
Las melenas y las barbas eran señas de identidad de la izquierda y quién sabe si fue por eso por lo que los socialistas, apenas consiguieron tocar pelo en 1982, decidieron cortarse el suyo al tiempo que arrinconaban postulados y llenaban sus armarios de trajes y corbatas. Felipe González y Alfonso Guerra se afeitaban todos los días y que el ministro de Defensa, Narcís Serra, además de catalán y civil, fuera un señor con toda la barba, no sentó nada bien entre los militares, que aún vivían en los cuarteles la resaca del intento de golpe del 23-F.
En la vida familiar del ciudadano medio también había presión: quítate esa barba, que te hace mucho mayor de lo que eres, te decía tu madre, o tu novia, si osabas permanecer unos días sin afeitarte. Tú argumentabas que muchos genios de la literatura habían llevado barba, escritores como Cervantes, Hemingway o Unamuno, y compositores de música clásica como Brahms o Tchaikovsky pero no tragaban, por mucho que en la lista de barbudos figurara hasta el general Prim, o el mismísimo Abraham Lincoln.

En los últimos cuarenta años, el único presidente con barba que hemos tenido, Mariano Rajoy, ha sido de derechas, y parece que el actual líder del PP, quién sabe si teniendo esto en cuenta, ha decidido dejar de afeitarse a ver si así acelera su llegada a la Moncloa. Esperemos que tal decisión se deba a que sus asesores ensayan cómo mejorarle la imagen para la foto de los carteles si hay elecciones y no tenga nada que ver con la extensión de esta moda entre las filas de la ultraderecha: Matteo Salvini, ese pérfido ministro italiano que parece buscar con la barba enmascarar parte de su maldad; Santiago Abascal, cuya afilada perilla le proporciona un punto entre hipster y conquistador medieval; Iván Espinosa de los Monteros, propietario de un estudiado desaliño tanto en la barba como en las melenas…

Si tenemos elecciones en noviembre, esta vez en los debates electorales de los cabezas de lista seguirán faltando mujeres pero habrá varias barbas, las de Abascal y Casado junto a la semilampiña de Pablo Iglesias. Veremos si el presidente del Partido Popular decide mantenerla. Parecerse a Salvini o Abascal no sé si le dará muchos votos. ¿O se la dejará justo por eso?
J.T.
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