único; lo que hay es un conjunto de profesionales de la dirección general de Salud Pública; hemos reforzado, claro que sí, estos servicios, como creo que es lógico, y ellos van a evaluar la información que nos manden los responsables de las Comunidades Autónomas. Hemos realizado ya 13 reuniones bilaterales en las que comentamos los datos que nos ofrecen, cómo ven ellos la evolución de la epidemia..."
De acuerdo, vale, pero quizás bastaría, digo yo, con hacer públicos los nombres y ya está, si a ello obliga la ley y si no, zanjar la cuestión de manera clarita, directa y sin tanto rodeo técnico, ¿no les parece?
Puede que esta vez no tengan obligación de hacerlo, pero lo que pasa es que llueve sobre mojado porque el mes pasado el Gobierno se había hecho el remolón cuando le preguntaron por otros nombres que sí había que hacer públicos: los de los sabios que estaban ayudando a la vicepresidenta Teresa Ribera a preparar y definir las fases del desconfinamiento. Tras presiones al más alto nivel, Ribera acabó cediendo y los nombres aparecieron finalmente en los medios, hasta con foto en algunos casos.
A día de hoy el grupo de Ribera ya no existe, terminó su trabajo el 28 de abril. Y aquellos sabios han sido relevados por técnicos del ministerio, por funcionarios que evalúan y examinan el descenso del número de desinfectados en cada territorio, cuánto ha bajado el número de hospitalizados, cuál es la proporción disponible de camas en las UCI, qué capacidad tienen los Centros de Salud para hacer test a las personas con síntomas…. En resumen, por cómo está de preparado cada territorio a la hora de decidir en qué fase hay que incluirlo. Este análisis, que es diario, se lleva a a cabo a través de reuniones bilaterales cuyo desarrollo, según aseguran en Sanidad, es abierto y hasta existe amplia documentación gráfica de ello.
Se trata de técnicos del ministerio de Sanidad mas diecisiete contratados de refuerzo extraídos de las bolsas de trabajo, y se distribuyen en cuatro equipos distintos: el de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias que dirige Fernando Simón; el de la dirección general de Salud Pública con Pilar Aparicio al frente; los equipos del Secretario General de Sanidad, Faustino Blanco, y por último el de la dirección general de Cartera Básica y Farmacia, cuya titular es Patricia Lacruz. Estos son los cuatro nombres clave, de izquierda a derecha en la foto. De ellos es toda la responsabilidad, que podría reducirse finalmente a dos: Pilar Aparicio y Fernando Simón.
La pregunta es, ¿esto no lo saben los partidos de la oposición, tampoco los tertulianos que cada día claman “queremos los nombres ya” una y otra vez? ¿eso no lo saben en TVE?
“El presidente de Partido Popular ha exigido al gobierno que haga públicos los nombres de los expertos que van a decidir las fases de la desescalada”, se dijo en el TD1 del viernes 8 antes de dar paso a este total de Pablo Casado: “Es importante que sepamos quiénes son los expertos que van a decidir qué comunidades autónomas, qué provincias oqué áreas sanitarias pueden pasar de fase.”
Durante su comparecencia de este sábado volvieron a preguntarle a Pedro Sánchez por la lista de marras y el presidente, como Simón e Illa habían hecho con anterioridad, despejó el balón una vez mas: “Es un procedimiento reglado y transparente con el acuerdo de las Comunidades Autónomas”, zanjó. “Desde la oposición insisten en conocer la identidad", contaron en la intro del TD1 del sábado 9, y añadían: “Vox ha enviado un burofax al gobierno exigiendo sus nombres. El PP también quiere que se hagan públicos". A continuación, incisivo total del ínclito García Egea: “Esos expertos ocultos que están aconsejando a Sánchez en el desconfinamiento, ¿son los mismos que aconsejaron las manifestaciones masivas del 8 de marzo con la crisis del coronavirus ya instalada en muchos de nuestros países vecinos?” A esa pregunta no responde nadie, queda en el aire y el informativo cambia de tema. A otra cosa mariposa ¡Viva el periodismo!
“Un comité secreto, un comité de encapuchados, va a decidir sobre la salud y la vida de los españoles. Estamos mucho peor de lo que imaginamos cuando el gobierno actúa como pura mafia. Toda su gestión de la crisis es criminal”, escribía Abascal en twitter este viernes. “No vamos a aceptar esa "nueva normalidad" que consiste en que el gobierno actúe con total opacidad y secretismo ocultando chulescamente a los españoles información a la que tienen derecho”, añadía en otro tuit ilustrado por el burofax remitido a Sanidad.
La verdad es que suena rotundo, pero cuando te detienes a leer reposadamente el contenido del burofax esa admonición, mire usted por dónde, pierde todo el gas, como lo demuestra la redacción del párrafo final, que dice textualmente: “Requiero que en el plazo de 20 días se notifique a quien suscribe y/o se de a conocer públicamente la identidad de quienes forman parte del comité de expertos sobre la crisis sanitaria… que ha dado lugar a la declaración del estado de alarma en el decreto del 14 de marzo y/o el texto íntegro de las recomendaciones de dicho comité.”
En primer lugar les da 20 días, un plazo que en estas circunstancias es una eternidad, y en segundo al final se baja los pantalones y admite que se conforma con el “texto íntegro de las recomendaciones".
Resumiendo, a menos que se me escape algo: una tormenta en un vaso de agua más, que encrespa ánimos sin necesidad, y con ese altavoz siempre presto a complacer al PP llamado Televisión Española. Me cuesta entender por qué el gobierno no deja a un lado el buenismo de una vez y responde a asuntos como este con mayor contundencia.
J.T.
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